Las parroquias de los Arciprestazgos de Castellón se suman a la iniciativa cuaresmal de oración y reconciliación instituida por voluntad del Papa Francisco.
La convocatoria, tal como anunció Mons. Casimiro López Llorente en unacartaal Pueblo de Dios de Segorbe Castellón, se celebró en el conjunto de la Diócesis el pasado fin de semana en vísperas del cuarto domingo de Cuaresma. Sin embargo, tal como informaba la misiva, al coincidir con la celebración de las fiestas fundacionales de la ciudad de Castellón, nuestro Obispo pospuso la celebración en Castellón para este fin de semana.
Eucaristía en la Capilla de La Sangre
La celebración comenzará esta tarde, a las 20h, con la celebración de una Eucaristía presidida por el Obispo de Segorbe-Castellón en la Capilla de la Purísima Sangre (C/ Mayor). Al finalizar quedará expuesto el Santísimo Sacramento y durante la jornada de mañana se han establecido turnos de adoración por parroquias animando así a todos fieles a su participación.
Este año la iniciativa invita a orar «por la paz y el don de la lluvia», uniéndonos, como afirma D. Casimiro, a esta jornada «de adoración y de reconciliación con Dios y los hermanos en el sacramento de la Penitencia, y un momento de gracia para todos en este Año Jubilar de Lledó».
Los sacerdotes de la Diócesis de Segorbe-Castellón, junto a nuestro Obispo D. Casimiro, participaron ayer en el retiro de Cuaresma, organizado por la Vicaría para el Clero. Celebrado en la casa de las Hermanas Carmelitas de Tales, en esta ocasión les predicó D. Miguel Navarro Sorní, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia y Doctor en Historia Eclesiástica.
El retiro constó de dos meditaciones, la primera de ellas sobre la conversión cuaresmal del sacerdote. La Cuaresma es un tiempo propicio de conversión, de penitencia y de volver al Señor, por lo que D. Miguel les exhortó a practicar lo que se predica. “Estaremos predicando en nuestras comunidades parroquiales, y habremos programado diversas celebraciones y actividades cuaresmales, pero lo importante es que nosotros mismos hagamos Cuaresma y pongamos por obra la conversión”, le dijo al presbiterio, “porque también nosotros necesitamos urgentemente prepararnos mediante la penitencia y la conversión para celebrar la Pascua, el paso salvador de Dios por nuestra vida”.
Si no fuera así correrían el riesgo «de empañar la imagen de Cristo, y en lugar de reflejarlo y hacerlo visible a través de nuestra persona, resulta que mostramos a los demás lo peor de nosotros, nuestros defectos y ven un presbítero altanero, engreído, egoísta, codicioso, cómodo, cotilla…”, les advirtió. Para que esto no ocurra, y en sintonía con el mensaje del Papa para esta Cuaresma, les animó a volver al desierto, (“Me la llevaré al desierto, y le hablaré al corazón” – Os. 2, 16), es decir, a abandonar la idolatría del dinero, volver a la soledad, al silencio, a la oración, al retiro con Dios y a realizar un examen de conciencia.
Porque es ahí donde quiere “hablarnos al corazón y reavivar así en nosotros el amor primero, la entrega ilusionada del principio a nuestra vocación y a nuestro ministerio”. Todo con el fin de “volver después a los hermanos llevándoles a Dios”.
En la segunda meditación D. Miguel les habló de la conversión a un ministerio en clave sinodal, “pues estamos inmersos en un proceso sinodal, emprendido por el papa Francisco con el convencimiento de que esto es lo que el Espíritu reclama ahora de la Iglesia del tercer milenio: que actúe, viva y se exprese en sinodalidad, es decir en comunión, caminando juntos, como pueblo de Dios peregrino y misionero”.
Pero para que haya sinodalidad también es necesaria la conversión, “pues todos somos muy individualistas, muy personalistas y nos cuesta caminar con otros”, explicó, siempre teniendo claro que “cuando el Papa nos invita a pensar la Iglesia con un estilo diverso, sinodal, participativo, corresponsable, no significa pensar en otra Iglesia diversa de la que tenemos, inventarse algo que no existía, cambiarlo todo, sino más bien desarrollar y sacar a la luz una potencialidad que está ya dentro de la Iglesia, que está ya en nosotros, pero que tenemos escondida o infrautilizada”, lo que solo será posible “confiando en Jesús y entregándonos totalmente a Él”.
