Tiene 31 años y pertenece a la Parroquia de San Bartolomé y San Jaimede Nules
Es la segunda de siete hermanos y vive su fe en el Camino Neocatecumenal desde hace 19 años. La inquietud por la misión evangelizadora y llevar a los demás el testimonio de Jesús vivo y resucitado le llegó a partir del sufrimiento, «tras una etapa de conflicto interior», según afirma ella misma, en la que sintió «la necesidad de acompañar en el sufrimiento a quienes se sienten solos por no conocer el amor de Jesús». Buscando respuestas a esta inquietud, hizo un voluntariado en Calcuta junto a las Hermanas de la Caridad, y allí, asegura, «se me concedió como gracia, compartir el amor que yo he recibido de Dios».
Llegó la pandemia y el confinamiento que María vivió como «tiempo de gracia que me sirvió para escrutar la palabra de Dios». Dedicó el confinamiento a vivir en total plenitud la Eucaristía (online) y a incrementar el tiempo dedicado a la oración lo que contribuyó a su discernimiento sintiendo una «llamada muy fuerte a dedicar mi vida a la misión evangelizadora». Tras un periodo de tres meses en Mombassa (Kenia) donde se entregó a las necesidades de la Iglesia y del Señor colaborando con una comunidad de esta ciudad, ocupada principalmente, por los musulmanes Mijikenda y la población swahili, puso en conocimiento de su párroco, Manuel Agorreta, la voluntad de servir a la Iglesia, al Señor y a su comunidad, en misión.
El pasado sábado, en el transcurso de la celebración Eucarística, presidida por nuestro Obispo, se oficializó el envío a misión de María Planelles, que va destinada a dos parroquias de Arusha (Tanzania). Durante la homilía, D. Casimiro, puso en valor «el Sí de María» desde su pertenencia a la comunidad y a la Iglesia que es a quien representa en esta misión que, tal como afirma María «no es fácil» por el fuerte arraigo de los nativos a la «tribu», cuya cultura y tradición es tan fuerte, que influye en su camino de fe en Dios. María se encuentra ultimando la documentación necesaria para, en una semana, desplazarse a su destino y cumplir con la voluntad del Señor, «allí donde Él me necesita».
Hoy hace justo un año que entrevistamos a la familia Rubio Millán, una familia de nuestra Diócesis que está en misión en Ucrania desde hace 10 años. Ahora hemos vuelto a hablar con ellos para que nos cuenten como están y como han vivido este año de misión allí.
Son el castellonense David Rubio (36 años) y la vallera María Millán (34 años), de la parroquia de Santo Tomás de Villanueva, Castellón, en la que desde hace 23 años forman parte de la 4ª comunidad del Camino Neocatecumenal, “donde estamos siendo formados en un itinerario de formación cristiana”, explican, y donde “hemos descubierto a Jesucristo y el amor de Dios, viviendo la fe en comunidad”. Eso es “lo que nos ha hecho partir, abandonar todo e ir a anunciar este amor”.
David y María tienen ocho hijos: Israel (14), Josué (13), David (10), Juan (9), Pablo (7), Francisco Javier (5), que es el único nacido en la misión, en Odesa, María (3) y Cecilia (1). Además, están de enhorabuena, pues están esperando a su novena hija, “que se llama Gloria, y que está previsto que nazca en dos semanas”.
Explican que estaban “dispuestos a ir a cualquier parte del mundo”, y en el año 2010 la Iglesia les envió y les dio como destino Ucrania. Allí fueron enviados en el 2011 por el Papa Benedicto XVI, y posteriormente por el Papa Francisco. Desde entonces, 9 años, han estado en la diócesis de Odesa-Simferópol, aunque este año han cambiado de diócesis, concretamente a la de Kiev-Zhytómyr.
La última vez que hablamos, hace justo un año, nos contabais que habían fallecido 1500 personas por coronavirus en Ucrania. ¿Cómo está actualmente el país?
Ha habido un cambio, porque ahora los datos dicen que hay más de 2 millones de contagios, y cerca de los 50.000 fallecidos. También hay que tener en cuenta que Ucrania no está dentro de la Unión Europea, y a diferencia de otros países europeos tienen dificultades en la contabilización de los contagios y en la gestión de la vacunación.
Realmente, los contagios y las muertes se han empezado a contabilizar bien más tarde, y seguramente hay mucha gente que ha muerto de Covid sin saberlo, en sus casas, sobre todo gente mayor, sabemos de algún caso. Y es que Ucrania tiene un sistema sanitario más precario y la sanidad cuesta dinero. A diferencia de España, por ejemplo, allí no se ha comenzado a vacunar en masa.
La Diócesis de Kiev, donde estamos nosotros, ha estado en zona roja en dos ocasiones en este año, lo que ha supuesto el cierre de los comercios, las clases para los mayores han sido online, los colegios han estado cerrados, con el uso obligatorio de la mascarilla… Y esta ha sido un poco nuestra realidad en este curso. Gracias a Dios no han cerrado las iglesias, puesto que la ley permitía la asistencia de una persona cada 5 m2, por lo que las iglesias grandes no han tenido problema, pero sí que se ha acudido un número menor de fieles a la parroquia por temor.
Rusia y Ucrania están en guerra desde el año 2014, ¿cómo vivís este hecho?, ¿os afecta?
Ahora la situación no es la que era en el año 2014. La guerra está muy localizada en la zona del Dombás, donde están las ciudades de Donetsk y Lugansk, que hacen frontera con Rusia. Ahí sí que hay conflicto, que en estos momentos está controlado gracias a la intervención de países como Francia y Alemania. De momento es un conflicto con cese al fuego, y es una guerra más política que otra cosa.
