El cuerpo de bomberos de la ciudad de Castellón celebró ayer el 165º aniversario de su fundación con una Eucaristía en la Basílica de Nuestra Señora de Lledó, presidida por el Obispo de la Diócesis, D. Casimiro López Llorente; y concelebrada por el Prior, D. Joaquín Guillamón, y el Secretario Particular, D. Ángel Cumbicos.
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Los bomberos estuvieron acompañados por diversas autoridades y miembros de la corporación municipal, encabezada por la alcaldesa, Begoña Carrasco, y en la celebración pidieron la protección de su santo patrono, San Juan de Dios.
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D. Casimiro les agradeció su trabajo, muy importante y necesario “para que nadie perezca en los incendios y se destruya la vegetación”, dijo haciendo mención a la tragedia ocurrida hace unas semanas en Valencia y a los incendios forestales que sufrimos el verano pasado.
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San Juan de Dios, que fue nombrado patrono de los bomberos por su heroica actuación al salvar a los enfermos de un Hospital de perecer en un incendio. Antes de ello, el Señor “le fue llevando a la conversión a Dios para ponerse al servicio de los más pobres, de los necesitados, de aquellos en los que el mismo Jesús se muestra”, hasta que fundó la Orden Hospitalaria. “Fue ese encuentro con Dios el que cambió su vida – indicó – y le hizo dedicarse a vivir el amor que había recibido de Dios en el amor y en el servicio a los hermanos”.
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Por ello les animó a fijarse en la vida del santo y a acudir a él. “Lo tenéis como patrono, y eso significa tenerlo como protector, pero sobre todo como guía, y lo que él os muestra es como seguir las huellas de Cristo Jesús, que se entregó hasta el final para ponerse al servicio de los demás, para que creyendo en Él tengan vida”. añadió el Obispo.
Ayer día 25 de marzo, el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, cumplía el vigésimo tercer aniversario de su ordenación episcopal. Lo celebró en Segorbe, junto al presbiterio diocesano, tras la celebración de la Misa Crismal.
El 2 de febrero de 2001, Juan Pablo II le nombró obispo de Zamora, recibiendo la ordenación episcopal y tomando posesión de la sede el 25 de marzo de ese año. Su lema episcopal es ‘In servitium communionis’ (Al servicio de la comunión).
El 25 de abril de 2006 fue designado, por Benedicto XVI, Obispo de Segorbe-Castellón; tomando posesión de nuestra Diócesis el 23 de junio del mismo año.
Los fieles de Borriol se unieron ayer en acción de gracias a la Eucaristía que, presidida por el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, se celebró en la Iglesia de Santa María como motivo del 40º aniversario de la construcción del templo.
Fue concelebrada por el entonces párroco Mosén Pere Saborit, así como por el actual, Mosén Salva Prades, y el Secretario D. Ángel Cumbicos. Con júbilo y la alegría de sentirse hijos amados por Dios, D. Casimiro recordó cómo la construcción del nuevo templo fue promovida por Mosén Pere Saborit quien, habiendo dejado su anterior destino episcopal en Almassora, se le encomendó, por deseo del entonces Obispo, la construcción de la nueva Iglesia pues la antigua quedaba muy lejos de la población.
De esta forma, el Obispo dio gracias a Dios por cuantos lo hicieron posible, citando al arquitecto, D. Francisco Segarra, y al contratista, D. Carlos Villarrocha, que estuvieron presentes, «así como a todos aquellos que colaboraron con sus donativos a que esta Iglesia fuera realidad». D. Casimiro puso de relieve la importancia de que la Iglesia esté «visible y físicamente cercana a la población para que Dios se haga presente y cercano a todos». La Iglesia, dijo, «es la casa de la comunidad parroquial y presencia durante siglos de el Mesías, a cuya venida nos estamos preparando en este tiempo de Adviento».
Y es que la celebración coincidió con el segundo domingo «de este tiempo de preparación para la celebración gozosa de la primera venida del Hijo de Dios», enfatizó nuestro Obispo, exhortando a los presentes a prepararnos para ese encuentro con el Señor. Recordó que el Señor sale cada día a nuestro encuentro, «especialmente a través de su Palabra y se nos ofrece para dejarnos encontrar por Dios».
