El pasado 15 de agosto, como es tradición, los vecinos y veraneantes del Grao de Burriana se volcaron en las calles para rendir homenaje a la Virgen de la Misericordia, patrona de la ciudad. Con profunda devoción, portaron la imagen de la Virgen a hombros en una solemne procesión que culminó en la Ermita del Clot de la Mare de Déu.
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Antes de la procesión, los fieles participaron en una multitudinaria Misa celebrada junto al mar, organizada por la Cofradía de Nuestra Señora de la Misericordia del Grao. La celebración estuvo presidida por D. Antonio Losas, párroco del barrio marinero de Burriana, quien guió a la comunidad en este emotivo acto de fe.
En el marco de la celebración del 750º aniversario del nacimiento de la parroquia, las entidades religiosas, feligreses y representantes de la corporación municipal participaron ayer en el acto eucarístico para conmemorar esta significativa efeméride.
Ayer se conmemoró el 245º aniversario de la construcción del templo parroquial Arciprestal San Jaime. Tal como aconteció entonces, se celebró el traslado del Santísimo con una Procesión Eucarística desde la Iglesia de la Sangre que durante los años de construcción del templo hizo de parroquia.
Mons. Casimiro López LLorente preside la Solemnidad del Corpus Christi en Segorbe
La Santa Iglesia Catedral de Segorbe acogió ayer tarde con toda Solemnidad la Santa Misa que antecedía a la procesión que más tarde recorrería las calles de la capital del Alto Palancia. El Señor, presente en el Santísimo Sacramento del Altar era venerado públicamente ensalzando su presencia viva y real entre nosotros.
El Obispo de Segorbe-Castellón presidía la Santa Misa, acompañado del Cabildo Catedral. D. Federico Caudé, así como por una representación de sacerdotes concelebrantes, diáconos y seminaristas. Como ocurriera el sábado en Castellón, especial protagonismo tuvieron también las niñas y niños de Primera Comunión que junto a sus catequistas ocupaban los primeros bancos, seguidos de sus padres y el resto de los fieles.
También las principales autoridades políticas, civiles y militares se sumaron a la celebración en la que D. Casimiro, a partir de la liturgia de la Palabra puso el énfasis en el memorial de la pasión, muerte y resurrección del Señor que «que bajo las especies dle pan y del vino se entrega a todo hombre como alimento y bebida de salvación», dijo, de forma que la solemnidad del Corpus Christi, «nos ayuda a crecer en la conciencia del lugar central que corresponde a la Eucaristía en nuestra vida como cristianos, como comunidad eclesial y en nuestra historia».
Describió la Eucaristía como «memorial, comunión y presencia» porque conmemoramos «el sacrificio redentor de Jesús en la cruz que actualizamos de modo incruento en cada Santa Misa» donde «el Señor mismo se nos da en comida de salvación», y «presencia real, permanente y sustancial bajo la apariencia de pan de Cristo resucitado entre nosotros».
El amor de Dios
El sacramento eucarístico fue el hilo conductor de una homilía en la que «el amor de Dios» estuvo muy presente pues «es el mayor signo del amor de Dios hacia todos los hombres, manifestado de una vez para siempre en el sacrificio redentor de Cristo en la cruz que nos descubre el verdadero rostro de Dios».
D. Casimiro recordó también que la Eucaristía «es el sacramento de la nueva y eterna alianza de Dios con la humanidad en Cristo» pues el cuerpo entregado y la sangre derramada de Cristo son un nuevo y definitivo pacto entre Dios y la humanidad. Una entrega, recordó el Obispo, que es única «para la reconciliación de la humanidad con Dios y que la actualizamos de modo ininterrumpido en cada Santa Misa para que el amor de Dios alcance a todos en todos los tiempos». En esta alianza definitiva «instaura una relación radicalmente nueva de Dios con los hombres; una relación de amor y de comunión de vida establecida por Jesucristo» quien durante su vida, advirtió D. Casimiro, «no tuvo otro fin que darnos a conocer y comunicarnos el misterio de Dios que es amor, comunión de vida y de amor infinito en sí mismo».
