El cuidado de los enfermos incurables
Queridos diocesanos:
El tema del final de la vida humana está de nuevo en el primer plano de la actualidad. Es sabido que el Parlamento está tramitando la ley de la eutanasia y el suicidio asistido. ¡Como si nuestros legisladores no tuvieran suficientes muertos a causa de la pandemia! Para hacer social y legalmente aceptable la eutanasia se manipula el lenguaje: se llama ‘muerte digna’ a lo que no es sino la eliminación de un ser humano. Se juega con el temor ante el dolor en la enfermedad o la muerte, o se suscita una falsa piedad con el que sufre, que no lleva al compromiso con él, sino a su aniquilación. A veces se aplica un criterio tan subjetivo y relativo como ‘calidad de vida’ para decidir quién tiene derecho a seguir viviendo o ha de ser eliminado. Algunos lo presentan incluso como respuesta aceptable al problema del dolor y del sufrimiento; pero sabemos que, si bien hemos de hacer todo lo posible para paliar el sufrimiento, no está en nuestras manos extirparlo por completo, porque no podemos desprendernos de nuestra limitación humana.