Al final, detrás de todas las guerras están los intereses económicos, y para Ucrania este conflicto supone una crisis económica, no puede prosperar y no puede entrar en la Unión Europea, como quieren los ucranianos.
En nuestro día a día no nos afecta para nada. El país sí que está preparándose por si tuviera que entrar en combate, hay una tensión política y ves muchos tanques por la calle, pero la realidad es que en el día a día no nos afecta. Gracias a Dios no es la misma situación que en el año 2014.
En la última entrevista nos hablasteis de vuestra misión allí, ¿sigue siendo la misma?, ¿ha habido cambios?
Sí que ha habido cambios. Este año hemos cambiado de diócesis. Hemos estado en la diócesis de Odesa-Simferópol durante 9 años, y este año hemos pasado a la de Kiev-Zhytómyr, donde hay una aceptación mucho mayor a los católicos.
Nuestra misión consiste en anunciar a Jesucristo resucitado. Somos parte de la missio ad gentes, una comunidad formada por varias familias, que en este caso son dos ucranianas, una polaca, otra española, de Valencia, tres chicas, y nosotros, que somos los responsables junto a un sacerdote y un seminarista. Formamos una comunidad cristiana y vivimos allí como lo hacían las primeras comunidades cristianas, encontrándonos para celebrar la Palabra, la Eucaristía y anunciar que Cristo ha resucitado. Este año, en la medida que hemos podido, hemos salido a la calle a anunciar que Cristo ha resucitado, y que ama a los ucranianos, un pueblo que ha sufrido mucho en su ser, en su alma, a causa del comunismo.
Otra parte de nuestra misión consiste en apoyar a la parroquia, que es la catedral, como catequistas, en la formación de comunidades cristianas. Durante este año hemos hecho catequesis y ha nacido una nueva comunidad cristiana. Ha sido un regalo de Dios poder participar de esta catequización. También nos hemos dedicado a acompañar a los jóvenes de la parroquia, realizando convivencias con ellos.
Y otra parte de la misión ha sido participar de un proyecto que se está realizando en la ciudad en la que vivimos ahora, Zhytomir, con la construcción de una casa en la que poder celebrar convivencias a nivel nacional, y en la que aquellas personas que vayan puedan sentirse amadas y queridas, encontrándose con Cristo, con el amor de Dios. Cuando esté terminada podrán alojarse hasta 500 personas, pero ahora mismo ya hay una parte que está habitada por seminaristas en formación, y también por chicos que tienen problemas de adicciones (drogas, pornografía, juego…).
Allí siempre hay un presbítero y un matrimonio en misión, y nosotros, que también participamos, ayudándoles a que tengan una estructura desde la oración, con las Laudes por la mañana, desde la celebración de la Eucaristía, y después trabajan en aquellas cosas en las que pueden ayudar, acabando el día con las Vísperas. Todo este ritmo de oración y de trabajo, y de mantener un contacto diario con seminaristas y con las familias en misión, les ayuda muchísimo. En este curso hemos visto milagros con chicos que tenían problemas muy serios, y en los que ahora ha habido un cambio, recuperando la dignidad de ser hijos de Dios.
¿Cómo viven vuestros hijos la misión?
D- Cada uno la vive de una forma. Nuestros hijos más mayores son más conscientes de lo que es la misión y son más participativos. Ellos la viven de una forma en la que, al igual que el matrimonio, se sienten llamados. Viven la misión con mucha fe, creyéndose de verdad los motivos por los que estamos allí, y forman parte de ella en el mismo grado que los padres, porque el carisma es `familia en misión´, no padres en misión o hijos en misión. También la viven con sufrimiento, por la adolescencia, por la persecución de este mundo, en el que ser cristiano es muy difícil, y tienen sus combates, pero saben y tienen grabado a fuego que son parte de esta misión. Por otra parte, es una maravilla ver a los niños más pequeños, que han crecido en misión y forman parte de ella. Ellos ya saben que nosotros estamos llamados a la misión y a anunciar a Jesucristo.
M- Mi opinión como madre es que viven la misión con alegría. Hay momentos difíciles, pero están contentos cuando están en la misión. Les ayuda muchísimo el contacto con la Palabra de Dios, el poder formar parte de su comunidad, el poder formar parte de un prevocacional en el que se escruta la Palabra, en el que celebran la Eucaristía, en el que tienen contacto con otros jóvenes que también se preguntan por su vocación. Los pequeños lo asocian todo con Dios y con su providencia, y todo esto es gracias a la misión. A veces hay gente que nos pregunta por los sufrimientos de los hijos en la misión, como si fuese algo que a ellos les coarte la libertad, o les haga vivir de una forma más precaria que otros niños, cuando ellos lo viven al revés, como una riqueza, en obediencia a sus padres, con alegría y sin rebeldía.
¿Cuáles son los pilares de vuestra convivencia familiar?
La oración, sin lugar a dudas. Nosotros dos rezamos juntos todos los días, las Laudes, a primera hora de la mañana, y esto es un pilar fundamental en el que nos apoyamos. Sin esta oración no podríamos ni siquiera estar juntos como matrimonio cristiano, ni estar en misión. Con ella lo que hacemos es poner a Dios lo primero cada día, y decir que `yo no soy Dios´, que `hay Otro que es Dios, que es el que me ama y que provee´.
Otro pilar es la sinceridad, el hablar el uno con el otro y contarnos nuestros sufrimientos, apoyándonos y pidiéndonos perdón cada vez que discutimos. Otro pilar es la mesa. En ella comemos juntos todos los días, con nuestros hijos, y la bendecimos antes de comer. Este momento es muy importante, porque es ahí donde hablamos con los niños y les preguntamos como están, y ellos nos cuentas como ha ido el día, los problemas que han tenido en el colegio…, y muchos días, cuando el Señor me lo inspira sacamos la Biblia y leemos alguna lectura durante la comida, y les explicamos la Palabra. Todo esto nos lo ha transmitido nuestra madre la Iglesia a través del Camino Neocatecumenal.
