D. Casimiro nos exhorta a contemplar al Niño Dios y dejarnos empapar «del amor, de la vida y de la luz de Dios».
Solemnidad de la Natividad del Señor
A mediodía de hoy, se ha celebrado, en la Concatedral de Santa María, en Castellón, la Santa Misa de Navidad. El Obispo de la Diócesis, Monseñor Casimiro López Llorente ha presidido la celebración que ha estado concelebrada por el párroco, D. Miguel Simón, y el Vicario, D. David Barrios, y en la que también ha participado el secretario, D. Ángel Cumbicos y el diácono, D. Daniel Castro.
A la luz de la Palabra proclamada en la liturgia de hoy, se nos anuncia la alegría de la Navidad que se fundamenta, precisamente en el misterio de luz y esperanza que supone el nacimiento del Hijo de Dios. Los cristianos celebramos que Cristo nace para cada uno de nosotros, sea cual sea nuestra condición, y lo hace para salvarnos tal como anuncia el profeta Isaías en la primera lectura (52,7-10) «porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén (…)y verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios».
Así, también el salmista (97,1.2-3ab.3cd-4.5-6) nos anima a celebrar la buena noticia de la liberación que se nos anuncia en Isaías invitándonos a «cantar al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas (…) el Señor da a conocer su salvación pues los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios». Todo para lo que nos hemos estado preparando en el Tiempo de Adviento se nos revela a través de la Palabra hoy. En la Carta a los Hebreos (1,1-6) Dios nos habla a través de su Hijo pues «al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser».
Tal como se nos dice en el Catecismo de la Iglesia “el acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. Él se hizo verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre”. Y esta verdad es la que se nos presenta en la liturgia de este día a través del evangelista (Juan 1,1-18): «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad».
Y esta alegría de Dios hecho hombre es la que ha transmitido nuestro Obispo a los fieles que han participado en la celebración de hoy. Así, durante la homilía, D. Casimiro, ha destacado que en «el Niño que nace en Belén es el motivo de nuestra alegría y lo que, cada año, a través de la liturgia, la Iglesia nos invita a reavivar dentro de nosotros para que Dios nazca un poco más en nuestro interior». Igual que el Ángel dijo a los pastores, «¡no temáis!, nuestro Obispo nos ha exhortado a contemplar el Misterio que celebramos y al Niño Dios que viene a nosotros frágil y humilde para dejarnos empapar del amor, de la vida y de la luz de Dios».
El Obispo se ha servido de la Palabra proclamada para enfatizar en el mensaje de esta Solemnidad que no es otro que «en este Niño visible para nosotros se nos ofrece lo invisible que es el mismo Dios, uniéndose para siempre con el hombre asumiendo, sin dejar de ser Dios y sin perder nada de su gloria ni de su divinidad, nuestra naturaleza humana haciéndose uno de los nuestros». Es por ello, ha resaltado D. Casimiro, que «se identifica con cada uno de nosotros y está presente en cada ser humano, especialmente en los que sufren hambre, pobreza, enfermedad, falta de libertad, desolación o soledad».
La importancia del Misterio de la Navidad, ha continuado el prelado, es que «Dios se ha hecho uno de los nuestros para unir para siempre a Dios con el ser humano, para que en Él tengamos vida, luz y la paz de Dios». Y estamos invitados especialmente durante esos días «a contemplar, a meditar y a agradecer este Misterio dando Gloria y alabanza a Dios».
«Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad»
Con esta frase de Lucas (2:14) ha destacado el Obispo que Él se ha hecho Enmanuel y camina con nosotros pues, como peregrinos en esta vida, no nos abandona nunca». A partir de este acontecimiento histórico «Dios entra en la vida humana y eso nos da esperanza porque es la Gloria de Dios que se nos manifiesta en este Niño».
Los cristianos estamos llamados, ha dicho D. Casimiro, «a dejarnos guiar por la luz del Niño que hace en Belén sin perder la brújula en nuestro peregrinaje, porque a través de Él se nos da el amor mismo de Dios que se entregará por nosotros hasta la muerte». Para concluir nos ha exhortado a «agradecer a Dios esta nueva vida que se nos da, para vivirlo con más intensidad, dejándonos sanar por Él haciéndole un lugar dentro de nosotros para que su Reino y su paz, reine en nuestro interior».
La parte musical de la Solemnidad de la Natividad del Señor ha corrido a cargo de la Coral de Barreros de la Mare de Déu del Lledó, con la participación del el organista titular de la Concatedral, Augusto Belau, y del tenor solista José Navarro-Forcada, que durante el ofertorio ha interpretado magníficamente el Ave María de Charles Gounod. Han interpretado, entre otras piezas, el Gloria de la Misa de Lourdes, el Aleluya de Alberto Taulé, el Santo de Francisco Palazón. También durante el ofertorio, se ha interpretado magníficamente el Ave María Ha sonado también el clásico villancio de «El Tamborilero» durante el Rito de la Comunión, y el «Adeste Fideles» al final de la celebración.
Al finalizar la celebración eucarística y, siguiendo las normas higiénico sanitarias, se ha adorado al Niño Jesús, en brazos de nuestro Obispo, con una inclinación de cabeza, en señal de respeto y adoración, habiéndose suprimido el rito del beso desde que comenzara la pandemia. Los fieles han aprovechado para felicitar personalmente la Navidad a D. Casimiro.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!