El Obispo traza el encuentro con Cristo en la fiesta de la Patrona de la Diócesis
Tras una introducción sobre las lecturas dominicales, Mons. Casimiro López Llorente ha mostrado cómo poner por obra el objetivo pastoral de la Diócesis para este año: “Me centraré en la parábola del hijo pródigo o el padre misericordioso para que cada uno, personalmente, experimente la misericordia, el encuentro con Jesucristo el Señor”. El marco era la celebración de la Patrona de la Diócesis, la Virgen de la Cueva Santa, que de facto se ha convertido en la antesala de la inauguración del curso.
“A veces se confunde la misericordia con una fe barata, como que todo vale porque al final se perdona. Pero no. Dios no se nos impone. Nos ha hecho libres y responsables, y nos ofrece su vida para tener un horizonte en nuestra existencia”, explicaba el Obispo. Por eso, proseguía, “es necesario iniciar el camino de regreso a Él; como el hijo pródigo, que entró en sí, dejó que surgiera la contrición y el dolor, y así pudo volver al Padre y experimentar la alegría”.
Al mismo tiempo, Mons. López Llorente advertía sobre la actitud del hijo mayor: “Estaba en casa del Padre, pero no conocía el corazón del Padre. Por eso no puede compartir la alegría y la celebración del regreso del hermano”. Y preguntaba al centenar de fieles asistentes si creen en “el Dios que es misericordia, dispuesto a perdonarnos y que sale a nuestro encuentro”. Y añadía: “¿O nos vemos reflejados en el hermano mayor, sin conocer el bien que tenemos en Cristo y la Iglesia porque lo vivimos de forma rutinaria?”. El Obispo concluyó invitando a vivir este curso haciendo comunidades fraternas y evangelizadoras, y pidiendo oración por su ministerio episcopal “para que sea fiel al Señor, y así fiel a vosotros”.
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