Eucaristía: centro de la vida de la Iglesia
El Obispo se refirió también a la Eucaristía como centro de la vida de la Iglesia, de todo cristiano y de toda comunidad cristiana, «fuente de la que nos nutrimos y, a la vez, cima hacia la que caminamos que está destinada a ser «fermento de la unidad de Dios con los hombres y de estos entre sí». La Iglesia nace y se renueva en cada Eucaristía y sin «la participación plena en este sacramento, la fe y la vida de todo cristiano languidecen, se apagan y terminan muriendo».
Exhortó a participar de una manera activa y plena en cada Eucaristía «para perseverar y existir como discípulos del Señor y no ser cristianos de ocasión que han dejado de ser sal en la tierra y luz en el mundo, que se han mundanizado». Del mismo modo invitó a «la fraternidad participando de la Eucaristía de la que brota el mandamiento nuevo del amor: amaos los unos a los otros, como yo os he amado».
Llamados a la caridad
D. Casimiro recordó también que coincidiendo con el Corpus Christi celebramos el Día de la Caridad. Dejándonos empapar del amor de Dios «todos estamos llamados a vivirlo de tal modo que a todos llegue porque a todos está destinado».
Se refirió al lema de la Semana de la Caridad este año y «abrir caminos de esperanza siendo cristianos «llamados a ser la comunidad de los que se conmueven ante la necesidad de los demás que siguen los pasos de Jesús y se implican en la atención de los más desfavorecidos». Todos los que en la comunión comparten el amor de Cristo «son enviados a ser sus testigos».
Finalmente exhortó a «contemplar su amor supremo, participando de Él y dejándonos moldear para ser testigos comprometidos de su amor en el mundo».
«Seamos sembradores de amor, de perdón y de reconciliación»
La Concatedral de Santa María, en Castellón, acogió ayer tarde la celebración de la fiesta del Corpus Christi con la celebración de la Santa Misa que estuvo presidida por Mons. Casimiro López Llorente y concelebrada por el Deán de la Concatedral y párroco de Santa María, D. Miguel Simón; y por el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril, así como por el conjunto de párrocos de la ciudad que se sumaron a esta celebración conjunta y acompañaron a los catequistas y niños de Primera Comunión de sus respectivas parroquias. También lo hicieron las autoridades políticas, policiales y militares de la ciudad, con la alcaldesa Dª. Begoña Carrasco a la cabeza.
La liturgia de la Palabra dio paso a la homilía del Obispo que dirigió, principalmente, a las niñas y niños de Primera Comunión que, junto a sus catequistas, padres y familiares, tuvieron un papel destacado en la celebración. D. Casimiro hizo una catequesis sobre la Eucaristía poniendo el broche final a la formación que han recibido como paso previo. Así explicó cómo tras la lectura de la Palabra alza el Evangelio en señal de «bendición al Pueblo de Dios que recibe la Palabra de Dios aquí y ahora».
Recordó que lo más importante de la celebración de la Eucaristía es rememorar la última cena de Jesús con sus apóstoles en la que «toma el pan, lo bendice, lo parte y dice tomad y comed esto es mi Cuerpo; tomad y bebed esta es mi sangre». Con esta bendición, continuó D. Casimiro, «instituyó la Eucaristía y pidió que así lo hicieran siempre en memoria suya».
Memorial, banquete y presencia
Tres palabras sonaron con fuerza en el mensaje que nuestro Obispo trasladó a los más pequeños. Memorial, banquete y presencia. De esta forma explicó que la Eucaristía «no es un mero recuerdo, sino un memorial que actualiza, cada vez que celebramos la Santa Misa, lo que ocurrió en la última cena» y cada vez que se repite es el mismo Jesús quien a través del Obispo o sacerdote lo hace en conmemoración suya. «Ese es el mandato para actualizar el memorial de la última cena» dijo D. Casimiro, y que anticipa lo que ocurriría después al ser entregado a la Cruz derramando su sangre.