Creo que para que una familia pueda manifestarse cristiana tiene que habitar Cristo en ella. Para que Cristo pueda habitar en la familia primero tiene que habitar en sus miembros, de tal forma que alguien que no es creyente, viendo a una familia cristiana pueda ver a Cristo.
Mi experiencia es que Cristo puede habitar en mí si yo no me separo de la Iglesia, si voy de su mano y vivo en comunión con ella, si voy de la mano de mis catequistas, si obedezco al Obispo, en la apertura a la vida, en tener los hijos que Dios quiera, en no vivir egoístamente el acto conyugal, en la forma de vestirse, en la forma de educar a los hijos, en la relación con las redes sociales…, Ahí el mundo puede ver que existe Cristo, cuando lo primero que se pone en la familia es a Él.
La transmisión de la fe a los hijos es un reto para todos, ¿cómo lo hacéis vosotros?
D- Es verdad que es un reto, pero es fundamental para la Iglesia, porque su futuro son los hijos, y si a ellos no les transmitimos la fe el futuro de la Iglesia está en riesgo. ¿Cómo lo hacemos nosotros?, como nos ha enseñado la Iglesia a través del Camino Neocatecumenal. A través de la oración, rezando con ellos las Laudes todos los domingos. Eso ha sido muy importante en mi vida, porque es como mis padres me transmitieron a mí la fe desde pequeño, y así es como ahora María y yo se la transmitimos a nuestros hijos. Todos los domingos nos reunimos alrededor de la mesa y rezamos todos juntos, y después elegimos un personaje de la Biblia o un evangelio y lo leemos, y les damos una catequesis haciéndoles ver que en la Sagrada Escritura está su vida y la sabiduría de Dios, la riqueza del cristianismo, y les preguntamos cómo les ayuda esta palabra que les damos en su vida. Es una celebración preciosa, en la que los niños participan cantando, leyendo, nos cuentan como están, los sufrimientos que tienen, le piden aquello que necesitan al Señor, nos damos la paz, también los padres nos pedimos perdón delante de ellos, les hablamos de nuestra historia y de los milagros que ha hecho Dios en nuestra vida. Vivimos el domingo de una forma distinta. Es el día del Señor, el día que nos ha dado para descansar y para transmitir la fe a los niños, poniéndole a Él lo primero y haciendo una comida especial.
M- También los hijos ven como el domingo es el día del descanso, no de la pereza y de no hacer nada, sino al contrario. Nos levantamos temprano, nos vestimos de una forma elegante para ponernos de cara a Dios en la oración de las Laudes, y lo hacemos todo en familia. La transmisión de la fe no solo son momentos concretos como estos, sino que es algo diario, que tiene mucho que ver con el modo en el que vivimos nosotros, con el ejemplo que les damos a nuestros hijos. Creemos que una forma de transmitirles la fe es que vean que vamos a la celebración de la Palabra, a la Eucaristía, a las convivencias, poniendo siempre a Dios lo primero en nuestra vida. Eso es lo que ven y reciben, aun con precariedad y debilidad, pero poniéndole a Él lo primero todos los días. También es muy importante que ellos puedan conocer nuestra historia, porque en la historia se manifiesta Cristo resucitado, y en cada acontecimiento de muerte Él ha sacado vida.
D- Los hijos son muy inteligentes. Los padres les podemos contar, nos podemos saber muy bien la Biblia de memoria, podemos contarles la vida de los santos…, pero si ellos no ven en nosotros una coherencia y una sinceridad de lo que decimos con lo que hacemos, la fe no se transmite. Pero si ellos ven una concordancia entre lo que decimos y nuestra forma de vivir, la fe se pasa, se transmite.
Cerrado el ejercicio económico, Obras Misionales Pontificias (OMP) ha presentado la ‘Memoria de actividades 2020’, que informa sobre lo realizado por la institución en España, en un año marcado por la pandemia COVID 19 y que ha transformado las formas de promover el espíritu misionero. Gracias a la generosidad de los españoles, OMP pudo enviar en 2020, 13.677.596€ para el sostenimiento de las 1.116 diócesis consideradas territorios de misión.
El director nacional de OMP, P. José Mª Calderón, ha querido destacar que “el 45% de la población vive en territorios de misión, además, un 44% del trabajo de la Iglesia está situado en esos territorios”. Asimismo, ha comentado “el compromiso creciente de la formación de los jóvenes que realizan labores de misión en cortos periodos de tiempo”. El padre Calderón ha subrayado que “OMP no es una ONG, es una parte de la Iglesia, y gracias a lo que se recauda, se mantiene a las Iglesias diocesanas que hay en el mundo”.
También se ha referido a la campaña de emergencia iniciada por el Papa Francisco con motivo del COVID-19, y a la transformación digital de OMP para seguir prestando servicios de formación misional e impulsar a las nuevas tecnologías. “Lanzamos una serie de iniciativas para que durante el tiempo de pandemia la gente pudiera a través de la web, mantener la actividad de formación misionera. También estamos presentes en televisión a través de un programa de televisión semanal que se llama `Tú eres misión´, y por último hemos fomentado el tema de las newsletter y las redes sociales».
