San Pascual Bailón, nuestro patrono
Queridos diocesanos
Cada año, el 17 de mayo celebramos la Fiesta de san Pascual Bailón; él es el patrono de nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón. Así fue declarado el 12 de Mayo de 1961, por el papa san Juan XXIII a petición de Mons. José Pont i Gol, el primer obispo de nuestra Diócesis bajo la actual denominación de Segorbe-Castellón. Es bueno que nos preguntemos qué significa tener a san Pascual por patrono, máxime en el actual Año Jubilar diocesano.
Antes de nada recordemos la vida de Pascual en este mundo. Su vida comienza y termina en Pascua de Pentecostés (Torrehermosa, 1540 – Villarreal, 1592). Era hijo de una pobre y humilde familia cristiana. Ya a los siete años ha de trabajar como pastorcito para otros y ayudar así en la economía familiar. Nuestro santo tenía una gran devoción a la Eucaristía y a la Santísima Virgen María; cuando no podía asistir a Misa por estar pastoreando, al escuchar las campanas se arrodillaba con la mirada fija en el lejano santuario de Nuestra Señora de la Sierra, donde se celebraba el santo Sacrificio. A los dieciocho años, Pascual pide ser admitido en la Orden de los Frailes Menores, de los Franciscanos. Años más tarde entra en el convento de Nuestra Señora de Loreto en Orito, fundado por los frailes reformados de San Pedro de Alcántara, para pasar en 1589 al convento de los frailes alcantarinos en Villarreal. Aquí se encargó como hermano lego en las humildes tareas de portero, limosnero o cuidador de la huerta. Murió con fama de santidad siendo canonizado por Alejandro VIII el 16 de octubre de 1690.
La Iglesia universal, al declarar a Pascual patrono de nuestra Iglesia diocesana, nos lo propone como patrón y guía en nuestro peregrinar hacia la casa del Padre. En este Jubileo diocesano damos gracias a Dios por la santidad y por el patrocinio de Pascual que han de convertirse en estímulo constante para cuantos formamos esta Iglesia del Señor. A los santos se los admira pero sobre todo se les imita en sus virtudes humanas y cristianas para caminar hacia la santidad, hacia la perfección del amor: esta es la vocación fundamental de todo cristiano y de toda nuestra comunidad diocesana. Al mismo tiempo pedimos la valiosa intercesión de Pascual para no desfallecer en la carrera.
Pascual fue un excepcional hombre de Dios y, por ello, un excepcional amigo y servidor de los hombres; la comunión con Dios y con los hombres van siempre unidas Nuestro santo fue generoso y sufrido, paciente y alegre, siempre dispuesto a cumplir sus deberes con diligencia y con bondad, con mucha misericordia y con un amor sin límites hacía los más pobres. En el amor a Jesucristo, cultivado y alimentado diariamente en la oración y la Eucarística, y en su amor a la Virgen María se encuentra la raíz de su amor desinteresado hacia el prójimo.
La vida y el legado de Pascual permanecen siempre actuales. Son de destacar sobre todo sus virtudes de humildad y de confianza en Dios, su devoción a la Virgen María y su amor a la Eucaristía, fuente y cima de la vida de la Iglesia y de todo cristiano y manantial permanente del amor a Dios y de amor a los hermanos, en especial a los más pobres, a los necesitados, a los mendigos. En Pascual apreciamos la santidad vivida día a día; él nos muestra que se puede llegar a la perfección del amor, dedicándose a las tareas diarias y a los oficios más sencillos de la casa. Todo un ejemplo y un mensaje para nosotros.
Los santos como Pascual nos interpelan en el presente. Sus biografías reflejan modelos de vida válidos para todo cristiano; ellos vivieron su condición de bautizados, siguieron fielmente a Jesucristo en el seno de la Iglesia y conformaron su vida al Evangelio. Los santos son así testigos concretos de la Buena Noticia de Dios en Jesucristo en su tiempo. En los santos como Pascual, el Señor resucitado muestra en el corazón de la Iglesia y en medio del mundo, la extraordinaria fuerza de la Vida nueva, que brota de la resurrección del Señor; una Vida que es capaz de renovar y transformar todo: la personas, las familias, la sociedad y los pueblos.
Los santos son los grandes renovadores de la Iglesia y del mundo. Nuestro tiempo necesita santos como Pascual para crecer en humanidad y en fraternidad. Los necesita también nuestra Iglesia diocesana llamada en este Año Jubilar a crecer en comunión con Dios y con los hermanos para salir a la misión. Pidamos a Dios por intercesión de Pascual que haga de nuestra Iglesia diocesana una Iglesia de discípulos misioneros de Cristo, servidora de los pobres y fecunda en la evangelización de nuestro tiempo.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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