Fiesta Litúrgica de la Patrona de Segorbe-Castellón, Nuestra Señora de la Cueva Santa
Esta mañana, el Santuario de la Virgen de la Cueva Santa ha sido epicentro de la celebración de la fiesta Litúrgica en honor a la Patrona de Segorbe-Castellón. En una Solemne Eucaristía presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, y concelebrada por el Vicario General, Javier Aparici, el Vicario de Pastoral, Miguel Abril, el Vicario del Clero, Marc Estela, y el párroco de Altura y Rector del Santuario, Juan Manuel Gallent, se ha venerado a Nuestra Señora de la Cueva Santa siendo un acto marcado por la devoción y el culto a la Blanca Paloma, Patrona de nuestra Iglesia diocesana. En la ceremonia litúrgica también han estado presentes una representación de los sacerdotes de la Diócesis, así como los seminaristas del Seminario Diocesano Mater Dei, y del Redemptoris Mater de Betxí.
Tras la liturgia de la Palabra, el Obispo de la Diócesis ha puesto a los pies de la Patrona «las peticiones e intenciones que llevamos en nuestro corazón y, especialmente, en este tiempo de pandemia y de dificultad personal, las intenciones de las familias, los enfermos y los afligidos, sin olvidar lo que nos une a todos: que somos la Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón y que la formamos por don y gracia de Dios». De esta forma ha sido solícito pidiendo «el amparo, protección y patrocinio de la Virgen en este nuevo curso pastoral que comenzamos, en el que nos disponemos a celebrar un año de Gracia del Señor», pues este año se cumplirá el 775 aniversario de la creación de la Sede Episcopal en Segorbe y, por tanto también, de nuestra Iglesia Diocesana.
«Proclama mi alma la grandeza del Señor»
En su homilía, D. Casimiro se ha referido a la Carta Pastoral que, con motivo de tan significativo aniversario, ha dirigido a la Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón en la que, se nos invita a la comunión implicándonos, como porción del Pueblo de Dios, «en este año de Gracia del Señor, para que la memoria lo sea de agradecimiento, nos lleve a vivir la comunión y nos impulse a todos en el compromiso de la misión». Una misión que, como ha señalado nuestro Obispo recordando la Palabra proclamada, ha de ser reflejo «de lo que nos enseña la Virgen, reconociéndose humilde agraciada por Dios por tantos dones que le ha concedido el Señor como elegida para ser la Madre del Salvador». Igual que la Santísima Virgen «agradece de corazón al Señor el contemplar la humildad de su esclava – ha resaltado D. Casimiro – del mismo modo nosotros hemos de dar gracias por el don de nuestra Iglesia diocesana y la vocación a la fe, siendo esa porción del Pueblo de Dios que Él ha elegido para que siga siendo presencia del Señor Resucitado, de su Palabra y de su Evangelio en medio del mundo».
Necesaria renovación espiritual
La Santísima Virgen creyó y confió en la palabra dada y desde esa confianza en Dios, ha resaltado D. Casimiro, «vivió el don recibido para ser Madre de Dios manteniéndose unida a Dios a través de su hijo Jesús». María, «fue fermento de comunión con los hombres y contribuyó a servir y a llevar la alegría de la fe, ejemplo a seguir para la comunión con los hermanos en este Año Jubilar Diocesano que nos disponemos a preparar y entrar en el proceso de renovación espiritual, de renovación comunitaria y de conversión al Señor para que nos purifique de nuestras infidelidades».
El Obispo ha implorado la protección de Nuestra Señora de la Cueva Santa para que este año todos «abran su corazón a la gracia de Dios que significa este Año Jubilar, volviendo la mirada a Dios y cumplir con nuestra misión de vivir el don en esa unión con Dios para llevarlo a los demás posibilitando un encuentro transformador y salvador con Jesús». Solo así, ha concluido D. Casimiro, «podrán percibir la alegría que supone recibir el amor de Dios, una alegría que no es de este mundo y que brota de sentirse amados y nunca abandonados tal como le ocurrió a la Virgen María».
La parte musical de la celebración litúrgica ha corrido a cargo de la Capilla de la S.I. Catedral de Segorbe, acompañados en los acordes por el teclado de Augusto Belau, organista titular de la Concatedral de Santa María en Castellón. La selección de los temas interpretados (Hija de Sion (Deiss), Misa de Angelis, Aleluya Irlandais, Ave María, Magnifícat y Anima Christi) han merecido los elogios de los presentes. Para concluir la ceremonia se han cantado los Gozos de la Virgen de la Cueva Santa.
