Ayer viernes, como viene siendo habitual cada 12 de febrero, se celebró la jornada del «ayuno voluntario» organizada por Manos Unidas. En esta ocasión alumnos y profesores del Colegio Sagrado Corazón de Castellón (Carmelitas) tomaron las «rosquilletas solidarias».
Esta acción, tal como explica Pilar Ibáñez, responsable de esta acción en Manos Unidas, «consiste en que alumnos, profesores y personal no docente del centro, en vez de traer el almuerzo de casa o comprarlo en cualquier sitio, adquieren las rosquilletas a cambio de un donativo y todo lo recaudado se destina a la financiación de nuestros proyectos». Este año se han repartido un total de 1.500 paquetes de rosquilletas
De esta forma, Manos Unidas realiza dos importantes acciones al mismo tiempo, por un lado, conseguir fondos a través de una actividad común como es un almuerzo, «pero también contribuye a concienciar a los más pequeños y jóvenes a ser solidarios con quienes más lo necesitan a través de su propio almuerzo». En otras ocasiones, la acción se ha desarrollado en el patio del colegio pero este año, debido a la pandemia y para evitar acumulaciones, el profesorado del centro «han ejercido de voluntarios y se han encargado ellos mismos de repartir las rosquilletas, lo cual es de agradecer» ha resaltado Amparo Faulí, presidenta de Manos Unidas.
Esta mañana se ha celebrado, en la S.I. Concatedral de Santa María, en Castellón, la Misa de lanzamiento de Campaña de Manos Unidas. Ha sido presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, y a pesar de las circunstancias sanitarias y de movilidad han podido asistir numerosos socios y voluntarios, además de la directiva de la ONG de la Iglesia Católica en la Diócesis, encabezada por su presidenta, Amparo Faulí.
En el inicio de la homilía, D. Casimiro ha dicho que “somos colaboradores de la obra del Señor, y es bueno recalar una y otra vez en la fuente de nuestra tarea, de nuestra misión, en vuestro caso de luchar contra el hambre de pan de cultura y de Dios en el mundo”.
“Y lo hacemos en un momento muy delicado y complejo, donde el miedo puede paralizarnos”, ha advertido, y por ello “es bueno mirar hacia lo alto y saber que no estamos solos, que con nosotros camina el Señor, que nos sigue enviando a la misión, en este caso ayudar en la lucha contra el hambre, contra la falta de educación y contra la falta de sanidad en los países más pobres y más desfavorecidos”.
Y para ello también debemos saber que “María, la madre de Jesús y madre nuestra, la Mare de Déu del Lledó, también nos acompaña, vela por nosotros y nos alienta en la misión, en el inicio de esta nueva campaña de Manos Unidas”, ha continuado.
Ante las lecturas proclamadas, las de este día, el Obispo ha invitado a centrar la mirada en Cristo Jesús y “a ofrecer sacrificios de alabanza que sean expresión de nuestra fe, y sacrificios que no se queden en la mera alabanza a Dios, sino que se conviertan en una caridad activa, hacer el bien”. También invitaba, atendiendo a la voluntad del Padre, al amor fraterno, “no solo a los que nos rodean, sino abierto al mundo entero, a los más pobres, a los más necesitados, porque esos son los más cercanos de Dios”.
“Hemos de dejar que nuestro corazón sea un corazón compasivo, es decir, que sufra con el necesitado, con el pobre, con aquel que le falta lo más fundamental para vivir, que es el alimento material, el alimento de cultura y el alimento de Dios”, ha exhortado.
Ante la situación actual de pandemia, el Obispo ha invitado a trabajar por el bien común, a la solidaridad, “y a colaborar para que a todos lleguen los medios necesarios para superarla con la dignidad de hijos e hijas de Dios”. Ante la distribución de las vacunas “pocos piensan en aquellos más necesitados que no tienen el dinero necesario y suficiente para pagarlas”.
Campaña 62
En su Campaña 62, que en este año 2021 se va a desarrollar bajo el lema “Contagia solidaridad para acabar con el hambre”, Manos Unidas se va a centrar en denunciar las consecuencias que la pandemia de coronavirus está teniendo entre las personas más vulnerables del planeta, y en promover la solidaridad entre los seres humanos como única forma de combatir la pandemia de la desigualdad, agravada por la crisis sanitaria mundial, que castiga con hambre y pobreza a cientos de millones de personas en el mundo.
