D. Casimiro preside la Misa en la Gruta de Lourdes en el primer día de peregrinación de la Diócesis de Segorbe-Castellón
La peregrinación diocesana a Lourdes ha arrancado esta mañana con la celebración de la Misa en la Gruta que ha estado presidida por Mons. Casimiro López Llorente y concelebrada por el Obispo de Ciudad Real, así como por una nutrida representación de sacerdotes de las dos Diócesis, y los de Mérida-Badajoz.
Tras la liturgia de la Palabra, D. Casimiro se ha dirigido en primer lugar a los enfermos, y no solo a los de nuestra Diócesis, sino a tantos otros que se han sumado a la celebración procedentes de diferentes puntos acogiendo la invitación de la Virgen a Bernardita para trasladar el mensaje a los sacerdotes y que se construyera una capilla y vinieran aquí en procesión. Así reza el lema de este año como ha señalado nuestro Obispo, «viniendo hasta aquí, a la gruta, como Iglesia, para sentir la presencia de Dios en nuestras vidas, de la mano de María».
La peregrinación, ha dicho nuestro Obispo, es venir al encuentro con María, para de su mano, encontrarnos con su Hijo, que es el camino, la verdad y la vida». Un encuentro personal, ha matizado D. Casimiro, «que transforma nuestra vida, y nos da aliento y esperanza». Ella, que es Madre, ha proseguido el Obispo, «es la intercersora hacia el encuentro sanador con el Señor, que nos anima a caminar y a no desfallecer».
El Obispo ha exhortado a «dejarnos encontrar por el Señor para que transforme nuestro corazón para no desfallecer en el desaliento, en la enfermedad o ante cualquier dificultad». De la mano de la Virgen, ha continuado D. Casimiro, «también revivimos nuestro Bautismo en el que fuimos purificados de nuestros pecados, pero sobre todo se nos dio la amistad, el amor, la comunión con Dios y con los hermanos».
Se ha referido también a otros momentos clave que se van a celebrar durante la peregrinación como el Sacramento de la Reconciliación «para recuperar el amor de Dios en nuestra vida». El Señor «es la roca firme» ha dicho D. Casimiro, sobre la que se puede construir nuestra vida, exhortando a los presentes a acoger también «la luz de Cristo que es también luz para el mundo».
El mejor y el mayor deseo de la Virgen para cada uno de nosotros «es que sintamos su compañía maternal que está llena de cariño y de misericordia, pero sobre todo, que de sus manos, vayamos a Él, a Cristo Jesús que es vida para el mundo, y allá donde nos encontremos seamos también testigos de la esperanza que no defrauda».
Para concluir ha invitado a «acoger a María en nuestro corazón y dejémonos acompañar, alentar y acariciar por ella, para de sus manos, llegar a su Hijo».
Tras la bendición, D. Casimiro ha presentado a la Virgen a los más pequeños.
Gesto de la Roca
Tras la Eucaristía, los peregrinos se han desplazado hasta el otro lado del río y frente a la gruta han vivido el «gesto de la roca» que, junto a otros gestos que se van a vivir en estos días de peregrinación conforman una propuesta de celebración con el objetivo de preparar los corazones para que la visita a la gruta sea una verdadera peregrinación interior y no solo una visita.
De esta forma, el «Gesto de la Roca» ha constado de dos partes: un tiempo de oración tras la Misa y que, a modo de catequesis, ha servido de preparación para la visita a la gruta que se ha celebrado a continuación. Ha estado dirigido por el Consiliario de la Hospitalidad, D. José Luis Valdés, que ha recordado como en este mismo lugar Bernardita aceptó la invitación de la Madre de Dios de acudir al mismo lugar durante quince días consecutivos.
Justo en la Gruta que han visitado después, se encuentra el manantial y la roca sobre la que se construyó la Basílica de la Inmaculada Concepción. Tras un momento de meditación y reflexión, enfermos y hospitalarios se han dirigido a la Gruta acompañados por nuestro Obispo que a los pies de la Virgen recibía una a uno dándoles su bendición.
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