Posteriormente, el presidente de OMP internacional, monseñor Giampietro Dal Toso, ha expresado su reconocimiento a la labor de OMP en el año de pandemia. “Quiero agradecer el gran aporte de España a los fondos de la Santa Sede a pesar de la pandemia que nos ha afectado mucho. Doy un agradecimiento particular a los católicos de España, recalcando su larga tradición misionera”. Monseñor Dal Toso ha mencionado que la Iglesia es misionera por naturaleza, y las OMP son un instrumento muy concreto que tiene los católicos para expresar su fe misionera. Ya sea mediante la participación, la ofrenda o el aporte económico. Desde Roma nos recuerdan que la misión es algo que toca la vida de todo cristiano a pesar de la situación y del país en el que se viva, y en la que todos pueden participar como símbolo de corresponsabilidad.
La labor misional en datos
Gracias a la generosidad de los españoles, OMP pudo enviar en 2020, 13.677.596€ para el sostenimiento de las 1.116 diócesis consideradas territorios de misión.
Pero la aportación más importante son los 10.629 misioneros españoles registrados, con 7.180 en activo. Las mujeres suponen la mayoría de misioneros con un porcentaje del 54%, y el 68,03% colaboran en América. En el perfil de los misioneros activos destacan obispos, sacerdotes y religiosos, aunque también hay laicos. En cuanto al país con más misioneros españoles, sigue siendo Perú con 673.
El trabajo de misión en el año de pandemia
En un año marcado por el COVID 19, OMP ha intensificado sus esfuerzos por ayudar a las comunidades afectadas por el virus a través de su inclusión en el Fondo de Emergencia COVID 19, establecido por el Papa Francisco. A la aportación de 750.000$ del Santo Padre, se sumó OMP España por medio de la campaña #AhoraMásQueNunca, en la cual contribuyó con 452.140,10 euros. De igual forma, OMP ha puesto en marcha iniciativas para adaptar su labor a la crisis sanitaria. Tal es el caso de la distribución de mascarillas entre jóvenes e influencers, y la realización de una Carrera Solidaria Virtual con motivo del Domund para hacer visible el trabajo de los misioneros en tiempos de pandemia. En el cómputo global, OMP ayudó en el año 2020 a un total de 940 proyectos.
Francisco Javier Abril Agost tiene 51 años y nació en el “raval” de San Félix de Castellón, en el seno de una familia de agricultores. Fue bautizado tres días después de su nacimiento, el 7 diciembre 1969, en la víspera de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Es Religioso Carmelita Descalzo y fue ordenado sacerdote hace ahora 25 años, el 23 de septiembre 1995, de manos de D. José María Cases. Además, es Misionero en África desde que llegó a Burkina Faso el 4 de octubre 1996.
¿Cuánto tiempo estuviste en Burkina Faso?, ¿Qué destacarías de todo ese tiempo?
He vivido en nuestra querida Misión Carmelita de Dédougou (Burkina Faso) durante 21 años, con el gozo de colaborar con mis hermanos carmelitas españoles en la implantación de la Orden del Carmelo Teresiano en esta parte del África Occidental, puesto que cuando llegué en 1996, hacía tan sólo 3 años que los tres primeros carmelitas españoles habían llegado para la fundación de nuestra primera comunidad en África.
Me encontré un convento en construcción a las afueras de Dédougou, pequeña ciudad de apenas 30.000 habitantes, mal comunicada con la capital, Ouagadougou, puesto que la carretera no estaba asfaltada y con aún bastantes niños y jóvenes no escolarizados. Hoy Dédougou cuenta con muchas escuelas e institutos y con una incipiente universidad y está bien comunicada con carreteras que le dan fácil acceso y con las principales calles de la ciudad asfaltadas.
En mi larga e intensa experiencia en Dédougou, aporté mi grano de arena en la formación de todas las promociones de jóvenes carmelitas africanos hasta el momento presente, puesto que nuestra comunidad allí era el noviciado.
Mi misión principal en Dédougou fue la pastoral siendo párroco, con la fundación y la animación de la parroquia de la Santísima Trinidad, confiada por el obispo a los carmelitas descalzos, cuyo territorio abarca tres barrios de la ciudad y 13 poblados; el más alejado dista 35 kilómetros de la ciudad.
En la actualidad, la presencia del Carmelo Teresiano en África Occidental cuenta con tres comunidades: Dédougou (Burkina faso), Abijan (Costa de Marfil) y Lomé (Togo). Pronto se abrirá una nueva fundación en la capital de Burkina Faso, Ouagadougou, para albergar el noviciado. Estas comunidades forman actualmente la Delegación de los Carmelitas Descalzos del África Occidental con 33 religiosos carmelitas africanos y un servidor y tenemos jóvenes en formación en las distintas etapas: Aspirantado (Dédougou), Postulantado (Lomé), Noviciado (Dédougou) y Estudiantado (Abijan).
¿Cuál es tu misión en Togo?
Llegué à Lomé (Togo) en noviembre 2017, para comenzar una nueva etapa, con la alegría de colaborar y ayudar a nuestros hermanos carmelitas africanos. Desde noviembre 2019 los superiores mayores me han pedido ser el superior de nuestra comunidad de Lomé. Nuestra comunidad tiene como misión principal la formación de nuestros jóvenes postulantes carmelitas. El postulantado dura 3 años coincidiendo con los estudios de filosofía que ellos hacen en la facultad de los Salesianos obteniendo la licenciatura. De aquí parten a Burkina Faso para el año canónico del noviciado.
Yo estoy convencido que la mejor “escuela” para ayudar a nuestros jóvenes hermanos en formación es nuestra vida de cada día compartida con ellos en nuestra comunidad: cercanía y sencillez entre nosotros, compartir con ellos nuestro entusiasmo por la persona de Jesús y por la vivencia de nuestra vocación de consagración al Señor al servicio de todos en el Carmelo, jardín de la Virgen María, nuestra madre y modelo, y comunicándoles la gozada de conocer y familiarizarse con nuestros Santos (Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Teresa de Lisieux, Isabel de la Trinidad, etc.).
