D. Casimiro hace balance de la peregrinación de la Hospitalidad Diocesana a Lourdes
El pasado viernes por la noche regresaban a Castellón los hospitalarios, enfermos y peregrinos que han regresado, en peregrinación diocesana, al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes tras dos años de pandemia. Casi prácticamente sin restricciones, con todas las precauciones y con una agenda de celebraciones repleta, este año, en Lourdes, se ha podido volver a sentir a la Virgen, y de su mano, encontrarse con el Señor a las casi 300 personas que han participado de la peregrinación de nuestra Diócesis.
Poco antes del regreso, el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón hizo balance (ver vídeo) de lo que ha significado regresar al Santuario. En primer lugar, D. Casimiro da gracias a la Virgen «por habernos acompañado en todo este tiempo y recuperar el ánimo y la esperanza». Ha tenido también palabras de recuerdo para todos aquellos que, durante este tiempo, «han sido llamados por el Padre», y también por todos los que han contribuido, desde su experiencia profesional y esfuerzo, a contraer efectos peores en esta pandemia, como ha sido el trabajo de los sanitarios.
Todos los integrantes de la peregrinación (casi 300 en total) han participado activamente en cada una de las celebraciones y actos que tuvieron lugar entre el lunes 27 y el viernes 30 de junio. La peregrinación arrancaba con el largo viaje en autobús por parte de la gran mayoría de participantes. Otros se adelantaron para que a su llegada todo estuviera organizado en el Accueil Notre-Dame, hospital del Santuario donde se hospedan los enfermos.
Martes: Paso por la gruta y Penitencial
El martes a primera hora de la mañana, los peregrinos pudieron pasar por la gruta, donde es habitual pasar las manos por las rocas de donde brota el agua. Fue uno de los momentos donde la devoción a la Virgen, Nuestra Señora de Lourdes, se manifestó con mayor fervor. A los pies de la gruta esperaba el Obispo, D. Casimiro, para bendecir a todos y cada uno de los participantes. Allí se vivieron momentos realmente emocionantes, también se visualizó que siempre hay lugar para la esperanza y sobre todo para avivar nuestra fe.
Tras el saludo a la Virgen, a los pies de la Gruta, se celebró la Proclamación de la Palabra en la Basílica del Rosario y un acto Penitencial, lo que supuso la administración del Sacramento de la Reconciliación, sanando heridas y recibiendo la ansiada Misericordia del Señor, que se compadece de todos sus hijos.
Ya por la tarde se celebró una Misa en la Capilla de Santa Bernadette, presidida por D. Casimiro, donde se administró la Unción de Enfermos por parte de D. Casimiro y los 12 sacerdotes que han asistido espiritualmente a los peregrinos.
A continuación, diferentes diócesis participaron el la Procesión de las Antorchas y el rezo del Santo Rosario. Allí se visualizó el servicio de los hospitalarios, siempre alegres y dispuestos a mostrar el rostro de Jesucristo.
Miércoles: Solemnidad de San Pedro y San Pablo
Fue un día de intensas emociones porque nuestro Obispo presidió la Misa Internacional en la Basílica Pío X que acogía a miles de enfermos y peregrinos, no solo de diferentes diócesis españolas, sino de otras de otros países.
El mensaje de D. Casimiro arrancó aplausos al poner el énfasis en que «lo decisivo en el cristiano es el encuentro con el Señor Resucitado». Durante la homilía, reconfortó y consoló a los enfermos, dándoles el aliento que necesitan para superar las dificultades a las que se enfrentan. También tuvo palabras de reconocimiento al Santo Padre, por quien pidió «oración en estos tiempos tan difíciles».
Por la tarde se celebró la Procesión del Santísimo, custodiado por los obispos participantes, donde los sanitarios de la Diócesis de Segorbe-Castellón y otras ocuparon un lugar preferente que precedía a los enfermos, siempre acompañados por los hospitalarios transportistas cuyo servicio es encomiable puesto que transportan a los enfermos de un lugar a otro tirando de ellos.
La jornada finalizó con una velada festiva organizada por lo casi 70 jóvenes que han acudido este año al Santuario como hospitalarios, aportando la energía y fuerza que se precisa en los momentos de mayor decaída. Cantos, bailes y juegos convirtieron una velada lluviosa en alegría desbordante.
Jueves: Santa Misa en la Gruta, «Gesto del agua» y Via Crucis
La jornada amenazaba lluvia. Llovió, y mucho, pero eso no impidió que miles de peregrinos asistieran a la Misa en la Gruta. A los pies de la Virgen, presidida por el Obispo de Jaén y concelebrada por Monseñor Casimiro López Llorente y el Obispo de Mondoñedo-Ferrol, todos los participantes recibían palabras de ánimo, consuelo y esperanza. A continuación se celebró el «gesto del agua» que sustituye al tradicional baño en las piscinas debido al protocolo COVID y que se celebra en la más estricta intimidad. Previamente, el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón oró junto a los enfermos y peregrinos.
Debido a la intensa lluvia, la meditación y rezo del Via Crucis se celebró en la Capilla de Santa Bernadette. Jóvenes hospitalarios se ubicaron a los pies del Altar, lo que permitió a todos visualizar y seguir el paso por la estaciones que estuvieron introducidas por los sacerdotes que han participado en la peregrinación, y meditado por nuestro Obispo.
La jornada finalizó con el agradecimiento de D. Casimiro a todos los hospitalarios por su servicio, así como sus palabras de aliento ante los momentos de dificultad donde la fragilidad nos puede vencer. Las palabras de D. Casimiro supusieron el aliento necesario para, en este Año Jubilar que estamos viviendo, invitarnos a la conversión personal y comunitaria para, siempre juntos, salir a la misión.
Demos Gracias a Dios
Desde estas líneas, damos gracias a Dios por habernos llevado de nuevo a Él de manos de su Madre, la Santísima Virgen, así como a todos aquellos que han facilitado nuestro trabajo para hacer llegar, a todos cuantos no han podido peregrinar al Santuario, el consuelo del Señor de la mano de María, su Madre, y Madre de todos.
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