El clero joven aborda los aspectos sociopsicológicos que generan miedo frente al amor
La sesión formativa mensual del clero joven de nuestra Diócesis, abordó ayer los factores sociopsicológicos que inciden en el comportamiento de los individuos generando heridas provocadas por el miedo frente al amor de Dios. La sesión formativa, que se celebró ayer en los salones parroquiales de Nuestra Señora de La Asunción, en La Vall d’Uixó, estuvo dirigida por la psicóloga valenciana, María Duart, con el objetivo de profundizar en el conocimiento humano y analizar el origen y las causas que provocan heridas en las personas, y así poder comprender y ayudar, desde el punto de vista espiritual a los destinatarios del Primer Anuncio, como objetivo del presente curso pastoral.
Deriva social
María Duart abordó la evolución de la sociedad en los últimos cinco años para situar a los sacerdotes en el contexto actual y destacó tres factores que han afectado desde el punto de vista psicológico. Por un lado, la pandemia, «que ha puesto la experiencia de la muerte ante sus vidas» que ha conllevado a una búsqueda trascendental del sentido de la vida. En segundo lugar, el impacto de las redes sociales que ha fomentado el narcisismo, por cuanto se ofrece una vida sin sufrimiento, así como un exceso de información. De hecho apuntó que el 83% de la información sobre salud mental en redes sociales como Tiktok es falsa y un 13% es dañina. En tercer lugar se refirió al coktail ideológico que lleva al relativismo, a un fuerte anticlericalismo, a un feminismo agresivo que cuestiona el papel del hombre, y al transhumanismo que deriva en el estoicismo.
Miedo frente al amor
Esta situación, señaló, «deriva en una crisis sometida al miedo, que es lo contrario a Dios-AMOR». Un miedo, explicó, «que afecta a la capacidad de amar, a la falta de libertad, a generar adicciones y apetitos desordenados, que generan heridas emocionales, que necesitan reparación».
Concretando respecto a las heridas emocionales, se refirió a algunas «vivencias a edad temprana que generan dolor y dejan una huella que tiñe la personalidad». La herida en sí genera miedo, lo que conlleva a generar «máscaras que se utilizan como protección».
Destacó la importancia y la necesidad de que toda persona sepa conocer, reconocer y aceptar sus propias heridas para dejar paso a la emoción. En este sentido enumeró cinco heridas comunes derivadas de sentirse abandonado, rechazado, humillado, traicionado o infravalorado por la injusticia, y que derivan, respectivamente, en miedo a la soledad que genera dependencia; miedo a no ser amado que genera una actitud huidiza; sentimiento de vergüenza que genera tiranía; miedo a la deslealtad o al abuso que genera una actitud controladora; y miedo al fracaso que hace valorar la propia vida en función de los resultados.
En conclusión, las cinco llagas de Jesucristo, que murió por amor a la humanidad en la cruz, representan todas las heridas del hombre que Él viene a sanar y curar, para redimirnos y salvarnos.
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