Moncofa está en plenos festejos de Santa María Magdalena, celebrando este año el 600 aniversario del Desembarco (1423-2023), declarado Fiesta de Interés Turístico Provincial. Todos los vecinos y vecinas del municipio esperan con ilusión este acto cada mes de julio, que tuvo lugar ayer, lunes 24.
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A las 18.45 h. daba comienzo la ofrenda en la ermita por parte de todas las festeras y corte de honor. Posteriormente, en este año tan especial de la Fiesta de la Ermita, los moncofinos recibieron a su patrona Santa María Magdalena por la orilla del mar, saliendo en procesión desde la ermita.
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Tras el Desembarco, como es ya tradición, se recitaron los versos y continuaron en procesión hasta la ermita, donde se celebró la Misa, presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente.
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Como si fuera un barco, Santa María Magdalena “quiere guiar también esta nave que es vuestra comunidad parroquial por los mares de esta vida. Es lo que hace el patrón, el que especialmente en la tempestad ayuda a que el barco navegue hacia buen puerto, hacia puerto seguro”, dijo en al comienzo de la homilía.
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Ella es “una discípula del Señor, la testigo de su vida y de su resurrección”, recordó. También “la segunda misionera en la historia”, tras la Virgen María. Formaba parte “del grupo que seguía a Jesús, fue la mujer pecadora a la que perdono Jesús, aquella de la que fueron expulsados varios demonios, por eso le seguía con más amor, con más intensidad. Ella acogió la palabra que Jesús iba proclamando y se dejó convertir en su corazón cada vez más al Señor”, explicó.
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También fue testigo “de la palabra, de las obras, de los milagros de Jesús. Ella, junto con las otras mujeres y María, la madre de Jesús, fue testigo directo del caminar hacia el calvario, de la crucifixión, de la muerte y del enterramiento de Jesús”. Pero también de la resurrección, porque “fue elegida por Jesús para ser la primera que se encontrase con Él en esa nueva forma de vida, resucitado, para que todo el que crea en Él tenga vida y vida eterna”.
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Y ella es misionera, porque recibe el encargo de Jesús “de ir a comunicar a sus hermanos lo que ha visto”, y “llena de alegría por haberse encontrado con el Señor corre hacia Jerusalén para anunciar a los discípulos, a los apóstoles encerrados en una sala por miedo a los judíos, que el Señor había resucitado”.
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D. Casimiro animó a fijarse en estos rasgos de Santa María Magdalena, gran modelo para los cristianos. “Si queremos realmente que nuestra devoción a la Magdalena no sea una tradición anual, sino que realmente ella sea nuestra patrona y guíe los caminos de nuestra vida, tanto personal como familiar o comunitaria, tenemos que seguir estos rasgos”. Ser de verdad discípulos del Señor.
En laEucaristía de clausura del 475 Aniversario de la Cofradía de la Purísima Sangre
La Capilla de la Purísima Sangre de Jesús, en Castellón, acogió ayer tarde la Misa de clausura de la celebración del 475 aniversario de la fundación de la Cofradía, que estuvo presidida por Mons. Casimiro López y concelebrada por D. Miguel Simón, y el secretario, D. Ángel Cumbicos.
Fue una celebración de acción de gracias a Dios por los dones, que a lo largo de los años, el Señor ha concedido a la Cofradía y a los cofrades, dijo D. Casimiro, a través de la devoción al Cristo de la Sangre. Una devoción, resaltó el Obispo, que «vivida con intensidad, fidelidad y perseverancia, aviva nuestra fe y fortalece nuestra vida cristiana», exhortándoles a mantenerse firmes en ella.
El Obispo puso el acento en la Eucaristía que es «acción de gracias por el Misterio Pascual», actualizando en cada Misa, la muerte y resurrección de Jesucristo, que es el misterio central de nuestra fe.
El Señor nos llama a unirnos a Él «para formar una verdadera Iglesia donde fieles cristianos, creyentes, discípulos y testigos, salgamos a la misión», porque tal como advirtió D. Casimiro, «no existimos para nosotros sino para llevar a otros el gran don de la fe». El conjunto de la Iglesia existe para evangelizar «partiendo de la fuente del amor que es Cristo Jesús».
