El martes pasado, día 26 de octubre, se reunió la Comisión del Fondo Diocesano ante el Covid-19 para valorar todos los casos presentados por las Cáritas en el territorio.
Esta semana se han presentado 7 solicitudes de ayuda, por parte de la Cáritas Parroquial del Santísimo Cristo del Carbonaire de La Vall d´Uixó, de la Cáritas Parroquial de la Arciprestal San Jaime de Vila-real, y de los equipos de las Cáritas Parroquiales de San José Obrero, de la Santísima Trinidad y de Ntra. Sra. de la Esperanza de Castellón.
En esta ocasión, las ayudas se van a destinar a cubrir facturas de alquiler y de suministro de luz, sumando una cantidad total de 1.505,13 €.
Ayer, martes 19 de octubre, se reunió la Comisión del Fondo Diocesano ante el Covid-19 para valorar los casos presentados por las Cáritas en los territorios. Esta semana se han presentado 8 solicitudes de ayuda, por parte las Cáritas Parroquiales de la Stma. Trinidad, de Santo Tomás, y de San José Obrero de Castellón, así como de la Cáritas Parroquial de San Bartolomé de Onda. Con una cantidad total de 1.952,29 € se van a poder cubrir alquileres y facturas de suministro de agua y de luz.
Por otra parte, la Comisión ha trasladado su preocupación por “las personas y familias que están en nuestro país en situación administrativa irregular, nos encontramos con situaciones muy dramáticas y con pocas posibilidades de progresar o vivir dignamente, además, podemos constatar que hay personas que sacan provecho de estas situaciones dramáticas, cobrando por alojamientos que no guardan las mínimas condiciones de habitabilidad o potenciando la explotación laboral”.
Cabe recordar también que el Fondo Diocesano ante el Covid-19 ha sido galardonado por los III Premios Solidarios “Cadena 100 Castellón”, que se entregarán el próximo 28 de octubre: “Creado específicamente durante el Confinamiento y continuado en el resto de Pandemia, para reforzar las ayudas de las Cáritas parroquiales, en aquellos lugares donde sus recursos propios no llegaban a ofrecer la asistencia a las personas más desfavorecidas por la situación social creada, aprobando, semanalmente, ayudas de emergencia que se destinan al pago de recibos o alquileres”.
Ayer, martes 28 de septiembre, se reunió la Comisión del Fondo Diocesano ante el Covid-19 para valorar todos los casos presentados por las Cáritas en el territorio. Esta semana se han presentado 6 solicitudes de ayuda, por parte de los equipos de Jesús Obrero y del Santo Ángel a través de la Cáritas Interparroquial de La Vall d´Uixó, y por parte de los equipos de las Cáritas Parroquiales de Santo Tomás de Villanueva, de Ntra. Sra. de los Ángeles y de San Francisco de Castellón.
Con ello se va a dar respuesta a necesidades de suministro de luz y de agua, de alquileres, para la compra de un calentador de agua de segunda mano, y para poder asistir al dentista, sumando una cantidad total de 1.161,19 €.
Gracias al trabajo de la Comisión es posible dar una respuesta rápida a las necesidades más urgentes de los equipos, de las familias y de las personas, siendo un verdadero ejemplo de comunión de bienes diocesano. Cabe recordar que estas peticiones de ayuda se pueden atender gracias a las aportaciones de los equipos parroquiales, así como a los donativos de particulares, que realizan al Fondo.
Ayer, martes 21 de septiembre, se reunió la Comisión del Fondo Diocesano ante el Covid-19 para valorar los casos presentados por las Cáritas en el territorio.
Esta semana se han presentado 10 solicitudes, una de ellas denegada a la espera de recibir más información. Así, han presentado las Cáritas Parroquiales de San Bartolomé de Onda, los equipos del Santo Ángel Custodio y de Santiago Apóstol a través de la Cáritas Interparroquial de La Vall d’Uixó, y el equipo de Cáritas Parroquial de San José Obrero de Castellón.
Las ayudas se han destinado al pago de suministros de agua y de luz, al pago de alquileres y a cubrir el coste de unas gafas. La cantidad total de las ayudas de esta semana ha ascendido a 1.385,37€.
