Los jóvenes sordos ganan el jubileo vicentino y visitan al Obispo
El lunes los jóvenes que han participado este fin de semana en el Encuentro Nacional de jóvenes sordos, organizado por el Departamento de Pastoral del Sordo de la Conferencia Episcopal Española, han visitado la parroquia de San Vicente Ferrer de Castellón. Se trata de uno de los tres templos jubilares de la Diócesis con motivo del VI Centenario de la muerte del santo dominico. Tras la explicación del templo y la celebración de la Eucaristía, se han reunido con el Obispo, Mons. Casimiro López Llorente, que los ha animado a ser discípulos misioneros: “Hay que ayudar a otros. Ese es mi deseo. Porque la discapacidad no debe ser obstáculo para acercarse al Señor”.
Desde el viernes pasado hasta hoy, 1 de mayo, unos 20 chicos y chicas de entre 16 y 25 años han participado en el II encuentro de este tipo. Han venido de Madrid, Huelva, Barcelona, Valencia, Granada y Castellón. Durante estos días han tenido diversas actividades, como visitas culturales, juegos, caminatas por la montaña y tiempos de oración. El objetivo, explicaba D. Sergio Buiza, director del Departamento, es “convivir y encontrarse”.
“Son jóvenes como los otros”, asegura D. Raúl López, responsable de la Pastoral del Sordo en la Diócesis y uno de los sacerdotes responsables de la organización. Su particularidad, añade, es que muy a menudo, a causa de la sordera, viven sin contacto con la comunidad cristiana. La evangelización no es ni más fácil ni más difícil que con la población oyente. Sin embargo, “una de las cosas que más me preocupa –explica D. Raúl López – es que los sordos se aíslan con más facilidad y por eso resulta más difícil trabajar en grupo”.
En estos días no ha sido así. La Eucaristía en San Vicente ha sido la de siete, con la feligresía habitual. Una misa normal, en la que todo lo hablado es, al mismo tiempo, expresado en lengua de signos: oraciones, lecturas, homilía, moniciones, consagración… Esta parroquia ya está acostumbrada, ya que desde hace diez años es la sede de la Pastoral del Sordo en Segorbe-Castellón. D. Raúl López, vicario, es el encargado de celebrar dominicalmente una misa con la lengua de signos. Desde este curso sigue una formación pastoral específica en la parroquia de Santa María del Silencio, en la Archidiócesis de Madrid, y que bajo el pastoreo de D. Jaime Gutiérrez, es una comunidad de referencia.
Ser misioneros de otros jóvenes
El encuentro con Mons. Casimiro López Llorente, ha sido cercano y alegre. El Obispo ha compartido su alegría de que precisamente el domingo anterior había presidido unas confirmaciones en la parroquia de la Sagrada Familia de La Vilavella. Una de las confirmandas era una chica con dificultades de audición, y explicó el encuentro que estos días tenían los jóvenes en el Desierto de las Palmas: “Lo importantes es que más allá de nuestras capacidades, el Señor sale a nuestro encuentro para que vivamos la fe y el don que nos ha hecho”.
Preguntado acerca de su propia vocación, Mons. Casimiro López Llorente ha aprovechado para invitar a estar atentos a la propia llamada de Dios: “Es el sueño que Dios tiene con nosotros. Y lo mejor que nos puede ocurrir en la vida es encontrar ese camino y tener la fuera para responder”. Y terminaba exhortándolos a estar a atentos “a la escucha de Jesús y de vuestro corazón para descubrir el camino que el Señor tiene pensado para cada uno de vosotros y así lleguéis a ser felices de verdad”. En la base está el convencimiento que estos jóvenes también son miembros de pleno derecho de la Iglesia, igual que todos los demás, aseguraba el Obispo.
Una pastoral consolidada y en crecimiento
En 1999 la Conferencia Episcopal Española creó un departamento de Pastoral del Sordo dentro de la Comisión de Pastoral. Desde entonces hay una presencia y organización en 24 Diócesis españolas que están en contacto con 1.200 personas sordas y 52 sordo-ciegas. Entre los 21 sacerdotes que participan en esta pastoral, cuatro son sordos, entre ellos D. Raúl López, de Segorbe-Castellón.
Algunos de sus objetivos son que las personas sordas y sordo-ciegas sean y se consideren los apóstoles de las personas sordas, sensibilizar la comunidad eclesial de esta realidad, y ofrecer todo lo habitual que se vive en una parroquia: catequesis, sacramentos, formación, oración, celebración.
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