Se refirió así a la Palabra proclamada que recordaba la misión de la Iglesia, «que lo es también de la misma Cofradía de La Sangre y de todos los cristianos llamados por Jesús, como a sus discípulos, a vivir unidos a Él y anunciar su Evangelio». Así recordó también la celebración del Año Jubilar Mariano con motivo del centenario de la coronación de la Mare de Déu del Lledó, en el que estamos llamados «a crecer en comunión, en unión con Cristo, con Dios y en los hermanos para así ser fermento de la transformación de nuestro mundo», cada vez más necesitado «de trabajar desde la solidaridad, la caridad y la fraternidad».
Citando a Benedicto XVI y al Papa Francisco recordó, precisamente, que el cristiano nace precisamente de «ese encuentro personal y transformador con Cristo Jesús que cambia la mente y el corazón y orienta nuestra vida». En este sentido exhortó a los presentes a «mantener vivo ese encuentro mediante la oración y la participación en la Eucaristía, caminando juntos como Iglesia del Señor».
Coincidiendo con la festividad de San Juan Bautista, al finalizar la Misa de clausura por el 475 aniversario de la Cofradía, D. Casimiro bendijo un cuadro de cerámica del santo, precursor de Jesucristo.
Este mediodía se ha celebrado, en la Casa Sacerdotal «Familia de Nazaret», en Castellón, donde residen los sacerdotes jubilados, el X aniversario desde su remodelación, con una Eucaristía que ha estado presidida por Mons. Casimiro López Llorente, Obispo de la Diócesis.
Ha sido una celebración de acción de gracias por todos los que están llamados a formar la casa como hogar, ha dicho el Obispo, así como por el personal que los atiende. Gracias a Dios, ha insistido D. Casimiro, «por concedernos el don de tener una residencia para propiciar un hogar» que ha permitido durante estos diez años caminar juntos en las dificultades y tribulaciones, recordando especialmente a todos cuantos han formado parte de ese hogar y que hoy gozan de mejor vida junto al Padre.
Una casa, cuyo fin, cuando se inauguró y se bendijo, ha recordado hoy D. Casimiro, «era convertirse en una casa de referencia para nuestro presbiterado diocesano y que había que construir entre todos porque a todos está destinada para ser atendidos y cuidados humanamente, pero también espirirual, psicológica y sanitariamente».
Les ha exhortado a «la alegría, la generosidad y la caridad» recordando la Carta de San Pablo a los Corintios que se ha leído en la primera lectura. Les ha animado crecer en la alegría cristiana que da saberse amados por Dios «pese a las pruebas y tribulaciones, incluso ante los achaques, porque Dios sigue obrando en cada uno de vosotros». Y es que la alegría cristiana, ha dicho D. Casimiro, se basa «en la confianza y la fe en Cristo de Jesús y a través de Dios Padre, que nunca nos abandona». Pese a todo, ha reconocido que no siempre es fácil, sobre todo en la enfermedad, reconocer la voluntad de Dios que, en ocasiones, «permite achaque para fortalecernos desde la prueba».
También se ha referido a la generosidad de la que habla San Pablo para ayudar a la Iglesia más pobre. En este sentido ha reconocido «la necesidad de ayudar, entre todos, a que la Casa tenga los medios suficientes para poder ofrecer los servicios y la atención» que los sacerdotes residentes necesitan. Pero también, ha matizado, «la generosidad, no es solo dar, sino darse y estar pendiente del otro», practicando la caridad con el hermano.
La celebración, en la que han concelebrado los Vicarios general, D. Javier Aparici; de Pastoral, D. Miguel Abril; y para el Clero, D. Marc Estela; junto al Director de la Casa Sacerdotal, D. Alberto Sanahuja; y el Secretario D. Ángel Cumbicos, ha finalizado con una comida fraterna.
