La imagen itinerante de la Virgen, Reina de Radio María, ha visitado durante estos días varios lugares de la Diócesis de Segorbe-Castellón. El primero de ellos fue, los días 7 y 8 de julio, la Basílica de San Pascual de Vila-real.
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El día 9 fue recibida en la Parroquia de San José Obrero de Castellón, donde se celebró la Eucaristía en la Fiesta de Cristo Redentor; fiesta de la Orden de la Merced, presidida por el P. Cristian, párroco, y concelebrada por el P. Dins, vicario. Al terminar, los voluntarios de Radio María dirigieron el rezo del Santo Rosario.
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Los días 10 y 11, la Virgen visitó la Residencia Mare de Déu del Lledó, la parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón los días 11 y 12 y, finalmente, el Centro Penitenciario Castellón los días 13 y 14.
La imagen itinerante de la Virgen, Reina de Radio María, continuará su peregrinaje por España con una próxima visita a la Diócesis de Segorbe-Castellón visitando diversos lugares, como la Basílica de San Pascual de Vila-real los días 7 y 8, la parroquia de San José Obrero de Castellón el día 9, la Residencia Mare de Déu del Lledó los días 10 y 11, la parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón los días 11 y 12, y finalmente el Centro Penitenciario Castellón I los días 13 y 14.
La Reina de Radio María es una imagen de la Virgen María tallada en madera por artesanos del norte de Italia en una iniciativa que comenzó en África hace varios años, y que busca llevar esperanza y fe a los alejados y necesitados, pero también dar a conocer el proyecto de la radio evangelizadora, que dona algo grande y único: la Esperanza Cristiana. Los voluntarios de Radio María invitan a todos a acercarse a la Reina de Radio María para vivir un momento de gracia y encuentro personal con la Virgen.
El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, inauguró el pasado viernes día 9 de febrero, la exposición “María en el arte de la Pasión”, organizada por la Junta Local de Semana Santa de Castellón, y que podrá visitarse en la sala de exposiciones de la Fundación Dávalos-Fletcher (Calle Isaac Peral nº 12) hasta el 18 de febrero, en horario de 18 a 21 horas los días laborables, y sábados y domingos por la mañana de 11 a 14 horas, tardes de 18 a 21 horas.
El acto contó con la asistencia de una representación del Ayuntamiento de la ciudad, de los representantes de las cuatro cofradías penitenciales que componen la Junta, y estuvo dirigido por su Presidenta, Dª María Teresa Giner, que en sus palabras hizo referencia a un discurso del Papa Francisco a artistas (23 de junio de 2023), en el que les habló de la armonía, de la belleza y del arte.
“La armonía transforma las cosas, consigue no uniformizar sino crear algo nuevo y, con el trabajo de todos, cada uno con sus habilidades, cada cofradía desde su forma de ser, de trabajar, de entender, desde sus advocaciones, todos juntos hemos conseguido crear esto, producto de esa armonía, que es virtud operativa de la belleza, porque es capaz de crear a partir del caos, creando la belleza”, dijo la Presidenta de la Junta Local.
También explicó que lo que inició la idea de organizar esta exposición es la celebración del Año Jubilar Mariano del Lledó por el Centenario de la Coronación de la Patrona de Castellón. A la Virgen “la llamamos cariñosamente Mareta porque, si nos fijamos en el momento de la muerte de Jesús, el momento al pie de la cruz fue cuando Él nos la entregó como Madre”. Por ello, “nosotros, que estamos en contacto con el misterio de la Pasión y la Semana Santa, queremos aportar algo durante este Año”.
En relación al objetivo final de la exposición, Dª María Teresa explicó como “el arte, igual que la fe, mueve constantemente y da paz”. “Eso es lo que queremos, que al contemplar todo esto sintamos la paz de la belleza y del arte, pero no nos quedemos en esto, pues debemos movernos y transmitirlo, que cuando salgamos de aquí seamos capaces de transmitir todo esto a todos los que conocemos, y animarles a que vengan y que vean esta belleza”, concluyó.