Aunque la situación general sanitaria ha mejorado, y teniendo en cuenta las recomendaciones de las autoridades sanitarias ante la situación actual de la pandemia, según Resolución de 6 de septiembre de 2021 de la Consellería de Sanidad Universal y Salud Pública de la Generalitat Valenciana, es bueno recordar y tener en cuenta las siguientes indicaciones:
Por su propia naturaleza la catequesis de Iniciación Cristiana es presencial y comunitaria, por lo que hay que evitar las sesiones telemáticas a las que nos vimos obligados el curso pasado a causa de la pandemia.
A los salones de catequesis sólo pueden acceder los niños/jóvenes y los catequistas. Los padres y acompañantes no deben entrar a los salones. El uso de la mascarilla y el hidrogel, siguen siendo obligatorios para todos, al igual que la ventilación de las salas.
Los grupos pueden ser superiores a 10 participantes, siempre que se guarden las medidas sanitarias y la distancia de 1,5 m. entre las personas.
La vacunación es muy recomendable para la prevención de los contagios, por lo que los catequistas deberían estar vacunados, según los expertos la vacuna está siendo eficaz. “La vacunación nos ayuda a proteger a los más indefensos y es un acto de amor para toda la comunidad” (Papa Francisco). En este sentido, la Congregación para la Doctrina de la fe, en una Nota sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra la Covid-19, de 21 de diciembre de 2020 –aprobada por el Papa Francisco- afirma que “desde un punto de vista ético, la moralidad de la vacunación depende no sólo del deber de proteger la propia salud, sino también del deber de perseguir el bien común” y “que, a falta de otros medios para detener o incluso prevenir la epidemia, puede hacer recomendable la vacunación, especialmente para proteger a los más débiles y más expuestos” (n. 5). Así que no sería acorde a la moral católica, por todo lo expuesto anteriormente, hacer propaganda en contra de todo tipo de vacunas.
Para cualquier consulta, estoy a vuestra disposición.
Hoy, martes 14 de septiembre, se ha reunido la Comisión del Fondo Diocesano ante el Covid-19 para valorar las 7 solicitudes de ayuda presentadas. En esta ocasión se han presentado por parte de las Cáritas Parroquiales de Ntra. Sra. de la Esperanza, de la Santísima Trinidad y de Ntra. Sra. de los Ángeles de Castellón, así como por parte de la Cáritas Interparroquial de La Vall d’Uixó, que ha presentado una solicitud de Jesús Obrero.
Con un total de 1.662,38 € se ha dado respuesta a las necesidades de suministros de agua y luz, alquileres y una reparación de coche necesaria para poder aceptar un contrato laboral. Cabe recordar que estas peticiones de ayuda se pueden atender gracias a las aportaciones de los equipos parroquiales, así como a los donativos de particulares, que realizan al Fondo.
Hoy se han retomado la reuniones semanales de la Comisión del Fondo Diocesano ante el Covid-19 para valorar los casos presentados por las Cáritas en el territorio. Si bien durante el mes de Agosto no se han presentado necesidades, este martes, 7 de septiembre, durante la reunión de la Comisión se han valorado los casos presentados esta semana.
En total han sido seis las solicitudes presentadas por parte de la Caritas Parroquial de San Bartolomé de Onda, de la Caritas Parroquial de La Trinidad de Castellón, la de San Pedro del Grao de Castellón, y de la Caritas Parroquial de Jérica. Las necesidades cubiertas han sido para el pago de suministros de agua y luz y para alquileres. Las ayudas totales de esta semana ascienden a 1.462,25€.
Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón ha compartido la situación que nos traslada nuestra Cáritas hermana de Cuba sobre la complicada realidad que se está viviendo en el país.
Están en el peor momento de crisis sanitaria con colapso de los centros hospitalarios por un enorme rebrote de Covid-19 que viene dándose en las últimas semanas y que cada día alcanza nuevos records. Los casos se están triplicando cada día que pasa (6.000 casos positivos nuevos en 24 horas), especialmente en la provincia de Matanzas que presenta la situación más crítica.
