‘Ponte en camino, no esperes más’
Queridos diocesanos:
Este IV Domingo de Pascua, domingo del “Buen Pastor”, celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y por las Vocaciones nativas en los territorios de Misión. Jesús es el Buen Pastor que se entrega por sus ovejas, para que tengan vida en abundancia. Es la nueva Vida que brota de la muerte y resurrección de Jesús, destinada a todas las gentes a través de su Iglesia. Por eso el mismo Jesús nos dice: “La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies” (Mt 9, 36-38). Él mismo antes de llamar a sus apóstoles pasa la noche a solas, en oración (cf. Lc 6, 12). Como la vocación de los apóstoles, toda vocación cristiana –al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada y también al laicado, al matrimonio cristiano- son fruto de una insistente oración al ‘Señor de la mies’.
Después de orar, Jesús llama a algunos pescadores a orillas del lago de Galilea: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron” (Mt 4, 19-20). La llamada de Jesús implica salir de sí mismos, dejar sus planes y ocupaciones para seguirle, vivir con él, caminar con él y compartir su misión. Jesús les enseña a entregar como él su vida a Dios y a los demás, para que la misericordia de Dios llegue a todos, en especial a los más pobres, a los excluidos, a los enfermos y los pecadores. La llamada de Jesús pide renunciar a sí mismos, para sumergirse en la voluntad de Dios y dejarse guiar por ella.
Jesús sigue llamando hoy para compartir su vida y su misión. Esta Jornada de Oración pretende suscitar en niños y jóvenes la pregunta por su vocación, y que toda comunidad cristiana promueva con la oración y el acompañamiento las vocaciones cristianas, especialmente las vocaciones al sacerdocio ordenado y a la vida consagrada. También hemos de sostener con la oración y la colaboración económica las vocaciones de especial consagración que surgen en los territorios de Misión, para que ninguna de ellas se quede frustrada por falta de recursos. Las vocaciones nativas son las herederas de los misioneros y son necesarias para que la Iglesia pueda implantarse en cada Iglesia particular. Apoyar las vocaciones nativas es una apuesta por el futuro de la misión.
El lema elegido para la Jornada reza ‘ponte en camino, no esperes más’. Está en línea con el lema de la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en agosto en Lisboa: ‘María se levantó y partió sin demora’ (Lc 1, 39), para ir a servir a su prima santa Isabel, que en su ancianidad estaba encinta de seis meses. María hubiera podido centrarse en sí misma y quedarse en Nazaret, pues llevaba ya en su seno al Hijo de Dios, recién concebido por obra del Espíritu Santo. Pero confió plenamente en Dios, se levantó y fue aprisa a la montaña para ponerse al servicio de Isabel. María sabe que los planes de Dios son el mejor proyecto de vida. Así, María, llevando en su seno al Hijo de Dios, se convirtió en templo de Dios, imagen de la Iglesia que sale y se pone al servicio de los demás. María experimenta la alegría espiritual que brota de llevar en sí al Hijo de Dios. Ella nos impulsa hoy a dar testimonio de esta misma alegría al mundo entero.
Como María, el niño o joven que se ha encontrado con Cristo resucitado se pone en camino sin demora hacia Dios y hacia los demás; ello les llena de alegría. Como María no pueden dejar de compartir los dones recibidos del Señor. Su camino, como el de María, está habitado por Dios, que nos lleva a cada uno de nuestros hermanos, para compartir con ellos sus angustias y vicisitudes. Es una prisa buena que siempre nos empuja hacia arriba y hacia los demás. Los jóvenes de hoy -creados para lo grande- también están llamados a emprender el camino de la acogida del otro, de los que son diferentes. Jesús es el mayor regalo que la Iglesia puede ofrecer al mundo, como María lo llevó a Isabel y que un joven puede llevar a otro joven.
El momento de levantarse y ponerse en camino es ahora. Imitando a María, llevemos a Jesús dentro de nosotros y dejemos que el Espíritu nos ponga en camino, sin esperar más, para llevarlo a los demás. Quien emprende el camino siguiendo a Cristo encuentra vida en abundancia, poniéndose del todo a disposición de Dios y de los hermanos. “El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna’ (Mt19,29).
Oremos al ‘Señor de la mies’ para que nuestros jóvenes no tengan miedo a salir de sí mismos y a ponerse en camino sin demora hacia Dios y hacia el prójimo; esto llenará su vida de sentido, de alegría y de felicidad.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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