Presidida por Mons. Casimiro López Llorente en la S.I. Catedral de Segorbe
Se cumplen este mes 125 años de la presencia de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia de Nazaret en la Diócesis de Segorbe-Castellón. La orden, fundada en 1885 por el capuchino valenciano D. Luis Amigó, tuvo su origen en el Santuario de Nuestra Señora de Montiel, en Benaguacil (Valencia). Su carisma y espiritualidad les vinieron dadas por su fundador.
Ahora se cumplen 125 años, desde que cuatro hermanas de la orden, procedentes de Masamagrell, se instalaron en un edificio cedido por un matrimonio segorbino. Así crearon un Asilo para acoger y educar a las niñas huérfanas de Segorbe y de los pueblos vecinos, una labor que, salvando las distancias generacionales y las necesidades actuales, siguen realizando.
La conmemoración se ha celebrado con la organización de diversos actos que han tenido su máxima en la celebración Eucarística que ha tenido lugar esta mañana en la S. I. Catedral de Segorbe y que ha estado presidida por el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente. En la misma han participado también los párrocos de Santa María, San Pedro, en Segorbe, el de San Miguel Arcángel de Altura, y el secretario del Obispo. También de así como la Hermana Provincial, junto a las Hermanas Terciarias Capuchinas de Segorbe y las autoridades locales, con la Alcaldesa a la cabeza, como máxima representante de las mismas, así como feligreses de las parroquias segorbinas y demás representantes de Cofradías, movimientos y asociaciones eclesiales.
Tras la proclamación de la Palabra, el Obispo ha tenido palabras de agradecimiento a la labor que durante más de un siglo vienen realizando las hermanas en pro y en beneficio de los más necesitados. D. Casimiro, gran conocedor de la Iglesia que pastorea, ha realizado un breve repaso por su historia, y ha recordado cómo comenzaron su andadura y su servicio en nuestra Diócesis. Por ello, hoy nuestro Obispo ha dado «gracias a Dios por el servicio prestado desde entonces por la Casa de Nuestra Señora de la Resurrección, poniendo en valor el sacrificio de las hermanas por tantas niñas y niños, huérfanos y vulnerables». Una vida, ha dicho, «que brota del Misterio Pascual a través de vosotras, queridas hermanas, que durante tantos años habéis trabajado dando vida».
En ellas se muestra, a lo largo de todos estos años, el rostro del mismo Jesucristo «acogiendo a tantos necesitados, acompañándoles y sanándoles de sus heridas, y haciéndoles sentir la cercanía, la misericordia y la compasión de Dios», que por otra parte, ha recalcado nuestro Obispo, «es la tarea encomendada a nuestra Iglesia». Y en este sentido, la celebración lo ha sido de acción de gracias «por los múltiples frutos que se han derivado a través de vosotras en estos niños y niñas, gracias. ala presencia del Señor en vosotras».
D. Casimiro no es ajeno tampoco a los dones de tantas personas de Segorbe que en este trayecto han acompañado a las Hermanas «en su labor y misión en el pasado, pero también en el presente a través de la Asociación de Amigos de Fray Luis Amigó».
La conmemoración, ha dicho el Obispo, «ha de servir para recordar el origen, sin olvidar la duras pruebas, pero sobre todo, para vivir el presente poniendo la mirada en el futuro haciéndolo desde la Palabra de Dios» que se ha proclamado hoy que ha mostrado a Jesús «como la resurrección y la vida, mostrándonos que Él es el camino, la verdad y la vida: verdadero Dios y verdadero hombre». Y ha recordado la celebración litúrgica de ayer de la Anunciación del Señor y el Misterio de la Encarnación.
Cristo Jesús, fuente de vida, a través de las Hermanas Terciarias Capuchinas «de vida y llegue a los más necesitados, a aquellos que el Señor va a seguir poniendo en vuestras manos». Y así ha recordado el importante papel de la Iglesia en favor de la vida desde siempre, antaño por los huérfanos y hoy, «en este estado del bienestar nadie lo va a hacer como vosotras, consagradas a Dios, en Cristo para servir a los más necesitados y acueducto del agua que brota del amor de Dios». Y así, a través de la cercanía que muestran, «cada joven, cada adolescente, sienta la cercanía misma de Dios y su misericordia». Y es que ellas, ha valorado D. Casimiro, a pesar de su voto de castidad, sienten «como Madres desde las mismas entrañas y actúan como tal dando amor y mostrándolo ante aquellos que el Señor ponga en vuestras manos».
