Día Mundial de la Justicia Social
El 26 de noviembre de 2007 la Asamblea General de la ONU declara que el 20 de febrero de cada año se celebrará el Día Mundial de la Justicia Social.
El objetivo de la celebración del Día Mundial de la Justicia Social es apoyar la labor de la comunidad internacional encaminada a erradicar la pobreza y promover el empleo pleno y el trabajo decente, la igualdad entre el hombre y la mujer y el acceso al bienestar social y la justicia social para todos.
El tema de este año es: un llamamiento a la justicia social en la economía digital . En un mundo en el que la economía afecta directamente a los sistemas ecológicos de subsistencia, hay que trabajar para que la justicia social sea una realidad. El crecimiento económico no tiene sentido si no redunda en el bienestar real y sostenible.
La economía digital está transformando el panorama laboral. Las consecuencias de la pandemia por COVID-19 han propiciado acuerdos de trabajo a distancia y han permitido que la actividad de muchas empresas pueda seguir adelante, reforzando aún más el crecimiento y el impacto de la economía digital. La crisis también ha puesto al descubierto y exacerbado la creciente brecha digital entre los países desarrollados y los países en desarrollo, y entre los propios países; en particular, en lo que respecta a la disponibilidad, asequibilidad y el uso de la información, las TIC y el acceso a Internet, lo que agrava las desigualdades existentes.
En este contexto social conviene preguntarnos: ¿qué es la justicia social?
La justicia consiste, según Santo Tomás de Aquino, en la voluntad constante de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido (CCE 1807). Esta virtud moral cardinal se traduce en la actitud determinada por la voluntad de reconocer al otro como persona, un reconocimiento que, a pesar de las proclamaciones de propósitos y derechos humanos, está seriamente amenazado por la difundida tendencia a recurrir exclusivamente a los criterios de la utilidad y del tener.
La justicia no se puede reducir al cumplimiento de lo establecido por la ley y el estado de derecho, sino que debe ser también justicia distributiva y conmutativa para ser justicia social, que es una exigencia vinculada a la cuestión social a nivel mundial. “Los bienes de la tierra deben ser repartidos justamente, se deben eliminar las injustas diferencias entre los hombres y, en todo momento, se ha de hacer respetar la dignidad de la persona” (DOCAT 109). En la base de la justicia se encuentra la dignidad absoluta de la persona humana, fuente de derechos y obligaciones, una dignidad cuyo pleno y auténtico significado está en la “antropología adecuada”. La justicia no es, pues, una simple convención humana. Lo que es justo viene determinada por la identidad profunda del ser humano, y no por el reconocimiento legal de los Estados o autoridades (cf. Compendio de la DSI 202).
“La plena verdad sobre el hombre permite superar la visión contractual de la justicia, que es una visión limitada, y abrirla al horizonte de la solidaridad y del amor: “Por sí sola, la justicia no basta. Más aún, puede llegar a negarse a sí misma, si no se abre a la fuerza más profunda que es el amor”” (Compendio de la DSI 203).
Descubrimos la necesidad de conocer y difundir la Doctrina social de la Iglesia. Se trata de la dimensión social de la fe, juicio razonado de la realidad, puesta en práctica de los imperativos que nacen del evangelio e iluminan la realidad social con la que nos encontramos; es una respuesta que se formula en el tiempo y las circunstancias pero que se fundamenta en verdades permanentes sobre la dignidad del ser humano y de la vida, de lo que significa el ser humano, del desarrollo de la vida y de las relaciones humanas, entre personas que se asocian, derechos y deberes, deber de la participación y de la construcción social, que es un deber entre todos…; es una educación de la mirada, de la mentalidad, una inteligencia que mueve a la práctica de la fe.
Benedicto XVI decía que la inteligencia de la fe se tiene que traducir en una inteligencia de la realidad, y es la misma Iglesia la que ha ido elaborando y nos regala toda esta doctrina anclada en la Revelación, en la raíz de la fe, en la Tradición y en esa mirada anclada en el corazón del hombre.
Apareciendo problemas nuevos antes retos nuevas realidades, la DSI nos da unos principios, criterios, postulados y orientaciones para afrontar las nuevas realidades desde nuevos postulados, para organizar una acción social realmente transformadora y justa, desde unos fundamentos antropológicos filosóficos y teológicos (bíblico-patrísticos), para el desarrollo y la promoción humana y social. Nos ayuda para estar atentos a las circunstancias, fijarnos bien en la realidad, analizarla, comprenderla, y poder tener una propuesta de sentido para la transformación de esa realidad en orden a la dignidad de la persona y las relaciones interpersonales (familiares, laborales…) y a la justicia social.
Principios y criterios que iluminan nuestra mirada sobre la realidad, nuestra manera de opinar y afrontar sobre las cuestiones de actualidad, evitando o superando la fractura entre la fe y la vida.
Aborda cuestiones tan candentes como la subsidiariedad, el bien común, el destino e intercomunicación de los bienes, la solidaridad…; la persona, la familia, el trabajo, la vida económica y política…; las cuestiones de antropología filosófica, teológica, cuestiones históricas del Magisterio, fundamentación bíblica y patrística, cuestiones sobre la identidad, interculturalidad, promoción del desarrollo, acción social, la ecología…
La educación de la conciencia social de nuestro catolicismo es una asignatura pendiente. Os animo a conocer y a profundizar en la Doctrina Social de la Iglesia. El DOCAT y el Compendio de la DSI os sorprenderán, las catequesis del Papa Francisco “ Curar al mundo ” (del 5 de agosto al 30 de septiembre de 2020) o la encíclica Fratelli Tutti os ilusionarán e iluminarán .
Miguel Abril
Vicario de Pastoral
D. Miguel Abril Agost
Sacerdote de la diócesis de Segorbe-Castellón desde 1991. Tiene estudios de licenciatura sobre el matrimonio y la familia en el instituto Juan Pablo II. Es párroco de la Sagrada Familia de Castellón y vicario episcopal de Pastoral
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