Inicio de un nuevo Curso Pastoral
Queridos diocesanos
Con ocasión de esta mi primera carta quiero agradecer antes de nada la acogida cercana, cordial y esperanzada que me habéis dispensado como Obispo, Padre y Pastor de esta Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón.
En mi carta semanal, cita obligada a partir de ahora, deseo ir abordando los acontecimientos que jalonan la vida eclesial y las cuestiones eclesiales y sociales de actualidad para iluminarlos desde la fe en comunión con la tradición viva de la Iglesia del Señor. Deseo prestar así un servicio humilde al discernimiento evangélico, a la formación de los cristianos, al caminar de las comunidades y al diálogo de nuestra Iglesia con la cultura y con la sociedad actual.
He querido que mi primera carta coincidiera con el comienzo de un nuevo curso pastoral. Como en tantos otros ámbitos sociales, también en la Iglesia diocesana retomamos las actividades ordinarias después de la pausa y del descanso del verano en las comunidades parroquiales y los grupos eclesiales, en los arciprestazgos, las vicarías, las delegaciones y los secretariados. También en la Iglesia nos proponemos algunos objetivos. En mi encuentro con los sacerdotes por Arciprestazgos en el mes de septiembre, he manifestado la necesidad de poner algunos acentos en el trabajo pastoral de este curso. El objetivo es lograr que nuestra Iglesia diocesana sea más viva y evangelizadora. Sin olvidar que el anuncio del Evangelio de Jesucristo ha de dirigirse a todos, hemos de mirar antes de nada hacia el interior de nuestra Iglesia, de nosotros mismos y de nuestras familias y comunidades. Es necesario que nos dejemos evangelizar, convertir y purificar. Para ello queremos cuidar especialmente algunos puntos básicos como son la iniciación cristiana de los niños y adolescentes y la maduración en la fe y vida cristiana de jóvenes y adultos; la evangelización de las familias cristianas para que sean en verdad cristianas y ámbitos donde se viva y transmita la fe; la promoción de las vocaciones al sacerdocio ordenado, para que no nos falten servidores del resto de los fieles y de las comunidades cristianas; y la celebración cristiana del domingo en torno a la Eucaristía, centro de la vida de la Iglesia y de todo cristiano. Volveré sobre estas cuestiones más adelante.
Tomar conciencia del plan de Dios para cada uno de nosotros y dejarse guiar por la acción de su Espíritu es básico parar vivir con fidelidad nuestra condición cristiana y eclesial en este momento. Desde ahí podremos acometer con entrega generosa la urgente tarea de evangelizar a los hombres y mujeres de hoy, a la sociedad y la cultura. No olvidemos que sin la fuerza que nos viene de Dios nada podemos hacer en la Iglesia. Este curso es un nuevo tiempo de gracia que Dios nos otorga para crecer en la vida de fe personal y en la misión de nuestras comunidades, movimientos y grupos. Puede que los miedos o la comodidad, la tibieza o la rutina, la indiferencia o el alejamiento hayan hecho mella en nosotros y nos atenacen en nuestra vida o en nuestra tarea. Dios nos ofrece la ocasión de retomar nuestra vida cristiana y nuestra tarea pastoral con ánimo y con esperanza. Como creyentes sabemos que no estamos, caminamos o trabajamos solos. El Señor Jesús es nuestro compañero de camino; su Espíritu nos alienta y nos fortalece ante la dificultad.
Con mi afecto, vuestro Obispo
+ Casimiro
Obispo de Segorbe-Castellón