Esta tarde, en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva de Castellón, se ha celebrado la Eucaristía y el envío a la misión de Reinel Muñoz Flor, que ha presidido nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente.
Mimi indimi Uzima. La media docena de mujeres que participan en el taller de costura misionera de la parroquia de San Bartolomé y San Jaime de Nules, saben bien qué significa esta leyenda bordada en un mantel de altar. Es suajili, la lengua que se habla en Tanzania, Kenia y Congo. Su traducción reza: «Yo soy el Pan». Las palabras las consiguieron a través del párroco, Manuel Agorreta, que estuvo en África. Como cada final de curso desde hace cerca de 20 años, han aportado a la Delegación de Misiones su trabajo para dotar de ajuar litúrgico a los misioneros.
Las integrantes del taller se encuentran normalmente cada martes por la tarde para coser y bordar. Este curso, como para todos, ha sido peculiar, pero desde casa la actividad no ha parado, como asegura Carmen Navarro. El resultado de tanto empeño han sido una casulla y estola de color rojo, más de 40 juegos de purificadores, y seis manteles de altar, entre ellos, el de la frase en suajili.
El Papa Francisco ha querido estar cerca de los que más sufren las consecuencias de la pandemia del coronavirus, en los países más pobres, por lo que ha abierto un Fondo de Emergencia internacional a través de Obras Misionales Pontificias (OMP) con el objetivo de sostener la importantísima labor que realiza la Iglesia a través de los misioneros.
El Papa fue el primero en colaborar con esta campaña, que lleva por nombre “#AhoraMásQueNunca, Yo estoy con los misioneros”, para lo que ha aportado 750.000 $, y con la que se pretende llegar a cada una de las parroquias de los 1.111 Territorios en Misión.
Según José María Calderón, director de OMP España, “desgraciadamente la situación causada en España por el Covid-19 es terrible, en todos los aspectos, de muertos, de contagiados, de personal sanitario enfermo, de falta de material y de medios para trabajar con una cierta seguridad…”.
Pero la pandemia avanza en “países de África, Asia, Oceanía y América, que cuentan con muchos menos medios que nosotros, y en algunos sitios tienen unas graves dificultades para poder vivir el confinamiento, la disciplina a la hora de las relaciones, ¡la forma de vivir los duelos y los entierros! Por eso, los misioneros ya nos están dando la voz de alarma… ¡van a necesitar mucha oración y muchas ayudas por nuestra parte!”.
En estos territorios, la Iglesia hace un enorme trabajo de evangelización y promoción humana. De hecho, sostiene a 26.898 instituciones sociales (hospitales, dispensarios, residencias de ancianos, orfanatos…), y 119.200 escuelas. En los últimos 30 años, la Iglesia ha abierto en misiones una media de 2 instituciones sociales y 6 escuelas al día.
Todo este trabajo necesita apoyo económico, y lo recibe de forma habitual a través de Obras Misionales Pontificias, mediante campañas como el Domund. Pero en estas circunstancias que estamos viviendo hay peticiones de ayuda extraordinarias, y el Santo Padre ha pedido a los fieles y a las entidades de la Iglesia que tienen la posibilidad y lo desean, que contribuyan a este Fondo de Emergencia a través de las Obras Misionales Pontificias de cada país.
Delegación diocesana de Misiones
La delegación diocesana de Misiones de Segorbe-Castellón se ha sumado a esta campaña con una aportación de 2000 €. El delegado diocesano, Salvador Prades, ha explicado que “aunque la incidencia de la pandemia no haya sido la misma aquí que en África, por ejemplo, es importante que no nos olvidemos de estos países, sobre todo porque, debido a las limitaciones económicas y a los sistemas sanitarios, este tipo de crisis se agravan en gran medida”. También es importante, añade, “que tengamos en cuenta la gran labor que realizan nuestros misioneros, siempre en primera línea, y a la que se añaden las complicaciones derivadas de la crisis del Covid-19”.
