Nuevo Defensor del Vínculo en la Vicaría judicial de Segorbe-Castellón
Samuel Torrijo, licenciado en Derecho Canónico, vicario en la Merced de Burriana y cura encargado de Ntra. Sra. de los Ángeles en el Barranquet, juró ayer, 11 de diciembre, el cargo de Defensor del Vínculo y Promotor de Justicia. Se trata de unos oficios dentro de la Vicaría judicial del obispado de Segorbe-Castellón encargados de “defender el bien matrimonial” en los casos de nulidad así como de velar por “el bien público eclesial que responde a la salvación de las almas”.
La Vicaría judicial, que está dirigida por Vicente Borja, se compone de cuatro jueces eclesiásticos y un equipo de profesionales muy amplio que, en palabras del nuevo Defensor del Vínculo, se aplica “en pro y favor de la verdad”. Los casos que ocupan la principal carga de trabajo son los referentes a peticiones de nulidad matrimonial: “Este procedimiento tiene la función de dilucidar con una certeza moral si hubo matrimonio”, explica Samuel Torrijo, ya que las nupcias sacramentales solo se disuelven por la muerte de uno de los contrayentes, pero puede darse el caso que por diversas circunstancias no hay habido sacramento.
Por ello Samuel Torrijo recomienda a los novios que se preparan a la boda que cuiden diversos aspectos que permiten generar un vínculo fuerte, como “la confianza para hablar con la otra parte incluso de las propias debilidades, la firmeza en la elección del cónyuge y la esperanza de que se puede construir juntos una comunión de vida y amor, dar prosperidad al noviazgo para generar un hogar y una familia”.
Discernimiento sobre la situación personal
El nuevo Defensor del vínculo explica que el proceso de nulidad debe entenderse como un discernimiento en el que se busca “liberar la conciencia de las personas con clarividencia ante una situación personal y que puede afectar a otros como los hijos”. Si finalmente se resuelve que no hubo matrimonio sacramental, se puede comenzar una nueva vida. Si, por el contrario, se determina que la boda fue válida, asegura que siempre hay un margen de reconstrucción: “Toda crisis es una oportunidad para crecer en el amor. Muchas veces se dice que el fracaso destruye, pero para el cristiano es un posibilidad para comenzar y construir de una manera sólida su vida”.
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