La ONG de la Iglesia Católica quiere reafirmar este año la dignidad de todo ser humano y sus derechos; la necesidad de generar nuevos estilos de vida más solidarios; y la urgencia, desde la política y la economía, de crear condiciones de vida más humanas, centradas en la dignidad de cada persona y en el bien común.
Proyectos asumidos en la Diócesis
Tras cumplir con los objetivos del curso pasado, con los proyectos de Camerún y Haití, son dos más los proyectos que Manos Unidas Castellón ha asumido para trabajar en esta campaña. Se va a impulsar «el acceso igualitario a la justicia, el cuidado y la protección de mujeres y niñas en el distrito de Sagar (India) que beneficiará a más de 2.600 mujeres, niñas y adolescentes.
Se trata de un proyecto cuyo presupuesto supera los 67.500€ y que tiene como como objetivo primordial el empoderamiento de la mujer, como escalón fundamental, para que pueda participar en las decisiones políticas de su comunidad, priorizando el acceso a las ayudas gubernamentales que les corresponden.
Por otra parte, desde los arciprestazgos de Almassora, Burriana, Nules, Onda, Segorbe, Jérica, La Vall d’Uixó y Vila-real trabajarán por «el impulso de la justicia social y la economía familiar en el contexto del Covid» en el Altiplano (Guatemala). El proyecto, con un presupuesto de 69.820 €, va dirigido a que más de 3.500 jóvenes de entre 14 y 30 años de edad adquieran habilidades comunicativas y de análisis para incorporarse en las agendas municipales y logren representatividad. Esto es especialmente crucial en este momento en que la crisis social y económica se ha incrementado por la situación de la pandemia del coronavirus, que está azotando a las poblaciones más necesitadas y abandonadas de la acción del Estado.
El jueves pasado, 17 de septiembre, Manos Unidas ofreció Misas por las víctimas de la pandemia y otras causas, de voluntarios, familias, socios, colaboradores y personas cercanas a la organización católica de ayuda al desarrollo. Las celebraciones se realizaron en Castellón – donde el consiliario, Juan Crisóstomo Nangagahigo presidió el acto en la Concatedral de Santa María -, San Pedro de Segorbe, la Arciprestal de San Jaime en Villareal, la Natividad de Almazora y Santo Tomás de Villanueva en Benicasim.
Calificada por el Papa Francisco como la «esclavitud del S. XXI», la trata de personas se define por la captación, traslado o recepción de personas con fines de explotación, recurriendo para ello a la amenaza u otras formas de coacción, al rapto, al abuso de poder o a una situación de vulnerabilidad.Esta explotación incluye la derivada de la prostitución y de otras formas de explotación sexual.
«Hay trata porque tenemos una “economía que mata”» afirmó el Papa Francisco en 2017. «Y la trata de personas sigue siendo una de las peores formas de esclavitud en 2020»,apunta Patricia Garrido, responsable de proyectos de Manos Unidas en el sudeste asiático.
Múltiples factores favorecen que se produzcan situaciones de trata: por ejemplo, nacer en un hogar pobre y en una familia monoparental, pertenecer a una minoría étnica, a una familia desestructurada…«Vivir en países con alto porcentaje de población joven en situación de extrema pobreza y con elevados índices de desempleo, con alta tasa de abandono escolar,con graves carencias en servicios básicos como la sanidad o la seguridad, falta de acceso de las mujeres a educación básica y a recursos financieros… son otras situaciones que propician que mujeres y personas menores de edad sean consideradas mercancías, siendo explotadas incluso por sus propias familias», explica Patricia Garrido.
La pobreza es una de las principales causas de la trata y la cifra de personas que pasan hambre en el mundo no ha parado de subir desde 2015, año en el que también se dio un considerable repunte de casos contabilizados de trata, llegando a los casi 25.000 solo en ese año, y siendo una cifra que continúa en ascenso. Según el último informe de la ONU, las estimaciones actuales indican que cerca de 690 millones de personas en el mundo padecen hambre y la pandemia del coronavirus podría sumar unos 130 millones de personas más a las que estarían en riesgo de padecer hambre severa a finales de 2020.
El «tráfico de novias» hacia China, un mercado emergente en el sudeste asiático
Una nueva tendencia está surgiendo en los últimos tres años en el sudeste asiático, el mayor mercado de prostitución del mundo: el «tráfico de novias»hacia China.
El contexto en el que se encuentran las mujeres en esas regiones no es fácil: la discriminación y la violencia contra la mujer se extiende por países como Laos, Myanmar y Tailandia, donde mujeres y niñas son las responsables de obtener los ingresos familiares, pues en numerosas ocasiones los hombres caen en el consumo de alcohol y drogas ilícitas. Además, el acceso a la educación y la salud es muy limitado, así como la disponibilidad de agua, electricidad e infraestructuras básicas.