Tenemos varios proyectos de inserción de nuestra comunidad en la sociedad Togolesa, también con el objetivo de la auto-gestión con el trabajo de los religiosos, puesto que nuestra comunidad formativa depende económicamente aún mucho de nuestra Provincia de Carmelitas Descalzos “Ibérica” de España. Todo esto se está madurando con nuestros superiores.
Estamos también al servicio de la Evangelización con nuestra comunión y colaboración con la Iglesia Local. Yo concretamente me encargo de la visita de los enfermos a domicilio en nuestro barrio de Akodésséwa, que forma parte del territorio de la parroquia de los Salesianos, una zona pobre de la capital donde las calles no están asfaltadas. También ayudo en la parroquia en la celebración de misas dominicales y ciertas formaciones.
Cuando llegué, hace ahora tres años, inicié en nuestra comunidad un grupo de jóvenes universitarios (chicos y chicas) para compartir con ellos la espiritualidad del Carmelo, teniendo en cuenta sus inquietudes y aspiraciones. Ahora es un joven carmelita descalzo quien se encarga de este grupo de oración, de formación y de evangelización. Actualmente me encargo del grupo de jóvenes con inquietud vocacional que quieren conocer el Carmelo.
En relación a la pandemia mundial de la Covid-19, ¿Cómo se está viviendo en Togo?
La pandemia del Covid 19 gracias a Dios no ha hecho estragos aquí, concretamente en Togo, y en general en África, como en otras partes del mundo, pero ha habido repercusiones económicas: la vida es más cara. Y esto en un pequeño país rico en materias primas, pero totalmente “postrado” por la corrupción que está sostenida y alimentada por un sistema político dictatorial, con la complicidad de la antigua colonia. Son unos pocos quienes detentan el poder y la riqueza, mientras que muchas familias sufren enormemente, sin poder llegar a final de mes. Tantos jóvenes con estudios universitarios que no tienen salida. Todo esto, lo puedo percibir y constatar en el trato con las personas de todas las edades (adultos y jóvenes) aquí en nuestro barrio de Akodésséwa.
¿Algún mensaje o petición para la gente que nos lea?
Estimados hermanos y hermanas de nuestra querida diócesis de Segorbe – Castelló, os pido vuestra oración por mí y por todas las personas que comparten la vida conmigo aquí, empezando por los hermanos carmelitas. Mi comunión con todos vosotros desde este rincón de África y en el corazón de la Iglesia que es Nuestra Madre, este corazón que late gracias al amor de Cristo Jesús por cada uno / a de nosotros, el “Océano del Amor” (Teresa del Niño Jesús).
Con y como nuestra hermana santa Isabel de la Trinidad, yo querría cada vez más “estar junto a Él como un pequeño vaso cerca del manantial, de la fuente viva, para poder comunicarlo a todos” (cf. Isabel de la Trinidad, Carta 191).
A María, Madre de Jesús y Reina del Carmelo, la Mare de Déu del Lledó, bajo su manto y protección, le dirijo cada día, haciendo mías estas palabras de Teresa del Niño Jesús y de Isabel de la Trinidad, para encomendarle mi vida de cristiano, carmelita y misionero:
“O Virgen Inmaculada, Tú eres Mi Dulce Estrella, que me das Jesús y me unes a Él”
(Teresa del Niño Jesús)
“Entre tus manos, con confianza, O María, mi esperanza, yo abandono todos mis deseos, mi vocación y mi futuro”
El Delegado diocesano de Misiones, Salvador Prades, ha enviado una carta a todas las delegaciones diocesanas informando sobre una interesante propuesta de Obras Misionales Pontificias (OMP). Se trata de la segunda edición de la carrera por el Domund, organizada en formato virtual y con diferentes distancias, que se celebrará en todo el territorio español entre los días 20 y 24 de octubre de 2021.
El usuario podrá practicar deporte mientras colabora con el trabajo que realizan los misioneros en los lugares más desfavorecidos del planeta. Este año, y como principal novedad, la organización ha contado con la ayuda de patrocinadores que han querido ligar su imagen a la del Domund. Esto permite, además, ofrecer camisetas conmemorativas para los participantes que lo deseen (el precio de la camiseta es de 9€ y se puede añadir el donativo que se desee).
Se trata de una camiseta técnica, de un material excelente para hacer deporte y que cuenta con unidades limitadas, por lo que la organización invita a todos a inscribirse cuanto antes. Durante el proceso de inscripción, el usuario podrá elegir entre recibirla en su casa por un precio mayor, o recogerla en la Delegación diocesana de Misiones de forma gratuita. Además, al ser una actividad para todos los públicos, también hay una camiseta para niños. Un modelo especial, con tallas pequeñas para fomentar que sea una actividad en familia. Para quienes no deseen hacerse con la camiseta hay disponible un “dorsal cero”.
“Es una ocasión única para colaborar de dos formas con el Domund” – declara José María Calderón, director de las Obras Misionales Pontificias en España – “además del donativo realizado con la inscripción, cada vez que te pongas la camiseta estarás mostrando a los demás que tú apoyas al Domund, que estás con los misioneros”. Y es que la prueba, que no tiene un afán competitivo, pone también a disposición de los participantes una app para poder entrenar y competir contra el resto de usuarios. La aplicación `Corre por el Domund´ estará disponible durante los meses de septiembre y octubre para los sistemas operativos iOS y Android.
En las próximas semanas irán informando de más novedades sobre la carrera, como pueden ser las actividades para los colegios. Esta es una acción de sensibilización y por ello se proponen diferentes iniciativas dentro de un proyecto multidisciplinar escolar para realizar en los centros educativos.