Por ello la Eucaristía «es el memorial del misterio pascual, de su muerte y resurrección para que todo el que crea en Él tenga vida eterna» sellando una nueva alianza que «es un pacto de comunión de Dios, que es amor, con toda la humanidad». Desde entonces, «el pecado y la muerte han sido vencidos y brota la esperanza para toda la humanidad».
El Señor se nos da cuando comulgamos, continuó el Obispo, «porque el pan se ha convertido en su cuerpo y el vino en su sangre». Se refirió así a la comunión como banquete y «como alimento necesario para todos los cristianos» recordando su primera comunión y animándolos «a que no sea la última y a hacerlo con fe, creyendo de verdad que es el Cuerpo de Jesús», que se hace presente en nosotros.
Él nos atrae hacía sí mismo para formar junto a Él un mismo Cuerpo. En este sentido explicó que «la Eucaristía no puede faltar en la vida de un cristiano que quiera vivir de verdad como un creyente y como un testigo del Señor». Si faltase la Eucaristía, «la Iglesia dejaría de existir», advirtió. Participando del amor de Dios a través de la Eucaristía «genera una fraternidad entre nosotros para que seamos testigos de su amor en el mundo».
«Día de la Caridad»
El amor que recibimos al participar de la Eucaristía es un amor para compartir «con aquellos que no tienen, con los pobres de pan, de cultura de Dios, con los destruidos, con las personas viven en soledad, que están enfermas, que necesitan nuestro acompañamiento». Se refirió así a la celebración del «Día de la Caridad» y al mandamiento del amor: «amaos los unos a los otros como yo os he amado». Y así es como se nos da el mismo Jesús en la cruz, afirmó, «hasta el final, derramando hasta la última gota de su sangre para darnos la vida».
Para terminar, Mons. Casimiro López Llorente exhortó a los presentes «a ser sembradores de amor de perdón y de reconciliación». La cruz, dijo D. Casimiro como en otras tantas ocasiones, «no tiene una denominación histórica, sino que es el signo puro de reconciliación».
La presencia del Señor a la que hizo alusión el Obispo durante la homilía, fue real en el transcurso de la procesión por las principales calles de la ciudad para, como él mismo había dicho durante la homilía «ofrecer a nuestra sociedad y al mundo, el amor de Dios que está presente en Cristo Eucaristía». Siendo así, «hemos de adorarlo para que contemplando el amor de Dios, nos dejemos llenar de ese amor, nos dejemos transformar por Él para, allí donde estemos, seamos testigos del amor de Dios para el mundo».
Y así fue pues los fieles de la ciudad se rindieron a la grandiosidad del Señor que bendijo a su paso a cuántos le alababan con cánticos, oraciones y postrándose ante Él. Representantes de las principales Cofradías, así como asociaciones y movimientos se sumaron a la procesión solemne que culminó de nuevo en la Concatedral con la bendición final.
Como cada 17 de mayo, cientos de personas han participado esta mañana en la Solemne Eucaristía que se ha celebrado en la Basílica de San Pascual Bailón, Patrono de la Diócesis de Segorbe-Castellón y de Vila-real, presidida por nuestro Obispo D. Casimiro. En un año que además se conmemora el 750 aniversario de la fundación de la ciudad.
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Han concelebrado numerosos sacerdotes llegados de todos los puntos de la Diócesis, congregando en la Santa Misa a las principales autoridades locales, las Reinas de las fiestas, así como a una importante representación del tejido social de la ciudad que ha querido honrar al santo. La parte musical ha corrido a cargo de la Coral Sant Jaume, Veus de Cambra, Supramúsica y la Unión Musical La Lira; Dª María Isabel Casalta al órgano y las guitarras del Conservatorio Mestre Goterris; todo bajo la dirección del maestro D. Alfredo Sanz Corma.
