La Eucaristía, raíz y fuente de la caridad
Queridos diocesanos:
Este Domingo celebramos el Corpus Christi. Esta Fiesta nos convoca a renovar y fortalecer nuestra fe en la Eucaristía, que podemos resumir en tres palabras: memorial, banquete y presencia. Como nos muestra su institución por Jesús en la Última Cena, la Eucaristía es memorial del sacrificio redentor de Jesús en la Cruz, que actualizamos de modo incruento en cada santa Misa; la Eucaristía es banquete de comunión del Cuerpo de Cristo, en el que el Señor mismo se nos da en comida; y la Eucaristía es presencia real y permanente de Cristo resucitado entre nosotros. El Señor se ha quedado entre nosotros a fin de que contemplemos y adoremos su amor hasta el extremo por amor, participemos de él en la comunión y, transformados por este amor, seamos testigos comprometidos de su amor en la Iglesia y en el mundo. Esta fe la hacemos pública y la ofrecemos al mundo en la procesión del Corpus.
La Eucaristía es el signo mayor del amor de Dios hacia todos los hombres, manifestado de una vez para siempre en el sacrificio redentor de Cristo en la Cruz. El Corpus Christi nos recuerda el verdadero rostro de Dios: Dios es amor y ama a todas sus creaturas. Tal es su amor por los hombres, que nos ama hasta el extremo de entregar a su propio Hijo en sacrificio “por todos nosotros” y para el perdón de los pecados; Cristo Jesús mismo nos ofrece su Cuerpo en comida y se queda sacramentalmente para siempre entre nosotros en este sacramento, como fuente inagotable de su Amor.
El Corpus Christi nos lleva así a la raíz y a la fuente permanente de la caridad y nos impulsa a construir la fraternidad universal, como nos pide el Papa Francisco. Por su sacrificio y entrega total en la Cruz, Cristo nos ha redimido del pecado y ha restaurado la amistad y comunión de los hombres con Dios, con los demás y con la naturaleza entera. En la Eucaristía, el mismo Jesús se nos da como alimento de Vida y de Amor, que cambia y transforma a las personas y los corazones. La Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia y de todo cristiano; es la fuente de la que nos nutrimos y el motor para vivir el día a día desde el amor de Dios; es el anticipo de la vida eterna y el inicio de la nueva tierra y los nuevos cielos, cuando todo quede restaurado en Cristo.
En la Eucaristía, el Señor mismo nos invita a su mesa y nos sirve. Él se nos da a sí mismo en el Pan partido y repartido, que es su Cuerpo. Jesús nos muestra así que amar no solo es dar algo, sino darse a sí mismo. La comunión del Cuerpo de Cristo une a los cristianos con el Señor y une a los que comulgan del Cuerpo de Cristo. La Eucaristía crea y recrea la nueva fraternidad que es expansiva y no conoce fronteras. Por ello, la Eucaristía tiene unas exigencias concretas para el vivir cotidiano, tanto de la comunidad eclesial como de los cristianos. De ella brota el mandamiento nuevo del Amor: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Y Cristo nos ha amado dándose a sí mismo por puro amor, de forma totalmente gratuita y desinteresada. La Iglesia y cada cristiano estamos llamados a dejarnos empapar por este amor entregado de Cristo y a vivirlo de tal modo que este amor llegue a todos, pues a todos está destinado.
Por todo ello, en la Fiesta del Corpus Christi celebramos el Día de la Cáritas, este año bajo el lema: “Tú tienes mucho que ver”. Cada uno estamos personalmente interpelados. Así el Amor de Dios llegará a través de cada uno de nosotros a todos, en especial a los más pobres y excluidos de nuestra sociedad y del mundo entero: así todos podrán formar parte de la nueva fraternidad instaurada por Cristo Jesús. Quien en la comunión recibe y comparte el amor de Cristo es enviado a ser su testigo compartiendo su pan, su dinero, su tiempo y su vida con el que está a su lado, con el que está necesitado no sólo de pan sino también de amor: los enfermos, los pobres, los mayores abandonados, los marginados y los excluidos.
Es lo que hacen tantos cristianos en su compromiso de caridad cristiana; es lo que hacen nuestras Cáritas diocesana, parroquiales, interparroquiales y arciprestales, con sus voluntarios y trabajadores, y otros institutos religiosos y grupos eclesiales. Muchas gracias de corazón a todos.
Con motivo del Día del Corpus os invito una vez más a entrar en el misterio de Cristo, presente en la Eucaristía, para dejarnos configurar por Él de modo que nos convierta en testigos comprometidos de su amor en el amor al hermano necesitado. El mandamiento nuevo del amor nos urge a redoblar nuestra generosidad personal y económica. El Señor Jesús nos llama a reconocerle, acogerle y amarle en el hermano necesitado hasta compartir nuestro pan, nuestra vida y nuestra fe con él.
Con mi afecto y bendición,
+Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!