Mons. Juan Carlos Elizalde dirige los ejercicios espirituales de los sacerdotes de la Diócesis
Durante esta semana, 25 sacerdotes diocesanos están participado en los ejercicios espirituales organizados por la Vicaría del Clero, y que se están desarrollando en la Casa de Espiritualidad Santa Teresa, en el Desierto de las Palmas, Benicàssim.
En esta ocasión, el Director de los Ejercicios es Mons. Juan Carlos Elizalde, Obispo de la Diócesis de Vitoria. Es licenciado en Teología Espiritual por la Universidad Pontificia de Comillas, en Madrid, y ha realizado el curso de Directores de Ejercicios Espirituales con los PP. Jesuitas de Salamanca.
Fue ordenado sacerdote en 1987, quedando incardinado en la diócesis de Pamplona, donde ejerció el ministerio sacerdotal hasta su nombramiento de Obispo de Vitoria en 2016. Desde marzo de 2020 preside la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y la Movilidad humana.
Hoy, Solemnidad de la Anunciación del Señor, y con motivo del 20 aniversario de la Ordenación Episcopal de nuestro Obispo, los sacerdotes asistentes a los ejercicios han celebrado la Santa Misa, presidida por D. Casimiro y concelebrada por D. Juan Carlos.
En la homilía, el Obispo ha resaltado tres palabras: gracia, fe y obediencia. “Hemos de entender nuestro ministerio como una gracia de Dios, signo de su amor”, pues “todos, también nosotros, estamos llamados al amor, a amar y a ser amados, cada cual en el camino en el que el Señor lo pone”, ha dicho.
“Como sacerdotes, nuestra vocación es vivir el amor de Dios en la entrega a los hermanos”, les indicaba a los sacerdotes presentes, y ante quienes ha exhortado a responder del mismo modo que la Virgen, «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra» (Lc. 1, 38), “con fe y con confianza razonada”, para “descubrir en todo momento la voluntad de Dios”.
Para ello, D. Casimiro ha indicado que el camino es la oración, “Jesús se retiraba, tantas noches, a conocer la voluntad del Padre”, porque “conociendo su voluntad conoceremos también el modo y la manera de conducir al pueblo que el Señor nos ha encomendado”.
También lo es el agradecimiento al don recibido, si “somos conscientes de que somos elegidos por puro amor suyo, mantendremos viva nuestra fidelidad, esa fidelidad evangélica, que está siempre abierta a las indicaciones que el Señor nos va haciendo en el día a día”. Al finalizar la homilía, D. Casimiro ha pedido oración, “para que sea agradecido y fiel al don recibido inmerecidamente por mi parte”.