De esta forma las ha exhortado a seguir poniendo «la confianza en el Señor que es el único capaz de dar vida, luz, esperanza y aliento en nuestro caminar» refiriéndose a que éste es su presente y que «en manos de Dios» está su futuro, «porque Él nunca nos abandona». Ellas, igual que todos los que formamos el Pueblo de Dios de Segorbe-Castellón, ha concluido el Obispo, están «llamadas, en este Año Jubilar, a salir a la misión y a llevar la buena noticia de Cristo Jesús, a todos aquellos con quienes os relacionéis». Todo ello lo ha puesto D. Casimiro, «a los pies del Altar, elevando súplica y oración «para que Nuestra Señora de la Resurrección y Madre de Dios os siga protegiendo, guiando y alentando en vuestro caminar».
A la celebración de hoy se han sumado otros actos. El pasado viernes, con motivo de la efeméride, se celebró un acto de carácter cultural que consistió en una conferencia y un concierto. También hoy, al finalizar la Eucaristía se ha realizado una ofrenda floral a Fray Luis Amigó, en la escultura que se erige la plaza de la Seo.
Ayer, el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, cumplía el vigésimo segundo aniversario de su ordenación episcopal como Obispo. Su primer destino fue Zamora y, desde 2006, para Gloria de Dios, pastorea nuestra Diócesis.
La agenda de nuestro Obispo para este fin de semana lo mantuvo alejado de una celebración con carácter más personal, pues él, fiel y humilde servidor del Pueblo de Dios de Segorbe-Castellón, antepuso sus tareas pastorales sirviéndonos a todos de ejemplo y, sin mencionarlo en ninguna de las celebraciones que presidió, nos hizo recordar el Evangelio de Marcos (9, 30-37: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Sin embargo, la cita no pasó inadvertida por los sacerdotes y fieles que participaron en los actos litúrgicos del día de ayer. Primero en la S.I. Catedral de Segorbe que, en este Año Jubilar, celebraba la última peregrinación por Arciprestazgos (Pla de l’Arc, Albocàsser y Llucena), y ya por la tarde, en la Basílica de la Mare de Déu del Lledó, también ante la imagen de la Virgen Peregrina de los Desamparados y bajo la protección de la Patrona de Castellón.
De esta forma, D. Casimiro celebró el aniversario de su ordenación episcopal con el afectuoso, sincero y cálido reconocimiento de los sacerdotes y los fieles de la Diócesis. Por la mañana, en la Catedral de Segorbe, sonó con brío «ad multus annus» al tiempo que los sacerdotes le hacían entrega de un obsequio y los fieles rompían en un caluroso aplauso. También por la tarde, los fieles que acudieron a la Basílica del Lledó, se sumaron, con su aplauso, a la felicitación a nuestro Obispo, mientras el Prior de la Basílica, D. Joaquín Guillamón, le hacía entrega de un obsequio.
El 18 de enero se celebra cada año en Chilches la fiesta del hallazgo de la venerada imagen del Santísimo Cristo de la Junquera, patrono principal de la población. La fiesta viene precedida del solemne novenario que se celebra en la parroquia y en la que participan numerosos devotos del Santísimo Cristo.
En la solemne Eucaristía que se celebró ayer en Chilches para conmemorar esta efeméride, el párroco D. Antonio Sanfélix anunció la celebración de un Año Extraordinario para conmemorar el cuarto centenario del hallazgo de la imagen del Santísimo Cristo de la Junquera que se prolongará desde el 18 de enero de 2024 al 18 de enero de 2025. La parroquia creará una comisión para organizar este extraordinario acontecimiento con la colaboración de todas las cofradías, asociaciones y demás entidades de la población. El párroco invitó a vivir este año como una misión especial para revitalizar la Fe del pueblo de Chilches, avivar sus raíces cristianas y anunciar la alegría del Evangelio en el seno de nuestras familias. Una oportunidad histórica, dijo, de legar a las generaciones futuras el gran tesoro de nuestra Fe Cristiana.
