Con motivo del Año Jubilar Diocesano por el 775º aniversario de la creación de la Sede Episcopal en Segorbe, se celebraron dos Vigilias de oración a los mártires diocesanos: en la Catedral de Segorbe y en la Concatedral de Castellón. Era la primera vez que se realizaba una Vigilia de estas características, y fue toda una experiencia de fe.
La Causa diocesana la forman el SdD Miguel Serra Sucarrats, Obispo, y 213 compañeros, y abarca a mártires de distintos lugares de nuestra Diócesis durante el S. XX. Cuando nos acercamos a los mártires, percibimos con abundancia el «buen olor de Cristo» del que habla San Pablo (2 Cor. 2,15).
En efecto, los mártires nos ofrecen testimonios de fe auténticos, de vidas dadas con generosidad, de personas que han amado y han perdonado a quienes les quitaban la vida, de ejemplos de confianza y abandono ilimitados en las manos de Dios por encima de las circunstancias históricas y dramáticas que les tocaba vivir. Ellos prefirieron morir antes que renunciar a su fe, y murieron perdonando.
Es por ello que, tanto en La Hoja Parroquial de la Diócesis como en la web, iremos recogiendo las biografías de estas personas que convirtieron «la violencia hacia Dios en un acto supremo de amor» (Papa Francisco), gracias a la labor de investigación y de recopilación que realiza la Delegación Diocesana para las Causas de los Santos.
Este jueves, 21 de noviembre, a las 19:30 horas, la Catedral de Segorbe será escenario de una conferencia titulada «Fe y Martirio: El Obispo Serra Sucarrats (1868-1936)», en memoria del Siervo de Dios D. Miguel Serra Sucarrats. La charla estará a cargo de D. Silvestre Segarra Segarra, quien profundizará en la vida, obra y martirio del prelado.
D. Miguel Serra asumió el pastoreo de la Diócesis de Segorbe en 1936, en medio de un contexto de creciente persecución religiosa. A pesar de las advertencias de retrasar su llegada debido a la situación convulsa del país, declaró con firmeza: “Si pueden pasar cosas importantes en España, razón de más para que no retrase mi presencia en la Iglesia cuyo pastoreo Cristo me ha confiado”.
Su ministerio en Segorbe, aunque breve, fue un testimonio de fe y valentía. En julio de 1936, fue expulsado violentamente del Palacio Episcopal y, tras un período de refugio y encarcelamiento, sufrió torturas que culminaron en su martirio el 9 de agosto en La Vall d’Uixó. Antes de morir, perdonó a sus verdugos y les bendijo, pronunciando las palabras: “Que Dios os perdone como yo os perdono”.
Este homenaje busca mantener viva su memoria, reconociendo su ejemplo como pastor entregado a la fe y a la Iglesia, incluso en medio de la adversidad. La entrada al evento es libre y abierta a todos los interesados.
Ayer, domingo día 22 de septiembre, la parroquia Arciprestal San Jaime de Vila-real celebró un una Misa solemne, dentro de las actividades programadas por el 750º aniversario de su fundación, por el traslado de cinco mártires de la ciudad al templo parroquial.
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Estuvo organizada junto a la Delegación Diocesana para las Causas de los Santos, y presidió el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente. Cabe señalar que se incluyen en la causa de beatificación del Siervo de Dios D. Miguel Serra Sucarrats, Obispo de Segorbe, junto a 212 compañeros.
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En la Misa se recordó a nueve sacerdotes de Vila-real, víctimas en 1936 de la persecución religiosa. Son los Siervos de Dios Bruno Cabedo Moreno, José Avellana Guinot, Blas Carda Saporta, José Pascual Juan Marco, Enrique Asencio Llorca, José Pascual Arnal Ortiz, Pascual Goterris Taurá, José Pascual Nácher Miró y José Ramón Ochando Badal. Sin embargo, solo los restos de cinco de ellos – Bruno, José, Enrique, José Pascual y Pascual – fueron trasladados al templo en esta celebración solemne.
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En su homilía, el Obispo destacó el martirio de estos sacerdotes como un acto supremo de amor y de fidelidad a Dios. Subrayó que el martirio es “un don de Dios” y que estos hombres murieron perdonando a sus verdugos: “Donde solo había odio, ellos supieron poner amor”. También resaltó que, al igual que Cristo, los mártires siguieron el camino de la cruz, configurándose plenamente con el sacrificio del Señor.
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D. Casimiro recordó que el amor de estos mártires no solo les permitió enfrentar la muerte con serenidad, sino también confiar en que Dios no les abandonaría, ni siquiera en su tragedia. Citando a Jesús, señaló que “el que quiera ser el primero, que se haga el último y servidor de todos”, e invitó a los fieles a seguir ese camino de entrega y servicio.
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Concluyó pidiendo oraciones para la beatificación de los mártires, deseando que “el amor infinito de Cristo resplandezca en nuestra vida” como lo hizo en la de los Siervos de Dios, e instó a la comunidad a ser testigos de ese amor y perdón en un mundo marcado por la división y el odio.
El traslado y entierro de los restos de mártires en una iglesia es un acto solemne que marca el reconocimiento y veneración de quienes dieron su vida por su fe. Este rito comienza con una procesión en la que los restos, transportados en urnas, procesionan por el templo mientras se entonan cantos.
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Tras ello son recibidos con un ritual de acogida, seguido por una Misa solemne en la que se destaca el martirio y la fidelidad a Dios, conectando su testimonio con el sacrificio de Cristo. El clímax de la ceremonia llega cuando los restos son depositados en un lugar sagrado, como una capilla – en este caso fue en el altar de San Antonio Abad – tras una bendición con agua bendita. Finalmente, la comunidad es invitada a venerar a los mártires, y el acto concluye con una oración por su intercesión y la bendición final.
Este fin de semana, la parroquia Arciprestal San Jaime de Vila-real celebrará un importante evento dentro de las actividades programadas por el 750º aniversario de su fundación. Organizada junto a la Delegación Diocesana para las Causas de los Santos, el próximo domingo día 22 de septiembre, a las 11:30 horas, tendrá lugar una Misa solemnepresidida por D. Casimiro, Obispo de Segorbe-Castellón, por el traslado de los mártires de la ciudad al templo parroquial.
Cabe señalar que se incluyen en la causa de beatificación del Siervo de Dios D. Miguel Serra Sucarrats, Obispo de Segorbe, junto a 212 compañeros.
Como preludio a esta celebración, el viernes 20 de septiembre a las 20:15 horas se realizará una Vigilia de Oración, donde se invita a toda la comunidad a participar en un momento de reflexión y plegaria por los mártires diocesanos.
Este encuentro no solo representa un espacio de recogimiento espiritual, sino que también brinda la oportunidad de rendir homenaje a aquellos que dieron su vida por su fe, perdonando, y guiados por su amor a Jesucristo y a la Iglesia.
Los mártires amigonianos Fr. Benito Mª de Burriana y P. Laureano Mª de Burriana, serán recordados, honrados y venerados gracias a dos nuevos retablos que se han instalado en el altar de la Virgen de los Dolores en la Basílica El Salvador, población natal de ambos.
Son obra del artista D. Vicente Traver Calzada, que han sido promovidos por la Hermandad de Nuestra Señora Virgen de los Dolores y fueron inaugurados y bendecidos por Mons. Casimiro López Llorente, el pasado viernes 22 de marzo, coincidiendo con el Viernes de Dolores.
Durante el acto, el historiador de la Congregación, P. Juan Antonio Vives, fue el encargado de referenciar las figuras de Fr. Benito y del padre Laureano, hermanos y nacidos en la localidad de Burriana. Tal como apuntó, su martirio tuvo lugar el 16 de septiembre de 1936 en algún lugar próximo al municipio valenciano de Torrent. Ambos fueron beatificados en la Plaza de San Pedro del Vaticano por el papa S. Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001.
Fr. Benito dedicó su vida religiosa en cuerpo y alma a la educación de muchachos con problemas, destacando «su bondad, sencillez, humildad, fidelidad en el cumplimiento de sus obligaciones y por su amor al trabajo”. Por su parte, el P.Laureano, fue un hombre de ánimo generoso y compasivo, que lo llevó a estar “siempre atento a escuchar los clamores y necesidades de sus hermanos y a ofrecerles una ayuda eficaz”.
Los dos retablos son una realidad gracias al esfuerzo de la Hermandad de Nuestra Señora Virgen de los Dolores de Burriana, cuyo agradecimiento se hizo constar especialmente a Dª. Patricia Sanz Franch, presidenta de la Hermandad, y en D. Santiago Ríos Guinot, tesorero y principal promotor de la obra.
Ordenación sacerdotal: Tortosa, 19 de diciembre de 1890
Martirio: les Alqueries del N.P., 27 de agosto de 1936
Sepultura actual: Cementerio de Albocàsser
El SdD Ángel Sales Fabregat, hijo de Francisco y Manuela, nació en Albocàsser el 6 de agosto de 1867. Fue ordenado sacerdote el 19 de diciembre de 1890 en Tortosa. Ejerció su ministerio como cura de Vistabella, Ares del Maestre y coadjutor de la parroquia del Sto. Ángel de La Vall d’Uixó.
En 1936 era beneficiado de la catedral de Lleida. Era un hombre fácil para las amistades en todos los lugares que estuvo, y muy piadoso. Al estallar la guerra estaba de vacaciones en su pueblo natal. Allí pasaría mucho tiempo en oración y dedicándose a la lectura. En el pueblo quemaron la iglesia y capillas.
El 27 de agosto de 1936 estaba rezando el breviario en la terraza cuando se presentaron varios milicianos en su casa para detenerle. No opuso ninguna resistencia. Lo llevaron a un camión que tenían aparcado frente a la fuente, en lo más céntrico del pueblo, y lo dejaron allí. Tenía las manos atadas. Estaba expuesto al sol, que caía con toda la fuerza del mes de agosto, y no podía ni siquiera sacudirse las moscas que le acosaban.
Lo llevaron y fusilaron en el cementerio de Alqueríes del N.P. Antes de matarle le llenaron la boca con algodón para asfixiarle.
En el pueblo se ha guardado su memoria como la de un sacerdote mártir. Es un mártir de la fe y de su sacerdocio.
Nacimiento: en Albocàsser (Castelló) el 1 de febrero de 1879
Estado: Soltera, seglar
Muerte: el 27 de agosto de 1936, en Albocàsser (Castelló)
Sepultura actual: en el cementerio de Albocàsser (Castelló)
La SdD. Purificación Sales Fabregat, hija de Francisco y Manuela, nació el 1 de febrero de 1879 en Albocàsser (Castelló), siendo bautizada ese mismo día. Permaneció soltera, dedicando su vida a la atención de su hermano sacerdote, el también SdD. Ángel Sales Fabregat. Le acompañó a las parroquias de Vistabella, Culla y La Vall d’Uixó.
Con él se fue a Lleida, cuando fue nombrado beneficiado de la catedral. En julio de 1936, estaba de vacaciones en casa de sus padres en Albocàsser, junto a sus hermanas Carmen y María. En agosto fue testigo del asalto y quema de la iglesia del pueblo. Su hermano sacerdote Ángel, fue detenido el 27 de agosto de 1936 y fusilado ese mismo día.
En el caso de Purificación no hubo detención. Encerraron a las hermanas Purificación y Carmen en distintas habitaciones con la intención de abusar de ellas. Fueron en primer lugar a donde estaba Purificación, pero ella se resistía con todas sus fuerzas. Su hermana Carmen la oyó gritar: «¡Antes morir! ¡Eso es pecado!» El miliciano le disparó con su fusil y le dio dos machetazos, causándole poco después la muerte.
El motivo de la muerte de la Sierva de Dios fue defender la fe y su pureza.
La Basílica de Ntra. Sra. del Lledó acogió ayer por la noche una Vigilia de Oración a los Mártires Diocesanos, organizada por la Delegación para las Causas de los Santos. Estuvo presidida por el Prior, D. Joaquín Guillamón, y dirigida por el Delegado, D. Recaredo Salvador. Fue en el templo dedicado a la Patrona de la ciudad de Castellón con motivo de la celebración del Año Jubilar Mariano por el centenario de su coronación.
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Los asistentes se unieron en oración a los mártires de la causa diocesana que forman el SdD Miguel Serra Sucarrats, Obispo, y 213 compañeros, que abarca a mártires de distintos lugares de nuestra Diócesis durante el S. XX. Siendo inocentes fueron asesinados por odio a la fe, porque eran católicos. Vencieron al mal con el bien, perdonando a sus verdugos, y son para todos nosotros todo un ejemplo de perdón y de paz.
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La Vigilia sirvió para conocer el testimonio de tantos sacerdotes, religiosos y laicos que, en circunstancias muy difíciles, antepusieron la confianza en Dios por encima de cualquier otra cosa, viviendo su fe hasta el final, sin renunciar a ella, perdiendo la vida por amor a Jesucristo.
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Con la proclamación del libro del Apocalipsis (7) y del Evangelio de San Juan (12, 24-26), y en oración ante el Santísimo Sacramento, se siguió el testimonio, la vida y el martirio de algunos de estos hermanos nuestros en la fe, «esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y la han blanqueado con la sangre del Cordero».
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Algunos de ellos son el SdD Miguel Serra Sucarrats, Obispo de Segorbe (1936); el SdD D. Marcelino Blasco Palomar, Presbítero; el SdD. D. Juan Francisco Latorre Latorre, presbítero; Francisco Granell Felis, Carmelita Seglar; las SdD Teodora Celades García y Carlota Tena Fabregat, mártires seglares; el SdD José Vicente Centelles Abad y el SdD. Antonio Gallur Aliaga, presbítero. Tanto en La Hoja dominical como en el apartado “Mártires Diocesanos” de la web, puedes conocer su testimonio.
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En noviembre del año pasado se celebró por primera vez esta Vigilia, tanto en la S.I. Catedral de Segorbe como en la S.I Concatedral de Castellón, en el contexto de la celebración del Año Jubilar por el 775º Aniversario de la creación de la Sede Episcopal en Segorbe.
