La luz de Belén para todos
Queridos Diocesanos:
La Epifanía del Señor es una fiesta muy antigua quetiene su origen en el Oriente cristiano; pone de relieve el misterio de la manifestación de Jesucristo a todas las naciones, representadas por los Magos que acudieron a adorar al Rey de los judíos recién nacido en Belén(Mt 2, 1-12). La “luz nueva” que se encendió en la noche de Navidad hoy comienza a brillar sobre el mundo, como sugiere la imagen de la estrella, un signo celestial que atrajo la atención de los Magos y los guió en su viaje hacia Judea.
El tiempo de Navidadestá marcado por el tema de la luz, vinculado al hecho de que, en el hemisferio norte, después del solsticio de invierno, el día vuelve a alargarse respecto a la noche. Pero, más allá de la posición geográfica del sol, para todos los pueblos vale la palabra de Cristo: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8, 12). Jesús es el sol que apareció en el horizonte de la humanidad para guiar a todos los pueblos e iluminar la existencia personal de cada uno de nosotros, para llevarnos a todos hacia la meta de nuestra peregrinación, hacia la tierra de la libertad y de la paz, en donde viviremos para siempre en plena comunión con Dios y entre nosotros.Jesucristo es el verdadero sol que ilumina nuestras vidas. Y los tres Magos se encontraron con ese sol y fueron iluminados con la luz de la fe. Y esa luz cambió su vida y se fueron por otro camino, el de la fe en Cristo.
En el relato evangélico de Mateo vemos, en primer lugar,a esos tres Magos, a quienes la tradición popular llama Melchor, Gaspar y Baltasar:quizá fueran astrónomos, en cualquier caso eran tres sabios interiormente inquietos ybuscadores de la verdadera estrella de salvación. En cuanto vieron la estrella, desataron sus camellos yse pusieron en camino.Ellos representan a todos los hombres y mujeres de buena voluntad divina, que buscan al Dios verdadero, cruzan mil penalidades y lo encuentran; son los hombres y mujeres, que en la vida apuestan por lo divino en aras de lo humano, por lo espiritual más allá de lo material y visible, por la apertura a Dios frente ala cerrazón en sí mismo, en las comodidades de lavida y en el saber humano. No saben por qué, pero buscan. No saben adónde, perose ponen en camino. No saben a qué, pero van. Les mueve la nostalgia de Dios que todo hombre tiene en lo profundo del corazón, invitándonos a todos a la fe en ese Dios, hecho hombre, hecho carne, hecho niño.
En segundo lugar, aparecen dos caminos, que son dos actitudes de vida. Estos son fundamentalmente dos: el camino del que salede sí mismo, buscay llega a Dios, y el del que se cierra en sí mismo ynose abre ni encuentra a Dios ni al prójimo. El que sale de sí mismo y busca, llega: es el camino del hombre honesto que busca la felicidad y el sentido de la vida más allá de sí mismo, de sus satisfacciones inmediatas y materiales. Este camino no está exento deobscuridades; la estrella también se ocultó a los Magos. Pero es un camino por el que, cuando el hombre es sincero consigo mismo y se abre a la trascendencia, llegará a Dios, llegará al portal de Belén y se encontrará con ese Dios, hecho carne, que los esperaba y los sonríe. El otro camino es el del egocentrismo, que se cierra en sí mismo, nosale, ni busca, ni va ni llega a Dios; sus frutos la tristeza y el vacío interior. Es el camino del egoísmo idolátrico y ambicioso, representado por Herodes, que, en vez de acompañar a los Magos, se quedó sentado en su trono real, temeroso de que alguien se lo usurpase, y nadando en sus placeres materiales. Flavio Josefo, un historiador judío, nos cuenta en su libro “Las Antigüedades de los judíos” la terrible enfermedad yla muerte atrozde Herodes.
Y, finalmente, aparece una estrella. No sabemos si la estrella delEvangelio estuvo alguna vez en el firmamento, -tal vez sí-; o si fue la conjunción luminosa de los planetas Júpiter y Saturno allá por los años en que nació Jesús, -es muy posible-; o si fue una inspiración potente y divina que sonó en el corazón de estos paganosy los citó al encuentro con Dios, -es lo más probable-. Sí, lo más seguro es que la estrella de los Magos fue inspiración divina yque ellos reaccionaron a esta inspiración.
Acojamos el deseo innato de Dios que todos llevamos dentro –es nuestra estrella- y, como los Magos, pongámonos en camino. Dios sale a nuestro encuentro en el Niñode Belén. Vayamos como estos Magos y dejémonos encontrar por Dios. Él nos está esperando. Y gozosos ofrezcámosle el oro de nuestra libertad, el incienso de nuestra adoración y la mirra de nuestros sufrimientos y penalidades.
Con mi afecto y bendición,
XCasimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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