Cabe recordar que durante estos meses, la delegación ha ido enviando una ayuda a diferentes lugares de misión para colaborar con aquellas parroquias, proyectos, personas y familias más desfavorecidas y que peor lo están pasando en estos momentos. Así, a día de hoy ya se ha enviado un total de 9.000 € entre once Territorios en Misión en los que están varios misioneros de la diócesis.
Mascarillas, símbolo de apoyo
Gema García pertenece a la comunidad de Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios y es misionera en Togo. Ella se ha unido a esta iniciativa del Papa con el objetivo de visibilizar la labor que realizan los misioneros con los más pobres del planeta ante esta situación de pandemia.
Para ello se hizo con unas mascarillas fabricadas en un taller de Togo, que luego fueron enviadas a España. Ahora están sirviendo para mostrar la realidad de la misión en estos momentos de crisis sanitaria y social.
Lucas Blanch Queral es de Castellón, tiene 36 años y nació en el seno de una familia cristiana, es el cuarto de ocho hermanos. Cuenta que “como fruto de la fe de mis padres, y de vivir la fe en la parroquia de la Santísima Trinidad un camino de iniciación cristiana a través del Camino Neocatecumenal, a los 22 años partí para Colombia”, donde se ha formado como sacerdote en el Seminario Redemptoris Mater de Bogotá.
Fue ordenado el 12 de noviembre de 2016, y actualmente está de administrador parroquial en la parroquia de Santa Teresa de los Andes, en un sector pobre de la ciudad llamado Ciudad Bolívar, trabajando también como capellán del colegio Instituto Tecnológico del Sur, ubicado en el barrio de El Carmen. Lleva, como misionero, más de 14 años en Colombia “y por gracia de Dios y el amor que me ha dado a este hermoso país, también soy colombiano”.
¿Cómo vives las noticias que te llegan desde España?
Desde Colombia tenemos la mirada puesta en Europa y en España, pues en esta situación de pandemia que vivimos, a Colombia ha llegado más tarde que a Europa, y tratamos, como país, de evitar el nivel de contagio que se ha dado allí.
Desde aquí hemos contemplado con gran dolor las noticias de contagios y muertes que han asolado España, comprendiendo que Dios, que permite que esto suceda, nos llama a conversión y a poner nuestros ojos fijos en Él. Para mí, en particular, no ha sido fácil escuchar estas noticias sabiendo que toda mi familia está allí, y que el temor de que mis padres se pudieran contagiar ha sido grande. Pero el Señor también me ha confortado y me ha dado mucha paz.
¿Cuál es la situación actual en Colombia?
A principios del mes de abril, con pocos más de 100 contagiados de Covid-19, el Estado colombiano promulgó la cuarentena obligatoria, y desde ese momento toda actividad pública quedó suspendida, incluido el culto religioso en los templos. Desde entonces y hasta el día de hoy nuestras parroquias están cerradas. El número de contagios ha ido, pese a las medidas de aislamiento, aumentando. Hoy, 12 de junio, el reporte en Colombia es el siguiente, según los datos oficiales:
45.212 casos confirmados
1.488 fallecidos
17.790 recuperados
458.324 muestras procesadas
La enfermedad se ha extendido en los 32 departamentos del país y en el Distrito capital de Bogotá, siendo éste último el lugar de mayor número de contagios.
La problemática en el país por la toma de medidas de aislamiento ha derivado en la crisis económica de tantas familias que vivían al día con sus trabajos, especialmente en los barrios ubicados al sur de la ciudad, donde los sectores son más pobres. Desde entonces hemos transcurrido los días viviendo en aislamiento en nuestros hogares, y hasta hace pocos días hemos pasado del aislamiento a una cuarentena donde ya se han retomado algunas actividades laborales, aunque sectores enteros de la ciudad de Bogotá siguen en aislamiento absoluto a causa del aumento de los contagios en ellos.
¿Cómo estás viviendo tu fe durante este tiempo?
Dios, a través de esta situación, saca también lo mejor de las personas. La fe en este tiempo no puede ir desligada de la caridad. Yo he experimentado más que nunca en mi vida y en mi ministerio que la caridad para con los necesitados es una oración agradable a Dios.