Nuestro Obispo hizo referencia a los tres trascendentales – la verdad (verum), la bondad (bonum), y la belleza (pulchrum) – “que nos hablan y nos llevan a Dios, pues son reflejo de Él”. Del mismo modo, destacó las expresiones bellas de las imágenes expuestas en torno a la Virgen, “que expresan, más allá de la calidad artística, una devoción que nos llevan a la Mare de Déu, a la Mareta, nuestra Madre”.
Las imágenes de esta exposición, dijo D. Casimiro, “nos van calentando el corazón para los eventos en torno a la Coronación de la Virgen como Reina y Patrona de Castellón”. De este modo podremos “llevar un poquito más a María, a la Virgen, en nuestro corazón”. Ese es el objetivo final de este Año Jubilar, indicó, “que deje huella en nuestro corazón, para recuperar la alegría de la fe que nos ayuda a seguir caminando”.
Uno de los eremitorios con mayor personalidad de la diócesis y en mejor estado (restaurado en 1995) es, sin duda, el de la Virgen de Gracia de Pina de Montalgrao, erigido como magnífico faro en lo alto de una colina a las afueras del casco urbano, a la izquierda, siguiendo el camino antiguo que subía las empinadas cuestas del Ragudo y que, en la actualidad, queda un tanto para los viajeros románticos sin apremios de tiempo.
Su estampa desde los pies del altozano se abre magnífica, con ese amplio atrio frontal abierto al sur de gran profundidad, precedido de cuatro columnas toscanas, sobre antepecho, entre los pilares, que sostienen la techumbre, que recuerda los lejanos santuarios visigóticos. Sin duda, las inclemencias del tiempo en estas alturas hicieron siempre necesarios cobijos para los fieles, con su banco corrido, tal y como observamos en el cercano ermitorio de la Virgen de Pradas, en la vecina San Agustín (Teruel), y como tuvo la desmantelada ermita de Vallada, en el mismo término.
Es bien conocida la primitiva obra del templo, realizada en el trescientos, que vino a ampliarse notablemente en el quinientos. Un recrecimiento bien visible al exterior, en el hastial correspondiente a los pies del templo, donde quedó emplazada la humilde espadaña y su ventana del coro, mirando a la inhóspita serranía de El Toro, procedencia de todos los “fríos” comarcales que bajan desde Aragón. Un fresco ya bien presente el 7 de septiembre, día de su romería.
Destruidos todos sus bienes muebles históricos durante la guerra civil, en la actualidad, el interior presenta las originales cuatro arquerías ojivales o diafragmáticas sencillas góticas, entre los que se disponen los púlpitos y sobre las que se dispone la techumbre moderna de madera de vigas, tablas y el tejado a doble vertiente, un tanto desplazado hacia el costado para incorporar el volumen y la estructura del citado atrio. En el altar mayor, una escultura de la Virgen de Gracia en piedra de más de medio metro, adquirida en Laon (Francia) en el año 2002, preside la cabecera, con gran ventana enrejada al flanco meridional.
El feliz descubrimiento
No obstante, el 3 de agosto de 2021, unos trabajadores municipales que estaban limpiando «El Cubo» para su restauración, hallaron allí oculta la Sagrada Imagen perdida de la Virgen de Gracia. Comunicando la feliz noticia al Ayuntamiento y consultada la Delegación de Patrimonio Cultural del Obispado de Segorbe-Castellón, resultó tratarse de la antigua imagen medieval labrada en piedra, del primer cuarto del siglo XV, posiblemente escondida durante la última guerra civil para evitar su expolio o destrucción.
