El secreto de los matrimonios que disfrutan, se ha convertido en una voz inspiradora para quienes buscan fortalecer sus relaciones conyugales. Desde su experiencia personal y su profunda reflexión sobre la vida en pareja, Pep Borrell, autor de «Bailando en la cocina» presentó su propuesta el pasado sábado en los Encuentros Matrimoniales organizados por la Delegación Diocesana para la Familia y la Defensa de la Vida.
Durante la charla, invitó a los matrimonios a descubrir la alegría y la complicidad en la cotidianidad, resaltando la importancia de la comunicación, la fe y los pequeños gestos que construyen el amor.
También participó en el programa de El Espejo en Cope Castellón donde explicó cómo influye la fe compartida en la relación conyugal.
El Seminario Mater Dei acogerá el próximo sábado 18 de enero, de 10:30 a 13:30 horas, un nuevo encuentro dentro de la IV edición de los Encuentros Matrimoniales. Bajo el título «Bailando en la Cocina», este evento tiene como objetivo fortalecer los lazos conyugales y fomentar la comunión con el Señor.
Inspirado en el libro «Bailar en la cocina» de Pep Borrell Vilanova, el encuentro se centra en las claves para disfrutar plenamente del matrimonio. La obra de Borrell, reconocida por su tono optimista y práctico, ofrece consejos útiles y anécdotas que resaltan la importancia de la alegría, el buen humor y la fe en la vida conyugal. Esta guía se ha convertido en un referente para parejas que desean fortalecer su relación.
Organizado por la Delegación Diocesana para Familia y Defensa de la Vida y las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, el ciclo de Encuentros Matrimoniales tiene como tema central «La Belleza del Matrimonio». A lo largo del curso, los participantes profundizan en diferentes aspectos de la vida en pareja desde una perspectiva cristiana.
Durante el evento, los asistentes tendrán la oportunidad de participar en momentos de reflexión, Adoración al Santísimo y un espacio para compartir un café en un ambiente fraterno. Además, para facilitar la asistencia, se ofrecerá un servicio de guardería.
Las personas interesadas en asistir pueden obtener más información en el electrónico casacsfn@gmail.com o llamando al teléfono 680 56 35 96. Esta cita es una excelente oportunidad para renovar el compromiso matrimonial y descubrir nuevas formas de vivir la alegría en pareja.
Este domingo, la Diócesis de Segorbe-Castellón conmemoró los 25 años de servicio del Centro de Orientación Familiar (COF) Domus Familiae, en una Misa de acción de gracias presidida por el Obispo D. Casimiro López Llorente. El COF, fundado el 29 de octubre de 1999, se ha convertido en un punto de apoyo y esperanza para más de 2.500 familias en situación de crisis, brindando ayuda integral a quienes enfrentan situaciones difíciles en el ámbito familiar.
Ha concelebrado el capellán del COF, D. Rafael Manzaneque, el Delegado diocesano para la Familia y Defensa de la Vida, D. Luis Oliver, y el Secretario Particular, D. Ángel Cumbicos.
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Durante la homilía, el Obispo remarcó el papel fundamental de los voluntarios y profesionales que colaboran en el COF, reconociéndolos como “testigos vivos del amor misericordioso de Dios”. Recordó que el centro se ha dedicado a acompañar a personas en situaciones de sufrimiento y crisis, reflejando el mensaje de la santa patrona del COF, Faustina Kowalska: “Todo comienza en tu misericordia y en tu misericordia termina”.
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D. Casimiro enfatizó la importancia del amor a Dios y al prójimo como el eje central de la misión del COF, y recordó las palabras de Jesús en el Evangelio: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente, con todo tu ser”, seguido de “Amarás al prójimo como a ti mismo”. Explicó que estos dos mandamientos están “intrínsecamente unidos”, ya que “el amor a Dios es la fuente y el horizonte último del amor al prójimo”. En este sentido, agradeció al equipo del COF por su trabajo, que considera “una expresión genuina del amor de Dios” y una forma de “llevar al encuentro con Cristo vivo a aquellos que necesitan sanar sus heridas”.
