Les Rosarieres de Vila-real celebran la fiesta de su patrona, la Virgen del Rosario
Como cada primer domingo de octubre, la Asociación Hijas de María del Rosario de Vila-real, les Rosarieres, se reúnen para celebrar la Eucaristía y venerar a la Virgen del Rosario. Esta mañana, la Arciprestal San Jaime ha acogido la Misa, que ha presidido nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente.
Han podido asistir unas 400 personas, hasta completar el aforo permitido, y se ha interpretado la “Missa del Roser” del Maestro Lluís Romeu, a cuatro voces y con acompañamiento de órgano, bajo la dirección de Juan José Peláez.
“Si siempre necesitamos sentir la presencia de la Virgen, más si cabe aún en estos tiempos de oscuridad, de sufrimiento, de incertidumbre y de necesidad”, decía D. Casimiro en el inicio de la homilía en relación a la pandemia, “nos acercamos a los pies de la Virgen para pedirle, no solo protección e intercesión para que pase pronto (…), sino también para que nos lleve al encuentro con su Hijo, y así se avive en nosotros la fe, la esperanza y la caridad”.
Se han proclamado las lecturas de este domingo, 27º del Tiempo Ordinario, y tanto la primera (Is. 5, 1-7) como el Evangelio (Mt. 21, 33-43) están centradas en la viña de Dios. “Dios es amor”, ha continuado, “y mima a su viña, a su creación, a su pueblo, a cada uno de nosotros, pues estamos creados a su imagen y semejanza”, y “Él espera también de nosotros frutos de amor”.
“El Señor nos llama en esta mañana a la conversión”, ha explicado, “y desde Él, que es la vid verdadera, nos quiere dar de nuevo vida, pese al olvido de Dios y pese a haber suplantado a Dios en nuestra vida por otra serie de ídolos”, “Dios nos da una oportunidad de reencontrarnos con Cristo Jesús, con Dios mismo, que es el creador, la fuente de la vida”.
Acoger la Palabra de Dios y acoger su amor en nuestra vida es “el camino para construir una sociedad conforme al deseo de Dios, donde el Reino de Dios se va implantando”, donde la verdad y el amor reinen, “y donde cada uno sea acogido como hijo de Dios, como creatura suya”.
El Obispo ha puesto a María como ejemplo de todo cristiano, “la llena de gracia, la llena del amor de Dios, que supo dejar que su vida, su existencia y su persona, quedase configurada por el amor de Dios, hasta poder decir: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu Palabra»”. “Ella, que es la más grande en la historia de la humanidad, lo es porque dejó a Dios ser grande en su vida”.
“A veces nos dejamos llevar por la falsa idea de que cuando Dios ocupa el lugar que le corresponde en nuestra existencia somos privados de libertad, de felicidad”, ha dicho, y es “todo lo contrario, tal y como María nos muestra, y es grande porque dejó a Dios ser grande en su vida, porque pensaba con palabras de Dios, sentía con los sentimientos de Dios y actuaba siempre como Dios quería que actuase”.
“Ella nos enseña a amar al prójimo, y las obras que el Señor hoy espera de nosotros, los buenos frutos de aquel que está injertado en la vid, que es Cristo Jesús, son frutos de amor y de caridad, hacia los enfermos, hacia los contagiados, hacia los necesitados”.
“Frutos de amor hacia la vida humana, que es un don de Dios”, ha continuado, “todo ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural tiene una dignidad que es inviolable, ante los intentos de introducir la eutanasia, un cristiano debe cuidar de la vida, también al final de su recorrido terrenal”.
“Los buenos frutos son también apostar siempre por la verdad, ante el virus de la mentira hemos de ser testigos de la verdad, sin cambiarla por intereses varios”, y “hemos de trabajar entre todos por el bien común”, para que las familias “puedan educar a sus hijos según sus convicciones”, y que éstos “no se vean sometidos a un pensamiento único ideológico”. También los grupos han de recibir “aquellos apoyos que son necesarios para desarrollarse, y no solo cuando se someten a intereses”.
“Hemos de ser testigos de la paz que viene de Dios”, pues “hoy se ve entre nosotros el peligro de crear rencor, odio y división, y un cristiano que realmente acoge el amor de Dios lucha siempre por la reconciliación, para que todos puedan vivir como creaturas de Dios”, decía al final.
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