Por san José celebramos el Día del Seminario. Este año, en nuestra Diócesis, lo haremos este fin de semana, en las Misas vespertinas del sábado y en las del Domingo. Nuestros seminaristas del Mater Dei y del Redemptoris Mater y la petición al Padre para que nos envíe pastores según su corazón estarán especialmente presentes en la oración de nuestras comunidades, lo que no debería faltar a lo largo de todo el año. Porque todos y cada uno estamos llamados a orar por la buena formación de nuestros seminaristas y pedir con insistencia y perseverancia a Dios que nos envíe vocaciones al sacerdocio ordenado. Nos urge –y mucho- recuperar o intensificar nuestro amor y compromiso por nuestros seminarios; en ellos se forman, aquellos que han sentido la llamada del Señor al sacerdocio y que serán los futuros pastores de nuestras comunidades.
Hemos de intensificar también nuestra oración por las vocaciones sacerdotales. Sufrimos un fuerte invierno de vocaciones en el mundo occidental, que entre nosotros alcanza extremos muy preocupantes. Esta situación no nos puede ser indiferente. Es, en efecto, muy escaso el número de nuestros seminaristas; y muy pocos proceden de nuestras comunidades. A decir verdad no sólo escasean las vocaciones al sacerdocio; también son escasas las vocaciones a la vida consagrada y cada día son menos los bautizados que entienden su matrimonio y familia como una vocación; pocos son también los seglares que viven su ser cristiano como vocación, llamados a ser testigos del Evangelio en el mundo y en la Iglesia. Necesitamos dar, pues, a toda nuestra pastoral un tinte vocacional, comenzando por la formación cristiana de nuestros niños bautizados en la familia y la catequesis de iniciación cristiana.
Ciertamente que hoy no es fácil hablar de vocación. El contexto cultural actual propugna un modelo de ‘hombre sin vocación’. Interesa lo inmediato, lo útil, el tener, el disfrute de la vida, la fama, la ostentación y el poder; falta una perspectiva global de la persona como proyecto de vida. El futuro de niños, adolescentes y jóvenes, en la mayoría de los casos, se plantea reducido a la elección de una profesión para logar una buena posición económica; su futuro se plantea sin apertura al misterio de la propia vida, a Dios, al prójimo o al propio bautismo. Es necesario que trabajemos por crear una cultura vocacional orando por las vocaciones y acogiendo en parroquias y movimientos el ofrecimiento que se hace de la Diócesis para trabajar en este sentido.
Una mirada creyente sobre el ser humano descubre que todos tenemos una vocación, una llamada de Dios. Así nos lo recordó el Sínodo de los Obispos de 2018 sobre los jóvenes, la fe y el descernimiento vocacional. Dios llama a cada uno a esta vida por amor y para vivir la alegría del amor, que será fuente de felicidad. La nueva vida recibida de Dios gratuitamente en el bautismo desarrolla esa llamada inicial de Dios al amor. Y, llegado el momento, esta vocación bautismal se concretará por parte de Dios en una llamada a vivir el amor en el sacerdocio entregando la propia vida al servicio del Evangelio y de los hermanos; o a vivirlo en la vida consagrada entregándose a Dios y a los hermanos en el carisma de un instituto religioso; o a vivir la llamada de Dios al amor en el amor entre un hombre y una mujer en el matrimonio y en la familia. Dios tiene un plan concreto para que cada uno alcance la felicidad y la perfección en el amor, la santidad. La vocación es el pensamiento amoroso de Dios sobre cada uno. En esa llamada encuentra cada uno su nombre y su identidad, que le garantiza su libertad y su felicidad.
Todos somos responsables de la pastoral vocacional. Ayudemos todos –en especial los padres, los sacerdotes y los catequistas- a nuestros niños, adolescentes y jóvenes a hacerse sin miedo esta pregunta: “Señor, ¿qué quieres que haga en mi vida”. Si sienten la llamada al sacerdocio, ayudémosles a responder con alegría y generosidad mediante nuestra cercanía y acompañamiento. Será nuestro mejor servicio a su libertad y felicidad.
Nuestra misión no es otra que evangelizar, mostrar a Cristo a todos los hombres para que se dejen encontrar por Él, escuchen su voz, respondan a su llamada con entrega y fidelidad. Oremos a Dios Padre para que nos envíe pastores según el corazón de su Hijo. El sacerdocio es un don inestimable de Dios y un ministerio indispensable en nuestra Iglesia. No tengamos miedo de hacer la propuesta vocacional al sacerdocio a nuestros niños, adolescentes y jóvenes.