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Además, el obispo hizo un llamado a los colaboradores a que se mantengan “fieles a vuestra identidad eclesial y a vuestra finalidad fundacional”. Resaltó la importancia de que su trabajo esté marcado por “una fe viva en Cristo Jesús” y que encuentren en la Eucaristía la cima y la fuente de su misión. Según el Obispo, “el amor no se impone, sino que se ofrece”, y animó a los miembros del COF a que continúen con una labor que muestre “el rostro de Cristo” en medio de las dificultades y desafíos actuales.
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Por último, el obispo destacó el papel de la familia como “célula fundamental de la sociedad” y lamentó las amenazas que esta institución enfrenta en el mundo actual. “La Iglesia mira hoy a la familia con preocupación, pero sobre todo con esperanza”, afirmó, destacando la función del COF como un pilar para la familia y la sociedad, así como un lugar de acogida para quienes buscan orientación y apoyo.
Solidaridad con las víctimas de la DANA en Valencia
Al concluir la homilía, Monseñor López Llorente hizo una mención especial a las víctimas de la reciente DANA en Valencia, que ha dejado a numerosas familias afectadas. “Nos unimos en oración y solidaridad con todos aquellos que han perdido sus hogares o se encuentran en situación de emergencia”, expresó, instando a la comunidad a ayudar a los damnificados y a ofrecer “el consuelo y la esperanza que brotan de nuestra fe” en estos momentos difíciles.
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Acto conmemorativo del 25 aniversario del COF
Tras la celebración de la Eucaristía, Inma Martínez, directora del COF, destacó que en estos 25 años el COF ha ofrecido atención gratuita a más de 7.500 personas a través de 40.000 visitas, gracias a un equipo de más de 70 colaboradores, en su mayoría voluntarios, quienes han formado un equipo interdisciplinar compuesto por orientadores familiares, psicólogos, psicopedagogos, psiquiatras, trabajadores sociales, abogados y capellanes. Además, más de 40 personas han colaborado en la secretaría, gestionando la atención telefónica y la acogida en el centro. Estos colaboradores se han dedicado a apoyar a familias en crisis, ofreciendo servicios como orientación matrimonial, asesoramiento jurídico y civil en temas matrimoniales, y atención especializada a personas con trastornos de salud mental.
También destacó la importancia de este servicio como “un recurso de esperanza para muchas personas y familias que atraviesan dificultades en su vida familiar”, y subrayó que la misión del COF es “ofrecer una atención integral en todas las dimensiones de la persona —física, psico-afectiva, social y espiritual—, fomentando la cultura del perdón y de la reconciliación.” Martínez recordó que la labor del COF busca ser una respuesta a la crisis familiar que afecta a tantas personas y que genera “frustración y dolor emocional que pueden derivar en ansiedad, depresión y rupturas irreparables.”
La metodología del COF se basa en una atención personalizada, comenzando por una primera valoración de cada caso. Desde ese momento, cada persona es acompañada por un orientador familiar y, cuando es necesario, se le ofrece apoyo interdisciplinar de otros profesionales del centro. Las personas que solicitan ayuda en el COF pueden hacerlo a través de una llamada telefónica, por medio de su página web o acudiendo al propio centro en Castellón.
Además, el COF ha extendido sus servicios a familias y personas de diversas procedencias culturales y nacionales, lo cual refuerza su papel integrador en la comunidad. En el último año, han sido atendidas personas de nacionalidad española, colombiana, rumana, venezolana, argentina, marroquí, polaca, peruana y filipina, destacando que las crisis familiares afectan a todos, independientemente de su origen o situación. La mayoría de los casos atendidos han sido mujeres, y la franja de edad más representada en 2023 ha sido la de 40 a 49 años, aunque el centro ha atendido a personas entre los 7 y los 82 años.
El centro cuenta también con una capilla-oratorio bendecida en 2019, como un espacio de oración y recogimiento para los colaboradores, en especial para los orientadores, quienes “encuentran en este lugar la fortaleza y paz necesarias para afrontar los casos difíciles que llegan al COF.”
La Diócesis ha querido, en este aniversario, no solo celebrar el camino recorrido, sino renovar su compromiso con la familia y la comunidad, recordando que, como señaló Inma Martínez, “la familia es una gracia mayor que cualquier dificultad,” y en el COF, quienes atraviesan una crisis encuentran un acompañamiento que da sentido y esperanza a sus vidas.