Por un lado, en la parroquia hemos estado celebrando la liturgia de la Iglesia a través de los medios virtuales para poder llegar a las familias en sus hogares. También hemos orientado a las familias a poder realizar liturgias domésticas, y hemos animado al rezo de Rosario.
Además, hemos invitado a los fieles a que escuchasen la voz del Santo Padre, el Papa Francisco, y a nuestro pastor, el Cardenal Rubén Salazar Gómez, que en estos días ha entregado la diócesis a un nuevo arzobispo, Monseñor Luis José Rueda Aparicio, que el 11 de junio tomará posesión.
Por último, con la entrega de alimentos, cada semana desde el inicio de la cuarentena, hemos ido apoyando cada vez más a un número mayor de familias que lo están pasando verdaderamente mal. Aquí hemos podido sostener las ayudas gracias a donaciones llegadas desde España, desde la delegación de Misiones de la diócesis de Segorbe-Castellón, desde la parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón, y desde la Basílica de la Mare de Déu del Lledó. Ahora, a través de la policía nacional colombiana y de la alcaldía, hemos incrementado aún más el número de familias auxiliadas. El pasado jueves, 4 de junio, por ejemplo, pudimos hacer una entrega de alimentos a 450 familias del sector de la parroquia.
¿Cómo está viviendo esta situación la Iglesia colombiana?
La Iglesia colombiana está preocupada de la fe de los fieles que no pueden asistir al culto en los templos parroquiales, pero somos conscientes como Iglesia de que Dios se sirve de este acontecimiento para valorar aquello que antes teníamos y no apreciábamos: el podernos reunir en asamblea para la oración en nuestras parroquias. Ahora muchas personas queriendo reunirse en los templos parroquiales a orar no lo pueden hacer, queriendo participar de la Eucaristía y comulgar no es posible aún. Jamás habíamos vivido algo así, pero el pueblo colombiano siempre se ha caracterizado por su fe en el Dios Altísimo y con la tradición del rezo de las novenas, característico de los colombianos, y del Rosario, nuestras casas se han convertido más que nunca en lugar de oración.
¿Un mensaje de esperanza?
Las tristezas y angustias, las esperanzas y las alegrías de los hombres son también las de los cristianos (Gaudium et Spes). Por eso los cristianos tenemos la misión, en medio de esta pandemia, de irradiar con nuestra esperanza en la Vida Eterna y de que Dios es nuestra riqueza, a tantas personas que viven desconsoladas y desesperanzadas. Animamos a los cristianos más que nunca a no esconder nuestro tesoro e irradiarlo.
Magdalena Vicent tiene 84 años y es de Burriana. Pertenece, desde 1955, a la Congregación de las Misioneras de Cristo Jesús, comunidad que nació junto al Castillo de San Francisco Javier (Navarra) en 1944.
Fue destinada a Japón, país al que llega el 25 de diciembre de 1965, concretamente a la ciudad de Onoda, provincia de Yamaguchi, zona evangelizada por San Francisco Javier, y en la que durante 40 años ha desarrollado su misión en el colegio de segunda enseñanza y en la cooperación con la Iglesia local y diocesana. Aunque la hermana explica que “he colaborado con lo que Dios me ha ido poniendo delante durante la misión, como acompañar a emigrantes o visitar a los presos”.
Al llegar la jubilación fue destinada a la ciudad de Nagareyama , provincia de Chiba, aunque la parroquia está en un pueblo cercano llamado Toyoshiki, lugar en el que se encuentra desarrollando una importante misión de pastoral con los fieles y con aquellas personas que desean acercarse a la Iglesia para conocer a Jesucristo.
¿Cómo vives las noticias que te llegan desde España?
Una se alegra de que bajen el número de afectados y de muertes, y junto a ello se desea que todo se convierta en Bien, pero el panorama no lo veo muy optimista… Se percibe ambiente de tensión, no hay unión para poder salir de verdad cuanto antes de esta situación, sintiéndonos un solo pueblo, con hermandad y ayuda mutua, aunque seguro que sí que hay muchos que desean y viven esta realidad.