Con el inicio del mes de marzo se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por los nuevos mártires, testigos de Cristo: “Oremos para que quienes en diversas partes del mundo arriesgan su vida por el Evangelio contagien a la Iglesia su valentía y su impulso misionero”.
Hemos venido como peregrinos a esta basílica de San Bartolomé de la Isla Tiberina, donde la historia antigua del martirio se une a la memoria de nuevos mártires, de muchos cristianos asesinados por las locas ideologías del siglo pasado —y también hoy— y asesinados sólo por ser discípulos de Jesús.
El recuerdo de estos testigos heroicos antiguos y recientes nos confirma en la conciencia de que la Iglesia es Iglesia si es Iglesia de mártires. Y los mártires son aquellos que, como nos ha recordado el Libro del Apocalipsis, «esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y la han blanqueado con la sangre del Cordero» (7, 14). Estos han tenido la gracia de confesar a Jesús hasta el final, hasta la muerte. Ellos sufren, ellos dan la vida, y nosotros recibimos la bendición de Dios por su testimonio. Y hay también muchos mártires escondidos, esos hombres y esas mujeres fieles a la fuerza mansa del amor, a la voz del Espíritu Santo, que en la vida de cada día buscan ayudar a los hermanos y amar a Dios sin reservas. Si miramos bien, la causa de cada persecución es el odio: el odio del príncipe de este mundo hacia los que han sido salvados y redimidos por Jesús con su muerte y con su resurrección. En el pasaje del Evangelio que hemos escuchado (cf. Juan 15, 12-19) Jesús usa una palabra fuerte y que asusta: la palabra “odio”. Él, que es el maestro del amor, al cual le gustaba tanto hablar de amor, habla de odio. Pero Él quería siempre llamar a las cosas por su nombre. Y nos dice: «¡No os asustéis! El mundo os odiará; pero sabed que antes que a vosotros me ha odiado a mí».
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por las vocaciones al sacerdocio ministerial, para que los jóvenes puedan escuchar la llamada de Dios y encuentren testigos y guías para este camino.”
Toda nuestra comunidad diocesana debe sentirse llamada a implicarse en esta tarea: Obispo y sacerdotes, familias y comunidades cristianas, catequistas y otros agentes de pastoral. Esta tarea no es cosa sólo de unos pocos. A ningún cristiano o comunidad cristiana le puede ser indiferente la escasez de vocaciones; no nos puede dar lo mismo que niños, adolescentes y jóvenes puedan o no escuchar, discernir y acoger la posible llamada del Señor a ser pastores misioneros como camino concreto de vivir la llamada de Jesús a todos a ser sus discípulos misioneros. Y a todos nos debe preocupar que nuestras comunidades se puedan ver privadas de sacerdotes, que las cuiden en nombre de Jesús, el Buen Pastor.
Toda vocación es un don de Dios. Por ello lo primero que hemos de hacer es orar con mayor frecuencia e intensidad por las vocaciones al sacerdocio. Jesús mismo nos dice: “Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt 9, 38).
Además, entre todos hemos de lograr que haya familias y comunidades cristianas capaces de suscitar en nuestros niños y jóvenes un encuentro personal con Cristo que los entusiasme, enamore y provoque su entrega incondicional a Jesús y a los demás.
El sábado por la noche, la Adoración Nocturna (ANE) y la Adoración Nocturna Femenina (ANFE) de la Diócesis se reunieron en el Seminario diocesano Mater Dei por un motivo muy necesario: rezar por las vocaciones, especialmente por la vocación al sacerdocio.
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El acto comenzó con la acogida y la procesión de banderas mientras se rezaba el Rosario y las Vísperas. Tras ello se celebró la Eucaristía, presidida por el Obispo, D. Casimiro López Llorente. Al final se concluyó con un turno de vela hasta pasada la medianoche.
En la homilía, el Obispo exhortó en primer lugar a orar con insistencia por las vocaciones, para que el Señor “envíe pastores según su corazón a nuestra Iglesia diocesana”, de modo “que haya quienes en su nombre sigan pastoreando al Pueblo de Dios, que puedan consagrar el pan y el vino y tengamos la Eucaristía, sin la cual la Iglesia no puede existir”.
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Y, en segundo lugar, a que las parroquias creen una cultura vocacional, preparando “el terreno para que la llamada del Señor sea acogida”. En este sentido, toda acción pastoral debe estar orientada a «desarrollar una atmósfera en la que los niños, jóvenes y adultos puedan disponerse a discernir con cuidado y abrazar libremente la propia vocación como forma permanente de vida a la que están llamados por el Señor en la Iglesia», señala D. Casimiro en una carta dirigida, el pasado mes de diciembre, a todos los párrocos y sacerdotes de la Diócesis.
Además, la felicidad que todos anhelamos “solo se consigue acogiendo el sueño que el Creador tiene para cada uno de nosotros”, indicó el Obispo. “A unos Dios os ha llamado al matrimonio, para que ahí viváis el amor de Dios en vuestro amor conyugal, a otros los llama a consagrar su vida para dedicarse al servicio de Dios, desposándose con Cristo Jesús, y a otros nos ha llamado para que, siendo ordenados entreguemos nuestra vida al servicio de los demás, de nuestras comunidades, de aquellos que han de ser ayudados para encontrarse con el Señor”, explicó el Obispo.
Las hermanas Catalina y Carolina, de las Hnas. de la Sagrada Familia de Nazaret de Benicàssim, compartieron el sábado pasado su testimonio sobre la vocación como sueño del amor de Dios para cada uno de nosotros, con los chicos de la Iniciación Cristiana -y sus padres- de la parroquia de La Sagrada Familia de Castellón.
Tal y como ha explicado el párroco, D. Miguel Abril, el encuentro ha tenido lugar en el contexto de la convivencia de Cuaresma, y en respuesta a la carta que recientemente envió nuestro Obispo D. Casimiro a todos los sacerdotes de la Diócesis solicitando promover una cultura vocacional que lleve al encuentro personal con Cristo, dada la escasez de vocaciones que abarca al sacerdocio, a la vida consagrada, a los matrimonios y al laicado comprometido.
En este sentido, cabe recordar que encargó a la Hermana Catalina Nowak “que se ofrezca para ir a parroquias y otras realidades eclesiales a hablar de esta cuestión”, con quien se puede contactar a través del teléfono 680 563 596.
“Ha sido sencillo y hermoso. Les recomiendo a todas las parroquias, a los párrocos, catequistas, monitores… invitar a las Hermanas para posibilitar este compartir que ayude a abrir los corazones a la vocación del Amor – ha explicado D. Miguel – ha sido un auténtico Primer Anuncio”.
Nuestro Obispo ha remitido una carta a todos los párrocos y sacerdotes de la Diócesis de Segorbe-Castellón solicitando promover una cultura vocacional que lleve al encuentro personal con Cristo.
D. Casimiro expresa su preocupación y el de toda la Iglesia diocesana por escasez de las vocaciones cristianas, tema tratado en las últimas reuniones del Consejo Presbiteral y del Consejo Diocesano de Pastoral. Tal y como explica, la vocación cristiana y la pastoral vocacional en general están muy relacionadas con el Primer Anuncio, tema en el que nos estamos centrando en el presente curso pastoral.
Dicha escasez de vocaciones abarca al sacerdocio, a la vida consagrada, a los matrimonios y al laicado comprometido, indica el Obispo. Aunque muchos son los bautizados, pocos son “los que entienden y viven su condición de bautizados como una llamada a la santidad, a la perfección del amor, en el camino concreto por el que el Señor nos llama”. No hay cristiano sin vocación, explica, pues “cada bautizado tiene de Dios una llamada a vivir su vocación cristiana”.
Ha habido un claro cambio en el estatus cultural anterior, de modo que ahora nuestra cultura “rechaza esta manera de concebir la plenificación humana”. Por ello, “la nueva evangelización debe reanunciar el sentido fuerte de la vida como «vocación», en su fundamental llamada a la santidad”.
En estos momentos, tal y como recordó el Papa Francisco en el reciente encuentro con los obispos españoles, es “urgente promover una cultura vocacional”, por lo que toda acción pastoral debe estar orientada a “desarrollar una atmósfera en la que los niños, jóvenes y adultos puedan disponerse a discernir con cuidado y abrazar libremente la propia vocación como forma permanente de vida a la que están llamados por el Señor en la Iglesia”, señala D. Casimiro.
Para ello, la pastoral vocacional debe entenderse y desarrollarse como “un verdadero itinerario de fe que lleve al encuentro personal con Cristo”, y debe estar en estrecha relación con la pastoral ordinaria, en especial con la pastoral de la iniciación Cristiana, de la infancia y juventud y con la pastoral de la familia.
Por ello, como un primer paso en la creación de esta necesaria cultura vocacional, y de acuerdo con el Delegado diocesano para la pastoral vocacional, D. Juan Carlos Vizoso Corbell, el Obispo ha encargado a la Hna. Catalina Nowak, de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret de Benicàssim, “que se ofrezca para ir a parroquias y otras realidades eclesiales a hablar de esta cuestión”, con quien se puede contactar a través del teléfono 680 563 596.