Siendo así, se dirigió especialmente a los niños de la catequesis de Primera Comunión, explicándoles la importancia de la Eucaristía y de cómo «Jesús mismo se quiere unir a cada uno de nosotros». En este sentido, se refirió también al misterio de la Navidad, que se hace realidad en cada Eucaristía porque Dios viene a nosotros, en Jesús, por amor a cada uno de nosotros y sale a nuestro encuentro en los acontecimientos de cada día».
De esta forma, se refirió también al Evangelio proclamado en el que ayer se nos interpelaba a «preparar los caminos del Señor». D. Casimiro exhortó a «mirarnos hacia adentro y ver qué es lo que impide al Señor entrar en nuestro corazón». También hizo hincapié en la «dimensión comunitaria parroquial» para que el señor ocupe el centro, «dejándonos evangelizar y unidos en Cristo Jesús, seguir siendo presencia suya aquí».
El Palacio Episcopal de Castellón ha acogido este mediodía la celebración del 73 aniversario de nuestro Obispo. Mons. Casimiro López Llorente ha recibido la felicitación del presbiterio de la Diócesis, así como de la curia diocesana que le ha trasladado el Vicario General, D. Javier Aparici, que lo ha hecho también «en nombre de todos los fieles de la Diócesis que hoy se unen en oración por nuestro querido pastor», ha dicho.
Una oración en la que se ha pedido especialmente a Jesucristo, «las riquezas de su gracia para que lo llene de nuevas y revitalizadas fuerzas, proyectos e iniciativas para que pueda progresar con renovadas ideas en su actividad pastoral, sobre todo, en la caridad para con Dios y para con el prójimo».
Del mismo modo, ha sido una celebración de acción de gracias a Dios, «por todos estos años presente entre nosotros». Gratitud que se ha hecho extensiva por «comprendernos y comprometernos a anunciar el Evangelio con alegría apostólica», y también «por alentarnos, apoyarnos, corregirnos y guiarnos por el camino del Señor».
Finalmente se ha pedido al Espíritu Santo «que le siga iluminando en el gobierno de nuestra Diócesis, para que se manifieste como buen pastor que apacienta y conoce bien a sus ovejas, por su ardiente celo por la gloria de Dios, por la abundancia y profundidad de su doctrina y por su gran constancia en el cumplimiento, día tras día, de su misión entre nosotros».
Primer 5 aniversario de nuestra misión en España (de muchos más)
Han pasado 5 años desde la fundación de nuestra misión en Benicasim, ¡5 maravillosos años! ¿Os acordáis?
Llegamos cuatro de nosotras, sin conocer el idioma ni creernos del todo estar aquí. Hoy en día, mirando hacia atrás, aun nos sorprende el giro inesperado que dieron nuestras vidas y como estos cinco años nos han llenado de gratitud por lo vivido. Voy a mencionar algunos aspectos por los que estamos más agradecidas a Dios:
TIEMPO DE POBREZA
Invitadas a una cultura tan diferente de la polaca, llegamos con un conocimiento muy básico de la historia de este país y nulo del idioma. Este simple hecho nos impidió establecer un diálogo cotidiano con la gente, con el mundo que nos rodeaba. Aprendimos a escuchar y a conocer de otra manera: observando, escuchando con el corazón, callando.
No podíamos proponer nada, ningún apostolado, no sólo por las limitaciones lingüísticas, sino sobre todo porque no conocíamos a la gente, sus necesidades y sus experiencias. Lo único que podíamos hacer era amar y dejar que nos amaran y se entregaran de tantas maneras… ¡Oh, sí! Los feligreses nos acogieron con un gran corazón, con generosidad, con alegría, con un cariño inmediato que expresaron diariamente de mil maneras.