La imagen del Santísimo Cristo de la Junquera fue hallada en una acequia entre juncos el día 18 de enero de 1625 por los hermanos Joan i Pere Margalló, labradores y vecinos de Chilches que se encontraban trabajando en la partida de les Chovaes. Desde entonces se convirtió en el centro de la fe y de la devoción de este pueblo que lo venera en un altar principal de la parroquia. El próximo domingo día 22 se celebrará la popular romería hasta la ermita que recuerda el lugar donde encontraron la imagen del Stmo. Cristo y donde tendrá lugar la celebración de la Santa Misa.
El director de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón, Juan Manuel Aragonés, en su calidad de miembro del Consejo General de Cáritas Española, ha asistido a la audiencia del Papa Francisco a los máximos representantes de la entidad con motivo del 75 aniversario de su fundación
Se trata de uno de los últimos actos oficiales de Juan Manuel Aragonés como director de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón, ya que el próximo 24 de septiembre, a petición propia y tras 14 años de una dilatada trayectoria de vocación y servicio, dejará su puesto y será sustituido por Paco Mir.
El Papa Francisco ha recibido este lunes en audiencia al Consejo General de Cáritas Española con motivo del 75 aniversario de su fundación. Durante el encuentro, que ha tenido lugar en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico, el Santo Padre recordó que “la Caridad, el Amor con mayúsculas, es el rasgo más esencial del ser humano y por ello el lenguaje que más nos acomuna”.
“Si Cristo nos llama a la comunión con Dios y con el hermano, vuestro esfuerzo se encamina precisamente a reconquistar esa unidad a veces perdida en las personas y en las comunidades”, aseguró. En su breve mensaje de felicitación, Francisco reflexionó sobre los principales retos que se ha planteado la institución en estos tres cuartos de siglo: “trabajar desde las capacidades y las potencialidades acompañando procesos”, “realizar acciones significativas” y “ser cauce de la acción de la comunidad eclesial”.
Escucha a Juan Manuel Aragonés
“Entregar la propia vida”
Sobre el primero de estos desafíos, el Papa indicó que “no son los resultados los que nos mueven”, sino “ponernos delante de esa persona que está rota, acogerla y abrir para ella caminos de restauración, de modo que pueda encontrarse a sí misma, siendo capaz, a pesar de sus limitaciones y las nuestras, de buscar su sitio y de abrirse a los demás y a Dios”. “El único momento en que es lícito mirar a una persona de arriba abajo es para ayudarla a levantarse”, subrayó.
En relación al esfuerzo de Cáritas por “realizar acciones significativas”, el Santo Padre invitó a “entregar la propia vida”, ya que la Caridad no trata de “gestos que buscan salir del paso”, sino de ofrecer a las personas “una puerta abierta hacia una vida nueva”. “El Señor nos propone ser fermento de un reino de justicia, de amor y de paz”, apuntó.
Sobre la misión de Cáritas de “ser cauce de la acción eclesial”, Francisco recordó que la Caridad “no es simplemente una gestión ordenada de los recursos, o un espacio en el que poder descargar la responsabilidad de esta delicada misión eclesial”, sino ser “esa mano tendida que es Cristo cuando nosotros la ofrecemos al que nos necesita, y a la vez nos permite aferrar a Cristo cuando Él nos interpela en el sufrimiento del hermano”.
“Ejemplo de solidaridad”
El presidente de Cáritas Española, Manuel Bretón, agradeció a Francisco su “ejemplo de solidaridad, lucha por la justicia y el cuidado de la casa común”. “Una vez más quiero agradecerle en nombre de todos los que formamos Cáritas Española su compromiso por seguir alentando y manteniendo nuestra institución”, aseguró.