En la mañana de ayer, martes 28 de noviembre de 2023, tuvo lugar en la sala nueva del Sínodo en el Vaticano, el encuentro de los miembros de la Conferencia Episcopal Española (CEE) con el papa Francisco y los responsables del Dicasterio para el Clero de la Santa Sede. Acudió nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente.
El presidente de la CEE, cardenal Juan José Omella; el secretario general, Mons. Francisco César García Magán, y el presidente de la Subcomisión Episcopal para los Seminarios, Mons. Jesús Vidal, han explicado en rueda de prensa los detalles de este encuentro.
Este encuentro, convocado en la última semana de octubre, sirvió para dar cuenta del resultado de la visita apostólica a los seminarios españoles que tuvo lugar en el primer trimestre de 2023. Los obispos mantuvieron una extensa conversación con el Santo Padre sobre los seminarios y la formación necesaria. Seguidamente recibieron el documento de trabajo elaborado por el Dicasterio para el Clero.
El encuentro comenzó a las 8 de la mañana con un tiempo de oración dirigido por el cardenal Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, quien hizo una meditación basada en el acontecimiento de Pentecostés, sobre la necesidad y la importancia del encuentro personal con Jesucristo de los sacerdotes y seminaristas. En el transcurso de la meditación, se unió al encuentro el papa Francisco.
Tras la meditación, el presidente de la CEE, cardenal Omella, dirigió el saludo al Santo Padre agradeciendo la invitación a este encuentro y la visita apostólica realizada.
Inmediatamente después, comenzó un extenso diálogo de más de dos horas con el papa Francisco, centrado en la cuestión de los seminarios. Se abordaron temas como la formación en los seminarios, la experiencia pastoral de los seminaristas, o la importancia de las diversas dimensiones de la formación (pastoral, espiritual, teológica, humana, etc.).
Conclusiones del documento de trabajo
Tras el encuentro con el Papa y un breve descanso, tuvo lugar la reunión con los miembros del Dicasterio que trasladó a los obispos las conclusiones del documento de trabajo.
Los miembros del Dicasterio señalaron los acentos importantes que el texto para la formación de los seminaristas, aprobado por la Conferencia Episcopal, ya recoge, y en lo que se debe insistir en adelante.
A partir del texto, se inició un diálogo entre los obispos y los miembros del Dicasterio para poder desarrollar las mencionadas recomendaciones, que tienen como objetivo formar sacerdotes misioneros para una Iglesia en salida. Como obispo referente para este proceso de discernimiento e impulso de la formación en los seminarios, se nombró a Mons. Jesús Vidal, presidente de la Subcomisión Episcopal para los Seminarios.
El documento de trabajo destacó algunos de los criterios que señala la «Ratio fundamentalis» de los seminarios españoles que lleva por título “Formar pastores misioneros”. El documento requiere que, en los próximos años, se afronte este proyecto con flexibilidad, sin rigores, adaptando a las circunstancias de cada provincia eclesiástica, diócesis, etc.
Los responsables del Dicasterio manifestaron su disponibilidad a colaborar con el desarrollo de estas medidas en las diversas diócesis y seminarios.
La visita apostólica a los seminarios
El Dicasterio para el Clero promovió la visita apostólica a los seminarios españoles que fue encomendada a dos obispos uruguayos: Mons. Arturo Eduardo Fajardo, obispo de Salto, y Mons. Milton Luis Tróccoli, obispo de Maldonado-Punta del Este – Minas.
La visita tuvo lugar entre el 11 de enero y el 3 de marzo de 2023. En este tiempo conocieron los 55 centros de formación españoles, además del Colegio internacional Bidasoa y el Centro de Formación Comillas.
A su llegada a España, los visitadores fueron recibidos por el presidente de la Comisión Episcopal para el Clero y Seminarios, Mons. Joan Enric Vives, arzobispo obispo de la Seo de Urgell; y por el presidente de la Subcomisión de Seminarios, Mons. Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid; además de por los secretarios de la Comisión y la Subcomisión en la Conferencia Episcopal, Juan Carlos Mateos y Sergio Requena. Las visitas se realizaron en dos rutas simultáneas, cada una de ella con uno de los obispos visitadores.
Los seminarios españoles
En España hay erigidos 86 seminarios, distribuidos en diversas casas de formación. Hay un seminario interdiocesano en Cataluña, 14 seminarios que acogen en sus casas de formación a seminaristas de otras diócesis, y 40 seminarios que acogen a sus propios seminaristas. De estos 40, 29 son de las diócesis y 15 son seminarios Redemptoris Mater. Hay también una comunidad de formación de una realidad eclesial de ámbito diocesano.
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