Dios nos trajo de una vida ajetreada y acelerada en Polonia al desierto, detuvo el ritmo de la vida y quiso hablar a nuestros corazones. Era como si nos llamara de nuevo, preparándonos lentamente para una nueva misión. Nos quitó toda sensación de poder y fuerza, nuestras herramientas más básicas, nos hizo pequeñas e indefensas en tantos ámbitos. Teníamos a Dios y sólo Él nos bastaba. Esto despertó en la gente mucho amor por nosotras y a nosotras nos dio una gran lección de humildad.
TIEMPO DE COMUNIDAD
Desde el principio, también ha sido una época especial de consolidación de relaciones en nuestra comunidad. Nos teníamos al principio solo las unas a las otras y pasábamos días enteros juntas. Cuatro caracteres y personalidades tan diferentes, cuatro historias de vida tan distintas. Ha sido un tiempo de conocernos, un tiempo de escuchar y un tiempo de compartir de la manera más sincera y profunda que sólo estas circunstancias podían fomentar.
Puesto que Dios nos ha conducido al desierto, queríamos vivir este tiempo juntas de manera fructífera. Aprovechamos para leer juntas nuestras Constituciones, los documentos de la Iglesia sobre la vida religiosa (Vitae consecrata), nos interesamos y pedimos lecciones sobre la historia de la Iglesia en España. Comenzamos un interesante e intenso programa de formación, con la ayuda de nuestros nuevos directores espirituales y de nuestro infalible tutor, Don Luís Oliver.
Rezamos y hablamos mucho: ¿cómo vivir en este mundo postcristiano? ¿Qué espera Dios de nosotras? Nos hicimos preguntas sobre nuestra identidad en el contexto de la desaparición de la vida consagrada en Occidente. Lo bueno de empezar de cero es poder asentar unas bases sólidas y meditadas.
ESPERA
Desde el principio no hemos tenido ninguna duda de que era Dios quien guía esta historia, esta misión. Parece que a Él no le interesaba demasiado nuestra creatividad o iniciativa en esta aventura, sino que buscaba nuestra docilidad y obediencia. Dios nos hizo comprender que debíamos esperar, rezar y seguir esperando, sin impacientarnos, él nos mostraría sus planes a su debido tiempo. Le preguntamos muchas veces: ¿qué esperas de nosotras aquí? …A veces su respuesta venía con una suave sonrisa, a veces con silencios, a veces a través de las palabras de los directores espirituales: «vivid el carisma, sed santas, lo demás vendrá con el tiempo».
Esta gracia de la espera purificó nuestras intenciones, nuestras ambiciones apostólicas, nuestro celo polaco… Si soy santa, eso le basta a Él. ¡Cuánta luz y libertad da esto!
LA ALEGRÍA DE LOS PRIMEROS PASOS
Después de las primeras semanas y meses, Dios nos fue invitando poco a poco a participar en sus planes para la Diócesis de Segorbe-Castellón. Dimos nuestros primeros pasos en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva en Benicàssim – fuimos participando en las catequesis, en Cáritas, en los hogares de ancianos y personas que viven en soledad. Con el tiempo, cuando fuimos cogiendo cierta base lingüística y cultural que nos hizo sentirnos un poco más seguras a cada una de nosotras, se nos fueron abriendo diversos caminos: algunas fueron llamadas a participar más en el Colegio católico Mater Dei, otras en el COF (Centro de Orientación Familiar). Y cuando ya habíamos iniciado nuestro camino, Dios lentamente empezó a soltarnos la mano, como si dijera: adelante, pruébalo, continúa tú misma.
Y así comenzaron nuestras iniciativas como los encuentros de Lectio Divina, los Encuentros Matrimoniales, las convivencias para niños y jóvenes, los retiros familiares. En todo ello nos sentimos todavía hoy con esa alegría fresca y el entusiasmo de un niño que sabe que El Padre amoroso le mira constantemente, le protege y le sonríe. Y le anima a seguir avanzando y cada vez andar con más seguridad.
Nos hemos enamorado mucho de esta gente, rezamos mucho por ellos y le preguntamos a Jesús: «Señor, ¿qué podríamos hacer nosotras junto a ti por ellos?». Porque sabemos que esto no es más que el comienzo de nuestra misión en España.