La tasa de incidencia de esta enfermedad en Cuba en las últimas semanas es de 381 casos por cada 100 mil habitantes, siendo en la provincia de Matanzas de 1316, una cifra elevadísima. Hay más de 20.000 personas ingresadas. Hasta el momento ha habido 1405 víctimas por Covid19 desde que empezó la pandemia, pero están en el peor momento en cuanto a contagios y hospitalizaciones.
Ante esta situación, Cáritas Cuba contactó con el Ministerio de Salud Pública para conocer cuáles son las necesidades más prioritarias de los hospitales. La principal carencia es la de materiales desechables como jeringuillas, mascarillas, EPIS y material de cirugía, traqueotomías etc. Nos han contactado para ver si la red internacional de Cáritas podía aportar algo ante esta situación.
Cómo ayudar
Varias Cáritas Europeas están respondiendo a la llamada de auxilio de nuestra Cáritas hermana e intentando movilizar fondos para apoyarles, por lo que el Área de Cooperación Internacional solicita nuestra solidaridad para que quienes lo consideren puedan hacer la donación en la siguiente cuenta de La Caixa: ES7621002208300200254904, con el concepto “AYUDA A CUBA”.
Testimonio de Maritza Sánchez, Directora de Cáritas Cuba
A casi 16 meses de nuestro país estar siendo afectado por la pandemia provocada por el virus SARS-COV 2, en estos últimos 2 meses estamos enfrentando un severo rebrote de contagios y fallecidos por la COVID-19. En el momento de escribir estas líneas se reportaban ayer en nuestro país más de 40 mil personas infectadas con un promedio diario de más de 36 fallecimientos. Encontrándose ingresado 66 517 pacientes.
Hay un incremento desproporcionado de casos en provincias del Occidente del país como Matanzas donde desde hace más de 15 días se reportan más de 1000 contagios diarios. Las autoridades sanitarias del país junto al personal sanitario y gobiernos locales están enfrentando esta situación en medio de una seria situación social y económica caracterizada por déficit de medicamentos, medios de protección para el personal sanitario, material gastable, alimentos etc., a lo que se añaden una seria inestabilidad social en los últimos días.
Desde los comienzos de la pandemia la Iglesia Católica Cubana a través de sus obispos, sacerdotes, comunidades religiosas, laicos, y Caritas en Cuba hacen esfuerzos por mantener su compromiso caritativo y la promoción de la Paz Social que se ha tornado sensiblemente emergente debido a las complejas circunstancias que vive nuestro pueblo en estos momentos.
Hacemos un llamado a todas las personas de buena voluntad y Caritas hermanas para que con sus oraciones y solidaridad nos tengan presente, al mismo tiempo que agradecemos todos los gestos de apoyo que ha recibido nuestro país en tan difíciles circunstancias para favorecer la promoción del Amor, la Misericordia, la Paz, el Bien Común y la Justicia Social entre nosotros.
Como todas las semanas, ayer martes se reunió la Comisión del Fondo Diocesano ante el Covid-19 para valorar los casos presentados por las Cáritas en el territorio.
En esta ocasión se han presentado 6 solicitudes particulares y 1 petición global. Ha solicitado la Cáritas Interparroquial de Segorbe, las Cáritas Parroquiales de la Santísima Trinidad, de Ntra. Sra. de la Esperanza y de San José Obrero de Castellón, y la Cáritas Parroquial del Santo Ángel Custodio de La Vall d´Uixó.
Las ayudas se han destinado a la compra de alimentos frescos a través de vales, al pago de facturas de alquiler, de suministros de luz y agua, y al pago de una vacuna. La cantidad económica ha ascendido a un total de 2.873,49€.
Desde la Comisión recuerdan que en agosto no se reunirán, “pero los casos que puedan surgir que sean urgentes se pueden presentar y, si es necesario, se cubrirán”.
Hoy hace justo un año que entrevistamos a la familia Rubio Millán, una familia de nuestra Diócesis que está en misión en Ucrania desde hace 10 años. Ahora hemos vuelto a hablar con ellos para que nos cuenten como están y como han vivido este año de misión allí.
Son el castellonense David Rubio (36 años) y la vallera María Millán (34 años), de la parroquia de Santo Tomás de Villanueva, Castellón, en la que desde hace 23 años forman parte de la 4ª comunidad del Camino Neocatecumenal, “donde estamos siendo formados en un itinerario de formación cristiana”, explican, y donde “hemos descubierto a Jesucristo y el amor de Dios, viviendo la fe en comunidad”. Eso es “lo que nos ha hecho partir, abandonar todo e ir a anunciar este amor”.