En este sentido, para que se dé la conversión es necesario “desandar el camino que nos lleva a nosotros mismos, al aislamiento, para recorrer el que lleva al seguimiento de Jesús en comunión con los hermanos, el camino que construye la Iglesia”. Esto significa “salir de la culpa, del pecado, que siempre es autorreferencial” pidiendo perdón a Dios “en el sacramento de la confesión, en la oración, en la realización de alguna mortificación, o en la reparación del mal cometido”. Ello “nos hace salir de nosotros y nos orienta a Dios, nos hace salir de la parálisis de la culpa y nos coloca en el camino de Jesús para que hagamos sínodo con Él”.
A este respecto, “el fin de nuestro ministerio es llevar a las gentes al encuentro con el único que puede perdonar los pecados, con Jesús”, porque “la Iglesia no es una ONG, ni los curas somos asistentes sociales, nuestro objetivo no es la beneficencia, sino el perdón de los pecados”, recalcó, pues “el pecado es la desolación absoluta, la causa de todos los males y de todas las parálisis existenciales”. Y para lograrlo “se necesita hoy en día una fe y una pastoral imaginativa, intrépida, osada”, así como “superar un estilo sacerdotal clerical, repetido y sin creatividad».
La parroquia Arciprestal San Jaime de Vila-real acogió ayer por la tarde la celebración de una Eucaristía en acción de gracias por el 50º aniversario de la Junta Central de Cofradías y Hermandades de Semana Santa de la ciudad.
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Estuvo presidida por el Obispo, D. Casimiro López Llorente, y concelebrada por el Consiliario para la Junta Diocesana de Semana Santa, D. Federico Caudé, y por los párrocos de Vila-real, entre ellos el de la Arciprestal, D. Javier Aparici.
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En la Misa participaron los miembros de las 10 cofradías y hermandades que componen la Junta, encabezados por su presidenta, Dña. Carmen Arrufat, así como diferentes autoridades municipales. La parte musical corrió a cargo del Cor Ciutat de Vila-real.
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En el domingo de Laetare, D. Casimiro inició su homilía exhortando a la alegría, para “seguir peregrinando hacia la Pascua para celebrar los misterios centrales de nuestra fe, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna”.
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También agradeció al Señor “estos 50 años de vida y actividad de la Junta Central de Cofradías y Hermandades de Semana Santa de Vila-real”, cuyo objetivo es “favorecer, potenciar y dignificar los actos del Triduo Pascual”. Al Señor le pidió que “os de la fuerza de seguir caminando y favorecer que la Semana Santa de Vila-real no se quede en lo exterior, en lo superficial, si no que brote del núcleo, de lo que celebramos en cada Eucaristía, la Muerte y Resurrección del Señor, para que Él llegue a todos”.
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De la palabra de Dios proclamada resaltó tres palabras, a tener presentes en la vida personal, en la vida comunitaria, y en la de las cofradías: amor, fe y vida eterna. “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito hasta la muerte”, y tanto ama al hombre que “aun cuando éste se aleja de Él por el pecado, sigue amándolo y sale a su encuentro de una forma especial en el envío de su Hijo”. “Dios es amor, y nos lo muestra en la Cruz, expresión suprema del amor de Dios por la humanidad”, recalcó el Obispo.
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En segundo lugar, exhortó a creer y a confiar en Dios, “en su misericordia, en su amor, en su presencia en nuestra vida, que nos ama y quiere lo mejor para cada uno de nosotros”. “Dios no es celoso de nuestro crecimiento, de nuestro progreso, sino todo lo contrario, y nos da también los caminos que nos llevan a la plenitud, a la felicidad, a la santidad, que no es otra cosa que la perfección en el amor a Dios, y en Él y desde Él al prójimo”.
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Y en tercer lugar habló de la vida eterna, a la que llegaremos al haber sido vencida la muerte, “para poder participar de la gloria de Dios, ese es nuestro destino”, explicó. “Somos creados por amor para que, viviendo en el amor en el seguimiento de Cristo como Iglesia del Señor, lleguemos un día a la plenitud del amor”.