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Esta misión nos ha cambiado a cada una de nosotras. Nos sentimos llenas de libertad interior, felicidad y entusiasmo: éste es Su don, el fruto de Su amor.
Hace poco alguien me preguntó: «¿No te priva este mundo secularizado de la esperanza y del celo apostólico?». Le contesté rápidamente: «¡No! Este es Su mundo, Su Iglesia y Su misión a la que nos ha invitado. Como decía Santa Teresa de Jesús: «Dios y yo somos mayoría». ¡Estamos en Su equipo! Y cuando uno se sabe amado y salvado, es capaz de hacer más de lo que puede por sí mismo.
Moncofa está en plenos festejos de Santa María Magdalena, celebrando este año el 600 aniversario del Desembarco (1423-2023), declarado Fiesta de Interés Turístico Provincial. Todos los vecinos y vecinas del municipio esperan con ilusión este acto cada mes de julio, que tuvo lugar ayer, lunes 24.
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A las 18.45 h. daba comienzo la ofrenda en la ermita por parte de todas las festeras y corte de honor. Posteriormente, en este año tan especial de la Fiesta de la Ermita, los moncofinos recibieron a su patrona Santa María Magdalena por la orilla del mar, saliendo en procesión desde la ermita.
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Tras el Desembarco, como es ya tradición, se recitaron los versos y continuaron en procesión hasta la ermita, donde se celebró la Misa, presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente.
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Como si fuera un barco, Santa María Magdalena “quiere guiar también esta nave que es vuestra comunidad parroquial por los mares de esta vida. Es lo que hace el patrón, el que especialmente en la tempestad ayuda a que el barco navegue hacia buen puerto, hacia puerto seguro”, dijo en al comienzo de la homilía.
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Ella es “una discípula del Señor, la testigo de su vida y de su resurrección”, recordó. También “la segunda misionera en la historia”, tras la Virgen María. Formaba parte “del grupo que seguía a Jesús, fue la mujer pecadora a la que perdono Jesús, aquella de la que fueron expulsados varios demonios, por eso le seguía con más amor, con más intensidad. Ella acogió la palabra que Jesús iba proclamando y se dejó convertir en su corazón cada vez más al Señor”, explicó.
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También fue testigo “de la palabra, de las obras, de los milagros de Jesús. Ella, junto con las otras mujeres y María, la madre de Jesús, fue testigo directo del caminar hacia el calvario, de la crucifixión, de la muerte y del enterramiento de Jesús”. Pero también de la resurrección, porque “fue elegida por Jesús para ser la primera que se encontrase con Él en esa nueva forma de vida, resucitado, para que todo el que crea en Él tenga vida y vida eterna”.
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Y ella es misionera, porque recibe el encargo de Jesús “de ir a comunicar a sus hermanos lo que ha visto”, y “llena de alegría por haberse encontrado con el Señor corre hacia Jerusalén para anunciar a los discípulos, a los apóstoles encerrados en una sala por miedo a los judíos, que el Señor había resucitado”.
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D. Casimiro animó a fijarse en estos rasgos de Santa María Magdalena, gran modelo para los cristianos. “Si queremos realmente que nuestra devoción a la Magdalena no sea una tradición anual, sino que realmente ella sea nuestra patrona y guíe los caminos de nuestra vida, tanto personal como familiar o comunitaria, tenemos que seguir estos rasgos”. Ser de verdad discípulos del Señor.
En laEucaristía de clausura del 475 Aniversario de la Cofradía de la Purísima Sangre
La Capilla de la Purísima Sangre de Jesús, en Castellón, acogió ayer tarde la Misa de clausura de la celebración del 475 aniversario de la fundación de la Cofradía, que estuvo presidida por Mons. Casimiro López y concelebrada por D. Miguel Simón, y el secretario, D. Ángel Cumbicos.