El Santuario de Nuestra Señora de la Cueva Santa se encuentra en un precioso paraje natural próximo al Alto de Montmayor, a unos 820 metros de altitud sobre el nivel del mar en el término municipal de Altura. El interior es una gruta de origen kárstico de 20 metros de profundidad donde, descendiendo a través de unas escalinatas, se llega hasta la capilla donde descansa la Virgen de la Cueva Santa. Antiguamente fue una cueva utilizada por los pastores como refugio. Uno de ellos colocó una imagen de la Virgen en una roca, y a ella le rezaba y le llevaba flores. Pasados cien años fue encontrada por otro pastor que buscaba refugio. A éste se le apareció la Virgen, informándole del lugar exacto en el que encontraría una imagen suya para que pudiera darle culto. Allí fue y la encontró.
Con el paso de los años, éste y otros hechos milagrosos, también atribuidos a la Virgen, fueron atrayendo a muchos devotos y peregrinos. Hoy, el lugar es una catedral natural en la que, además de vivir la Eucaristía y la Palabra de Dios, como ha ocurrido en la celebración de hoy, se busca el silencio que contribuye a la meditación.
En las inmediaciones de Montmayor, Altura, encontramos el Santuario de la Virgen de la Cueva Santa, patrona de la nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, cuya festividad acabamos de celebrar (11 de septiembre).
Antiguamente fue una cueva utilizada por los pastores como refugio. Uno de estos pastores colocó una imagen de la Virgen en una roca, y a ella le rezaba y le llevaba flores.
Olvidada en una cavidad, fue encontrada pasados cien años por otro pastor que buscaba refugio. A éste se le apareció la Virgen, informándole del lugar exacto en el que encontraría una imagen suya para que pudiera darle culto.
Y efectivamente, allí fue y la encontró. Pasados los años, estos y otros hechos milagrosos, también atribuidos a la Virgen, fueron atrayendo a muchos devotos y peregrinos. Hoy, el lugar es una catedral natural en la que, además de vivir la Eucaristía y la Palabra de Dios, lo que mucha gente busca es el silencio y un lugar en el que descansar las cosas del peso la vida.
Hoy entrevistamos a Juan Manuel Gallent, Rector del Santuario:
La Virgen de la Cueva Santa, además de ser Patrona de la Diócesis también lo es de Beniarrés (Alicante), de Santa María de Dota (Costa Rica), de Piacoa (Venezuela), de Bochalema (Colombia) y de los espeleólogos. ¿Qué relación hay con estas comunidades?
La Virgen de la Cueva Santa, desde su santuario ha ido irradiando a lo largo de su historia, durante seis siglos, su amor a cada uno de los peregrinos que se acercan a este lugar santo. Esto ha provocado que no solamente la lleven en su corazón sino que también la lleven a los lugares donde viven habitualmente, otros países, otras provincias, otros pueblos. La relación que tienen todos estos lugares es el Santuario de la Cueva Santa como lugar sagrado, como espacio de encuentro entre María y sus hijos e hijas. La Virgen de la Cueva Santa ha ido quedando en cada una de las casas de los pueblos que le han abierto sus puertas: “haremos morada en él”. Cada año estas poblaciones vuelven al hogar de la Madre para renovar su fe y pedir bendición.
En el Santuario podemos vivir la Eucaristía y la Palabra a los pies de la Virgen, ¿qué más podemos encontrar?
El Santuario de la Cueva Santa es un lugar de encuentro, y se dan por tanto varios aspectos: peregrinar desde mi hogar al hogar de la Madre, mirarla y contemplarla desde el silencio de cada uno de los corazones, contarle cada una de las alegrías y desgarros que acontecen en la vida de los hombres y mujeres que peregrinan en el día a día. Escuchar la Palabra consoladora que acaricia mi vida, devuelve luz a los corazones y a cada una de los pasos que damos en nuestra vida. Alimentarme del pan de la Eucaristía que hace levantarme, devolverme el ánimo y poder comprometerme en el día a día de mi vida y de mi historia para ser yo también una palabra de consuelo, una caricia para aquellos que sufren y una sonrisa de Dios para aquellos con los que comparto la vida. Peregrinar, mirar, contar, escuchar, alimentarme, para ser testigo del Amor. Y todo ello se vive desde el camino que cada uno realiza, la oración personal y comunitaria en la Cueva, la Eucaristía celebrada, la confesión, la unción de enfermos entre tantos otros.
¿Tiene alguna cifra de visitas al Santurio?
