¿Cómo vive el confinamiento una parroquia de un pueblo del interior? Santa María Magdalena de Villafranca
A menudo son las nevadas las que impiden que los fieles puedan participar en los oficios de la parroquia de Santa María Magdalena de Vilafranca. En esta ocasión, no ha sido la meteorología sino el confinamiento impuesto por el coronavirus. Sin embargo la comunidad de fieles siguen en contacto por diferentes canales. Desde el inicio del estado de alarma el párroco, Salvador Prades, comenzó a emitir la eucaristía por las redes sociales permitiendo que personas del pueblo que viven en otros lugares puedan mantenerse vinculados: “El otro día me llamó una mujer desde Castellón. Me decía que la media hora de la misa es el momento más feliz de su jornada”.
Las misas se celebran en el oratorio de la casa abadía, donde normalmente ya tienen lugar durante el invierno. Pero ahora, en vez de cinco mujeres mayores, la asistencia se ha multiplicado por seis. “¡Incluso participan personas desde Sevilla!”, asegura Salvador Prades. El mismo párroco explica que el hecho de saber que hay alguien detrás de la pantalla le ayuda como sacerdote: “Es muy diferente a estar yo solo celebrando”, confiesa.
Entre los más fieles a la misa de 11h los domingos están los ancianos de la residencia municipal, que la siguen en bloque. El centro no ha registrado ningún caso de coronavirus. Un momento reconfortante es cuando invita a compartir un signo de paz y los auditores comparten emoticonos.
Interés por las personas mayores
La pastoral se completa con llamadas telefónicas semanales. “Las personas mayores no tienen acceso a las redes sociales. Por eso tengo una conversación con ellas para saber cómo están y darles conversación. Ellas me dicen que pasan el tiempo rezando rosarios y viendo misas por televisión, y que están muy agradecidas que el cura se interese por ellas”, declara Salvador Prades.
Paralelamente, la parroquia está integrada en la Mesa de Acción Social del Ayuntamiento desde donde se coordinan las ayudas que puedan necesitarse. Caritas parroquial está a disposición de Servicios Sociales y ha compartido los alimentos que habían recogido para ayudar a familias que pasan necesidad. La catequesis sigue con los seis niños que este año tenían que recibir la primera comunión a través pequeños videos. Una madre transmitía esta semana que su hija espera con ilusión la nueva entrega. Para celebración, sin embargo, tendrá que esperar al año que viene, por común acuerdo entre los padres.
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