Pascual, Carmen y Soulayman. Integración en el Bisbe Pont
El presidente de la Comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal, Mons. Juan Antonio Menéndez, ha declarado esta semana que la escuela es un espacio privilegiado para la integración. Se refería a una de las prioridades que el Papa Francisco destaca en su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, que se celebra el domingo. A pie de calle, es lo que vive el colegio diocesano Bisbe Pont, de Vila-real, donde uno de cada tres alumnos es de origen extranjero.
Consuelo Moreno, directora pedagógica, explica que de los 300 alumnos un tercio son de familias inmigrantes. Durante el patio, unos chicos de secundaria juegan a fútbol: Hay cinco nacionalidades. El centro tiene registrados alumnos de Marruecos, Algeria, Rumanía, Argentina, Colombia, Brasil y Pakistán.
Sin embargo, en infantil y primaria la mayoría ya han nacido en España: “Su escolarización es normalizada desde los 3 años y están muy integrados. Y como que pertenecen a familias que han venido buscando una vida mejor, en general están muy interesados en que sus hijos saquen adelante el curso”, precisa Moreno.
Desde el colegio, que este año cumple cincuenta años de su creación, acogen esta diversidad como una riqueza. La labor educativa incluye un proceso de integración que se ejerce en colaboración con otras entidades locales, en particular servicios sociales y Cáritas de la parroquia de Santa Sofía, con la que hay una vinculación directa. “La experiencia de trabajar con otras instituciones es muy buena y enriquecedora – explica Consuelo Moreno – porque tratamos las mismas familias para ayudarlas mejor. Recuerdo el caso de una niña con problemas de visión. Al matricularse se llamó a Cruz Roja para gestionar una ayuda, y a la semana siguiente tenía gafas”.
Escuela católica
Uno de los aspectos que implica el alto número de alumnos provenientes de familias inmigrantes, es la diversidad religiosa. El Bisbe Pont no esconde su identidad cristiana y ni la referencia a los valores cristianos y a Cristo mismo. Desde los diversos credos la identidad no supone un problema. Al contrario, todos lo viven con un gran respeto mutuo. Incluso la mayoría de alumnos ortodoxos participan en la asignatura de religión católica y los musulmanas están presentes con gusto en celebraciones litúrgicas como el Miércoles de Ceniza o la fiesta de Sant Antoni de la semana que viene.
La directora recuerda la visita que se hizo de una mezquita con alumnos de primaria: “La mejor forma de integrar es conocer a quien tienes al lado. Los niños conviven. En el patio es una convivencia normal. A veces los que lo hacemos complicado somos los adultos. Los niños, no”.
Cada uno de los cuatro colegios diocesanos responde a realidades diferentes. Por ello el porcentaje de alumnos de origen inmigrante varía. En La Milagrosa de Segorbe representan un 6% con nacionalidad rumana, china, argentina, colombiana, ecuatoriana y francesa. En el Mater Dei también se acercan al 6% en infantil y secundaria, con una mayoría de rumanos pero también de América Latina, China, Estados Unidos, Inglaterra, Francia o Italia. Al margen de los números, todos los centros diocesanos atienden a cada niño y su familia desde el reconocimiento de su dignidad y riqueza propia.
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