Veo que para conseguirlo ¡se necesita MUCHA ORACIÓN!, ya que solo Dios puede cambiar los corazones, empezando por los nuestros…
Leí un artículo que me gustó mucho y lo conecté con lo que el Papa Francisco ha repetido varias veces sobre el dicho español: Dios perdona siempre, los hombres unas veces sí y otras no, pero la Naturaleza no perdona nunca. Pienso que tendríamos que amarla y cuidarla más.
¿Cómo es la situación actual en Japón?
Aquí los números a todos los niveles son bajos, pero también estamos como todo el mundo, confinados, aunque el modo de aplicarlo o de vivirlo no es como en España. En primer lugar no está permitido «la prohibición» de salir de casa, por ejemplo, y se recomienda no salir, o salir lo menos posible y siempre con mascarillas, no hay multas ni castigos…
Para hacer cumplir las prescripciones se adopta el llamamiento a ser conscientes y a la responsabilidad. Se intensifica y se insiste diariamente a través de todos los medios de comunicación, con altavoces de los ayuntamientos etc… a ser solidarios, a cooperar en guardar lo prescrito por las autoridades, se puede decir que están trabajando intensamente por el bien común, capaces también de pedir perdón. Es un tiempo de paciencia, pensando que es algo que compete a todos…, para salir cuanto antes de esta terrible y anormal situación. Con todo, hay quien se salta las reglas, con los consecuentes resultados negativos.
¿Cómo está viviendo esta situación la Iglesia japonesa?
Aquí las iglesias no están cerradas, pero no hay Eucaristías, ni reuniones, ni actividades parroquiales… Esto ha hecho que, aquí en Tokyo, el Sr. Arzobispo recomendase a los fieles vivir la Eucaristía a través de Internet.
¿Cómo estás viviendo tu fe durante este tiempo?, ¿cómo estás viviendo este tiempo pascual?
Me siento en paz, con confianza, ya que estamos en las mejores manos. Dios siempre saca Bien de todo, y su Amor nunca puede fallar, ahora tampoco, y como Él y con Él, deseando un mundo más unido, más hermano. Esta experiencia tan única, tan universal, no puede quedar en balde, nadie puede quedarse impasible ante ello. Estoy segura de que Dios hará vibrar los corazones de todos para poder tener un mundo distinto, un mundo mejor en el que vivamos más felices, Dios nos lo quiere dar… Esta es la Gran Esperanza llena de Confianza.
Álex Díaz es sacerdote de nuestra diócesis de Segorbe-Castellón, ordenado hace diez años. En su ministerio ha servido como vicario en las parroquias de Santa María y de El Carmen de Castellón, y su último nombramiento en la diócesis fue párroco de Nuestra Señora de los Ángeles de Betxí.
Desde hace tres años está acompañando a las Misioneras de la Caridad -conocidas por su fundadora, Madre Teresa de Calcuta- en su servicio a los más pobres de los pobres en Calcuta (India).
Esta ciudad es la capital del estado indio de Bengala Occidental, donde la población mayoritaria es bengalí, tanto de lengua como de origen. Además, hay gente de Bangladesh, Nepal, y otras procedencias y tribus. Calcuta es un icono de la pobreza en el mundo por las dificultades que sufrió la ciudad durante la guerra de Independencia. Pero también es conocida por ser la ciudad de la alegría, por lo que se juntan en ella estas dos realidades, pobreza y alegría.
Actualmente, Álex se encuentra confinado en una casa con más de trescientos pacientes de diferentes procedencias y confesiones religiosas. Está situada en el “slum” -barriada de chabolas- de Tijhala y se llama Prem Dan, que significa, Don de Amor.
¿Cómo vives las noticias que te llegan desde España?
Al tener familiares afectados que han estado en la UCI, incluso desde antes del confinamiento, he vivido con mucha intensidad todo lo que llegaba de la familia, sacerdotes, amigos, feligreses y de la gente desde allí. La oración me ha permitido acortar distancias y estar cerca de familiares y amigos.
