El valor de la vida contemplativa
Queridos diocesanos:
El próximo domingo, día 3, la Fiesta de la Santísima Trinidad, celebramos la Jornada ‘Pro Orantibus’, es decir por los que oran. Es un día dedicado a los monjes y monjas de vida contemplativa. Nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón cuenta con once monasterios de monjas de vida contemplativa, que oran por nosotros todos los días del año. En este día les queremos mostrar nuestra profunda gratitud y nuestra alta estima por lo que son y representan para la Iglesia y para la sociedad.
Es doloroso comprobar que, incluso entre los católicos practicantes, existe gran desconocimiento de los monjes y monjas y poca estima de su valor y de su necesidad para la vida de la Iglesia y de la sociedad. Llevados por los criterios al uso de la eficacia y de la utilidad, muchos piensan que no tiene sentido que personas –y más aún si son jóvenes- se retiren del mundo, para dedicarse de por vida a la oración contemplativa, cuando hay tantas necesidades en el mundo y en la Iglesia. Se expresa así un escaso aprecio del valor de la oración a Dios en la vida de la Iglesia; se olvida que la mayor pobreza que padece nuestro mundo es la falta del sentido de Dios.
Los monasterios y los conventos son ‘escuelas de fe en el corazón de la Iglesia y del mundo’. Aquí radica su valor inestimable para la Iglesia y para la sociedad. Los monasterios son ‘faros luminosos’ en medio de un mundo que ha perdido la luz de Dios; nos hacen presente a Aquel que siempre nos acompaña, y, a su vez, acompañan con amor a Quien se ha hecho nuestra mejor compañía.
Los monjes y monjas nos recuerdan que hay una Palabra por antonomasia –la de Dios- que es preciso escuchar, y que hay una presencia por excelencia –la de Dios-con-nosotros, sobre todo en la Eucaristía-, que debemos siempre acoger, contemplar y adorar. Esa Palabra ha llenado su silencio con una voz inconfundible, y esa Presencia ha colmado su soledad con una plenitud inmerecida.
Los monjes y monjas no se desentienden ni de la Iglesia ni del mundo. Aunque separados de todo están unidos a todo porque nada humano ni eclesial les es ajeno. En nuestras evasiones nos dan el más precioso testimonio de su encuentro con Dios en Cristo Jesús, para que nos sea devuelta la luz a los ojos y nos vuelva a latir el corazón con el fuego de Dios. Nada hace ensanchar el corazón humano tanto como considerar que Dios es el único bien. Porque la vida tiene sentido cuando Dios es reconocido como Bien supremo.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón