Convivencia de Emaús para «vivir la alegría del amor»
Las mujeres y hombres del apostolado Emaús se sumaron, el pasado sábado, al «Año de la Familia» convocado por el Papa Francisco a través de una Convivencia con las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret (Benicàssim) para profundizar en la Exhortación Apostólica «Amoris Laetitia». Con esta Convivencia, pretendemos, dicen desde este apostolado parroquial «afianzar la misión que, como miembros de nuestra propia familia y de la gran familia que es Emaús, Dios nos encomienda a cada uno de nosotros para enfrentar con alegría cada una de las circunstancias que se nos presentan siguiendo el ejemplo de la Familia de Nazaret».
La jornada se desarrolló en la Casa-Convento de las Hermanas de Nazaret, donde el Delegado diocesano para la Pastoral de la Familia y Defensa de la Vida, Luis Oliver, explicó las tres claves fundamentales que trata de trasladarnos el Papa Francisco a través de la Exhortación Apostólica «Amoris Laetitia». El corazón de esta exhortación es que «hemos sido creados por amor y para amar», pero «el amor humano está herido», dijo Luis Oliver, «y a partir de este diagnóstico (estamos enfermos de amor), el Santo Padre nos exhorta a tratar esa herida para sanarla». El Delegado diocesano de Familia y Vida explicó cómo, a través de Emaús, se puede contribuir a «vivir la belleza y la alegría del amor» de la que habla el Santo Padre invitándonos al «acompañamiento, el discernimiento y la integración». En este sentido, dijo, «estas tres claves se dan en el camino hacia Emaús donde Jesús sale a nuestro encuentro».
El «acompañamiento», aseguró, «supone ponerse en los zapatos del otro, escuchar, y comprender», y esto, «requiere mucho sacrificio y mucho amor, pero es necesario crear espacios de acompañamiento, como en Emaús, donde la escucha y la comprensión son fundamentales». Es necesario el «discernimiento, es decir, ayudar al otro a buscar los posibles caminos de encuentro con Dios y de crecimiento en medio de las pruebas para que sepan que, en medio del sufrimiento, no estamos solos». Por último, aludió a la «integración pues la llamada y vocación principal de la persona es el conocimiento de Dios y la comunión plena con Él». «Esa es la misión fundamental de cada uno de vosotros en Emaús», advirtió, pues con alegría y siguiendo al Señor aún en las circunstancias que Dios ha querido para cada uno de vosotros, sois testigos de su amor».
Durante la Convivencia los miembros de Emaús se acercaron más a la Sagrada Familia de Nazaret a través de las Hermanas de esta Congregación fundada por una religiosa polaca en Roma, en 1873, y que, en la actualidad, cuenta con 1.200 profesas en 14 países del mundo, explicó la Hermana Jana Zawieja que ofreció una charla sobre el carisma y la espiritualidad de la Orden, basada en «difundir el amor de Dios entre nosotras y los demás, convirtiéndonos en testigos de este amor y compartirlo». Su misión en España empieza «en esta misma casa, que es una casa abierta, porque lo es de acogida y de encuentro con Dios». Allí se reúnen «en oración y adoración ante el Señor a quien presentamos todas las intenciones y nos unimos en oración en comunión con nuestras hermanas en el resto del mundo para rezar por todas las familias».
Pero esta no es, únicamente, una misión de oración, ya que su actividad apostólica en nuestra Diócesis se ha consolidado, en apenas tres años, teniendo siempre como fundamento el acompañamiento a la familia. Y lo hacen, tal como expuso la Hermana Jana, «en comunión con nuestro Obispo, desde la Delegación diocesana de Familia y Vida, en el COF, en el oratorio del Mater Dei, en la pastoral juvenil en colaboración con la Delegación diocesana de Infancia y Juventud, visitando enfermos, colaborando con Cáritas parroquial y en las catequesis de la Parroquia de Benicàssm». Pero además han desarrollado una intensa actividad de cursos de formación gratuitos dirigidos a mujeres, jóvenes y matrimonios abriendo su casa al encuentro con Dios a todo el que lo desee, incluyendo la dirección espiritual.
Para animar a celebrar este «Año de la Familia«, exhortó a tener la certeza de que «Dios conoce a cada familia y no es ajeno a todo lo que sucede en el entorno de cada familia, de hecho Jesús mismo nace en el seno de una familia que no está exenta del sufrimiento». La misión de Jesús para cada uno es, «una misión de servicio en nuestra casa, en la Iglesia doméstica, y hacerlo desde el encuentro con Él a través de la Eucaristía porque recibiendo a Dios en nuestro corazón, construimos y fortalecemos nuestra fe». La fe es un don, advirtió, «y se fortalece cuando la compartimos con los demás, con nuestra familia primero, pero también con todas aquellas personas pone en nuestro camino porque nuestro testimonio de fe puede ser reparador para alguien pues tal vez la fe viva que tu le transmites sea el único Evangelio que esa persona escuche».
Es una misión «de alegría», porque «para contagiar el Evangelio y la Buena Nueva se necesita cristianos alegres»; es una misión «de bondad y de sensibilidad hacia los demás, especialmente hacia quienes sufren»; y es una «misión de dolor y sufrimiento», pero las lágrimas son una oración poderosa, dijo recordando las del Santa Mónica pues, «de no haber sido por su oración, tal vez San Agustín nunca hubiera sido santo».
La Convivencia concluyó unidos en oración ante el Santísimo expuesto y el Sacramento de la Confesión. Para finalizar compartieron un ágape que sirvió para fraternizar y despedir el curso, que se retomará de nuevo a finales de agosto.
Oración a la Sagrada Familia del Papa Francisco
Jesús, María y José
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.
Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas iglesias domésticas.
Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.
Santa Familia de Nazaret,
haz tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica.
Amén.
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