Bretón expresó gratitud al Santo Padre por su “apoyo” a “todas las personas que se acercan a Cáritas en busca de una vida mejor, de aquellos que no llegan a conseguirla y los que lejos de las fronteras de nuestro país siguen luchando para alcanzar condiciones dignas que les permita cubrir sus necesidades básicas”.
En su mensaje, recordó que a lo largo de estos 75 años Cáritas ha tenido que afrontar tiempos difíciles. “Nos hemos tenido que adaptar, como el mundo entero a las secuelas de una pandemia y a una guerra cercana a las puertas de Europa, sin olvidar todas las que siguen abiertas en el mundo”, apostilló.
Pese a un escenario de creciente inestabilidad, Bretón recordó que “la esperanza, el tesón, la fe y el apoyo incondicional de los obispos, las instituciones, donantes privados y empresas han sido un gran aliciente para intentar estar a la altura de la confianza depositada en Cáritas, como Iglesia en su acción socio caritativa”.
Omella, junto al Consejo General
En la audiencia estuvieron presentes el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella; el presidente de la Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social y obispo responsable de Cáritas, monseñor Jesús Fernández; el vicepresidente Enrique Carrero; la secretaria general, Natalia Peiro; el delegado episcopal Vicente Martín, y los presidentes de las Cáritas regionales de Andalucía, Aragón, Canarias, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Extremadura, Galicia, Madrid, País Vasco y Navarra, Comunidad Valenciana y Murcia.
Junto a ellos se encontraban también los consejeros por designación episcopal, la presidenta de la Asociación San Vicente de Paúl y los directores de la Cáritas Castrense y de las diocesanas de Barcelona, Madrid, Burgos y Málaga, además de los responsables de las áreas de Cooperación, Comunicación, Administración, Acción Social, Desarrollo Institucional y los miembros del Gabinete de presidencia.
Cáritas Española es la confederación oficial de entidades de acción caritativa y social de la Iglesia católica. Instituida en 1947 por la Conferencia Episcopal Española, tiene por objeto la realización de la acción caritativa y social, a través de sus miembros confederados.
Las 70 Cáritas Diocesanas repartidas por toda España promueven el desarrollo integral de las personas y los pueblos, especialmente de los más pobres y excluidos. Desarrolla su acción gracias a la financiación pública y privada, transformando estas aportaciones en cifras valiosas, aquellas que hablan de desarrollo, justicia y esperanza.
Durante el año 2021, Cáritas invirtió un total de 403.158.987 euros, de los cuales el 69% procedió de aportaciones privadas de donantes, participantes, empresas, instituciones, entidades de economía social y herencias y legados, mientras que el 31% restante resultó de aportaciones de las administraciones públicas.
El director de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón, D. Juan Manuel Aragonés, en su calidad de miembro del Consejo General de Cáritas Española, ha asistido a la audiencia de su Majestad el Rey a los máximos representantes de la entidad con motivo del 75 aniversario de su fundación.
Durante el encuentro, celebrado en el Palacio de la Zarzuela, el presidente de Cáritas Española, Manuel Bretón, agradeció a Don Felipe “el apoyo incondicional, la colaboración estrecha y la cercanía permanente” de la Casa de Su Majestad el Rey a la labor de Cáritas Española.
En representación de toda la Confederación, Bretón trasladó a S.M. el Rey “el afecto de los más de 75.000 voluntarios, los 5.500 trabajadores contratados y los casi tres millones de personas con las que Cáritas ha logrado construir nuevas oportunidades dentro y fuera de España en coordinación con todas las Cáritas hermanas del mundo”.
“La esperanza, el tesón, la fe y el apoyo incondicional de las instituciones, donantes privados y empresas de nuestro país han sido un gran aliciente para intentar estar a la altura de la confianza depositada en Cáritas, como Iglesia en su acción socio caritativa”, añadió.