San Pascual, fraile franciscano del siglo XVI que destacó por su inmenso amor a Jesús Eucaristía y profunda devoción a la Virgen. Fue tan grande ese amor que el Papa León XIII, el 28 de noviembre de 1897 lo declaró «Patrono de los Congresos Eucarísticos y de las Asociaciones Eucarísticas».
Tras la liturgia de la Palabra, la homilía del Obispo se ha centrado en tres rasgos del santo: el amor, la oración y la esperanza. De él “se ha destacado siempre su amor al prójimo, pero en especial a los pobres. Servía a todos con alegría”, ha señalado D. Casimiro, y ello lo alimentaba “en su gran devoción a la Eucaristía, el sacramento del amor, porque sabía que Dios es amor”.
Por ello, ha animado a imitar el amor cristiano que vivió nuestro Patrono, que es, ante todo, “servicio entregado que busca siempre el bien del otro”, siendo ésta la receta contra la soledad y el egoísmo de nuestro mundo. “Este amor es el sello distintivo del verdadero discípulo de Jesús”, y debemos cuidarlo “día a día, en la oración, en los sacramentos del perdón y de la Eucaristía”, ha indicado.
En relación a la oración, el Obispo ha explicado que ésta “es un segundo rasgo que brilla en la personalidad de Pascual”, que cobra un especial protagonismo en este año dedicado a la oración para prepararnos para el Jubileo ordinario de la esperanza que celebraremos el próximo año 2025.
“El verdadero cristiano – ha continuado – cuida y practica la oración, pase lo que pase, cueste lo que le cueste”, y la necesitamos hoy más que nunca ante un “clima adverso que impide a tanta gente vivir con alegría y esperanza” provocado por “un escenario mundial preocupante” cuyo origen está en una crisis ecológica, económica y social, agravada por la reciente pandemia y las múltiples guerras en todo el mundo, así como por la cultura de la indiferencia y del descarte, por lo que se tiende “a marginar a Dios de la vida personal y social”.
Por último ha exhortado a poner, del mismo modo que hizo San Pascual, nuestra confianza en Jesucristo. “El Señor resucitado sale hoy de nuevo a nuestro encuentro para despertar y avivar nuestra fe pascual, fundamento de la esperanza cristiana”, porque “en la muerte y resurrección de Cristo Jesús hemos sido salvados, rescatados, sanados y abrazados para siempre” para “llegar a la vida eterna en el Cielo”.
Tras la Comunión y los ritos de despedida se han cantado los Gozos en honor al glorioso san Pascual Bailón, y se ha visitado la Real Capilla. El Obispo ha incensado el sepulcro en el que reposan los restos del santo. Inmediatamente ha tenido lugar un emotivo acto en el que el Obispo, ha petición del alcalde José Benlloch ha hecho entrega del prestigioso Pasqualí de Honor 2024 a la Fundación José Soriano Ramos. Este reconocimiento se ha otorgado en la persona de la señora Asunción Manzanet Costa, viuda del ilustre hijo predilecto de la ciudad y fundador de Porcelanosa, José Soriano.
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Solemne Procesión
Esta tarde, bajo el repique de campanas de la Torre Campanario de la Basílica, ha tenido lugar la Solemne Procesión en honor a San Pascual recorriendo las principales calles de la ciudad. En la misma han participado numerosas cofradías y entidades religiosas de la ciudad de Vila-real. La procesión ha concluido en el interior de la Basílica con la «Dansa dels pastorets i pastoretes» ante el altar de la Basílica dedicada al Patrono de los Congresos Eucarísticos.
Tras el rezo del Rosario y la tradicional sabatina a la Mare de Déu del Lledó en la Concatedral de Santa María, alrededor de las 19 h. de ayer domingo día 5 de mayo, daba inicio la Procesión general en la que los castellonenses acompañaron a la Virgen en el retorno a su Basílica, tras estas semanas de actos, celebraciones y visitas a las parroquias con motivo del Centenario de su Coronación.
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La Mareta también estuvo acompañada, durante su recorrido por las principales calles del centro de Castellón, por una comitiva en la que participó la imagen de San Vicente Ferrer y las de los Patronos, San Cristóbal y San Blas. También cofradías, miembros del món de la festa, autoridades y sacerdotes de toda la Diócesis. Estuvo presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro, acompañado por D. Juan Antonio Reig.
