Hna. Cecilia Torres Borrás, agustina de Montornés (Benicasim)
Este domingo, junto con la solemnidad de la Santísima Trinidad se celebra la Jornada Pro Orantibus. Es un día dedicado a las comunidades contemplativas y su labor silenciosa pero imprescindible para el dinamismo misionero de la Iglesia. En la Diócesis contamos con diez monasterios que albergan comunidades de carmelitas, agustinas, clarisas, dominicas, esclavas del santísimo sacramento y la fraternidad monástica de la paz. La hermana Cecilia Torres, de las agustinas de Mirambel, en Bencasim, nos abre la puerta a esta vida que es el pulmón de la Iglesia.
- ¿Cómo habéis vivido estas semanas de reclusión y pandemia?
- Ha sido y está siendo largo porque ha abarcado Cuaresma y Pascua, que son espiritualmente momentos muy distintos. En Cuaresma, compartimos especialmente el sufrimiento y la inquietud por la situación e intensificamos la oración por toda esta circunstancia. Luego, en el tiempo de Pascua, el Señor ha resucitado aunque estemos en confinamiento y nos lleva a buscar los signos de la vida nueva en medio del sufrimiento y el dolor de las personas, de tanta gente que no tiene lo necesario, y encontramos tantas personas que han sabido entregarse, compartir sus bienes y tiempo, incluso arriesgando su vida. Son signos de esperanza y vida nueva que nos llevan a la alabanza porque también en medio de la dificultad reconocemos la presencia de Dios.
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