Como cada año durante el tiempo de Cuaresma, desde la Acción Católica de la Diócesis nos invitan a vivir los viernes de Cuaresma como una experiencia de profundo y sincero encuentro con Jesucristo y con los hermanos, en esta ocasión bajo el lema “construir puentes frente a muros”.
En este tercer viernes, día 8 de marzo, la situación sobre la que proponen reflexionar es sobre:
LOS MIGRANTES Y REFUGIADOS
Decía San Pablo VI que “nunca insistiremos demasiado en el deber de hospitalidad, deber de solidaridad y de caridad cristiana” (Populorum progressio, 67). Es algo que debemos recordar siempre. Las personas migrantes y refugiadas llegan a nuestro país buscando una vida en condiciones dignas. La dignidad de toda persona y la vocación a la fraternidad nos llaman a acogerlas y respetar todos sus derechos.
Sin embargo, con frecuencia estas personas son víctimas del rechazo y sufren graves injusticias por su vulnerabilidad, en particular aquellas que no tienen regularizada su situación administrativa. Estamos llamados a colaborar para conseguir un profundo cambio de mentalidad social desde la fraternidad universal y el respeto a la dignidad de toda persona.
Oremos/reflexionemos por las personas que se ven abocadas a migrar por sufrir la guerra, la violencia, la sequía y el hambre, para que se dé una respuesta de acogida y solidaridad.
Los fieles de la parroquia de San Bartolomé de Borriol se reúnen, todos los viernes de Cuaresma, para rezar el Via Crucis en el Calvario.
A las cinco de la tarde recorren el camino hasta la ermita, rezando las 14 estaciones, y al llegar celebran la Eucaristía, en la que participan una treintena de fieles.
Un grupo de feligreses de las parroquias que conforman el Arciprestazgo de San Juan Bautista de Albocàsser se han reunido, como es habitual en los tiempos fuertes del Año Litúrgico, para celebrar un retiro de Cuaresma.
En esta ocasión se han reunido en la parroquia de La Asunción de Nuestra Señora de Benassal, y el predicador ha sido del párroco, D. Jesús Chávez, que animó a los asistentes a vivir este tiempo valorando el sufrimiento con la mirada puesta en la Pascua. La jornada terminó con la comida fraterna.
Más de 160.000 personas rememoraron ayer la fundación de la ciudad de Castellón en una multitudinaria Romería a la ermita de la Magdalena como signo visible del pueblo cristiano que somos.
Mons. Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe-Castellón, presidió la Eucaristía que se celebró en la Capilla del ermitorio al mediodía de ayer, en acción de gracias por los dones recibidos en todos estos siglos de historia del pueblo cristiano de Castellón, evocando así los orígenes de la ciudad de Castellón y los de la comunidad cristiana.
El carácter penitencial de la rogativa estuvo presente tanto a la ida como a la vuelta en la que los cantos Exsurge Domine, las Letanías de los Santos, el O vere deus ponían de manifesto un patrimonio inmaterial de enorme valor que plasma a la perfección la fe y la devoción popular.
La Romería religiosa que comenzaba a primera hora de la mañana en la Concatedral de Santa María tras la Misa de Romeros, regresaba por la tarde y concluía en el templo, pasando por la Capilla de la Purísima Sangre de Castellón poniendo, una vez más, de manifiesto la vinculación del pueblo a la fe como comunidad cristiana.
Una imagen de Cristo crucificado, obra del escultor Juan Bautista Adsuara, acompañada por los cofrades y los Apóstoles, recibían a los romeros y la adoración de los penitentes. Este gesto es conocido popularmente como «les tres caigudes» y lo protagonizan tres niñas que representan a las tres Marías (la madre de Jesús, la Magdalena y María de Cleofás) y un niño que encarna al apóstol San Juan; efectuando tres profundas inclinaciones de cabeza y tres genuflexiones.
Como cade tercer domingo de Cuaresma, a primera hora de este domingo la Concatedral de Santa María, acogía la tradicional Misa de Romeros como signo visible de que la Romería de les Canyes tiene sus raíces en la antigua práctica de realizar peregrinaciones penitenciales.
Ha estado presidida por el vicario parroquial, D. David Barrios, que ha sido el portador de la reliquia de Santa María Magdalena en la Romería que se ha sucedido a continuación y en la que ha participado, junto a otros miembros del clero, el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente.
Tras la Santa Misa, se ha cantado Exsurge Domine, frente a la reliquia en el altar mayor.