Las personas devotas de la Virgen de la Cueva Santa en el año 2018, desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre, peregrinaron 618.000 personas a este santuario. En el 2019 superaron a 620.000. Esta cifra sorprende por su volumen y las pocas instalaciones que tiene, sin embargo la hondura de la fe sencilla de las gentes que se allegan desde kilómetros de distancia te hablan del tesoro escondido en las grutas de la Tierra y el valor sagrado que le dan a la Virgen de la Cueva Santa. Se han acercado peregrinando a pie, en coches, autobuses, carros de caballos, bicicletas. Grupos muy diversos de colegios, parroquias, universidades, poblaciones, cofradías, hombres y mujeres de diversos lugares y edades. Campos de trabajo, encuentros, romerías, celebraciones, fiestas, espiritualidad, unción, intimidad y fe sencilla.
¿Cómo se ha vivido y se está viviendo en el Santuario la situación de pandemia del Covid-19?
El confinamiento iniciado el 14 de marzo ha provocado en cada una de las personas un desgarro y dolor nunca vistos. No poder encontrarnos con las personas queridas, no poder contar y descansarnos con las personas queridas, No poder abrazar, no poder mirar, no poder en definitiva tener una relación humana, entrañable y cercana supone una gran mutilación de nuestra manera de vivir. Esta misma experiencia humana es la que también se vive en relación con la Virgen de la Cueva Santa. No pudiendo peregrinar a este lugar santo, no poder mirarla, no poder descansarnos en ella, no poder besarla, no poder celebrarla, ha sido un dolor para cada uno de los hombres y mujeres que desde tiempo inmemorial se han acercado para pedirle consuelo, luz, frescor y ante todo la mano tendida de la Madre de Dios que nos ayuda a cada uno de nosotros a crecer teniéndola como presencia de amor. Al abrir el santuario el 1 de julio no ha faltado las visitas continuadas a la Virgen de la Cueva. Era vital para todo ser humano encontrarnos con la Madre que devuelve la confianza y paz en tiempo de incertidumbre y zozobra.
En los gozos se canta: “se nuestra madre piadosa, Virgen de la Cueva Santa”. Ante este tiempo tan revuelto en el que vivimos, ¿tenemos a una madre que nos cuida?
Esta es la fe profunda de las personas que peregrinan a este lugar sagrado, la certeza y la verdad de que la Virgen de la Cueva Santa es su madre, que acompaña, sostiene, y alienta en el camino de la vida de sus hijos e hijas. Del mismo modo el pueblo que se ha acercado al Santuario de la Cueva Santa desde tiempo inmemorial, siguen cantando los gozos, son “los cojos calenturientos y tullidos”. Por eso las personas que peregrinan en las procesiones de dolor en la vida real de este mundo, se acercan para ser acariciados en sus heridas, consolados por la palabra que le llega al corazón y sienten que son levantados y curados por el amor que la Virgen de la Cueva Santa derrocha como agua fresca en sus vidas.
¿Qué petición especial le hace a la Patrona de la Diócesis?
Una Iglesia que no es servidora de los hombres y mujeres con los que compartimos la vida, no sirve para nada. Estamos llamados a vivir en una Iglesia Samaritana y cada una de estas personas tienen necesidad urgente de encontrar un verdadero oasis de acogida, respeto y ternura en nuestros espacios parroquiales, colegios, santuarios y como no también en las encrucijadas de nuestras calles y plazas. ¿Consentiremos ser una sonrisa de Dios, como María, en nuestro mundo?, ¿seremos la mano tendida que acaricia la herida y devuelve la esperanza a las personas con las que nos encontramos cada día?, ¿comprenderemos y viviremos en nuestra vidas que cualquier cosa que hagamos a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hacéis?. A la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón, le pido que toque nuestro corazón y lo convierta al Señor para que seamos de Él y que Él sea para nosotros la Única Suficiencia y Entera Bienaventuranza.
El año pasado se tuvo que suspender, por inclemencias meteorológicas, la Misa en el Santuario de la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de la Diócesis. No ha sido así en esta ocasión, y a pesar del Covid-19, nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, si que ha podido presidir la Eucaristía, a la que han asistido fieles de diversas parroquias y poblaciones, además de algunos sacerdotes, así como todos los seminaristas diocesanos.
Tras la proclamación del Evangelio de la Visitación de la Virgen a su prima santa Isabel, D. Casimiro ha hecho mención en la homilía “a la situación actual de pandemia que nos toca vivir”, aunque también ha recordado que existe otra pandemia, “la moral y espiritual”. Ante todo ello, “venimos aquí con el deseo de pedir protección, cuidado y guía a la Madre, a nuestra Patrona”, decía al inicio.
