Con los favoritos de Jesús
San Agustín afirmaba en uno de sus sermones que “cualquiera que sea tu opulencia, tú que eres rico, no eres más que un mendigo a la puerta de Dios”. La pobreza, aunque tenga formas diversas, afecta a todos. Por eso todos están concernidos por la labor de Cáritas, que es la caridad organizada de la Iglesia.
Durante el verano no ha dejado de actuar. D. Sergio Mendoza, delegado episcopal, recuerda que “la pobreza no entiende de estaciones; por eso en Cáritas continuamos con nuestra labor habitual y entre todos nos organizamos para que los proyectos funcionen y estén al servicio de las personas que los necesiten”. Es decir, los pobres, los favoritos de Jesús.
Durante el curso Cáritas Diocesana, con su presencia a nivel parroquial y arciprestal, ha trabajado por fortalecer las acogidas de las personas que se acercan a pedir ayuda. “A pesar de la renombrada recuperación económica, ésta no parece llegar para aquellos que todavía no tienen lo necesario para vivir, incluso aquellos que tienen un empleo pero que no cubren sus necesidades básicas porque es precario”, advierte D. Sergio Mendoza.
Cercanía y escucha
La tarea de los 891 voluntarios de la Diócesis y de los profesionales no consiste sólo en buscar solución a temas de alimentación, vivienda, acceso al empleo o cualquier otra necesidad material, sino en hacer su tarea cercana a las personas, reivindicar su dignidad, buscar con ellos respuestas a sus necesidades y descubrir sus potencialidades. Como subraya el delegado episcopal, “nuestra prioridad siempre es la persona que sufre, la favorita de Jesús, y nuestro reto ha sido que se haya sentido escuchada en sus preocupaciones y necesidades, desde la cercanía y el encuentro”.
Por convicción y eficacia, la acción de Cáritas se integra en la comunidad donde se desarrolla, y tiene por vocación de ser un elemento de dinamización social. En esta línea, el curso transcurrido ha tenido por lema “Llamados a ser comunidad”, compuesta por hermanos, frente a la indiferencia ante la realidad del otro.
Las vacaciones son una época propicia para acercarse al que sufre. Como recordaba el Obispo, Mons. Casimiro López Llorente, en su carta del 16 de julio, “en esos días se dispone de mucho tiempo: podemos simplemente matarlo o emplearlo bien, dejarlo pasar o aprovecharlo de forma enriquecedora. Las vacaciones no pueden ser una pura evasión, ni una dimisión de los sanos criterios morales o una huida de uno mismo o del servicio a nuestros hermanos”. En esta línea Cáritas añade en verano actividades suplementarias, como el campamento de jóvenes en Jérica o el campo de trabajo en el Centro de Acogida Temporal Mare de Déu del Lledó, en Castellón.
En septiembre se retoma el ritmo normal del curso con nuevos encuentros y proyectos, pero como explica D. Sergio Mendoza, con la vocación de siempre: “Seguiremos haciendo visible el amor de la Iglesia por los más necesitados, trabajando por la justicia, y por la caridad que transciende a la justicia, porque nada de lo humano nos es indiferente. Nuestro día a día está centrado en Jesús como maestro, para a través de Él buscar el equilibrio, la sostenibilidad en nuestra relación con las personas, más allá de su diversidad, procedencia, historia personal, ideología o credo, y en nuestra relación comunitaria”.
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