Tras la alocución de la Directora, el Obispo hizo entrega de Diplomas de Reconocimiento a los colaboradores en estos 25 años. También, D. Casimiro recibió un regalo muy especial consistente en una estola.
El Seminario Mater Dei será el escenario de la cuarta edición de los «Encuentros Matrimoniales», un evento que se llevará a cabo el primer sábado de cada mes, de 10:30 a 13:30 horas. Organizados conjuntamente por la Delegación diocesana para Familia y Defensa de la Vida y las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret.
Estos Encuentros están pensados para fortalecer los lazos matrimoniales y la comunión con el Señor a través de interesantes y atractivas charlas, que este año se centrarán en el tema «La Belleza del Matrimonio», con el que los participantes explorarán temas como «El asombro, escucha y belleza original», programado para el 28 de septiembre – en esta ocasión en el Convento de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret-, y «Navidad: oración en familia», el 21 de diciembre. También se abordarán temas como «Bailando en la Cocina», de la mano del autor de este conocido libro, Pep Borrell, el 18 de enero de 2025. Además, entre ellos se encuentra la Jornada Diocesana de la Familia, el día 8 de marzo, y la serie culminará con un Encuentro Festivo para los Niños, el 14 de junio.
Además de las charlas, los asistentes podrán disfrutar de un café y participar en momentos de adoración al Santísimo. Se ofrecerá servicio de guardería para facilitar la participación de todas las parejas interesadas. Para inscripciones, los interesados pueden contactar a través del correo electrónico casacsfn@gmail.com o por teléfono al 680 56 35 96.
La Delegación Diocesana para la Familia y Defensa de la Vida ha abierto las inscripciones para los Cursos Prematrimoniales que se llevarán a cabo durante el curso pastoral 2024-25. Estos cursos están diseñados para preparar a las parejas que desean recibir el sacramento del matrimonio, ofreciendo herramientas y reflexiones que les ayudarán a fortalecer su relación mutua y su conexión con Dios.
Los cursos se impartirán en los salones parroquiales de Santa María de Castellón (C/ Pescadores, 19), los viernes a las 20:00 h., y estarán organizados en tres periodos a lo largo del año:
Primer ciclo: del 18 de octubre al 29 de noviembre de 2024.
Segundo ciclo: del 24 de enero al 28 de febrero de 2025.
Tercer ciclo: del 9 al 30 de mayo de 2025.
Las parejas interesadas pueden obtener más información e inscribirse llamando al 964 22 00 66 o enviando un correo electrónico a pastoralfamiliar@obsegorbecastellon.org. También se invita a los interesados a acudir a su parroquia para recibir más detalles.
La Diócesis de Segorbe-Castellón busca que estos cursos sean una oportunidad única para que las parejas reflexionen sobre su relación y se preparen de manera integral para el compromiso matrimonial. Siguiendo la enseñanza del Papa Francisco, estos cursos promueven una visión del matrimonio que va más allá de la ceremonia, destacando la importancia de una unión basada en el amor y la gracia de Dios.
Con esta iniciativa, la Diócesis reafirma su compromiso con la familia, subrayando la importancia de una preparación adecuada para el matrimonio y el fortalecimiento de relaciones sólidas y duraderas, fundamentadas en los valores cristianos.
Con el inicio del mes de julio se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por el cuidado pastoral de los enfermos: “Oremos para que el sacramento de la Unción de los Enfermos dé a las personas que lo reciben y a sus seres queridos la fuerza del Señor, y se convierta cada vez más para todos en un signo visible de compasión y esperanza.”
Hoy quisiera hablaros del sacramento de la Unción de los enfermos, que nos permite tocar con la mano la compasión de Dios por el hombre. Antiguamente se le llamaba «Extrema unción», porque se entendía como un consuelo espiritual en la inminencia de la muerte. Hablar, en cambio, de «Unción de los enfermos» nos ayuda a ampliar la mirada a la experiencia de la enfermedad y del sufrimiento, en el horizonte de la misericordia de Dios.