Sepultura actual: Templo parroquial Nuestra Señora de Gracia de Viver
El SdD. Antonio Gallur Aliaga estudió en el seminario de Segorbe y fue ordenado sacerdote el 26 de mayo de 1934 en Segorbe. Su único cargo pastoral fue vicario de Viver, su pueblo natal. Era muy caritativo con las familias más necesitadas.
Al estallar la persecución se refugió en casa de un pariente hasta el 22 de noviembre de 1936. Con falsas promesas, lograron descubrirlo sus perseguidores. A su madre le dijeron que lo necesitaban para averiguar la propiedad de unos objetos del convento de las Carmelitas descalzas de Caudiel, prometiendo que lo devolverían. Lo llevaron inicialmente a Caudiel, cuyo párroco era de Viver, pero ya lo habían asesinado, y lo encerraron seis días, soportando interrogatorios.
El 28 de noviembre lo trasladaron a Segorbe y lo tuvieron tres días en la cárcel. El 1 de diciembre lo sacaron, lo condujeron hacia Castellnovo, en cuyas cercanías lo maniataron con un cíngulo, conminándole a que emprendiera carrera, en la cual cayó víctima de los disparos. Antes de morir dijo a sus verdugos: “Os perdono. ¡Viva Cristo Rey!”
Sepultaron su cuerpo en Castellnovo y posteriormente fue trasladado a Viver. Hoy sus restos reposan en el templo parroquial Nuestra Señora de Gracia de Viver.
La Basílica de Ntra. Sra. del Lledó acogerá, el próximo viernes día 17 de noviembre a las 20:30 h., una Vigilia de Oración a los Mártires Diocesanos, organizada por la Delegación para las Causas de los Santos. Será en el templo dedicado a la Patrona de la ciudad de Castellón con motivo de la celebración del Año Jubilar Mariano por el centenario de su coronación.
Cabe recordar que, tanto en La Hoja dominical como en el apartado “Mártires Diocesanos” de la web, se van publicando las biografías de la causa diocesana que forman el SdD Miguel Serra Sucarrats, Obispo, y 213 compañeros, y abarca a mártires de distintos lugares de nuestra Diócesis durante el S. XX. Auténticos testimonios de fe, de personas que amaron y perdonaros a quienes les quitaban la vida.
Sepultura actual: Parroquia del Santo Ángel, La Vall d’Uixó
El SdD. José Vicente Centelles Abad nació el 14 de marzo de 1901 en el seno de una familia sencilla y religiosa de La Vall d’Uixó. Dotado de gran inteligencia, tuvo que abandonar los estudios ante la muerte prematura de su padre, cuando tenía quince años. Su madre morirá cuatro años más tarde. De este modo, pasó a trabajar como representante de la fábrica de calzados de su cuñado Leopoldo Peñarroja,
El 7 de mayo de 1931 contrajo matrimonio con Josefa Moya Ferrando y de este matrimonio nacieron tres hijos. Además de estar dedicado a la vida familiar y laboral, sus inquietudes cristianas le llevaron a colaborar estrechamente en la parroquia del Santo Ángel.
El 18 de julio de 1936, por motivos laborales, se encontraba cerca de Barcelona y un amigo le ofreció un salvoconducto para trasladarse a Mallorca y así estar a resguardo de la guerra que se había iniciado. El Siervo de Dios rechazó esta invitación y decidió regresar al lado de su familia. Cuando entró en su casa le comentó a su esposa que no iba a salvarse él solo, y que «para morir, todos juntos».
En la madrugada del 2 de agosto de 1936 unos milicianos se presentaron en su casa para detenerlo. Lo condujeron al convento de las MM. Clarisas y, a mediados de septiembre de 1936, fue trasladado a la prisión de Castelló. El Siervo de Dios continuaba con su actitud serena y animando a los suyos.
La tarde del 2 de octubre de 1936, junto con otros presos, fue fusilado en el cementerio de Castelló. Antes de ser sacado de la celda escribió esta carta a su esposa:
«Mi querida esposa:
Para ti y mis hijos el último suspiro de mi corazón.
Hoy, 2 de octubre me sacan de la cárcel para ser fusilado.
Muero cristianamente y desde el cielo rogaré a Dios para que te proteja y ayude en el calvario de la vida.
Perdono a todos y a todos pido perdón.
Si algo debe consolarte en estos momentos es pensar que en el cielo tenéis un esposo y un padre mártir por Cristo pues sólo por él muero.
Desde allí intercederé a Dios su protección por todos vosotros.
Adiós esposa mía. Da a nuestros hijos el último beso de su padre y hasta el cielo donde os espero para volveros a abrazar.
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