Fue una celebración de acción de gracias a Dios por los dones, que a lo largo de los años, el Señor ha concedido a la Cofradía y a los cofrades, dijo D. Casimiro, a través de la devoción al Cristo de la Sangre. Una devoción, resaltó el Obispo, que «vivida con intensidad, fidelidad y perseverancia, aviva nuestra fe y fortalece nuestra vida cristiana», exhortándoles a mantenerse firmes en ella.
El Obispo puso el acento en la Eucaristía que es «acción de gracias por el Misterio Pascual», actualizando en cada Misa, la muerte y resurrección de Jesucristo, que es el misterio central de nuestra fe.
El Señor nos llama a unirnos a Él «para formar una verdadera Iglesia donde fieles cristianos, creyentes, discípulos y testigos, salgamos a la misión», porque tal como advirtió D. Casimiro, «no existimos para nosotros sino para llevar a otros el gran don de la fe». El conjunto de la Iglesia existe para evangelizar «partiendo de la fuente del amor que es Cristo Jesús».
Se refirió así a la Palabra proclamada que recordaba la misión de la Iglesia, «que lo es también de la misma Cofradía de La Sangre y de todos los cristianos llamados por Jesús, como a sus discípulos, a vivir unidos a Él y anunciar su Evangelio». Así recordó también la celebración del Año Jubilar Mariano con motivo del centenario de la coronación de la Mare de Déu del Lledó, en el que estamos llamados «a crecer en comunión, en unión con Cristo, con Dios y en los hermanos para así ser fermento de la transformación de nuestro mundo», cada vez más necesitado «de trabajar desde la solidaridad, la caridad y la fraternidad».
Citando a Benedicto XVI y al Papa Francisco recordó, precisamente, que el cristiano nace precisamente de «ese encuentro personal y transformador con Cristo Jesús que cambia la mente y el corazón y orienta nuestra vida». En este sentido exhortó a los presentes a «mantener vivo ese encuentro mediante la oración y la participación en la Eucaristía, caminando juntos como Iglesia del Señor».
Coincidiendo con la festividad de San Juan Bautista, al finalizar la Misa de clausura por el 475 aniversario de la Cofradía, D. Casimiro bendijo un cuadro de cerámica del santo, precursor de Jesucristo.
Este mediodía se ha celebrado, en la Casa Sacerdotal «Familia de Nazaret», en Castellón, donde residen los sacerdotes jubilados, el X aniversario desde su remodelación, con una Eucaristía que ha estado presidida por Mons. Casimiro López Llorente, Obispo de la Diócesis.
Ha sido una celebración de acción de gracias por todos los que están llamados a formar la casa como hogar, ha dicho el Obispo, así como por el personal que los atiende. Gracias a Dios, ha insistido D. Casimiro, «por concedernos el don de tener una residencia para propiciar un hogar» que ha permitido durante estos diez años caminar juntos en las dificultades y tribulaciones, recordando especialmente a todos cuantos han formado parte de ese hogar y que hoy gozan de mejor vida junto al Padre.
Una casa, cuyo fin, cuando se inauguró y se bendijo, ha recordado hoy D. Casimiro, «era convertirse en una casa de referencia para nuestro presbiterado diocesano y que había que construir entre todos porque a todos está destinada para ser atendidos y cuidados humanamente, pero también espirirual, psicológica y sanitariamente».
Les ha exhortado a «la alegría, la generosidad y la caridad» recordando la Carta de San Pablo a los Corintios que se ha leído en la primera lectura. Les ha animado crecer en la alegría cristiana que da saberse amados por Dios «pese a las pruebas y tribulaciones, incluso ante los achaques, porque Dios sigue obrando en cada uno de vosotros». Y es que la alegría cristiana, ha dicho D. Casimiro, se basa «en la confianza y la fe en Cristo de Jesús y a través de Dios Padre, que nunca nos abandona». Pese a todo, ha reconocido que no siempre es fácil, sobre todo en la enfermedad, reconocer la voluntad de Dios que, en ocasiones, «permite achaque para fortalecernos desde la prueba».