En la audiencia estuvieron presentes el presidente de la Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social y obispo responsable de Cáritas, monseñor Jesús Fernández; el vicepresidente Enrique Carrero; la secretaria general, Natalia Peiro; el delegado episcopal Vicente Martín, y los presidentes de las Cáritas regionales de Andalucía, Aragón, Canarias, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Galicia, Madrid, Comunidad Valenciana y Murcia.
Junto a ellos se encontraban también los consejeros por designación episcopal, el secretario general de Confer, la presidenta de la Asociación San Vicente de Paúl y los directores de la Cáritas Castrense y de las diocesanas de Barcelona, Madrid, Burgos y Málaga, además de los responsables de las áreas de Cooperación, Comunicación, Administración, Acción Social, Desarrollo Institucional y los miembros del Gabinete de presidencia.
Cáritas Española es la confederación oficial de entidades de acción caritativa y social de la Iglesia católica. Instituida en 1947 por la Conferencia Episcopal Española, tiene por objeto la realización de la acción caritativa y social, a través de sus miembros confederados.
Las 70 Cáritas Diocesanas repartidas por toda España promueven el desarrollo integral de las personas y los pueblos, especialmente de los más pobres y excluidos. Desarrolla su acción gracias a la financiación pública y privada, transformando estas aportaciones en las cifras más valiosas, aquellas que hablan de desarrollo, justicia y esperanza.
Durante el año 2021, Cáritas invirtió un total de 403.158.987 euros, de los cuales el 69% procedió de aportaciones privadas de donantes, participantes, empresas, instituciones, entidades de economía social y herencias y legados, mientras que el 31% restante resultó de aportaciones de las administraciones públicas.
Este año, el 26 de febrero, se cumplen 65 años de la creación de nuestra Cáritas Diocesana por mi predecesor, Mons. José Pont i Gol. Esta efeméride es una ocasión propicia para hacer memoria agradecida del pasado, y, mirando el presente, abordar el futuro con esperanza y con compromiso renovado. Al contemplar todos estos años damos gracias a Dios por todas las personas –voluntarios, trabajadores y colaboradores-, comunidades y grupos que, con su dedicación y entrega personal o con su aportación económica, han hecho posible el servicio de la caridad de nuestra Iglesia diocesana. Sin ellos no hubieran sido posibles las múltiples y variadas acciones a favor de los más pobres y necesitados, durante todo este tiempo.
En nuestra acción de gracias no olvidamos a las congregaciones, cofradias, asociaciones, que se esfuerzan diariamente por hacer realidad la ayuda a los pobres, así como al voluntariado de Manos Unidas o de la pastoral penitenciaria. Y cómo no, a las religiosas y los religiosos que en los diversos campos de la acción social se comprometen gratuitamente, siendo iconos del Jesús encarnado entre los pobres.
La fuente de la caridad en la Iglesia es Dios mismo que es amor, agapé, caridad. El amor de Dios manifestado y recibido en Jesucristo es el motor de vida de cada cristiano y de toda la comunidad cristiana. Hemos sido ungidos por el Espíritu del Amor y nos compete hacerlo vida. Vivir la caridad no es solo tarea individual ni puede dejarse a la buena voluntad de cada cual; la caridad es tarea de toda la comunidad eclesial en todas sus dimensiones: parroquial, diocesana y universal. Se trata no de algo opcional, sino de una tarea esencial, constitutiva, de nuestra vida cristiana y eclesial.
Benedicto XVI nos recordó que hay tres aspectos de la acción evangelizadora de la Iglesia que son inseparables: el anuncio de la Palabra de Dios, la celebración de los Sacramentos y el servicio de la Caridad. Son tareas que se implican mutuamente. Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia (cf. DCE 25a). Palabra, Sacramentos y Caridad no son acciones yuxtapuestas; se complementan mutuamente, unas llevan a las otras y todas son evangelización y de todas es responsable la comunidad. Ninguna comunidad realiza íntegramente su misión si no anuncia el Evangelio, si no celebra la fe y ora, si no sirve con amor a los hermanos más necesitados. Como ha repetido muchas veces el Papa Francisco, “la credibilidad de la Iglesia pasa por el camino del amor misericordioso y de la compasión que se abre a la esperanza”.
