Organizado por la Vicaría del Clero, esta mañana se ha celebrado en la parroquia de San Vicente Ferrer de Castellón el retiro mensual para los sacerdotes de la Diócesis, al que ha asistido nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente.
El párroco de San Vicente, Juan Manuel Enrich, ha sido el encargado de la meditación, que ha tratado sobre la “Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia”, festividad de hoy, partiendo de varios pasajes evangélicos.
La Anunciación – Lc. 1, 26-38
Ante la entrega sin límites de la Virgen María a la voluntad del Padre, Juan Manuel ha invitado a los sacerdotes presentes a recordar la llamada de Dios, la vocación recibida y la disponibilidad, “para ver como respondimos y como estamos respondiendo ahora a nuestra vocación”.
Para saber dónde nos encontramos es bueno “recordar ese SÍ que dimos un día, del mismo modo que hizo María, y que tenemos que seguir dando todos los días” a la voluntad de Dios, decía, pues Él “nos sigue llamando cada día al servicio de las comunidades de la parroquia, al servicio de la Diócesis, de cada persona”.
Para ello es fundamental la sorpresa, “si la Palabra no nos sorprende, algo falla, se ha hecho rutinario”, ha indicado, pues “nos tiene que seguir sorprendiendo”. También lo es el ser conscientes de “que nada es imposible para Dios, incluso hoy en esta pandemia, o en las dificultades que tenemos los sacerdotes”.
La visita de María a su prima Isabel – Lc. 1, 39-45
Ante la actitud de María, que fue aprisa a visitar a su prima, el sacerdote ha invitado a la reflexión sobre el modo en el que se responde a las necesidades de la comunidad, de la parroquia y de las personas, “¿respondemos deprisa o caemos en la rutina?”, preguntaba, pues hay veces que “las necesidades de la gente son apremiantes”.
“María aquí nos enseña cómo tiene que ser un viaje misionero”, ha explicado, y a los sacerdotes “nos tiene que recordar que estamos llamados a salir a las periferias, como se dijo en el Congreso de Laicos, al encuentro con los alejados y con los fieles”, a “llevar a otros a que se encuentren con el Señor”, y a ello hay que responder con prontitud, porque la gente necesita con urgencia de Dios.
Presentación de Jesús en el templo – Lc. 2, 22-40
Como María, todos tenemos momentos difíciles, momentos que la Virgen acepta, ha indicado exhortando a reconocer con humildad a Dios en lo cotidiano de la vida, en lo sencillo. “María nos enseña que tenemos que reconocer a Dios en el día a día”, porque Él a veces “se hace presente hasta en lo más insignificante”.
Las bodas de Caná – Jn. 2, 1-11
María, como Madre nuestra, “está atenta, se preocupa, ve la necesidad” y la lleva a Jesús, indicaba, “sabe hacerse a un lado y les dice a los sirvientes: «Haced lo que Él os diga»”. “Ante las necesidades y adversidades que podamos encontrar en nuestra vida siempre está Jesús”, decía invitando a la reflexión.
Ante ello y ante los sufrimientos de la gente “no pensemos que nosotros podemos solucionarlo todo”, y “tenemos que estar atentos para llevarlo a Jesús”.
María al pie de la cruz – Jn. 19, 25-27
En el Evangelio de hoy “vemos a María cerca de la cruz”, ella es la Madre de los discípulos y Madre de la Iglesia. Juan Manuel ha reflexionado sobre la necesidad de acercar a la gente que sufre a María, “esa Madre que acompaña y que sufre a los pies de la cruz”. Como ella, que ante la cruz “no entiende nada, pero confía en Dios”, “debemos acercar a María a la gente que sufre”, para que confíe en Dios y para ayudarle a llevar su cruz.
Pentecostés – Hch. 1, 14.2, 1-11
En esta última parte ha invitado a perseverar en la oración y a pedir el Espíritu Santo. Vemos aquí a María, que como a nosotros, “acompaña a la primera comunidad cristiana”, a aquellos que tienen experiencia de Jesús y “que reciben el Espíritu”.
Ella es “modelo de oración y Madre de la Iglesia”, y nos enseña a “pedir con asiduidad y constancia el Espíritu Santo”, que es quien hace que “Él crezca en nuestros corazones, haciéndonos capaces de guardar su Palabra y de ser testigo suyo”.
Por último, ha puesto a los pies del Señor y de la Virgen a las familias (en este Año de la Familia Amoris Laetitia), el Año Jubilar con motivo de los 775 años de la sede episcopal en Segorbe, y el trabajo del Congreso de Laicos.