Asimismo, aquí, al haber voluntarios y hermanas procedentes de todo el mundo llegan noticias de muchos lugares. Mi corazón se apena con la gente al descubrir rostros de dolor de tan diversos procedencias y condiciones.
También he vivido mucha gratitud al sentir la cercanía de la Iglesia, desde nuestro obispo, D. Casimiro, a tantos hermanos sacerdotes, tantos feligreses amigos y religiosas.
Una sensación también de extrañeza se ha despertado en mi corazón, el hecho de tener que estar lejos de la familia en los momentos de dolor, el sufrimiento de los fieles al no poder participar de las celebraciones litúrgicas, tanta incertidumbre, tantas noticias dolorosas…
¿Cómo es la situación actual en India?
Es difícil hacerse una idea general de la situación de India en esta pandemia, por su extensión y complejidad. Las noticias que llegan por la prensa e internet son confusas y contradictorias, algo que también percibo en las noticias que llegan de España.
Llevamos ya un mes de confinamiento. Con la suspensión de los transportes regulares se ha vaciado la ciudad y un gran silencio ha inundado todo. Las avenidas y calles de Calcuta han estado vacías gran parte del tiempo, aunque los últimos días empieza a haber algo más de movimiento. En los slums, llenos de callejuelas y chabolas de no más de dos metros cuadrados, la gente ha seguido haciendo vida en la calle, algo muy propio de nuestra gente.
Por otro lado, hay algo muy conmovedor de estos días en nuestra India: la religiosidad de la gente. Hindúes, cristianos, musulmanes… todos rezan. Aunque los templos, mezquitas e iglesias permanecen cerradas, nuestra gente no deja de rezar y confiar en el auxilio divino.
¿Cómo estás viviendo tu fe durante este tiempo? ¿cómo estás viviendo este tiempo pascual?
Justo antes del confinamiento por la cuarentena estuve atendiendo un curso de formación y unos ejercicios espirituales en Uzbekistán; donde pude ver una Iglesia pequeña, con solo cinco parroquias en todo un país, y prácticamente el mismo número de sacerdotes.
Me conmovió, pues pude descubrir la grandeza de la misión de la Iglesia, tan insignificante a los ojos del mundo. Ver al único obispo del país hacer varias horas de viaje para atender una Misa dominical de unos pocos fieles me ayudó a reconocer la llamada a la fidelidad, más allá del número de personas o actividades. Es la Iglesia que hace presente el Reino de Dios, el pequeño grano de mostaza. Esta experiencia me ayuda a entender este tiempo de confinamiento con todos sus condicionantes. La Iglesia sigue vive y presente.
Asimismo, la tensión oculta que se percibe en los corazones ante esta situación tan extraña me invita a la comprensión, a saber descubrir a Cristo en una humanidad herida, llagada, frágil y débil. Doy gracias a Dios por la Cruz, por ese padecer que nos abre a la gloria de Dios.
¿Cómo está viviendo esta situación la Iglesia en India?
La Iglesia ha querido manifestar su disponibilidad ante las decisiones sanitarias del gobierno y ha acogido con prontitud las indicaciones. Asimismo, nos hemos unido a nuestros hermanos musulmanes e hindúes en volver la mirada al Cielo e invocar la protección divina.
Respecto a la vida de fe, vivir la Semana Santa sin poder acudir a las celebraciones litúrgicas y manifestar la alegría pascual en comunidad nos ha desgarrado interiormente.
Respecto a las necesidades de nuestros pobres, la situación de la pandemia está suponiendo otras dificultades, especialmente el acceso a la comida de nuestra gente, pero la Iglesia se ha puesto a la cabeza en muchas iniciativas para salir al encuentro de nuestros hermanos y vecinos, independientemente de su raza, credo y condición.
¿Un mensaje de esperanza?
La Resurrección de Cristo nos llena el corazón de esperanza y alegría. La oración de Cristo al Padre en su Pasión fue escuchada -dice la Epístola a los Hebreos-, porque Cristo venció la muerte y el pecado.
Ese Misterio -del grano de trigo que muere para dar fruto- se hace presente hoy en nuestra historia y la traspasa, la transfigura, la transforma. Decía el Papa en estos días, que Cristo no elimina el sufrimiento, sino que su amor traspasa todo dolor.
