Testimonio del Jubileo de los reclusos: «Francisco se rió, me abrazó, y me eché a llorar»
Domingo seis de noviembre. La Basílica de San Pedro en Roma acogió a mil presos que participaban en el Jubileo de los Reclusos. Una mujer joven de Castellón, Chelo, representó a los españoles para saludar al Papa: “Esperaba verlo durante la misa, pero cuando me dijeron que iba al besamanos me dio unos sofocos que no me lo creía”. Consigo llevaba las cartas de sus compañeras, unos rosarios para bendecir y una lista de intenciones: “Le pedí que perdiera dos minutos de su tiempo para leerlas; Él se rió, me abrazó y me puse a llorar como una magdalena”.
Su aventura había comenzado unas semanas antes cuando el capellán del Centro de Castellón I, el mercedario Florencio Roselló, le propuso participar en este Jubileo. Su primera reacción fue incredulidad. La misma que sintió Nieves cuando también se lo propusieron a punto de recibir el tercer grado penitenciario: “Me dio una subida de calor y no sabía qué decir. Que de tantas internas me lo dijeran a mi, me sentí muy privilegiada por la confianza que depositaban”.
Le costó dejar unos días a sus hijos, el menor de año y medio, pero la experiencia valía la pena. Al regreso está convencida que algo va a cambiar en su vida: “Después de tanto malo que me ha pasado, tengo la fe y la esperanza que Dios me va a ayudar. Estamos en la misma situación, pero me parece que todo va mejor, al menos por la paz que siento en mi interior que hasta la familia lo nota”. Ese cambio lo pidió “con mucha sinceridad y el corazón en la mano” cuando pasaba por la Puerta Santa llevando la cruz del Jubileo.
“Queridos reclusos, es el día de vuestro Jubileo – les decía el Papa en la homilía-. Que hoy, ante el Señor vuestra esperanza se encienda. El Jubileo lleva consigo el anuncio de la liberación. No depende de mí poderla conceder, pero suscitar el deseo de la verdadera libertad en cada uno de vosotros es una tarea a la que la Iglesia no puede renunciar”. Con el apoyo de la Pastoral Penitenciaria, Chelo y Nieves quieren decir a sus compañeras que ese deseo se ha hecho realidad. Y tendrán la ocasión el domingo 20, cuando mons. López Llorente cerrará la puerta santa de Castellón I.
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