Restaurada por Trestaller de Valencia y confeccionada su vitrina para su altar en la parroquia por Carpintería Andueza de Segorbe, la obra corresponde a la imagen devocional de la ermita del mismo nombre de nuestro pueblo, vinculada, por la documentación, a la figura de Violante de Montpalau, viuda del doncel Luis Martín de Cocentaina, de alto rango nobiliario, que permaneció al servicio de María de Castilla, Reina Consorte de Aragón, como «dona d’honor de sa casa», hasta la muerte de ésta en 1458. A la muerte de la monarca, recibió de aquella en testamento, de 21 de febrero de 1457, parte de su biblioteca y de su colección de reliquias.
Un viajero del siglo XVIII, en una visita a la ermita, escribió lo siguiente:
«Venerase esta Santa Ymagen en el termino del Lugar de Pina, que confina con el Reyno de Aragon. Esta collocada en una hermita que labró esta Santa Ymagen una Señora mui devota suia llamada Doña Violante Mompalau. Tiene esta Divina Ymagen mui alegre el rostro, aunque algunas vezes suele mudar el semblante en triste, y melancólico, y otras vezes de otros generos.
Tiene el dedo del Corazon de la mano derecha roto por medio ocasionado de que hallandose en aquellos parajes un Clerigo, haviendode bolverse a su Patria, y teniendo grande devocion con aquella Santa Ymagen quiso llevarsele alguna prenda i mas, y para esto resolvio llevarse un dedo, y haviendole partido salieron de la rotura algunas gotas de Sangre, como aun oy en dia se verifica viendose aun bermejear la Sangre. Es grande la devocion que se tiene a esta Santa Ymagen por todos aquellos contornos, grandes los milagros que obra, y muchos beneficios que reciben por su intencion todos sus devotos, y todos los que imploran su patrocinio, y amparo».
La imagen de la Virgen en pie de pequeño formato (31 x 10 x 6’5 cm), sobre pequeña peana, porta al Niño sobre el brazo izquierdo que, a su vez, lleva un pequeño pájaro en su mano. Sin trabajar por la parte posterior, la escultura presenta leve curvatura corporal, un “hanchement”,y las tradicionales vestimentas clásicas de manto y túnica marcados por composición de líneas y pliegues regulares. Presenta una gran afinidad estilística con la Virgen Primitiva de la Catedral de Segorbe, procedente de la Cartuja de Valldecrist.
La bendición del Sr. Obispo
Felizmente, este próximo sábado, 20 de mayo del Año del Señor de 2023, la imagen hallada será solemnemente bendecida por el Sr. Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente, acompañado por la Capilla Musical de la Catedral de Segorbe, en presencia de la Alcaldesa y Corporación Municipal, y colocada en el altar que su advocación tiene en el templo parroquial de Pina de Montalgrao, frente al acceso principal de la misma. En definitiva, un espléndido testimonio de la fe de su pueblo a Nuestra Señora de Gracia durante centurias, siempre al abrigo de su santuario en la montaña.
El próximo viernes, día 12 de octubre, la Iglesia celebra la Festividad de Nuestra Señora la Virgen del Pilar. Por este motivo, el Obispo, Mons. Casimiro López, presidirá el mismo día una Eucaristía en la Comandancia de la Guardia Civil de Castellón, a las 10h.Leer más
La Mare de Déu del Lledó se hace cercana a sus devotos en la ciudad y más allá. En mayo la parroquia de Sto. Tomás de Villanueva entronizó una imagen en una jornada jubilosa vivida por los fieles. Y el sábado próximo, 11 de junio, la Basílica organiza una peregrinación de la provincia de Castellón con la Virgen al santuario de Torreciudad. Los actos constarán de la introducción solemne de la Virgen en el templo a las 12:30h, seguida de la celebración de la Misa, Santo Rosario, procesión y exposición solemne del Santísimo. Para información e inscripción, tlf. 964 22 04 82.
Más de mil personas han festejado esta mañana en la Concatedral de Santa María el 92 aniversario de la coronación de la Virgen del Lledó. En el acto, presidido por Mons. Casimiro López, también han participado los vicarios episcopales, el cabildo de la Concatedral, el prior de la Basílica del Lledó y otros sacerdotes que han querido estar presentes.