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La emoción, el fervor y la devoción fueron los principales protagonistas durante todo el trayecto, hasta llegar a la iglesia de la Purísima Sangre, donde tuvo lugar el acto de despedida de la ciudad a su Patrona con unas emotivas palabras del Obispo.
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La Virgen salió de la Basílica el 13 de abril “para visitarnos, para que la sintiéramos más cerca. Y creo poder decir hoy que la hemos sentido en las parroquias, en los grupos, en los colegios, en las familias…, y estamos muy agradecidos por tantos dones que a través de ella el Señor nos va concediendo”, dijo D. Casimiro.
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“Hoy nos deja – continuó – pero sabemos que la tenemos cerca y que desde el cielo vela por cada uno de nosotros, por los niños, por los jóvenes, por los matrimonios, por las familias, por los mayores y los ancianos, y de una forma especial por los enfermos”, dijo recordando la celebración ayer de la Pascua del Enfermo. “Toda vida humana es digna, y ha de ser cuidada, acompañada, protegida, porque es un don de Dios”, añadió.
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También mostró su agradecimiento a los castellonenses, a los organizadores de los actos y celebraciones del Centenario, y al Ayuntamiento. “La Mare de Déu del Lledó es la Patrona de Castelló – recordó – y que lo siga siendo para que dirija nuestros pasos hacia la casa del Padre, para que tengamos una sociedad cada vez más humana, más justa, más fraterna, más según su voluntad, la voluntad de su Hijo”.
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“Espero que ella haya dejado también una huella en nuestro corazón, que no sea como la flor de un día. Que ella no lleve a su Hijo”. Y exhortó a acoger “el amor de Dios que ella nos da y a llevarlo a los demás”. Por último, D. Casimiro dio la enhorabuena al Club Deportivo Castellón por su ascenso a Segunda División.
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Tras el acto de despedidas, la Virgen fue trasladada desde la Plaza María Agustina a la Basílica por la Avenida Virgen del Lidón. A su llegada tuvo lugar la entrada festiva, canto de los Gozos y Salve popular a cargo de la Coral de Barreros de la Mare de Déu del Lledó, y remate pirotécnico.
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Traslado de la Mare de Déu del Lledó a la Basílica
La S. I. Catedral de Segorbe ha acogido esta mañana la celebración de la Eucaristía de la Pascua de Resurrección que ha presidido el Obispo, Mons. Casimiro López Llorente. Ha estado concelebrada por el Cabildo Catedral. D. Federico Caudé, D. Jose Manuel Beltrán, y el Secretario, D. Ángel Cumbicos, asistidos por los diáconos. El Coro Capilla Catedral, dirigido por D. David Montolio, se ha encargado de la parte musical de la liturgia.
La Vigilia Pascual de anoche anunciaba con alegría y con gozo “el día en que actuó el Señor«. Tras acompañar a Jesús en la Última Cena, en la Cruz y en el sepulcro, la celebración de hoy supone el final de un camino que arrancó en la Cuaresma, y el comienzo de uno nuevo lleno de esperanza. Hoy los fieles de Segorbe han participado, junto a representantes de la Corporación Municipal en la Santa Misa.
Tras la proclamación de la Palabra, D. Casimiro ha centrado la homilía en el potente significado espiritual de la Resurrección de Jesucristo narrada en el Evangelio de anoche (Mc,16,1-7) donde las mujeres, son protagonistas del anuncio de la Resurrección del Señor que nos invita a todos a regocijarnos en esta gran noticia. Hoy es un día, tal como ha señalado nuestro Obispo, en que «el Señor nos llama a abandonar nuestros miedos y dudas, a salir de las tinieblas y a entrar en su luz maravillosa».