También se ha referido a la generosidad de la que habla San Pablo para ayudar a la Iglesia más pobre. En este sentido ha reconocido «la necesidad de ayudar, entre todos, a que la Casa tenga los medios suficientes para poder ofrecer los servicios y la atención» que los sacerdotes residentes necesitan. Pero también, ha matizado, «la generosidad, no es solo dar, sino darse y estar pendiente del otro», practicando la caridad con el hermano.
La celebración, en la que han concelebrado los Vicarios general, D. Javier Aparici; de Pastoral, D. Miguel Abril; y para el Clero, D. Marc Estela; junto al Director de la Casa Sacerdotal, D. Alberto Sanahuja; y el Secretario D. Ángel Cumbicos, ha finalizado con una comida fraterna.
Presidida por Mons. Casimiro López Llorente en la S.I. Catedral de Segorbe
Se cumplen este mes 125 años de la presencia de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia de Nazaret en la Diócesis de Segorbe-Castellón. La orden, fundada en 1885 por el capuchino valenciano D. Luis Amigó, tuvo su origen en el Santuario de Nuestra Señora de Montiel, en Benaguacil (Valencia). Su carisma y espiritualidad les vinieron dadas por su fundador.
Ahora se cumplen 125 años, desde que cuatro hermanas de la orden, procedentes de Masamagrell, se instalaron en un edificio cedido por un matrimonio segorbino. Así crearon un Asilo para acoger y educar a las niñas huérfanas de Segorbe y de los pueblos vecinos, una labor que, salvando las distancias generacionales y las necesidades actuales, siguen realizando.
La conmemoración se ha celebrado con la organización de diversos actos que han tenido su máxima en la celebración Eucarística que ha tenido lugar esta mañana en la S. I. Catedral de Segorbe y que ha estado presidida por el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente. En la misma han participado también los párrocos de Santa María, San Pedro, en Segorbe, el de San Miguel Arcángel de Altura, y el secretario del Obispo. También de así como la Hermana Provincial, junto a las Hermanas Terciarias Capuchinas de Segorbe y las autoridades locales, con la Alcaldesa a la cabeza, como máxima representante de las mismas, así como feligreses de las parroquias segorbinas y demás representantes de Cofradías, movimientos y asociaciones eclesiales.
Tras la proclamación de la Palabra, el Obispo ha tenido palabras de agradecimiento a la labor que durante más de un siglo vienen realizando las hermanas en pro y en beneficio de los más necesitados. D. Casimiro, gran conocedor de la Iglesia que pastorea, ha realizado un breve repaso por su historia, y ha recordado cómo comenzaron su andadura y su servicio en nuestra Diócesis. Por ello, hoy nuestro Obispo ha dado «gracias a Dios por el servicio prestado desde entonces por la Casa de Nuestra Señora de la Resurrección, poniendo en valor el sacrificio de las hermanas por tantas niñas y niños, huérfanos y vulnerables». Una vida, ha dicho, «que brota del Misterio Pascual a través de vosotras, queridas hermanas, que durante tantos años habéis trabajado dando vida».
En ellas se muestra, a lo largo de todos estos años, el rostro del mismo Jesucristo «acogiendo a tantos necesitados, acompañándoles y sanándoles de sus heridas, y haciéndoles sentir la cercanía, la misericordia y la compasión de Dios», que por otra parte, ha recalcado nuestro Obispo, «es la tarea encomendada a nuestra Iglesia». Y en este sentido, la celebración lo ha sido de acción de gracias «por los múltiples frutos que se han derivado a través de vosotras en estos niños y niñas, gracias. ala presencia del Señor en vosotras».
D. Casimiro no es ajeno tampoco a los dones de tantas personas de Segorbe que en este trayecto han acompañado a las Hermanas «en su labor y misión en el pasado, pero también en el presente a través de la Asociación de Amigos de Fray Luis Amigó».