Desde hoy las inscripciones están abiertas en correporeldomund.es, y cualquiera que lo desee puede apuntarse, elegir la distancia que desea recorrer y empezar a entrenar. Será en la semana previa a la Jornada del Domund cuando comience la entrega de camisetas y la carrera. Pero no sólo se puede correr: también se puede caminar, solo o acompañado, siempre respetando las normas sanitarias. Lo importante es el Domund y los misioneros. Además, gracias a nuestra colaboración la Iglesia puede estar presente y hacer una gran labor social en gran parte del mundo.
Os animamos a que, desde ya, animéis a vuestros grupos de catequesis, jóvenes, colegios, parroquiales, movimientos apostólicos, amigos, etc., a inscribirse y participar. Recordad poner en la inscripción dónde deseáis recibir la camiseta y la distancia que queréis correr.
Hace casi un año entrevistamos a Lucas Blanch Queral, un sacerdote de Castellón que lleva más de 15 años como misionero en Colombia, anunciando el Evangelio y asistiendo a los más pobres de la capital, concretamente en la parroquia de Santa Teresa de los Andes.
Hoy volvemos a hablar con él, pues las cifras de pobreza en Colombia son preocupantes, un país que además vive una gran oleada de protestas y de violencia, y los datos de fallecidos y de contagios a causa del Covid-19 son alarmantes (a día de hoy registra un total de 88.282 fallecidos). Ante ello, Lucas afirma sentirse “muy contento de estar en misión entre los más pobres”.
La violencia desatada a causa de la reforma tributaria deja centenares de heridos y decenas de muertos, ¿cuál es la situación a día de hoy?
Como bien han podido seguir en las noticias, la situación en Colombia estos días ha sido bastante difícil. La reforma tributaria se ha paralizado, pero con estas manifestaciones siempre hay personas que usan de la violencia, sobre todo contra entidades públicas. Han sido varias las estaciones de policía en la ciudad y muchas las de transmilenio (el bus urbano) que han sido totalmente destruidas en Bogotá, por ejemplo.
Pese a que se envía un mensaje a la nación de que la violencia no es el camino para construir un mejor porvenir, y pese a que muchos son los que buscan las vías pacíficas de diálogo, lamentablemente los que usan de la violencia hacen más ruido.
En relación a la pandemia, ¿cómo está hoy Colombia?
En los meses de abril y mayo ha habido fuertes rebrotes de COVID en diferentes zonas del país. En este momento, las UCIS en Bogotá están al 95% de su capacidad, y pese a que se ha decretado cuarentena estricta durante los fines de semana en varias ciudades del país ha sido muy difícil hacer descender el número de los contagios y los enfermos de gravedad.
A través de una carta dirigida a los participantes de la XXVII Cumbre Iberoamericana, el Papa Francisco reitera que la inmunización extensiva contra el Covid-19 debería ser considerada un “bien común universal”, y pide más solidaridad entre los países para garantizar una distribución equitativa de las vacunas, «no basada en criterios puramente económicos, sino teniendo en cuenta las necesidades de todos, especialmente los más vulnerables». ¿Están llegando las vacunas?
Pensamos que las naciones han escuchado al Papa Francisco en esta palabra que ha dado al mundo. En Colombia la vacunación va adelante, de forma lenta pero constante. En este momento están recibiendo la vacuna las personas en el rango de edad de los 60 a los 65 años, y ya todos los que trabajan en el ámbito de la salud ya la han recibido.
Ante la pobreza, la violencia y el coronavirus, ¿cuál está siendo el papel de la Iglesia colombiana?
La Iglesia ha sido de un apoyo importante para el país en cuanto a ayudas sociales a las familias que por las cuarentenas y la misma situación de inseguridad frente al virus han quedado sin empleo. En Colombia las familias no cuentan como en España con la ayuda del “paro” a modo de subsidio económico del estado, por eso cuando quedan desempleadas la situación para ellas es crítica.
La Iglesia ha predicado la llamada del Señor a poner nuestra vida y nuestra confianza en Él, que es lo que verdaderamente permanece, y ha dado consuelo y apoyo a los más necesitados.
Estás anunciando el Evangelio entre los más pobres, ¿cuál es exactamente tu misión allí?
Estoy muy contento de estar en misión entre los más pobres, no solo económicamente hablando, sino también cultural y socialmente. “De ellos es el Reino de los Cielos”, dice el Señor. Mi misión consiste en las celebraciones litúrgicas en la parroquia, que nació hace poco más de 4 años, acompañar espiritualmente a las familias, jóvenes y niños, y en realizar labores sociales de formación y sostenimiento de estas personas que encuentran en nosotros un gran apoyo.
Concretamente, hacemos jornadas de oración en aquella zonas más apartadas y vulnerables del sector, distribuimos alimentos, impartimos clases de música, de inglés y lecto-escritura en la parroquia, hacemos convivencias dinámicas con niños y jóvenes, encuentros artísticos, cineforos, teatro… con el trasfondo en todo del amor de Dios.
¿Algún mensaje o petición para la gente que nos lea?
En primer lugar, me gustaría dar las gracias a aquellos que nos han apoyado económicamente desde la Diócesis de Segorbe-Castellón para que nuestra parroquia pueda ayudar a los más necesitados. También estamos construyendo nuestra parroquia, que nació hace 4 años, y les agradecemos su apoyo.
Como petición dos cosas: oración por nosotros, y si alguno deseara apoyarnos en nuestra labor lo puede hacer a través de la oficina de las misiones diocesanas.
El Delegado diocesano para las Misiones y la Cooperación de las Iglesias, Salvador Prades, ha participado estos días en la Asamblea Nacional de Directores Diocesanos de las Obras Misionales Pontificias (OMP), este año en formato online, bajo el lema “Las Obras Misionales Pontificias, camino de futuro”.