David y María tienen ocho hijos: Israel (14), Josué (13), David (10), Juan (9), Pablo (7), Francisco Javier (5), que es el único nacido en la misión, en Odesa, María (3) y Cecilia (1). Además, están de enhorabuena, pues están esperando a su novena hija, “que se llama Gloria, y que está previsto que nazca en dos semanas”.
Explican que estaban “dispuestos a ir a cualquier parte del mundo”, y en el año 2010 la Iglesia les envió y les dio como destino Ucrania. Allí fueron enviados en el 2011 por el Papa Benedicto XVI, y posteriormente por el Papa Francisco. Desde entonces, 9 años, han estado en la diócesis de Odesa-Simferópol, aunque este año han cambiado de diócesis, concretamente a la de Kiev-Zhytómyr.
La última vez que hablamos, hace justo un año, nos contabais que habían fallecido 1500 personas por coronavirus en Ucrania. ¿Cómo está actualmente el país?
Ha habido un cambio, porque ahora los datos dicen que hay más de 2 millones de contagios, y cerca de los 50.000 fallecidos. También hay que tener en cuenta que Ucrania no está dentro de la Unión Europea, y a diferencia de otros países europeos tienen dificultades en la contabilización de los contagios y en la gestión de la vacunación.
Realmente, los contagios y las muertes se han empezado a contabilizar bien más tarde, y seguramente hay mucha gente que ha muerto de Covid sin saberlo, en sus casas, sobre todo gente mayor, sabemos de algún caso. Y es que Ucrania tiene un sistema sanitario más precario y la sanidad cuesta dinero. A diferencia de España, por ejemplo, allí no se ha comenzado a vacunar en masa.
La Diócesis de Kiev, donde estamos nosotros, ha estado en zona roja en dos ocasiones en este año, lo que ha supuesto el cierre de los comercios, las clases para los mayores han sido online, los colegios han estado cerrados, con el uso obligatorio de la mascarilla… Y esta ha sido un poco nuestra realidad en este curso. Gracias a Dios no han cerrado las iglesias, puesto que la ley permitía la asistencia de una persona cada 5 m2, por lo que las iglesias grandes no han tenido problema, pero sí que se ha acudido un número menor de fieles a la parroquia por temor.
Rusia y Ucrania están en guerra desde el año 2014, ¿cómo vivís este hecho?, ¿os afecta?
Ahora la situación no es la que era en el año 2014. La guerra está muy localizada en la zona del Dombás, donde están las ciudades de Donetsk y Lugansk, que hacen frontera con Rusia. Ahí sí que hay conflicto, que en estos momentos está controlado gracias a la intervención de países como Francia y Alemania. De momento es un conflicto con cese al fuego, y es una guerra más política que otra cosa.
Al final, detrás de todas las guerras están los intereses económicos, y para Ucrania este conflicto supone una crisis económica, no puede prosperar y no puede entrar en la Unión Europea, como quieren los ucranianos.
En nuestro día a día no nos afecta para nada. El país sí que está preparándose por si tuviera que entrar en combate, hay una tensión política y ves muchos tanques por la calle, pero la realidad es que en el día a día no nos afecta. Gracias a Dios no es la misma situación que en el año 2014.
En la última entrevista nos hablasteis de vuestra misión allí, ¿sigue siendo la misma?, ¿ha habido cambios?
Sí que ha habido cambios. Este año hemos cambiado de diócesis. Hemos estado en la diócesis de Odesa-Simferópol durante 9 años, y este año hemos pasado a la de Kiev-Zhytómyr, donde hay una aceptación mucho mayor a los católicos.
Nuestra misión consiste en anunciar a Jesucristo resucitado. Somos parte de la missio ad gentes, una comunidad formada por varias familias, que en este caso son dos ucranianas, una polaca, otra española, de Valencia, tres chicas, y nosotros, que somos los responsables junto a un sacerdote y un seminarista. Formamos una comunidad cristiana y vivimos allí como lo hacían las primeras comunidades cristianas, encontrándonos para celebrar la Palabra, la Eucaristía y anunciar que Cristo ha resucitado. Este año, en la medida que hemos podido, hemos salido a la calle a anunciar que Cristo ha resucitado, y que ama a los ucranianos, un pueblo que ha sufrido mucho en su ser, en su alma, a causa del comunismo.