«La pobreza obliga a muchas mujeres a emigrar para trabajar en el servicio doméstico, en restaurantes y, sobre todo, en la prostitución», explica Patricia Garrido.Es el caso de muchas minorías étnicas, en las que las niñas son obligadas a tener relaciones sexuales desde muy jóvenes y, debido a la política de hijo único que China ha tenido por décadas, existe un déficit de mujeres respecto a hombres que aumenta la presión de China sobre países fronterizos, lo que supone que cada vez más chicas sean vendidas a China para matrimonios forzados. «Los hombres chinos pagan entre 10.000 y 20.000 dólares para traer al país mujeres extranjeras», afirma Patricia Garrido.
La pandemia está agravando la situación
La pandemia que ha azotado a todo el planeta este año no ha hecho más que empeorar la situación de las víctimas de trata ya que «los prostíbulos han cerrado a causa del confinamiento y muchas chicas han quedado encerradas allí, pero sin ingresos ni nada que comer», según aseguran desde Alliance Anti Trafic, socio local de Manos Unidas en Tailandia, «organización muy competente con la que llevamos muchos años colaborando, acompañándoles en su trabajo contra esta esclavitud moderna que es la trata de personas», explica Patricia Garrido.
Por otro lado, Alliance Anti Trafic también advierte de que muchas mujeres que han perdido su empleo a causa del confinamiento, emigrarán o entrarán en la prostitución para poder sobrevivir. Además, las víctimas de la trata tienen menos acceso a los servicios básicos debido a la pandemia, ya que la prostitución es ilegal en Tailandia y a estas mujeres se les ha denegado la ayuda gubernamental prevista para quienes hubieran perdido su empleo. Asimismo, al haber cerrado los prostíbulos, muchas chicas se han introducido en el mercado de la prostitución online, encontrando clientes a través de redes sociales.
El papel de Manos Unidas contra la trata en el sudesteasiático
Para combatir esta situación, Manos Unidas colabora estrechamente con Alliance Anti Trafic en iniciativas y proyectos puestos en marcha en Laos, Myanmar y Tailandia, países donde se produce la mayor concentración de trata y tráfico de personas. Las víctimas son niñas que tienen relaciones sexuales desde muy jóvenes y pasan a ser propiedad de los hombres. Frecuentemente, estas chicas desconocen los mecanismos de ayuda, y las nuevas formas de captación y explotación virtual basadas en el uso de las nuevas tecnologías y redes sociales complican la identificación de los delincuentes, lo cual dificulta el poder combatir estos crímenes. Igualmente, el desplazamiento de las víctimas a las zonas fronterizas, donde los mecanismos de protección institucionales escasean, tampoco facilita la lucha contra la trata.
Para proteger a estas mujeres y activar los mecanismos que permitan disminuir el riesgo de sufrir estos delitos, Alliance Anti Traficha creado e implementado, con la ayuda de Manos Unidas, un sistema de detección y notificación de casos de tráfico de personas, que permite identificar a las víctimas de abuso sexual o trata y a aquellas en riesgo de serlo. Para ello, forma a exvíctimas de trata, para ser «agentes del cambio» en sus comunidades y que puedan ser testigos fiables en los tribunales, así como a voluntarios que conforman una amplia red de detección y notificación de casos de tráfico y explotación de personas.
La delegación de Manos Unidas Castellón ha permanecido cerrada durante el periodo de confinamiento, no así las voluntarias, que desde sus hogares han seguido manteniendo contacto telefónico y trabajando según permitían las circunstancias.
Por esta razón, algunas de las actividades previstas durante este tiempo se han tenido que anular, como es el caso de la Asamblea Nacional de delegadas y la Asamblea Diocesana, que en este mes de junio se suele realizar en alguna comarcal. Precisamente, la presidenta-delegada, Amparo Faulí, hace ahora un año que asumió el cargo.
No obstante, desde enero hasta mediados de marzo se han podido realizar cuatro de las diez Cenas de Hambre programadas en la ciudad de Castellón, y tres de las diez programadas en el resto de la Diócesis. También se pudieron realizar las colectas del segundo domingo de febrero, así como la campaña en medios de comunicación y centros educativos, llevada por el misionero camerunés Marcel Bikongnyuy.