Hay una imagen bíblica que expresa en toda su profundidad el misterio que trasluce en la Unción de los enfermos: es la parábola del «buen samaritano», en el Evangelio de Lucas (10, 30-35). Cada vez que celebramos ese sacramento, el Señor Jesús, en la persona del sacerdote, se hace cercano a quien sufre y está gravemente enfermo, o es anciano. Dice la parábola que el buen samaritano se hace cargo del hombre que sufre, derramando sobre sus heridas aceite y vino. El aceite nos hace pensar en el que bendice el obispo cada año, en la misa crismal del Jueves Santo, precisamente en vista de la Unción de los enfermos. El vino, en cambio, es signo del amor y de la gracia de Cristo que brotan del don de su vida por nosotros y se expresan en toda su riqueza en la vida sacramental de la Iglesia. Por último, se confía a la persona que sufre a un hotelero, a fin de que pueda seguir cuidando de ella, sin preocuparse por los gastos. Bien, ¿quién es este hotelero? Es la Iglesia, la comunidad cristiana, somos nosotros, a quienes el Señor Jesús, cada día, confía a quienes tienen aflicciones, en el cuerpo y en el espíritu, para que podamos seguir derramando sobre ellos, sin medida, toda su misericordia y la salvación.
Este mandato se recalca de manera explícita y precisa en la Carta de Santiago, donde se dice: «¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que recen por él y lo unjan con el óleo en el nombre del Señor. La oración hecha con fe salvará al enfermo y el Señor lo restablecerá; y si hubiera cometido algún pecado, le será perdonado» (5, 14-15). Se trata, por lo tanto, de una praxis ya en uso en el tiempo de los Apóstoles. Jesús, en efecto, enseñó a sus discípulos a tener su misma predilección por los enfermos y por quienes sufren y les transmitió la capacidad y la tarea de seguir dispensando en su nombre y según su corazón alivio y paz, a través de la gracia especial de ese sacramento. Esto, sin embargo, no nos debe hacer caer en la búsqueda obsesiva del milagro o en la presunción de poder obtener siempre y de todos modos la curación. Sino que es la seguridad de la cercanía de Jesús al enfermo y también al anciano, porque cada anciano, cada persona de más de 65 años, puede recibir este sacramento, mediante el cual es Jesús mismo quien se acerca a nosotros.
Pero cuando hay un enfermo muchas veces se piensa: «llamemos al sacerdote para que venga». «No, después trae mala suerte, no le llamemos», o bien «luego se asusta el enfermo». ¿Por qué se piensa esto? Porque existe un poco la idea de que después del sacerdote llega el servicio fúnebre. Y esto no es verdad. El sacerdote viene para ayudar al enfermo o al anciano; por ello es tan importante la visita de los sacerdotes a los enfermos. Es necesario llamar al sacerdote junto al enfermo y decir: «vaya, le dé la unción, bendígale». Es Jesús mismo quien llega para aliviar al enfermo, para darle fuerza, para darle esperanza, para ayudarle; también para perdonarle los pecados. Y esto es hermoso. No hay que pensar que esto es un tabú, porque es siempre hermoso saber que en el momento del dolor y de la enfermedad no estamos solos: el sacerdote y quienes están presentes durante la Unción de los enfermos representan, en efecto, a toda la comunidad cristiana que, como un único cuerpo nos reúne alrededor de quien sufre y de los familiares, alimentando en ellos la fe y la esperanza, y sosteniéndolos con la oración y el calor fraterno. Pero el consuelo más grande deriva del hecho de que quien se hace presente en el sacramento es el Señor Jesús mismo, que nos toma de la mano, nos acaricia como hacía con los enfermos y nos recuerda que le pertenecemos y que nada —ni siquiera el mal y la muerte—podrá jamás separarnos de Él. ¿Tenemos esta costumbre de llamar al sacerdote para que venga a nuestros enfermos —no digo enfermos de gripe, de tres-cuatro días, sino cuando es una enfermedad seria— y también a nuestros ancianos, y les dé este sacramento, este consuelo, esta fuerza de Jesús para seguir adelante? ¡Hagámoslo!
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por las familias y matrimonios en crisis por diversos motivos, para que encuentren en el amor de Cristo la fuerza y la gracia que necesitan para seguir viviendo fieles a lo que prometieron el día de su matrimonio”.