Como Obispo “llevo en el corazón a todos los sacerdotes, porque necesitamos ir a la raíz que nos muestra la Virgen de la Cueva Santa, que es Cristo Jesús y su obra salvífica, redentora y humanizadora”, ha recordado. A continuación se ha dirigido a los seminaristas y a los rectores de los seminarios, “ahora comenzáis un nuevo curso, incierto pero con ilusión”, y ha pedido a todos oración “para que el Señor nos siga enviando vocaciones al Ministerio Ordenado”.
Ha recordado que este año, “todos nosotros, como Iglesia diocesana, estamos llamados a vivir de forma especial la caridad y el compromiso por la justicia, y la Virgen – ha continuado – en el Evangelio que hemos proclamado nos muestra como hacerlo”. Y lo hace “a través de dos palabras: acoger y ofrecer”.
“Como ella, estamos llamados a acoger el amor de Dios, o a Dios, que es amor en nuestra vida” ha explicado, “nadie da lo que no tiene, porque de lo contrario nuestra caridad y nuestro trabajo por la justicia no tendrán la raíz que perdura y que busca el bien de todo ser humano, desde la verdad que viene dada por Dios”.
La Virgen “había creído, se había dejado llenar de Dios” y va a visitar a su prima santa Isabel “para ofrecer a aquel que lleva en su seno, y también para ofrecer su servicio”, “se vio impulsada por el Espíritu para ir a servir, para ofrecer, llevando en su seno, a Jesucristo”.
Han sido unas fiestas especiales. Los segorbinos han aceptado entre tristeza y resignación la suspensión de muchos actos de las celebraciones patronales, en particular la entrada de toros y caballos. Pero este año han sobresalido de modo especial lo que es el origen y corazón: la fe y la presencia maternal y protectora de la Virgen María bajo las advocaciones de la Esperanza, Loreto y la Cueva Santa. Por ello D. Casimiro López Llorente ha vuelto a repetir con convencimiento en la Misa del domingo, que concluía esta semana: “¡La Virgen está aquí! Y no nos deja”.
La celebración de la Virgen de la Esperanza, que abre las fiestas de la ciudad de Segorbe, se trasladó ayer, miércoles 2 de septiembre, a la Catedral. La procesión, Misa y bendición del agua en la ermita se tuvieron que suspender por razones de prudencia sanitaria. Sin embargo, «la Virgen está aquí. Como estaba en Caná y a los pies de la Cruz, también hoy está aquí con nosotros», aseguraba el Obispo en la homilía de la Eucaristía. D. Casimiro López Llorente anunció que aprovechará las tres celebraciones de estas fiestas dedicadas a las advocaciones de la Esperanza, Loreto y la Cueva Santa, para presentar las virtudes de la esperanza, la fe y la caridad.
En la misma tónica que el resto de fiestas patronales, la ciudad de Segorbe reduce los actos de sus fiestas de la Virgen bajo la triple advocación de La Esperanza, Loreto y la Cueva Santa, a la celebración de la Misa. Los oficios religiosos estarán presididos por el Obispo, D. Casimiro López Llorente, en la Catedral. La primera cita es mañana, miércoles 2 de septiembre, a las 12:30. El Deán, Federico Caudé, pide a la Patrona que «vaya desapareciendo esta pandemia que sufre el mundo entero, ella que es Salud de los enfermos y Auxilio de los cristianos, y que así el año siguiente lo podamos celebrar con mayor esplendor».
Cercana la fiesta de la Virgen del Rosario, el Santuario de la Virgen de la Cueva Santa, patrona de la Diócesis, acogió el sábado 5 de octubre una eucaristía a las seis y media de la tarde. El acto estuvo presidido por Mons. Casimiro López Llorente. Al acabar se rezó el rosario siguiendo el Via Crucis exterior. La luz de las numerosas antorchas de los participantes prolongó la luz en el crepúsculo otoñal.
Mons. López Llorente: La Cruz, signo supremo del amor.
Fiesta de la Virgen Cueva Santa, patrona de Segorbe. Nuevas estatuas en el templo parroquial de Villahermosa del Río.
Entrevista con Vicente Botella, dominico ponente en la Jornada Diocesana de Inicio del curso pastoral: «La caridad es lo que mejor define a Dios y al hombre».
En la carta de invitación a la fiesta de la Virgen de la Cueva Santa, Mons. Casimiro López Llorente recordaba que desde su llegada a la Diócesis no había faltado ningún año a la cita con la Patrona de Segorbe-Castellón en Altura. Sin embargo esta vez las inclemencias climatológicas han obligado a suspender la Misa en el Santuario. De todos modos, las parroquias celebran durante la jornada esta fiesta diocesana. El Obispo, por su parte, ha presidido la Eucaristía en Castellón con los seminaristas del Mater Dei, del Redemptoris Mater y del Menor.
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