Capellanes de hospital, al pie del cañón junto a enfermos, familiares y sanitarios
Las tres de la tarde. Eloy Villaescusa, uno de los capellanes del Hospital General, recorre equipado con la mascarilla el pasillo junto a la UCI, rosario en mano y oración en el corazón. Normalmente está lleno de familiares con los que se inicia una conversación, pero desde hace tres semanas ese pasillo está vacío. Solo al otro lado de la pared, en las habitaciones, hay la actividad impagable de los sanitarios y la soledad de los enfermos de Covid-19.
Los cuatro hospitales en el territorio de la Diócesis de Segorbe-Castellón cuentan con la asistencia de ocho capellanes. Solo en el de la Magdalena, en Castellón, se ha dispuesto que no esté de forma permanente el sacerdote dado el alto riesgo que correrían los enfermos en caso de contagio. El resto, ahí siguen asegurando ante todo una presencia y, cuando se da la posibilidad, acompañando y alentando tanto a pacientes como a familiares.