D. Casimiro exhorta a fomentar una «cultura vocacional» en la celebración de la Jornada de la Vida Consagrada
Bajo el lema «Aquí estoy, Señor, hágase tu voluntad» la Diócesis de Segorbe-Castellón se ha sumado a la celebración de la XXVIII Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que coincide cada año con la fiesta de la Presentación del Señor.
Ha sido esta tarde en una Eucaristía que ha presidido el Obispo de nuestra Diócesis, Mons. Casimiro lópez Llorente, en la Basílica de la Mare de Déu del Lledó, y que ha estado concelebrada por D. Joaquín Guillamón, Delegado Diocesano para la Vida Consagrada y, a la par, Prior de la Basílica; y D. Joaquín Pina, superior de la Comunidad de Mercedarios y Capellán del Centro Penitenciario de Castellón que ha sustituido a Mons. Florencio Roselló. El escenario ha sido escogido por estar celebrando este 2024 el Centenario de la Coronación de la Virgen del Lledó.
Las primeras palabras de la homilía del Obispo han sido para «dar gracias a Dios por las religiosas, religiosos, todos los consagrados y también por los carismas con que el Señor nos ha ido enriqueciendo a lo largo de los siglos y que todavía están presentes en medio de nosotros».
Encuentro, consagración y voluntad
En estas palabras ha puesto el acento el Obispo durante su homilía. Tres palabras – ha dicho – «que resuenan en la palabra de Dios que acabamos de escuchar y también en el lema que este año se ha elegido para este día». Respecto al «encuentro» ha recordado la lectura del Evangelio (Lucas 2,22-40) en el que se relataba como Jesús es presentado en el Templo para cumplir con la ley de Moisés, para que todo primogénito sea ofrecido y consagrado a Dios, «produciéndose el encuentro de Jesús con su pueblo, representados en las figuras de Simeón y Ana, que esperan, que confían, que esperan que se cumpla la promesa que llegue el Mesías».
Un encuentro, ha resaltado D. Casimiro, «que no sólo entonces sino también ahora debe producirse entre nosotros, para dejarnos encontrar con el Señor para que se mantenga viva la llama de la fe y fresca la consagración religiosa, la ordenación o la condición bautismal para aquellos que no sois consagrados».
«El mundo necesita la luz que viene de Cristo Jesús. Y nosotros que la hemos acogido, hemos de llevarla también a los demás, pero siempre basados en ese encuentro personal y comunitario con el Señor», ha exhortado D. Casimiro refiriéndose al Primer Anuncio, como objetivo pastoral de este curso.
Se ha referido también a la consagración de Jesús relatada en el Evangelio para poner de relieve que Jesús «es consagrado al Padre como donación total de su persona, una entrega hasta el final para llevar a cabo la misión que el Padre le ha comentado, que no es otra que devolver a la humanidad a la amistad con Dios».
La entrega total, ha continuado, «para trabajar y anunciar la llegada del Reino de Dios en su persona, hasta el final, muriendo para que, resucitando en él tengamos vida, tengamos esperanza, sentamos la presencia del Señor en medio de nosotros; y lo hizo atento a la voluntad del Padre».
Para concluir, D. Casimiro ha exhortado «a renovar los votos con alegría desde el Señor, sabiendo que nos va a acompañar en la vivencia diaria de esa entrega al Señor, cumpliendo siempre su voluntad en el camino y en el carisma que habéis recibido cada uno». En este sentido, el Obispo, ha recordado la necesidad de fomentar una «cultura vocacional que toque los corazones de jóvenes, jóvenes, chicos y chicas, que escuchen la Palabra de Dios, acojan la llamada y sepan también entregarse de por vida a la vida consagrada».
Esta Jornada recuerda, como señalan los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada en su mensaje para este día, el don para la Iglesia y para el mundo de las personas consagradas «en su riqueza de modos y carismas, inspirados por el Espíritu Santo a través de la escucha y el discernimiento comunitario». En esta Jornada además, se ha querido hacer patente que la fraternidad, la alegría y la confianza en Jesús resucitado es medicina para la soledad, la tristeza y para cualquier sufrimiento.
La celebración ha sido una invitación, como ha recordado D. Casimiro. «a ponernos en camino, a ofrecer lo que somos y tenemos, para que se cumpla su voluntad».