El fundamento de la esperanza no es una victoria donde seamos capaces de eliminar el dolor o anestesiarlo -aunque sea necesario mitigarlo en la medida de nuestras capacidades- sino dejar que el Señor lo unja y transforme en fuente de paz y perdón.
La Delegación Diocesana de Misiones de Segorbe-Castellón se encuentra realizando gestiones para hacer llegar una ayuda de 500 euros a los distintos misioneros de nuestra diócesis que se encuentran alrededor de todo el mundo.
El delegado diocesano, Salvador Prades, ha explicado que “ante esta crisis sanitaria, económica y social que estamos viviendo en todo el mundo, desde la delegación se está concediendo esta ayuda para que en los diferentes lugares de misión se pueda ayudar un poco a aquellas parroquias, proyectos, personas y familias más desfavorecidas y que peor lo están pasando en estos momentos”.
No se trata pues de una ayuda personal, aunque añade que “en el caso de que hubiera algún misionero o alguna familia misionera que tuviera alguna dificultad propia, les pedimos que se pongan en contacto con nosotros para intentar ayudarles de alguna forma”.
Así, a día de hoy ya se ha enviado un total de 5.000 euros, a países como Togo, Chile, La India, Ucrania, Bolivia, Brasil, Estados Unidos, Colombia o Burkina Faso.
Fondo de Emergencia de OMP
Por otra parte, el Papa Francisco ha querido estar cerca de los que más sufren las consecuencias de esta pandemia, en los países más pobres. Por ello, ha abierto un Fondo de Emergencia internacional a través de Obras Misionales Pontificias (OMP), para sostener el trabajo que la Iglesia misionera realiza en esta crisis mundial.
Con la campaña #AhoraMásQueNunca, se quiere apelar a los españoles a colaborar con los misioneros en estas circunstancias tan difíciles. Según José María Calderón, director de OMP España, “desgraciadamente la situación causada en España por el Covid-19 es terrible, en todos los aspectos: de muertos, de contagiados, de personal sanitario enfermo, de falta de material y de medios para trabajar con una cierta seguridad”.
“Sin embargo vamos viendo cómo esta pandemia está poco a poco haciéndose hueco en la vida de los países de África, Asia, Oceanía y América, que cuentan con muchos menos medios que nosotros, y en algunos sitios tienen graves dificultades para poder vivir el confinamiento, la disciplina a la hora de las relaciones, ¡la forma de vivir los duelos y los entierros!, por eso, los misioneros ya nos están dando la voz de alarma… ¡van a necesitar mucha oración y muchas ayudas por nuestra parte!”, afirma.
El Papa fue el primero en colaborar con este Fondo, con 750.000$, a través de Obras Misionales Pontificias, el instrumento que tiene la Santa Sede para sostener a las Iglesias más jóvenes. Este dinero llegará a todas las comunidades afectadas en los países de misión a través de las estructuras e instituciones de la Iglesia, a un total de 1.111 Territorios de Misión.
El Santo Padre ha pedido a los fieles y a las entidades de la Iglesia que tienen la posibilidad y lo desean, que contribuyan a este Fondo de Emergencia a través de las Obras Misionales Pontificias de cada país.
Para unirse al Fondo de Emergencia de OMP contra el coronavirus:
BBVA – ES03 0182 1364 3300 1003 9555
BANCO SANTANDER – ES25 0075 0204 9506 0006 0866
Como hizo el apóstol San Pablo en los Hechos de los Apóstoles, Pablo VI instituyó en 1975 una colecta especial el Viernes Santo para el sostenimiento de la Iglesia de Jerusalén. Este año, se traslada al 13 de septiembre a causa de las restricciones impuestas por las medidas de seguridad ante el Covid-19. De todos modos, ese día la mirada de los cristianos se vuelve a Tierra Santa, donde aconteció el misterio Pascual que celebramos en Semana Santa. Cuando uno ha tenido la oportunidad de vivirlo sobre el terreno, todo es diferente, como atestigua Luisa Herrera (en la foto, a la derecha durante el Domingo de Ramos de 2019 en Jerusalén), misionera seglar en Israel.