Otra parte de nuestra misión consiste en apoyar a la parroquia, que es la catedral, como catequistas, en la formación de comunidades cristianas. Durante este año hemos hecho catequesis y ha nacido una nueva comunidad cristiana. Ha sido un regalo de Dios poder participar de esta catequización. También nos hemos dedicado a acompañar a los jóvenes de la parroquia, realizando convivencias con ellos.
Y otra parte de la misión ha sido participar de un proyecto que se está realizando en la ciudad en la que vivimos ahora, Zhytomir, con la construcción de una casa en la que poder celebrar convivencias a nivel nacional, y en la que aquellas personas que vayan puedan sentirse amadas y queridas, encontrándose con Cristo, con el amor de Dios. Cuando esté terminada podrán alojarse hasta 500 personas, pero ahora mismo ya hay una parte que está habitada por seminaristas en formación, y también por chicos que tienen problemas de adicciones (drogas, pornografía, juego…).
Allí siempre hay un presbítero y un matrimonio en misión, y nosotros, que también participamos, ayudándoles a que tengan una estructura desde la oración, con las Laudes por la mañana, desde la celebración de la Eucaristía, y después trabajan en aquellas cosas en las que pueden ayudar, acabando el día con las Vísperas. Todo este ritmo de oración y de trabajo, y de mantener un contacto diario con seminaristas y con las familias en misión, les ayuda muchísimo. En este curso hemos visto milagros con chicos que tenían problemas muy serios, y en los que ahora ha habido un cambio, recuperando la dignidad de ser hijos de Dios.
¿Cómo viven vuestros hijos la misión?
D- Cada uno la vive de una forma. Nuestros hijos más mayores son más conscientes de lo que es la misión y son más participativos. Ellos la viven de una forma en la que, al igual que el matrimonio, se sienten llamados. Viven la misión con mucha fe, creyéndose de verdad los motivos por los que estamos allí, y forman parte de ella en el mismo grado que los padres, porque el carisma es `familia en misión´, no padres en misión o hijos en misión. También la viven con sufrimiento, por la adolescencia, por la persecución de este mundo, en el que ser cristiano es muy difícil, y tienen sus combates, pero saben y tienen grabado a fuego que son parte de esta misión. Por otra parte, es una maravilla ver a los niños más pequeños, que han crecido en misión y forman parte de ella. Ellos ya saben que nosotros estamos llamados a la misión y a anunciar a Jesucristo.
M- Mi opinión como madre es que viven la misión con alegría. Hay momentos difíciles, pero están contentos cuando están en la misión. Les ayuda muchísimo el contacto con la Palabra de Dios, el poder formar parte de su comunidad, el poder formar parte de un prevocacional en el que se escruta la Palabra, en el que celebran la Eucaristía, en el que tienen contacto con otros jóvenes que también se preguntan por su vocación. Los pequeños lo asocian todo con Dios y con su providencia, y todo esto es gracias a la misión. A veces hay gente que nos pregunta por los sufrimientos de los hijos en la misión, como si fuese algo que a ellos les coarte la libertad, o les haga vivir de una forma más precaria que otros niños, cuando ellos lo viven al revés, como una riqueza, en obediencia a sus padres, con alegría y sin rebeldía.
¿Cuáles son los pilares de vuestra convivencia familiar?
La oración, sin lugar a dudas. Nosotros dos rezamos juntos todos los días, las Laudes, a primera hora de la mañana, y esto es un pilar fundamental en el que nos apoyamos. Sin esta oración no podríamos ni siquiera estar juntos como matrimonio cristiano, ni estar en misión. Con ella lo que hacemos es poner a Dios lo primero cada día, y decir que `yo no soy Dios´, que `hay Otro que es Dios, que es el que me ama y que provee´.