Nuestra caridad no solo ha de ser afectiva, sino también debe ser efectiva, creíble y sacramental. La caridad necesita una organización para que el servicio preferencial a los más pobres sea ordenado, implique a la comunidad y responda de forma efectiva a las necesidades sociales de cada momento en nuestro territorio. Este servicio organizado lo vienen realizando entre nosotros diversas organizaciones, congregaciones e instituciones. La Iglesia, sin embargo, ha querido que sea Cáritas Diocesana, presidida por el Obispo, el cauce ordinario y oficial de la Iglesia particular para la acción caritativa y social.
Nuestra Cáritas diocesana es, pues, la organización eclesial llamada a expresar el Amor de Dios, siendo cauce eclesial privilegiado y concreto de la comunión y del servicio (diakonía) con los más pobres y, por tanto, contribuyendo de modo eficaz al proceso evangelizador del pueblo de Dios en nuestra Diócesis.
Cáritas no puede perder nunca de vista que tiene su fuente en el misterio mismo de Dios-Amor, que ha salido a nuestro encuentro en Jesús. Su identidad y tarea es hacer visible y patente el amor preferencial de Jesús por los más pobres, alentar y encauzar este amor en su comunidad, haciendo que sea lo más eficaz posible al servicio de los que menos tienen. Cáritas diocesana está llamada, pues, a animar, acompañar, coordinar, programar y buscar con creatividad respuestas y acciones significativas a la situación social en la que nos movemos. Con palabras de San Pablo, “la caridad de Cristo nos apremia” (2Cor 5,14) a vivir para Cristo, desde Él y con Él al servicio de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Hemos de seguir potenciando Cáritas Diocesana y el voluntariado. Para nuestra Iglesia, la caridad y su servicio es algo propio e irrenunciable. ¡No tengamos miedo! El Señor camina con nosotros en todo momento.
La semana del 8 al 14 de noviembre ha sido un tiempo especial de celebración para todos los que forman parte de la familia Consolación en Onda, puesto que han celebrado los 130 años de la fundación del Colegio y de la presencia en la localidad de Onda de las Hnas. de la Consolación.
Durante esta semana se han programado una serie de actividades para poder celebrar un acontecimiento tan relevante, siempre teniendo presente la situación que estamos viviendo en los últimos tiempos. Además de las tutorías que se han llevado a cabo para acercar la historia del Colegio a los alumnos del centro, toda la comunidad educativa, de forma organizada, ha tenido la oportunidad de participar en el pintado de uno de los muros del patio, una experiencia que ha permitido aunar el espíritu de cooperación y hermandad por el que se ha apostado desde sus inicios. Además, también ha podido dejar plasmadas sus felicitaciones en un mural a la entrada del Colegio.
El almuerzo de hermandad del viernes 12, donde cada curso, desde sus respectivas clases ha podido degustar una exquisita “coca mal feta” acompañada de chocolate para celebrar el aniversario del Colegio ha supuesto el cierre a las actividades conmemorativas en horario lectivo. Sin embargo, la semana de celebración tuvo su colofón el domingo 14 de noviembre, cuando, coincidiendo con la celebración del Día del Carisma de la Consolación y la V Jornada Mundial de los Pobres, se celebró una Eucaristía de acción de gracias donde, además de la comunidad parroquial, participaron profesores, personal del centro, alumnos del colegio y sus familias, la junta de la Cooperativa, miembros del MIC, del COM y de la ONGD Delwende, antiguos alumnos, hermanas de la Consolación de distintas comunidades y, en definitiva, todos aquellos que sienten la Consolación como algo suyo.
M.ª Rosa Molas nos ha dejado como legado la entrega a Dios y el servicio al ser humano. Este es el espíritu que ha movido al Colegio en este tiempo, deseando que continúe muchos años más. Educar en clave de consolación es educar la mente y el corazón de cada niño y de cada joven, o como diría M.ª Rosa “educar en ciencia y en virtud”. Para más información sobre los orígenes y la historia del Colegio, esta es la reseña histórica alojada en la web del centro.
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