En 2015, Luisa, que forma parte de la primera comunidad del Camino Neocatecumenal de Santa María, en Castellón, se propuso para ser enviada en misión. Hacía tiempo que sentía esta llamada, pero la retenían sus cinco hijas. Cuando al final hizo el paso, aún tuvo que esperar un año para recibir una llamada que le anunciaba su destino: la casa Domus Galilae donde está un Seminario Redemptoris Mater. El 12 de marzo de 2019 llegó a Israel: “Al llegar, sentí que era mi casa”.
El próximo viernes 21 de febrero, el Obispo, D. Casimiro López Llorente, presidirá la Vigilia de Jóvenes de Cuaresma. La Delegación diocesana ha confiado su preparación a la Delegación de Misiones. La cita es a las 21h en la Concatedral de Santa María, en Castellón. El Delegado de Juventud, José Miguel Sala asegura que es «una oportunidad para ponernos delante del Señor y compartir un rato de oración con los demás jóvenes de nuestra Diócesis».
La Delegación de Misiones ha preparado una vigilia en la que se proyectará un video sobre la labor de los misioneros y se dará el testimonio de Mª Antonia Arnau, seglar de Nules, que ha dedicado una época de su vida a la atención a los necesitados en Mali junto con la Madres Blancas.
Salvador Prades, Delegado de Misiones, explica que pretenden «dar a conocer la acción misionera de la Iglesia», y desea que sea una ocasión para «despertar en los jóvenes la curiosidad por el mundo de la misión«.
Juan Albiol y María Amparo Enrique, junto a sus hijos de 15 años, Miguel y Saray, son una familia castellonense que pertenece al Camino Neocatecumenal, y que se encuentra en misión en la ciudad chilena de Concepción desde el año 2007.
La familia ha sido intermediaria para hacer llegar a Chile una ayuda de 3.600€ que ha aportado la Delegación Diocesana de Misiones, la parroquia La Asunción de Benassal, y los alumnos de religión del Instituto Francesc Tárrega de Vila-real.
Dicha cantidad se ha destinado a la Parroquia La Ascensión del Señor de Concepción, situada en un barrio con muchos ancianos, allí se les llama “adultos mayores”, y con muchos inmigrantes haitianos y venezolanos en situación de desempleo y necesidad.
«En Chile hay un grave problema con la situación en la que se encuentran las persona mayores, pues viven muy solos y tienen una pensión insignificante, por lo que muchos se dedican a pedir por la calle o a seguir trabajando para poder comer, tengan la edad que tengan», explica María Amparo, «por lo que la importantísima ayuda que se les ha hecho llegar desde aquí se ha destinado al comedor de la parroquia».
Juan dice que «se han optimizado muy bien estos recursos, que se han empleado sobre todo para acondicionar y reparar el comedor, pues presentaba unas condiciones muy deficitarias», pero también, «han sido destinados, por una parte, a dar de comer a las personas mayores los fines de semana, gracias a la labor de las voluntarias, y por otra a los inmigrantes, a los que también se les ayuda a buscar trabajo y se les da clases de español», continuaba.
María Amparo ha contado como le han impactado los testimonios de los ancianos que decían estar muy agradecidos, «una señora me decía: a muchos nos quedan pocos años de vida, y nos sentimos muy solos y despreciados, pero se nos está devolviendo la dignidad porque nos sirven con amor».
El matrimonio también ha explicado cual es su misión allí, «vivir con los chilenos, en la misma realidad que ellos, experimentando y anunciando el perdón y el amor de Dios como familia cristiana».
«Con esta pastoral social hemos sido simples intermediarios» añadían, «pero dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a la acogida pastoral de los novios que se preparan para el matrimonio, a las catequesis de iniciación cristiana para adultos, a la catequesis familiar, y todos los sábados los dedicamos a la pastoral penitenciaria, una experiencia bastante fuerte, hablando del amor de Dios a unos 25 internos de una cárcel de alta seguridad», concluyen.
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