Celebrada los días 17, 18 y 19 de mayo, la Asamblea también ha acogido las Jornadas Nacionales de Delegados Diocesanos de Misiones, ya que el delegado de misiones y el director diocesano de OMP coinciden en la mayor parte de los casos, mostrando el estrecho lazo que une la internacionalidad de las Obras Misionales y la realidad diocesana.
La Asamblea se ha articulado en las mañanas de estos tres días. El lunes 17 de mayo comenzó con la oración y la presentación, que corrió a cargo del Presidente de la Comisión Episcopal de Misiones, Mons. Francisco Pérez, y de José María Calderón, Director Nacional de las OMP.
Siguió la conferencia inaugural, “El carisma de las OMP”, que presentó Alfonso Blas, Director de la Revista Misioneros del Tercer Milenio. Tras un breve descanso, los participantes pudieron escuchar el testimonio misionero sobre “Las nuevas formas de presencia”, de Mauricio Artieda, director de Catholic Link.
El martes 18 tuvo lugar la ponencia “Qué camino deben tomar las OMP”, del presidente internacional de OMP, Mons. Giampietro Dal Toso. Dijo que no es fácil dar “directrices precisas” en el mundo actual, donde todo cambia tan rápidamente, pero se atrevió con algunas indicaciones prácticas: la búsqueda de “un diálogo estable con las nuevas formas de misión que surgen en los nuevos movimientos y realidades eclesiales”; difundir y ayudar a que sean comprendidos los pilares sobre los que se sustenta el carisma de OMP (oración, información-formación, y caridad); proponer el ejemplo de los misioneros superando la trampa de que su valor está en lo que hacen, destacando más bien su vocación; y aumentar la presencia en el continente digital para estar en todos los ambientes donde está la gente, sobre todo los jóvenes.
Uno de los puntos destacados de su intervención giró en torno a la importancia de que el carisma de OMP se ponga al servicio de las iglesias locales y pidió a los delegados que sean “el motor” en sus diócesis para “cultivar el celo misionero como parte esencial del trabajo pastoral ordinario”. En este sentido subrayó que “ninguna iglesia puede vivir para sí misma”, porque la Iglesia es un cuerpo “donde todos están vinculados”; por eso, la dimensión “ad gentes” puede ayudar a la iglesia local a “ir más allá de sí misma para permanecer abierta”, evitando el “peligro del localismo”. Para el futuro de OMP, su presidente consideró primordial insertarse en la iglesia local, sin la cual “difícilmente podremos continuar”.
Mons. Dal Toso compartió un “deseo” que, como él mismo confesó, tiene “desde hace años” en el corazón, y que se ha confirmado con “la historia de Teresita”, la niña que pudo cumplir su deseo de ser misionera poco antes de morir, cuando un vicario madrileño la constituyó “misionera de la Iglesia”. Este deseo del prelado es subrayar y difundir “el nexo entre sufrimiento y misión”, asumido en España y algunos países de Hispanoamérica con una “obra especial para los enfermos”: Enfermos Misioneros.
A esta ponencia siguió el trabajo en grupos alrededor de tres preguntas: ¿Qué actividades nos han interpelado?, ¿Qué camino deben tomar las OMP?, y ¿Qué actividades de futuro conviene seguir o emprender?. Y ya el último día, ayer miércoles, se expusieron las conclusiones del trabajo en grupos, la presentación de las Memoria de las Obras Misionales, y diversas comunicaciones como la presentación de la campaña del DOMUND 2021 e información sobre protección de datos y aplicaciones nuevas.
Cabe indicar también que se procedió a la renovación de los miembros de la Comisión Episcopal de Misión y Cooperación entre las Iglesias y de OMP de España, habiéndose elegido a Salvador Prades, Delegado diocesano, como miembro del Consejo Nacional de Misiones.
En la tarde de ayer, los diáconos permanentes de la Diócesis asistieron a la última acción formativa de mayo recibiendo la visita del Delegado diocesano de Misiones, Salvador Prades.
Expuso sucinta y claramente el organigrama de las Obras Misionales Pontificias (OMP) a nivel internacional y también diocesano. Insistió en la atención que todos los cristianos debemos dar a la dimensión misionera de la Iglesia, ya que por el Bautismo estamos llamados a llevar a Cristo a todas las naciones y a todos los rincones del mundo.
Igualmente, informó sobre las campañas que anualmente se efectúan en las comunidades parroquiales, deseando que en el futuro todos, empezando por los sacerdotes y los diáconos, nos entusiasmemos con la obra de las misiones.
Además, disertó sobre los proyectos que a nivel internacional se llevan a cabo y como la comunión con las Iglesias más pobres es una realidad presente en la obra de las Misiones desde sus inicios. Él mismo fue sacerdote misionero en Burkina Faso (Tierra de los hombres honrados). Antes de terminar el encuentro compartió con los presentes las publicaciones y demás materiales disponibles para la acción misionera en nuestras comunidades, como revistas para niños, jóvenes, adultos y enfermos.
Hace poco más de un año entrevistamos a Álex Díaz, sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón, ordenado hace once años. En su ministerio ha servido como vicario en las parroquias de Santa María y de El Carmen de Castellón, y su último nombramiento en la Diócesis fue párroco de Nuestra Señora de los Ángeles de Betxí.
Desde hace cuatro años está acompañando a las Misioneras de la Caridad, conocidas por su fundadora, Santa Teresa de Calcuta, en su servicio a los más pobres de los pobres en Calcuta (India).
