«Que se anuncie el Evangelio y llegue a los corazones de los niños es la gran recompensa»
ENTREVISTA – Carlos Asensi, Delegado diocesano de catequesis
Los padres, catequistas, maestros y educadores de la Diócesis de Segorbe-Castellón tuvieron una importante cita el pasado fin de semana en el Colegio Mater Dei. Y es que el padre Gonzalo Carbó, junto con Alejandro y Lucas, de los Cooperadores de la Verdad de la Madre de Dios, vinieron para transmitir durante las Jornadas de primera iniciación al oratorio de niños pequeños esta experiencia que nació hace ya veinte años y actualmente está difundida por gran parte del mundo.
¿En qué ha consistido las Jornadas de este fin de semana?
Siguiendo el plan diocesano de pastoral, donde se trabaja el anuncio de la Palabra de Dios, una de las actividades que se propusieron fue ir formando a los catequistas y educadores durante el año en diversas metodologías para acercar a los niños a Jesús. Un ejemplo es el oratorio de niños pequeños, que el padre Gonzalo Carbó fundó, junto con estas Jornadas, y se ha acercado este fin de semana a la Diócesis a presentar el oratorio a educadores, catequistas, maestros y padres.
¿Qué es el oratorio de niños?
Parece que una vez pasan los sacramentos, los niños – y sus familias – desaparecen de la vida parroquial. Con este oratorio de niños lo que se intenta es que se produzca un encuentro de esos niños con Jesucristo a través de la Sagrada Escritura, de celebraciones y de una pedagogía muy cercana de bendición.
¿Por qué es importante el oratorio para los niños?
Porque la mejor forma de encontrarnos con el Señor es a través de la oración. Los niños comparten su vida y su fe. Y lo experimentan para que después puedan transmitirlo a sus familias. Esto sería lo ideal: que las familias participaran de toda la vida parroquial.
Y tú Carlos, ¿qué sacas de organizar estas Jornadas?
La inmensa alegría de que se pueda anunciar la Palabra a las familias a través de los niños, de que los catequistas y educadores, ya no sólo encuentren una metodología para su labor catequética, sino que ellos mismos vivan la experiencia. Para mí, que se anuncie el Evangelio y llegue a los corazones de los niños, esa es la gran recompensa.
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