Otro pilar es la sinceridad, el hablar el uno con el otro y contarnos nuestros sufrimientos, apoyándonos y pidiéndonos perdón cada vez que discutimos. Otro pilar es la mesa. En ella comemos juntos todos los días, con nuestros hijos, y la bendecimos antes de comer. Este momento es muy importante, porque es ahí donde hablamos con los niños y les preguntamos como están, y ellos nos cuentas como ha ido el día, los problemas que han tenido en el colegio…, y muchos días, cuando el Señor me lo inspira sacamos la Biblia y leemos alguna lectura durante la comida, y les explicamos la Palabra. Todo esto nos lo ha transmitido nuestra madre la Iglesia a través del Camino Neocatecumenal.
Creo que para que una familia pueda manifestarse cristiana tiene que habitar Cristo en ella. Para que Cristo pueda habitar en la familia primero tiene que habitar en sus miembros, de tal forma que alguien que no es creyente, viendo a una familia cristiana pueda ver a Cristo.
Mi experiencia es que Cristo puede habitar en mí si yo no me separo de la Iglesia, si voy de su mano y vivo en comunión con ella, si voy de la mano de mis catequistas, si obedezco al Obispo, en la apertura a la vida, en tener los hijos que Dios quiera, en no vivir egoístamente el acto conyugal, en la forma de vestirse, en la forma de educar a los hijos, en la relación con las redes sociales…, Ahí el mundo puede ver que existe Cristo, cuando lo primero que se pone en la familia es a Él.
La transmisión de la fe a los hijos es un reto para todos, ¿cómo lo hacéis vosotros?
D- Es verdad que es un reto, pero es fundamental para la Iglesia, porque su futuro son los hijos, y si a ellos no les transmitimos la fe el futuro de la Iglesia está en riesgo. ¿Cómo lo hacemos nosotros?, como nos ha enseñado la Iglesia a través del Camino Neocatecumenal. A través de la oración, rezando con ellos las Laudes todos los domingos. Eso ha sido muy importante en mi vida, porque es como mis padres me transmitieron a mí la fe desde pequeño, y así es como ahora María y yo se la transmitimos a nuestros hijos. Todos los domingos nos reunimos alrededor de la mesa y rezamos todos juntos, y después elegimos un personaje de la Biblia o un evangelio y lo leemos, y les damos una catequesis haciéndoles ver que en la Sagrada Escritura está su vida y la sabiduría de Dios, la riqueza del cristianismo, y les preguntamos cómo les ayuda esta palabra que les damos en su vida. Es una celebración preciosa, en la que los niños participan cantando, leyendo, nos cuentan como están, los sufrimientos que tienen, le piden aquello que necesitan al Señor, nos damos la paz, también los padres nos pedimos perdón delante de ellos, les hablamos de nuestra historia y de los milagros que ha hecho Dios en nuestra vida. Vivimos el domingo de una forma distinta. Es el día del Señor, el día que nos ha dado para descansar y para transmitir la fe a los niños, poniéndole a Él lo primero y haciendo una comida especial.
M- También los hijos ven como el domingo es el día del descanso, no de la pereza y de no hacer nada, sino al contrario. Nos levantamos temprano, nos vestimos de una forma elegante para ponernos de cara a Dios en la oración de las Laudes, y lo hacemos todo en familia. La transmisión de la fe no solo son momentos concretos como estos, sino que es algo diario, que tiene mucho que ver con el modo en el que vivimos nosotros, con el ejemplo que les damos a nuestros hijos. Creemos que una forma de transmitirles la fe es que vean que vamos a la celebración de la Palabra, a la Eucaristía, a las convivencias, poniendo siempre a Dios lo primero en nuestra vida. Eso es lo que ven y reciben, aun con precariedad y debilidad, pero poniéndole a Él lo primero todos los días. También es muy importante que ellos puedan conocer nuestra historia, porque en la historia se manifiesta Cristo resucitado, y en cada acontecimiento de muerte Él ha sacado vida.
D- Los hijos son muy inteligentes. Los padres les podemos contar, nos podemos saber muy bien la Biblia de memoria, podemos contarles la vida de los santos…, pero si ellos no ven en nosotros una coherencia y una sinceridad de lo que decimos con lo que hacemos, la fe no se transmite. Pero si ellos ven una concordancia entre lo que decimos y nuestra forma de vivir, la fe se pasa, se transmite.
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