India está atravesando un brote de coronavirus descontrolado, y suma más de la mitad de los casos diarios de todo el mundo. Ante este drama, el Papa Francisco envió un extenso mensaje la semana pasada al cardenal Oswald Gracias, arzobispo de Bombay y presidente de los obispos indios, expresándole su cercanía y su oración por las víctimas de la pandemia, que ya supera la escalofriante cifra de 4.000 fallecidos diarios.
Por ello hemos vuelto a entrevistar a Álex, para que pueda informarnos de cómo está viviendo está situación.
Las imágenes que nos llegan de India superan a cualquier película de terror, ¿cómo es la situación allí, más concretamente en Calcuta?
Los casos de gente afectada por coronavirus han crecido de modo exponencial desde principios de abril. Si bien es cierto que mucha gente lo ha pasado de forma leve, como es mi caso; la situación se convierte en alarmante con personas con otras enfermedades o afectadas gravemente por el virus.
Esta segunda ola está afectando a mucha gente, también a sacerdotes, religiosas, fieles laicos y familias pobres. Diariamente, llegan noticias de defunciones o gente en estado grave. Desde el punto de vista religioso es duro para los cristianos tener que incinerar a sus familiares, ya que en India esto es propio sólo de los hindúes. Se añade la imposibilidad de atender a los fieles enfermos por las restricciones.
El primer viernes de mayo se celebró una jornada de oración y ayuno en toda la India para pedir por el fin de la pandemia.
¿Cómo estás tú?
Yo he pasado el Covid durante el mes de abril. Gracias a Dios no he tenido complicaciones y he tenido síntomas leves. He estado en aislamiento durante dos semanas, desde que salió el test positivo. He podido vivir estos días con serenidad y oración. Además, me he sentido acompañado por la oración de mucha gente, tanto aquí como en España.
En estos momentos y en esta situación, ¿qué puedes hacer por ellos?
En misión, aquello que más ayuda a la gente no es tanto lo que hacemos, como la cercanía y presencia. La gente no espera de nosotros que les solucionemos los problemas, sino que estemos con ellos en su dolor. Aquellos que buscan de nosotros es más sencillo de lo que parece: no quieren recetas para sus problemas, quieren nuestra cercanía.
¿Qué hacen ellos por ti?
Aprendo constantemente de nuestra gente: su entereza, paciencia, alegría en medio del dolor son una lección de vida. Si lo que ocurre aquí pasará en nuestras ciudades no me imagino cómo lo afrontaríamos. Llama la atención su capacidad de vivir con naturalidad la enfermedad y la muerte.
¿Te has planteado volver a casa en algún momento?
Ante la enfermedad o defunción de familiares y amigos uno siente el deseo de estar cerca de ellos, como es lógico. Sólo la oración nos hace sobrellevar esas circunstancias. Por otra parte, el sufrimiento de la gente de aquí nos mueve a permanecer junto a ellos y nos recuerda que estamos aquí, porque Alguien nos llama y lleva.
¿Algún mensaje o alguna petición para la gente que nos lea?
Como mensaje, repetir lo que el Papa Francisco ha insistido durante la pandemia: necesitamos los unos de los otros para afrontar esta situación y sus consecuencias, ya que estamos todos en el mismo barco. Como petición, pedir oraciones por este pueblo de India, gente marcada por el sufrimiento y la pobreza.
Con este lema tendrá lugar, mañana sábado, el Encuentro Misionero de Jóvenes, que organizan online las Obras Misionales Pontificias. Se realiza con el mismo lema que el previsto para el año pasado, que no pudo celebrarse a causa del confinamiento.
En la exhortación apostólica “Christus vivit” del Papa Francisco, tras el sínodo dedicado a los jóvenes, les decía: “Queridos jóvenes, la Iglesia necesita su entusiasmo, sus intuiciones, su fe. ¡Nos hacen falta!”. Este encuentro misionero quiere hacerse eco de este grito que el Papa Francisco lanza a los jóvenes alentando a su participación más entusiasta en la vida y misión de la Iglesia.
El encuentro quiere ser una invitación a profundizar en el compromiso misionero de los jóvenes. Se reflexionará acerca del hecho de que son muchos los jóvenes que participan en experiencias misioneras, de mayor o menor duración temporal, con mayor o menor compromiso personal, unas estrictamente misioneras otras de voluntariado de inspiración cristiana, etc.
Esto da pie para profundizar en esas intuiciones de fe, de las que hablaba el Papa, que hacen posible su compromiso misionero, cómo profundizar en él, cómo hacerlo vital.
De hecho, el punto de partida es que los jóvenes ya tienen un compromiso misionero que viene de su bautismo y que ellos concretan de muchas maneras. Esta experiencia es fundamental en la vida del joven y está llamada a crecer, a no estancarse. No puede ser una experiencia pasajera, que deja huella pero no marca para siempre. La experiencia misionera y solidaria tiene que crecer, seguir progresando para que sea estable y marque la vida como un rasgo de su vida cristiana y social.
En el programa está prevista, por la mañana, una dinámica de título “Entregarse compensa”, para percibir cómo la entrega es lo que llena una vida; para ello se considerará el testimonio de personas que han hecho de la entrega el centro de su vida.
La tarde lleva por título “Cristo, nuestro compromiso”. Contará con una conferencia titulada “La Iglesia me envía” que dará Mons. Joseba Segura, Obispo auxiliar de Bilbao, seguida de un coloquio y una mesa redonda de testimonios sobre la entrega misionera de jóvenes y mayores.
Pueden participar jóvenes menores de 35 años interesados por la actividad misionera de la Iglesia y grupos de jóvenes que participan en experiencias misioneras temporales. Para inscribirse hay que dirigirse a las Delegaciones Diocesanas de Misiones y remitirles el boletín de inscripción, para que ellas puedan organizar la participación online individual y de los grupos.
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