D.Casimiro ha presentado la Resurrección de Jesucristo como «la prueba de que Dios ha aceptado su sacrificio en la Cruz por nosotros y por nuestros pecados revelando el verdadero rostro de Dios como amor y misericordia», y ha subrayado que «no es un hecho del pasado», sino que «Jesucristo vive y está presente en la vida de cada persona».
El Obispo se ha servido del Evangelio de san Juan para ensalzar la fe de la Resurrección. De la sorpresa de María Magdalena al ver retirada la losa y comunicar la noticia a Pedro y Juan, D. Casimiro ha afirmado que este «es el primer acto de fe de la Iglesia naciente en Cristo resucitado» en el que «Pedro, cabeza de la Iglesia, y Juan, el discípulo a quien Jesús amaba, tuvieron el mérito de recoger las ‘señales’ del resucitado: la noticia traída por la mujer, el sepulcro vacío y los lienzos depuestos en él».
La Resurrección fue «real y supera las coordenadas del tiempo y del espacio», ha resaltado D. Casimiro, recordando que el mismo Jesús se apareció a sus discípulos saliendo a su encuentro y «se dejó ver y tocar por ellos, caminó, comió y bebió con ellos». Fue un encuentro transformador que cambió todas las dimensiones de su existencia» movilizándolos e impulsándolos a ser testigos y discípulos misioneros, «con valentía, sin miedo a las amenazas, a la cárcel e incluso a la muerte» ha recalcado el Obispo.
El sentido de la gran y buena noticia que resuena hoy es que el mismo Jesucristo «sale como entonces a nuestro encuentro y nos ofrece la posibilidad de dejarnos encontrar y transformar por Él». D. Casimiro se ha referido así al Primer Anuncio, y ha exhortado a sentirnos interpelados «acogiendo con fe la Palabra de Dios» que hoy especialmente «nos invita a creer en Dios y nos llama a fiarnos de su Palabra, a confiar en el testimonio de quienes fueron ante todo testigos de la resurrección del Señor hasta derramar su sangre: un testimonio que nos llega en la cadena ininterrumpida de la fe de la Iglesia».
Participamos de la celebración de la Pascua por el Bautismo quedando unidos a Dios Padre y a la familia de la Iglesia. «Somos ciudadanos del cielo y caminamos hacia el cielo» ha dicho nuestro Obispo invitándonos a la celebrar la Pascua y a «vivir con verdadero gozo y fidelidad nuestra condición de hijos de de Dios, de discípulos de Cristo y de hijos de nuestra madre Iglesia». Y es que, tal como ha afirmado D. Casimiro, «de la fe en la Resurrección surge un hombre nuevo, que ya no se pertenece a sí mismo, sino que pertenece a su Señor y vive para Él».
Tras la Santa Misa, se ha celebrado la procesión del encuentro que representa, simbólicamente la reunión de Jesús, recién resucitado, con su madre María, y que a nivel espiritual representa la reconciliación y la restauración de la humanidad con Dios a través de la Resurrección de Jesús.
A pesar de que la lluvia amenazaba con deslucir la procesión, finalmente se ha celebrado en el claustro de la Catedral, con la participación de las Cofradías y Hermandades de Segorbe: de la Santísima Trinidad, de la Sangre – Cristo de San Marcelo, y de la Verónica. La celebración gozosa de la Pascua se prolonga durante la octava y la cincuentena pascual como si de un solo gran domingo se tratase.
Homenaje a D. Lorenzo Pérez
Al finalizar la Santa Misa, Mons. Casimiro López Llorente, ha dado gracias a Dios por D. Lorenzo Pérez, que asistía emocionado a la celebración junto a su familia. El Obispo ha agradecido la labor y entrega de quien ha acolitado a los largo de los años el servicio en el Altar. D. Casimiro le ha hecho entrega de un plato de cerámica que muestra el agradecimiento a través de una inscripción, así como una placa que acredita su servicio a la Iglesia de Segorbe-Castellón.
