El Obispo preside la «Pascua del enfermo» y administra la Santa Unción
Mañana domingo, VI de Pascua, la Iglesia española celebra la Pascua del Enfermo, bajo el lema «Cuidemonos mutuamente». Con este motivo la Delegación de Pastoral de la Salud ha organizado una Eucaristía, que se ha celebrado esta tarde en la Concatedral de Santa María, presidida por Monseñor D. Casimiro López Llorente, que ha incluido la administración del Sacramento de la Unción de Enfermos. Con esta celebración litúrgica culmina la campaña de este año que arrancó el pasado 11 de febrero en que se celebró la Jornada del Enfermo, coincidiendo con la festividad de Nuestra Señora de Lourdes.
En la homilía, D. Casimiro ha recordado como en la celebración de la Pascua, «la Iglesia nunca se olvida de los enfermos porque la Pascua del Señor es motivo de alegría profunda que concede el saberse siempre, también en la enfermedad, incluso en la muerte, acompañados por el Señor».
A la luz de la Palabra proclamada, el Obispo ha centrado su predicación en el amor de Dios. «El amor que desborda de la cruz, de la muerte y Resurrección de Jesús y llega a la humanidad para que en Él tengamos vida en abundancia». En la debilidad, en la enfermedad y en la fragilidad que con los años se va sintiendo, ha dicho D. Casimiro, recordando a San Pablo, «también en esos momentos hemos de sentir el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús porque nada ni nadie nos podrá separar de ese amor».
A través del amor que recibimos de Dios Padre, nos pide «amaos los unos a los otros como Él nos ha amado porque esa será la muestra de la verdad de nuestro amor, el cómo nos amemos los unos a los otros y cómo amemos a los más necesitados en el dolor, en la enfermedad, en la soledad, en la oscuridad y en la muerte».
D. Casimiro ha recordado cómo a lo largo de su vida junto a los hombres, Jesús se entregó de forma altruista, generosa, humana y cercana a los enfermos y también a los difuntos como Lázaro. «Él bendecía, curaba y sanaba de forma cercana a aquellos que sufren necesidad en el cuerpo o en el espíritu» y nos dejó esa parábola del «Buen Samaritano» que se acerca a aquel mal herido, lo cura con el aceite, lo sana, le venda y lo lleva a la posada, y «esa posada es la Iglesia y nosotros los posaderos en esa Iglesia que hemos de cuidar, como Jesús nos muestra, a aquellos que sienten la fragilidad de su vida y la vulnerabilidad en su existencia».
El Obispo también ha exhortado a «no dejarnos llevar por la sociedad actual que aparta a los enfermos como si la enfermedad y la muerte no pertenecieran a la condición humana». La muerte, el sufrimiento y el dolor son un misterio, ha dicho D. Casimiro, «pero Jesús nos ayuda a entenderlo porque Él también pasó por el sufrimiento, por el dolor y por la muerte y pese a la tentación en Getsemaní se abandonó a la voluntad de su Padre».
Tras la homilía, el Obispo ha administrado el Sacramento de la Unción de los enfermos teniendo en consideración todas las medidas de seguridad higiénico-sanitarias, tal como consta en las disposiciones que, con motivo de la pandemia se dictaron para la celebración de los sacramentos y, en concreto para la administración de la santa Unción, donde se indica que «el óleo se puede administrar con un bastoncillo de algodón evitando el contacto directo con el enfermo», tal como se ha realizado esta tarde.
La Eucaristía ha estado concelebrada por el Vicario de Pastoral, Miguel Abril; el delegado Diocesano de la Pastoral de la Salud, Eloy Villaescusa; el Párroco de Santa María, Miguel Simón; el secretario, Ángel Cumbicos; y el Diácono, Daniel Castro. En el órgano, Augusto Belau, organista titular de la Concatedral de Santa María y la Coral de Berreros de la Mare de Déu del Lledó.
El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral propuso para esta campaña del Enfermo del año 2021: “Uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos” (Mt 23, 8). En este tiempo de pandemia son unas palabras especialmente significativas pues, ponen en evidencia nuestra fragilidad, la interdependencia de cada uno de nosotros, y la corresponsabilidad de cuidarnos mutuamente. En ese sentido el mensaje del Papa Francisco destaca la importancia en este momento de pandemia para brindar una atención especial a las personas enfermas y a quienes cuidan de ellas, tanto en los lugares destinados a su asistencia como en el seno de las familias y las comunidades. En particular, señala, a las personas que sufren en todo el mundo la pandemia del coronavirus, así como a los más pobres y marginados.
En esta pandemia se han producido miles de defunciones sin contar la posibilidad de que los enfermos estuvieran acompañados, lo que hace que la soledad se experimente de un modo particularmente dramático y el duelo de los familiares también se hace especialmente difícil. Al mismo tiempo, entre los profesionales de la salud y los cuidadores se han vivido momentos de particular soledad y muchos han fallecido en el cuidado de los enfermos. La soledad ha sido una de las grandes protagonistas, como ha mencionado esta tarde nuestro Obispo. Para muchos enfermos, aislados en sus habitaciones, en sus casas, la soledad se ha hecho especialmente difícil, sin la posibilidad de la cercanía de las familias, agudizándose la incertidumbre y los temores. Ni siquiera en momentos particularmente significativos al final de la vida tantos enfermos no han podido contar con la compañía de sus seres queridos. Ellos, especialmente esta tarde, han estado presentes en la Eucaristía celebrada.
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