El Obispo ha querido fijarse en la virtud de la Virgen como Madre de la Misericordia: «Ella nos lleva a Jesús, nos acompaña y nos cuida a cada uno de nosotros, nos invita a experimentar la misericordia de Dios, su ternura, su perdón». En este sentido el Mons. Casimiro López ha animado a ser «misericordiosos como el Padre, que como devotos de la Mare de Déu del Lledó eso es lo mejor que podemos dar a la sociedad».
Además, con motivo de este Año Jubilar de la Misericordia que celebra toda la Iglesia universal, el prelado ha invitado a todos los presentes a ganar la indulgencia plenaria.
Retomamos nuestra cita semanal y lo hacemos recordando la coronación canónica hace veinticinco años de la imagen de la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón. Este domingo, festividad de la Natividad del Virgen María, celebraremos una Misa en acción de gracias por este acto de hondo calado para nuestros antepasados en la fe y para nosotros peregrinos en esta vida.
Porque ¿qué significa haber coronado a la Virgen de la Cueva Santa? Con este gesto proclamamos a la Virgen María como nuestra Reina. Y lo hacemos porque reconocemos en ella a la Madre del Rey mesiánico, Jesús, el Hijo de Dios, cuyo reino no tendrá fin (cfr. Lc 1, 33). A María la llamados Reina, porque, ella, la llena de gracia de Dios, fue unida íntimamente a Cristo y asociada a la obra redentora de su Hijo, y así nos lleva a la fuente de la Gracia (cfr. Jn 19, 26-27). Y, finalmente, a María la proclamamos Reina, porque ya participa plenamente de la gloria de su Hijo en cuerpo y alma: ella ha recibido ya la corona merecida (cfr. 2Tm 4,8), la corona de gloria que no se marchita. María se ha convertido así en esperanza nuestra (cfr. 1Pe 5, 4).
María es la Madre de Dios y también Madre nuestra, la Madre de la Iglesia y la Madre de todos los creyentes; ella es la buena Madre, que nos acompaña con su protección maternal a los creyentes de todos los tiempos en nuestro peregrinaje por los caminos de la historia. Generación tras generación, los creyentes experimentamos su protección maternal; por ello la invocamos con confianza, la llamamos bendita entre todas las mujeres y la proclamamos Reina. Pero no podemos separar a María de su Hijo. Su grandeza y realeza radican en ser la criatura elegida por Dios para ser Madre de su Unigénito, el Mesías y Rey: Ella nos da y nos lleva en todo momento a Cristo.
Al proclamar Reina a la Virgen de la Cueva Santa queremos que ella reine en nuestro corazón, en nuestras familias, en nuestras comunidades parroquiales, en nuestra Iglesia diocesana. Y ella nos invita a volver nuestra mirada a Dios, a su Hijo Jesucristo, el Redentor y Salvador de todos los hombres, el único que tiene palabras de vida eterna: él es nuestra Esperanza. Acudimos a María porque ella brilla en nuestro camino, como signo de consuelo y de esperanza. Todo su gozo está en darnos a Cristo, en llevarnos hasta Jesús. En el fondo no acudimos a María si no es para encontrar en Ella a Jesús y su salvación. Quien se acerca a María que nos da a Jesús, fruto bendito de su vientre, se acerca también al Salvador. Es preciso que cada uno de los cristianos demos un gran paso y por medio de Maria nos encontremos con Jesucristo, lo conozcamos, lo acojamos en nuestra vida, lo amemos, lo sigamos y demos testimonio de Él.
Como María, abramos de par en par nuestro corazón a Cristo. El, verdadero Dios y verdadero hombre, es el Señor del universo y de nuestra historia. El camino de la necesaria renovación de nuestra Iglesia, de nuestras comunidades, de nuestras familias y de cada uno de nosotros no puede ser otro que Cristo y nuestra conversión a Él y a su Evangelio. La Virgen de la Cueva Santa será de verdad Reina nuestra si como ella nuestro pensar, sentir y actuar es según Dios. Volvamos nuestra mirada a Aquella que nos entregó como regalo a su propio Hijo. A ella le decimos: Virgen de la Cueva Santa, guárdanos siempre en el camino de la fe.