El canto es uno de los muchos signos visibles que, otorga a la Romería un carácter penitencial. De hecho la Romería está presidida por el clero que porta la reliquia de la santa, en un ceremonial litúrgico que queda establecido en la consueta «para obtener la Gracia y la Misericordia de Dios», y que fue publicada por el Excmo. Ayuntamiento de Castellón en 1991, quedando consignados los ritos y ceremonias de la Romería.
El sentido religioso
Varios son los rituales que, otorgan el sentido religioso y el carácter penitencial de la Romería. El sentido de fidelidad a los orígenes refuerza la cohesión del grupo, el sentimiento de solidaridad y el compañerismo de quienes recorren un mismo camino hacia un lugar sagrado que se transmiten de generación en generación, junto con los valores que encierran.
Tanto es así, que durante la Romería se rinde tributo, mediante plegarias y cantos, tanto a Santa María Magdalena como a otros santos a los que se dedican capillas y lugares sagrados en el camino de ida y vuelta, como el ermitorio de Sant Roc de Canet y el santuario de la Mare de Déu del Lledó.
De hecho, el pasado 13 de febrero, el Boletín Oficial del Estado, publicaba la resolución de 22 de noviembre de 2023, de la Vicepresidencia Primera y Conselleria de Cultura y Deporte para complementar la declaración de bien de interés cultural, con la categoría de bien inmaterial, de la «Romeria de les Canyes de Castelló», donde queda recogido el sentido religioso.
La Romeria de les Canyes tiene en sus inicios una vinculación religiosa importante, asociada al traslado de la población de Castelló de la Plana desde la montaña hasta la llanura, el tercer sábado (y posteriormente domingo) de Cuaresma desde 1375. La romería se caracteriza por el desplazamiento a un lugar sagrado, de manera individual o colectiva, con la esperanza de conseguir un bien. Adquiere una dimensión ritual, puesto que tiene carácter anual y sobre todo implica identidad y pertenencia a un lugar determinado, de forma que entre los romeros hay un sentimiento de hermandad y vínculo identitario, que representa un símbolo inmaterial que se crea en estos contextos de sociabilidad.
Como cada año durante el tiempo de Cuaresma, desde la Acción Católica de la Diócesis nos invitan a vivir los viernes de Cuaresma como una experiencia de profundo y sincero encuentro con Jesucristo y con los hermanos, en esta ocasión bajo el lema “construir puentes frente a muros”.
En este segundo viernes, día 1 de marzo, la situación sobre la que proponen reflexionar es sobre:
LA ENFERMEDAD Y LA DISCAPACIDAD
Resulta difícil hacer de la misión evangelizadora una Buena Noticia para las personas con discapacidad o con enfermedades crónicas importantes, cuando seguimos interpretando la enfermedad desde la espiritualidad como castigo, prueba, privilegio y desde prejuicios socio culturales como mala suerte, desgracia, pena, lástima. Todas estas concepciones de la enfermedad y la discapacidad añaden a la vida un sufrimiento mayor. Proponemos orar y discernir para cambiar (convertir) nuestra mirada.
Oremos/reflexionemos para cambiar (convertir) nuestra mirada hacia las personas con discapacidad o enfermedades crónicas que viven la fragilidad, para que esta mirada sea más cristiana y más humanizadora.
Las Cofradías y Hermandades de la Diócesis se han reunido esta tarde en Castellón para rezar el Vía Crucis diocesano, en el contexto de Cuaresma y del Año Jubilar Mariano del Lledó por el Centenario de la Coronación de la Patrona de la ciudad.
Han recorrido con solemnidad sus calles, desde la capilla de la Purísima Sangre hasta la Basílica de la Mare de Déu del Lledó, meditando cada una de las 14 estaciones. Ha estado presidido por nuestro Obispo.
Una vez finalizado, D. Casimiro ha dirigido unas palabras a los presentes, exhortando a aprovechar este tiempo de Cuaresma “para dejarnos purificar de todo aquello que nos separa del amor de Dios, de nuestros pecados, de nuestras heridas…”, preparándonos así para la Pascua del Señor.
Ello nos servirá también para celebrar con intensidad este Año Jubilar del Lledó, ha explicado, de modo que podamos obtener también el don de la Indulgencia plenaria.
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