Las actividades se irán retomando a partir de septiembre, según permitan las circunstancias, para poder responder a la financiación de los proyectos de desarrollo con los cuales Manos Unidas Castellón se ha comprometido, teniendo que realizar un esfuerzo extra debido a que la pandemia también está afectando a los pueblos más desfavorecidos. En este sentido, la ONG católica está aportando ayuda de emergencia para paliar las necesidades más básicas, como productos de higiene y alimentos.
La delegación en Castellón permanecerá abierta en horario de lunes a viernes, de 10 a 13,30 horas, y la cuenta de emergencia que se ha abierto para hacer frente a las consecuencias del coronavirus es:
La crisis del coronavirus y el forzado confinamiento han detenido las iniciativas de Manos Unidas para recaudar la financiación para los proyectos asumidos. Desde la central de esta organización católica de ayuda al desarrollo, se ha decidido que en algunos países, como en India, se desvíe temporalmente la ayuda al ámbito sanitario. En el caso de los proyectos de la Delegación diocesana, éstos siguen adelante ya que, precisamente, son un apoyo para atajar la pandemia.
Ayer, el hotel Intur de Castellón acogió la rueda de prensa y la conferencia de Clara Pardo, Presidenta Nacional de Manos Unidas, que con motivo de la próxima celebración del Día Internacional de la Mujer llevaba por título “Otro mundo es posible. El compromiso de las mujeres de Manos Unidas”.
Las mujeres de Manos Unidas
«Este año, todos los que formamos Manos Unidas recordamos que hace 60 años un grupo de mujeres de Acción Católica, partiendo del manifiesto de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC), decidió declarar la guerra al hambre», decía Pardo.
«Durante 61 años, esta organización formada principalmente por mujeres valientes, hemos mantenido ese espíritu de lucha contra el hambre, contra la injusticia y contra el dolor, en un mundo de abundancia, intentando con nuestro esfuerzo compensar las desigualdades en el mundo. Un camino que no hubiera sido posible sin el apoyo de socios, voluntarios y colaboradores» añadía.
Los objetivos siguen siendo los mismos
La asociación de la Iglesia Católica en España tiene 5.000 voluntarios y más de 70.000 socios que ayudan a mejorar la situación de hambre, de sanidad y de educación de más de 1,5 millones de personas en todo el mundo.
«Es triste que los objetivos sigan siendo los mismos 60 años después, pues sigue habiendo 821 millones de personas que pasan hambre en el mundo, y si todos nos paráramos a pensarlo seríamos mucho más eficaces en esta lucha», ha defendido.
«Nuestras fundadoras siempre decían que “la única batalla que no se puede ganar es la que damos por perdida”, hay gente y alimentos suficientes para acabar con el hambre, pero lo que no hay es espíritu y voluntad suficiente para ello», ha explicado.
Mujeres en guerra contra el hambre
Según la presidenta, «nuestros proyectos no tienen ningún tipo de discriminación, ni por sexo, ni por raza ni por religión, pero sí que es cierto que, desde nuestra experiencia, cuando involucras a una mujer tienes una mayor garantía de éxito, pues cuando una mujer se involucra se involucra toda una familia».
Un ejemplo de ello son las mujeres emprendedoras de África, que crean fondos de microcréditos para ayudar a garantizar la alimentación de sus familias, pues necesitan mejorar sus procesos productivos y de gestión. «Las monjas con las que trabajamos y que atienden a estas mujeres dicen que “las mujeres solo piden el futuro que ellas no han tenido”», añadía.
Segorbe-Castellón
Nuestra diócesis, ha explicado, «es una gran diócesis que aporta mucho, por ejemplo gracias a las cenas del hambre, una forma muy buena de recaudar y de sensibilizar». «La de aquí es una delegación que tiene un equipo de voluntarios muy importante, y gracias a ellos podemos llegar a mucha gente».
La organización católica ‘Manos Unidas’ celebra estos días su campaña anual en la lucha contra el hambre en el mundo y por el desarrollo de los pueblos más pobres. “Quien más sufre el maltrato al planeta no eres tú”. Así reza el lema de este año que quiere mostrar la íntima relación que existe entre el hambre y la pobreza, y el deterioro del planeta. En efecto: los pueblos más pobres son también los más afectados por la crisis medioambiental. Manos Unidas se hace eco de esta situación y nos cuestiona nuestros modos de vida y de consumo insolidarios e insostenibles; y quiere contribuir a la defensa de los derechos humanos, especialmente de las personas más vulnerables del planeta, trabajando por el derecho a una vida digna, que incluye el indispensable derecho a la alimentación en un medioambiente adecuado.
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