Este domingo, como cada tercer domingo de Cuaresma, en Castellón iremos en romería al cerro de la Magdalena cumpliendo con un voto ancestral en recuerdo de la fundación de la ciudad; se trata de una romería penitencial en tiempo de cuaresma y de acción de gracias a Dios por la fundación de la Ciudad. De otro lado, en unas semanas, la mayoría de nuestros pueblos y ciudades celebrarán procesiones de Semana Santa. Son solo un par de ejemplos de la rica realidad de romerías y procesiones en nuestra tierra. Unas y otras forman parte de la religiosidad popular, es decir son expresión de la fe cristiana de nuestro pueblo de acuerdo con su idiosincrasia, su cultura y su historia. La fe ha entrado en el corazón de los hombres y mujeres, formando parte de sus sentimientos, costumbres, sentir y vivir común.
Estas y otras manifestaciones de religiosidad popular son un tesoro que debemos conservar y cuidar. Más allá de su interés turístico, son, ante todo, manifestaciones de la fe cristiana de un pueblo. No pueden ser consideradas como algo primitivo o como una manifestación menos pura de la fe. Son expresiones legítimas de la fe cristiana. La religiosidad popular tiene ciertamente sus límites. Como todas las realidades no siempre está exenta de errores o desviaciones. A veces se puede quedar en lo folklórico, en lo superficial, en la costumbrista o en un sentimiento pasajero, quedando así vaciada de su verdadero origen, sentido y fin. Necesita también ser evangelizada, “para que la fe que expresa, llegue a ser un acto cada vez más maduro y auténtico” (Juan Pablo II). Pero sus expresiones son válidas para la evangelización, para el Primer Anuncio, para llevar al encuentro con Cristo vivo y para la transmisión de la fe cristiana.
La religiosidad popular es una realidad viva entre nosotros que, en muchos casos, ha experimentado un auge en los últimos años. Sus manifestaciones tienen una enorme capacidad de convocatoria e involucran a muchas personas. Podríamos decir que hay como tres tipos de personas que se acercan a las romerías y a las procesiones. Las que lo ven como algo perteneciente a la tradición o como algo artístico, pero no son creyentes; los alejados de la fe cristiana y los que tienen la religiosidad popular como modo de vivir la fe. Y a cada uno hay que hacerle un Primer Anuncio concreto.
Las romerías y las procesiones son en sí mismas un Primer Anuncio porque son expresión del sentido religioso de toda persona y de la búsqueda de Dios, o de la fe en Cristo, de la devoción a la Virgen María, que nos da y lleva a Cristo, o de los santos, modelos de fe y vida para todo cristiano. Y son también ocasión para realizar el Primer Anuncio, por ejemplo, a las personas que han llegado a las cofradías atraídas por motivos distintos y externos a la fe, sea por folklore, tradición o amistad, a los cuales la entrada en la cofradía no les ha acercado a Jesús. Los responsables de hacer el Primer Anuncio han de ser personas de la propia cofradía, que se encuentran de modo casi fortuito con estas personas. Se trata de hacer un recorrido con los nuevos cofrades que al final facilite ese encuentro personal con Cristo Vivo.
No podemos olvidar que una cofradía o hermandad es una asociación pública de fieles cristianos, que se unen para promover en nombre de la Iglesia el culto a Dios, a la Virgen o a los Santos. Los cofrades son pues y antes de nada fieles cristianos. Y de todo cristiano se pide que sea creyente, discípulo y testigo de Cristo en el seno de la comunidad eclesial. Todo cofrade está llamado a vivir su fe cristiana y a participar de modo activo en la vida y misión de la Iglesia. Ser cofrade no prescinde de su condición cristiana ni la anula, sino que la presupone y debe favorecer. Sin duda que hay muchos cofrades que se esfuerzan por vivir esta doble condición de cristiano y de cofrade en su vida privada, familiar y profesional así como en la vida y misión de la comunidad eclesial. En otros casos, sin embargo, no hay conciencia de esta realidad.