La conmemoración, ha dicho el Obispo, «ha de servir para recordar el origen, sin olvidar la duras pruebas, pero sobre todo, para vivir el presente poniendo la mirada en el futuro haciéndolo desde la Palabra de Dios» que se ha proclamado hoy que ha mostrado a Jesús «como la resurrección y la vida, mostrándonos que Él es el camino, la verdad y la vida: verdadero Dios y verdadero hombre». Y ha recordado la celebración litúrgica de ayer de la Anunciación del Señor y el Misterio de la Encarnación.
Cristo Jesús, fuente de vida, a través de las Hermanas Terciarias Capuchinas «de vida y llegue a los más necesitados, a aquellos que el Señor va a seguir poniendo en vuestras manos». Y así ha recordado el importante papel de la Iglesia en favor de la vida desde siempre, antaño por los huérfanos y hoy, «en este estado del bienestar nadie lo va a hacer como vosotras, consagradas a Dios, en Cristo para servir a los más necesitados y acueducto del agua que brota del amor de Dios». Y así, a través de la cercanía que muestran, «cada joven, cada adolescente, sienta la cercanía misma de Dios y su misericordia». Y es que ellas, ha valorado D. Casimiro, a pesar de su voto de castidad, sienten «como Madres desde las mismas entrañas y actúan como tal dando amor y mostrándolo ante aquellos que el Señor ponga en vuestras manos».
De esta forma las ha exhortado a seguir poniendo «la confianza en el Señor que es el único capaz de dar vida, luz, esperanza y aliento en nuestro caminar» refiriéndose a que éste es su presente y que «en manos de Dios» está su futuro, «porque Él nunca nos abandona». Ellas, igual que todos los que formamos el Pueblo de Dios de Segorbe-Castellón, ha concluido el Obispo, están «llamadas, en este Año Jubilar, a salir a la misión y a llevar la buena noticia de Cristo Jesús, a todos aquellos con quienes os relacionéis». Todo ello lo ha puesto D. Casimiro, «a los pies del Altar, elevando súplica y oración «para que Nuestra Señora de la Resurrección y Madre de Dios os siga protegiendo, guiando y alentando en vuestro caminar».
A la celebración de hoy se han sumado otros actos. El pasado viernes, con motivo de la efeméride, se celebró un acto de carácter cultural que consistió en una conferencia y un concierto. También hoy, al finalizar la Eucaristía se ha realizado una ofrenda floral a Fray Luis Amigó, en la escultura que se erige la plaza de la Seo.
Ayer, el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, cumplía el vigésimo segundo aniversario de su ordenación episcopal como Obispo. Su primer destino fue Zamora y, desde 2006, para Gloria de Dios, pastorea nuestra Diócesis.
La agenda de nuestro Obispo para este fin de semana lo mantuvo alejado de una celebración con carácter más personal, pues él, fiel y humilde servidor del Pueblo de Dios de Segorbe-Castellón, antepuso sus tareas pastorales sirviéndonos a todos de ejemplo y, sin mencionarlo en ninguna de las celebraciones que presidió, nos hizo recordar el Evangelio de Marcos (9, 30-37: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Sin embargo, la cita no pasó inadvertida por los sacerdotes y fieles que participaron en los actos litúrgicos del día de ayer. Primero en la S.I. Catedral de Segorbe que, en este Año Jubilar, celebraba la última peregrinación por Arciprestazgos (Pla de l’Arc, Albocàsser y Llucena), y ya por la tarde, en la Basílica de la Mare de Déu del Lledó, también ante la imagen de la Virgen Peregrina de los Desamparados y bajo la protección de la Patrona de Castellón.
De esta forma, D. Casimiro celebró el aniversario de su ordenación episcopal con el afectuoso, sincero y cálido reconocimiento de los sacerdotes y los fieles de la Diócesis. Por la mañana, en la Catedral de Segorbe, sonó con brío «ad multus annus» al tiempo que los sacerdotes le hacían entrega de un obsequio y los fieles rompían en un caluroso aplauso. También por la tarde, los fieles que acudieron a la Basílica del Lledó, se sumaron, con su aplauso, a la felicitación a nuestro Obispo, mientras el Prior de la Basílica, D. Joaquín Guillamón, le hacía entrega de un obsequio.
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