El matrimonio y la familia están afectados hoy por un contexto cultural poco favorable, cuando no contrario, al verdadero matrimonio y a la familia. Las familias tienen, entre otras cosas, difícil en muchos casos encontrar una vivienda digna o adecuada, conciliar la vida laboral y la familiar, o disponer de tiempo para escucharse y dialogar los esposos y los hijos. Falta aprecio social por la fidelidad esponsal, por la estabilidad matrimonial o por la natalidad. Estos desafíos, lejos de constituir obstáculos insalvables, se convierten para la familia cristiana y para la Iglesia en una oportunidad nueva; la propia familia puede encontrar en ellos un estímulo para fortalecerse y crecer como comunidad de vida y amor que engendra vida y esperanza en la sociedad.[…]
Los matrimonios y las familias necesitáis atención pastoral, necesitáis dedicación y acompañamiento. En muchas de nuestras parroquias es una asignatura pendiente el acompañamiento pastoral específico de los matrimonios y las familias. Pensemos además en el acompañamiento de parejas y familias en crisis, en el apoyo a los que se quedan solos, a las familias pobres, a las familias desestructuradas. Muchas familias necesitan que se les ayude a descubrir en los sufrimientos de la vida el lugar de la presencia de Cristo y de su amor misericordioso. Este Año es una oportunidad para acercarse a las familias, para que no se sientan solas ante las dificultades, para caminar con ellas, escucharlas y emprender iniciativas pastorales que las ayuden a cultivar su amor cotidiano, como su camino hacia la santidad, a la perfección en el amor
Necesitamos además un cambio de mentalidad. Los matrimonios y las familias no son sólo destinatarios de la pastoral sino que estáis llamados a ser sujetos activos de la pastoral familiar. Las familias podéis aportar mucho a toda la sociedad y a la Iglesia, por lo que debéis ser reconocidas e involucradas activamente en la pastoral ordinaria de las parroquias y de la diócesis. Un aspecto importante de este protagonismo de las familias es vuestro ejemplo de vida. Hay muchas familias, de hecho, que viven su fe y su vocación al matrimonio y a la familia de manera ejemplar. Y es muy edificante ver cómo no se rinden y afrontan las dificultades de la vida con profunda alegría, esa alegría que se encuentra en el “corazón” del sacramento del matrimonio y que alimenta toda la existencia de los cónyuges y de sus hijos y padres. Es necesario, por tanto, dar mayor espacio a las familias en la pastoral familiar. Su misma vida es un mensaje de esperanza para todo el mundo y, en especial, para los jóvenes. Como muestran numerosas encuestas realizadas en todo el mundo, el deseo de tener una familia propia sigue siendo hoy en día uno de los mayores sueños que desean realizar los jóvenes. ¡Jóvenes, no tengáis miedo al matrimonio!
Entre todos estamos llamados a generar una cultura de la familia, que recree un verdadero ambiente familiar. Es la misión de la Iglesia hoy. Es vuestra misión, queridas familias: Anunciar la alegría del amor y la belleza del matrimonio y de la familia; generar espacios y un ambiente favorable para que la familia pueda crecer y vivir en plenitud su vocación al amor. La alegría del Evangelio se refleja en la alegría del amor que se vive y se aprende eminentemente en la familia. La fuerza para amar nace, crece y se fortalece en la familia y es fuente de alegría y de esperanza para el ser humano y para la sociedad.
“Si eres profesional de la salud, ven con tu bata blanca”
El próximo domingo, día 16 de junio, la parroquia de San Cristóbal de Castellón acogerá la celebración de una Misa Blanca, especialmente por los profesionales de la salud, y estará presidida por el Delegado diocesano para la Pastoral de la Salud, D. David Escoín.
En una Misa Blanca participan profesionales de la salud, como médicos, enfermeras y enfermeros, otros trabajadores del sector sanitario y estudiantes de Medicina, y se ofrece por ellos y su trabajo, así como por los pacientes y enfermos bajo su cuidado.
Supone una oportunidad para renovar su compromiso con su vocación, encontrar apoyo espiritual y comunitario, y recordar la dimensión ética y humanitaria de su trabajo, siempre enfocado a la dignidad de la vida humana, el valor del sufrimiento y la vocación de servicio en el campo de la salud.
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