La misión de la Iglesia, su razón de ser y su dicha es evangelizar: anunciar la Buena Nueva del Evangelio para llevar a otros al encuentro personal con Cristo, que sana, cura y da horizonte, sentido y esperanza a la vida. Y de esta misión participan y son responsables también los cofrades. La religiosidad popular es válida para la evangelización y es ocasión para el Primer Anuncio. Por eso hay que cuidarla para que no se quede en la mera tradición, en lo superficial y ocasional, o en el mero sentimiento.
Las celebraciones religiosas de hoy honrarán a la Virgen de Loreto
La devoción y el fervor popular se puso de manifiesto en la tradicional procesión que recorrió las calles de Segorbe el pasado miércoles por la tarde.
Durante toda la jornada la Virgen fue la máxima protagonista. A la Ofrenda floral, organizada por la Asociación Virgen de la Esperanza, que tuvo lugar a primera hora de la mañana en el retablo del Sindicato de Riegos, le siguió la romería hasta la Ermita donde, Mons. Casimiro López presidió la Solemne Misa.
Ya por la tarde se celebró la procesión, expresión viva de la devoción de fieles y que también estuvo presidida por el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón. En la misma también participó la Corporación Municipal así como las máximas representantes de las fiesta patronales de Segorbe.
Virgen de Loreto
Las celebraciones de hoy se van a centrar en honrar y venerar a la Virgen de Loreto. A las 09.00h de la mañana el disparo de las bombas reales anunciaban la fiesta. A las 12, la Parroquia de San Pedro, acogerá la Eucaristía que va a estar presidida por Mons. Casimiro López y a la que seguirá la ofrenda de flores. Las celebraciones religiosas de hoy culminarán esta tarde a las 20h con la procesión.
Virgen de la Cueva Santa
La Patrona de nuestra Diócesis será venerada durante todo el fin de semana. Mañana sábado, a partir de las 18.30h tendrá lugar la Ofrenda de flores y a las 20.30, la Asociación de Doncellas Segorbinas de la Cueva Santa será la responsable de organizar el traslado de la Virgen desde la Iglesia del Seminario hasta la S. I. Catedral-Basílica. Por su parte, la Asociación «Amigos de las Campanas» serán los encargados del volteo general anunciando la celebración del Domingo.
Mons. Casimiro López, presidirá la Misa Estacional, que tendrá lugar a las 19h en la S. I. Catedral-Basílica de Segorbe. A continuación se celebrará la solemne procesión.
Organizada por la ANE y la ANFE de la Diócesis de Segorbe-Castellón
La Parroquia de La Natividad de Nuestra Señora de Almazora acogió, ayer sábado, la tradicional Vigilia de las Espigas. Más de doscientos fieles se sumaron a la solemne celebración que estuvo presidida por Mons. Casimiro López, Obispo de la Diócesis, y que se celebra cada año en los prolegómenos del solsticio de verano.
En su origen era una vigilia para dar gracias a Dios por las mieses prontas para la siega. Con el paso del tiempo, el sentido de esta fiesta se amplía y además de dar gracias a Dios por los frutos de la tierra, también es una celebración de acción de gracias por los logros del trabajo humano, poniendo todo este trabajo en las manos de Dios para que Él lo transforme en frutos de Redención.
La celebración de anoche comenzó con la procesión de banderas que representan a las distintas Secciones y continuó con el rezo de vísperas y celebración de la Eucaristía.
Tras la liturgia de la Palabra, la homilía del Obispo recordó la necesidad de la comunión para, como Iglesia Diocesana, asumir la misión compartida y crecer como comunidad que se hace presente en la sociedad. Para ello, dijo, hay que acudir al manantial del amor en la Eucaristía.
Agradeció la participación de los fieles, así como del nuevo equipo de gobierno que también participó en la celebración, por sentirse llamados por el Señor e implicarse para crecer en comunión y asumir la misión de llevar a Jesucristo, vivo y resucitado, a todos los rincones, siendo creíbles ante el mundo como Iglesia Diocesana, que es presencia del Señor.
Tras la Eucaristía tuvo lugar la procesión Eucarística y la bendición de los campos. La celebración finalizó con el turno de vela.
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