Peregrinación diocesana al Santuario de Lourdes
Queridos diocesanos:
El próximo fin de semana, organizado por nuestra Hospitalidad diocesana, peregrinaremos un año más al Santuario de Lourdes, acompañando a setenta y cinco enfermos. Quien ha estado en Lourdes sabe que en pocos otros lugares como en la Gruta de Massabielle se experimenta la presencia cercana y amorosa de nuestra Madre, la Virgen María, que nos alienta en nuestro camino y nos lleva siempre al encuentro con su Hijo.
Este año, ante la imagen de la Inmaculada en la Gruta, recordaremos la misión que la Virgen encomendó a Bernardita, el 2 de marzo de 1858, durante la decimotercera de las dieciocho apariciones: “Vaya a decir a los sacerdotes que se construya aquí una capilla y que se venga en procesión”; y más en concreto, nos centraremos en la segunda parte de sus palabras: “que se construya aquí una capilla”. Bernardita cumplió la misión que la ‘Señora’ le había encargado, se dirigió al párroco de Lourdes, Mn. Peyramale, y poco después comenzó la construcción de la capilla, centro del Santuario. ¿Cuál es el significado de todo ello?
La construcción de la capilla requiere unas bases. En este lugar, la base existe. A nivel material es la Gruta, cuyo tesoro es la fuente, sobre la que se construirá la capilla pedida por la Virgen: la Basílica de la Inmaculada Concepción. En el plano espiritual, la base de la capilla y, por tanto, de toda peregrinación a Lourdes, es el contenido de la relación que María entabló con Bernardita. Y este contenido es la gracia que Dios da a la Virgen María, la ‘Inmaculada Concepción’: Dios la llena de su gracia para que la difunda ampliamente en la Gruta de Lourdes a todos los peregrinos.
En efecto; el gran milagro de Lourdes no son tanto las curaciones de algunas personas, sino la aceptación de la gracia de Dios que una multitud de enfermos y peregrinos recibe a través de María, la Virgen Inmaculada. Su fruto es la conversión, es decir, la vuelta de la mirada y del corazón a Dios, la aceptación de la salvación ofrecida por Cristo Jesús, la esperanza que no defrauda, y el cambio de vida. Es la gracia propia del Santuario. No se trata de una gracia entre otras. Es la gracia inicial del Evangelio: “Convertíos, porque el Reino de los Cielos está cerca” (Mt 3,2).
La petición que tuvo que transmitir Bernardita fue la de construir una capilla para que la Gruta se convirtiera en santuario y en un lugar de peregrinación, donde se pudiera rezar y celebrar los sacramentos de Eucaristía y de la Misericordia. Todo empezó con el rezo del santo Rosario que Bernardita rezaba con María. También hay que mencionar la ‘procesión’ que, para Bernardita, era la marcha con los demás en recogimiento y oración silenciosa desde su casa hasta la Gruta, como preparación para el encuentro con la ‘Señora’, y luego el momento de acción de gracias al final del mismo.
Además la Virgen añadió un gesto que se ha convertido en lo específico de la Gruta de Lourdes: “Vaya a beber y a lavarse en la fuente”. Este gesto ilumina las actividades de la piedad popular, pero también se refiere a la vida sacramental, fuente de purificación, de vida y de gracia. Al gesto del agua se unen otros dos gestos, uno vinculado a la roca y otro a la luz. Estos tres gestos introducen al Misterio pascual, al misterio de la muerte y resurrección de Jesús, el Salvador del mundo, la roca sobre la que fundamenta nuestra fe y luz para el mundo. La petición de construir una capilla abre por tanto a la celebración de los sacramentos de la Iglesia y a participar en su vida y en su misión de anunciar el Evangelio y llevar al encuentro con Cristo.
En nuestra peregrinación a Lourdes daremos una vez más gracias a Dios por el regalo precioso que nos ha hecho al entregarnos a María como Madre. La Virgen es siempre presencia de Dios, de su vida, amor, perdón y ternura en nuestras vidas; a sus pies depositaremos nuestros sufrimientos y nuestras fragilidades; en ella, consoladora de los afligidos, encontraremos consuelo maternal. María nos llevará al encuentro con su Hijo, la misericordia encarnada de Dios. Nuestra Señora de Lourdes nos enseñará a acoger a Dios, su gracia y su voluntad en nuestras vidas para seguir caminando con fe, confiando y esperando siempre en Dios, incluso en la enfermedad y en la dificultad. Con mi afecto y bendición.
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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