La HOAC clausura su 75 aniversario con la celebración de la Eucaristía presidida por el Obispo, D. Casimiro
La parroquia de la Sagrada Familia de Castellón acogió ayer la Eucaristía de acción de gracias en la celebración del 75º aniversario del nacimiento de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), que estuvo presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro.
El 3 de noviembre de 1946, en la Basílica de La Milagrosa, Madrid, tuvo lugar el nacimiento oficial de la HOAC, a la conclusión de su primera Semana Nacional. Se cumplen así 75 años de existencia enviados por la Iglesia para la evangelización del mundo obrero.
Como se recordó durante la Eucaristía, uno de los protagonistas de este aniversario es Guillermo Rovirosa. Tras un proceso de conversión, a finales de 1940 Guillermo se incorpora a la Acción Católica (AC) en su parroquia de San Marcos, Madrid, y le buscan para que forme parte del Consejo Diocesano de Madrid. Va transformando la vocalía social diocesana en un auténtico Secretariado Social, tras su sueño de devolver a Cristo a los pobres, al mundo obrero.
En mayo de 1946 la Junta de Metropolitanos de España acordó la fundación de la Hermandad Obrera de Acción Católica como movimiento especializado para los obreros adultos, dentro de la Acción Católica. El Consejo Nacional de los Hombres de AC se dirige al Consejo Diocesano de Madrid y encarga a Rovirosa la tarea de organizar y poner en marcha la HOAC. Este entiende que Dios ha aceptado el compromiso de su conversión y desde ese momento, lleno de gozo, se entregará por entero al apostolado en el mundo del trabajo viviendo como un obrero pobre.
Tal y como se indicó ayer, “los militantes obreros cristianos queremos celebrar este acontecimiento de gratitud y de esperanza, de memoria y compromiso renovado, reconociendo y agradeciendo el paso de Dios por nuestra historia comunitaria, y por la vida personal de tantas y tantos militantes a lo largo de todo este tiempo”.
En la homilía, el Obispo exhortó a los presentes a no solo mirar al pasado, sino también a analizar y mirar el presente, desde el Señor, para dejarnos alentar con el fin de caminar con esperanza hacia el futuro, para salir a la misión.
Nuestra misión, indicó D. Casimiro, es “hacer presente a Cristo Jesús y al Reino de Dios con vuestro testimonio, en el trabajo, con vuestra palabra, para que transforme los corazones y las realidades que nos rodean”. Pero para ello “hay que acudir siempre a la fuente, que está en el Señor”. También invitó a defender la verdad, la vida, la antropología según el Evangelio y la justicia.