D. Florencio Roselló se despide de la Diócesis de Segorbe-Castellón
El Arzobispo electo de Pamplona y Obispo de Tudela, celebró una Eucaristía de Acción de Gracias en la parroquia de San José Obrero, con motivo de su inminente ordenación episcopal y toma de posesión en la Catedral de Santa María la Real de Pamplona que tendrá lugar, D.M. el próximo 27 de enero.
D. Florencio Roselló estuvo acompañado por la Iglesia que soñó, «en la que no haya ni distinciones ni etiquetas» tal como él mismo expresó durante la homilía ante la atenta mirada de fieles de diferente condición: voluntarios de prisiones, jóvenes, colaboradores parroquiales, sacerdotes, ex-presos, internos con permisos penitenciarios, jueces, abogados, funcionarios de prisión y feligreses en general.
La celebración estuvo organizada por Elena Aguilar, en la parte musical; Sonia Barreda, en la parte litúrgica; y Ángel Trigueros en el ágape que tuvo lugar con posterioridad. Los tres han acompañado a D. Florencio Roselló en su labor pastoral.
La Eucaristía, por expreso deseo del Arzobispo electo, fue en acción de gracias a Dios «por todo lo vivido en la Diócesis de Segorbe-Castellón» que le ha ayudado a ser mejor sacerdote y mejor persona. Expresó haber cumplido su sueño, mirando de frente a la asamblea que le acompañaba, de ver una Iglesia en la que todos seamos hermanos de verdad sin juzgar al otro como diferente.
Ya en la monición de entrada, se hizo constar que liturgia estaba medida, estudiada y cuidada, tanto que la parte musical corrió a cargo del coro Betsaida, creado por él mismo ahora hace 34 años. Del mismo modo, los jóvenes de los que fue promotor el propio Arzobispo electo, agradecieron el «amor gratuito y el compromiso con los menos afortunados siendo un faro de inspiración para todos nosotros, pues no se trata solo de predicar desde el púlpito, sino de llevar el mensaje de Cristo al mundo real».
D. Florencio Roselló recibió varios regalos con gran significado, entre ellos una Mitra bordada con ramas de olivo para recordar, tal como expresaron sus colaboradores «la importancia de liderar con humildad, compasión y la búsqueda constante de la paz interior», pero también haciendo un guiño a los gestos de D. Florencio con los internos de la prisión a quien cada año entregaba ramas de olivo bendecidas en la parroquia de San José Obrero invitándoles «a guardarla en sus
celdas hasta el año siguiente que se quemaba en la noche de Pascua como símbolo de renovación, para resurgir, para resucitar».
La comunidad parroquial le obsequió con un par de atuendos propios con el deseo de que pueda lucirlos en su ordenación episcopal. D. Florencio también recibió una cruz pectoral de plata, con el Espíritu Santo y una frase grabada por el reverso que ha distinguido el carácter evangelizador del Arzobispo electo: «estuve en la cárcel y viniste a verme».
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