Mayo es el mes dedicado a la Virgen María para honrarla y rezarla, para agradecer su presencia en nuestra vida, para invocar su protección y para dar gracias a Dios por tan buena Madre. En el presente Año de la Fe, Mayo debería ser sobre todo un mes para contemplar a María en su camino de fe cristiana. En su carta convocatoria del Año de la Fe, Benedicto XVI propone a María como el principal ejemplo de fe y a ella, proclamada ‘bienaventurada porque ha creído’ (Lc 1,45), le confía este tiempo de gracia (PF13,15). La Virgen, que escuchó la buena Noticia y la acogió en su corazón, nos enseña a escuchar, meditar y proclamar la Palabra de Dios, para avivar y fortalecer nuestra fe.
La vida entera de María es un largo itinerario de fe. María escucha el saludo del Ángel: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo»; en su turbación, medita qué podría significar aquel saludo. La voz del ángel suena de nuevo para darle firmeza y sostenerla en la escucha, pero sus palabras son más desconcertantes aún: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. El será grande, se llamará Hijo el Altísimo». Ante estas palabras, la Virgen de Nazaret no duda, pero indaga: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». Y, sobre todo, la Virgen se fía de Dios: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (cf. Lc 1,26-38). Con este acto de fe, de confianza y de disponibilidad, María se convierte en ‘Madre del Señor’; así se consuma el mayor y más decisivo acto de fe en la historia del mundo. El Catecismo de la Iglesia Católica afirma: «La Virgen María es la realización más perfecta de la fe» (n. 144).
En su libertad y por su humildad, la Virgen está abierta siempre al designio de Dios, se fía plenamente de su palabra; cree que será la Madre del Salvador sin perder la virginidad; ella, la mujer humilde que se sabe deudora de Dios de todo su ser, cree que será verdadera Madre de Dios, que el fruto de su seno será realmente el Hijo del Altísimo. Desde el primer instante se adhiere con todo su corazón al plan de Dios sobre ella, un plan que trastoca el orden natural de las cosas: una virgen madre, una criatura madre del Creador. María cree cuando el ángel le habla, y sigue creyendo cuando el ángel la deja sola, y se ve rodeada de las humildes circunstancias de una mujer cualquiera que está para ser madre. El acto de fe de María no fue fácil, pero supo confiarse a Dios. La verdadera fe no es nunca un privilegio o un honor, sino que siempre significa un morir a sí mismo para abrirse a Dios y a su vida; y así fue sobre todo la fe de María.
Toda la vida de María fue una peregrinación en la fe. Ni el designio de Dios ni la divinidad de su Hijo le fueron totalmente manifiestos; ella se fio de Dios y vivió apoyándose en la Palabra de Dios. El plan divino se le ocultó a veces bajo un velo oscuro y desconcertante: así la extrema pobreza en que nace Jesús, la necesidad de huir al destierro para salvarle de Herodes, las fatigas para proporcionarle lo estrictamente necesario, su sufrimiento al pie de la Cruz. María, aunque no entendía muchas cosas, no dudó que aquel hijo débil e indefenso, era el Hijo de Dios. La Virgen creyó y se fio siempre, aun cuando no entendiera el misterio. La Virgen, como dijo Benedicto XVI vive toda su existencia dentro de la Palabra de Dios, está como impregnada esta Palabra; todo su pensamiento, toda su voluntad y todas sus acciones están impregnados y formados por la Palabra. Al habitar ella misma en la Palabra, puede convertirse también en la ‘Morada’ nueva de la Palabra en el mundo. Sin María no hubo alumbramiento del Hijo de Dios en Belén ni nacerá hoy en el corazón de los hombres por la predicación del Evangelio. Caminemos todos tras las huellas de María.
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