Entrevista a María Jesús Molina, gobernanta de la Casa Sacerdotal y al servicio de una familia de servidores
“Yo estoy contigo todos los días” (Mt. 28, 20) es el tema elegido por el Papa Francisco para la celebración de la primera Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores, que festejamos mañana, 25 de julio.
Ellos son, sin duda, quienes más han sufrido en esta pandemia. En muchos casos, a la soledad se le ha añadido la enfermedad y la muerte. María Jesús Molina es compañera, cocinera, cuidadora y hasta confidente de unos mayores muy especiales en nuestra Diócesis, los sacerdotes mayores que viven en la Casa Sacerdotal Diocesena «Familia de Nazaret».
Ella es la gobernanta de esta Casa, en la que trabaja desde hace 8 años, y es un auténtico testimonio de servicio, de atención, de amor y de entrega al cuidado de los sacerdotes jubilados de la Diócesis. Como ella misma explica, “son 8 años, no de trabajo, sino de servicio a esta familia”. Y es que realmente son una familia. “Sufro con ellos, me alegro con ellos, rezo con ellos y hasta discuto con ellos”, indica.
Generalmente, en la Casa Sacerdotal viven los sacerdotes cuando se jubilan, personas que han entregado lo mejor de su vida al ministerio sacerdotal, “y es una casa familiar en la que cada uno tiene su propia habitación, en la que entran y salen cuando quieren”. El equipo que les atiende, formado por 4 chicas, se encarga de cocinar, de lavar la ropa, de hacer las habitaciones, de la medicación…, “pero más que eso, lo que necesitan es una atención familiar”, recalca María Jesús.
En estos momentos atienden a 14 sacerdotes, de los que 4 son jóvenes. “Hay que escucharles, en sus problemas, en sus necesidades”, indica. Pero en realidad, “la única necesidad que tienen es la atención y el cariño, que estés pendiente de ellos”, y “gracias a Dios, eso es lo que nos nace al equipo, y les queremos”, continua.
María Jesús vive allí con su marido, por lo que los sacerdotes nunca están solos, y así les puede atender a cualquier hora del día, o de la noche. Explica que esta etapa de pandemia ha “sido muy dura, sobre todo el tiempo de confinamiento”, en el que tuvo que confinarse ella sola, con la dificultad de llevar puesto un EPI durante todo el día, para que nuestros sacerdotes mayores no quedaran desatendidos“.
Además, en este último año han fallecido 4 sacerdotes en la Casa- D. José Porcar, D. Manuel López (de Madrid), D. Vicente Mestre y D. Joaquín Esteve-, y “ha sido un golpe muy duro para todos nosotros”. Pero “os digo de verdad que lo que nos ha sostenido ha sido la fe, el cariño mutuo, la oración…, se ha notado que ha habido mucha oración, que ha sido la que ha sostenido esta Casa”. Además, cuenta con emoción que ese tiempo nunca se sintió sola, ya que “tanto el Obispo, D. Casimiro, como los Vicarios y otros sacerdotes, siempre estuvieron muy pendientes, y pude desahogarme y hablar con ellos cuando lo necesitaba”.
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