Esta misma mañana se ha reunido en la Biblioteca del Seminario “Mater Dei” de Castellón, el Consejo Presbiteral Diocesano (ha sido el segundo encuentro del actual y renovado Consejo). La reunión ha comenzado, como es habitual, con la oración y la posterior aprobación del acta de la sesión anterior.
D. Casimiro ha iniciado la sesión con unas palabras de bienvenida recordando la importancia de asistir y participar en estos consejos puesto que “nuestra Iglesia no existe para sí misma”. Además ha remarcado que “hemos de centrarnos en Cristo, sabiendo que somos enviados a la misión todos, porque es una tarea de todo el pueblo de Dios”.
También ha señalado que para cumplir la tarea hay que tener en cuenta no sólo a los destinatarios sino también partir de las circunstancias del momento para ser, como dice el Evangelio, “luz del mundo y sal de la tierra”. En este sentido, ha matizado que el Plan de Pastoral para los próximos años es “un programa válido y vinculante para toda la Comunidad Diocesana”. “La palabra tiene fuerza cuando va acompañada de las obras” ha concluído el Obispo haciendo referencia a uno de los textos del Oficio de Lecturas del día. Recordando que “la falta de comunión resta credibilidad a la misión”.
Después ha sido el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril; quien ha explicado el proyecto del Plan Pastoral 2023-2027, resumiéndolo en cuatro objetivos específicos: Cristo, encuentro de Amor (2023/24), escucha, cuida y acompaña (2024/25), déjate guiar por el Espíritu y ten fe (2025/26) y vive la Caridad y el compromiso por la Justicia Social (2026/27).
La propuesta sobre nuevos ministerios y necesidades pastorales ha sido abordada por D. Juan Carlos Vizoso, rector del Seminario Diocesano “Mater Dei”. Quien ha explicado el documento de la CEE sobre el ministerio del lector, acólito y catequista, recordando como dice la Escritura en Rm 12, 4 que “no todos los miembros tienen la misma función”.
Uno de los temas más destacados de la reunión ha sido la presentación del Protocolo de prevención y actuación ante abusos sexuales a menores, que ha abordado el propio Obispo. La reunión ha concluido con la intervención del Vicario General, D. Javier Aparici, que ha presentado un resumen del vídeo de presentación del documento de la CEE “El Dios fiel mantiene su alianza”. La mañana ha concluido con una comida de fraternidad por parte de los integrantes del Consejo.
Mons. Casimiro López, Obispo de la Diócesis, presidió la Eucaristía y posterior procesión en la Solemnidad del Corpus Christi en Segorbe, que se celebró ayer domingo.
Las niñas y niños que este año han celebrado su Primera Comunión fueron los principales protagonistas de esta fiesta que tiene una especial e importante relevancia en el calendario litúrgico. Celebramos la humanidad de Jesús y la presencia de Dios en los hombres.
Dios es carne que nace, que goza y sufre; que da y recibe; que muere y resucita. Carne que, unida a la sangre, es el signo de la vida. Unidos a Jesús en la Eucaristía, reforzamos nuestra fe creyendo verdaderamente, en la presencia real de Jesucristo Sacramentado.
Catequistas y familias, junto a las autoridades civiles y militares, así como el Director de Cáritas Diocesana y representantes de Cofradías, asociaciones y movimientos eclesiales, además de los fieles devotos, se sumaron a la Eucaristía en la que D. Casimiro puso de relieve la celebración de «la Santísima Eucaristía como una fiesta excepcional para fortalecer nuestra fe en la presencia real del Señor».
Dirigiéndose especialmente a los pequeños recordó cómo Jesús, reunido con sus discípulos en la última cena antes de ser entregado para morir en la cruz, instituyó la Eucaristía «como acto de amor de Dios para que así Jesús se quedara sacramentalmente con nosotros». Así puso de relieve su presencia constante en el Sagrario, lugar al que acudir, dijo, «para orar con Él, para escucharle y para manar de esa fuente permanente de amor de Dios por cada uno de nosotros».
Sacrificio, banquete y presencia
Mons. Casimiro López se acercó a los pequeños con quienes interactuó en una catequesis muy especial en la que definió la Eucaristía como sacrificio, banquete y presencia.
Recordó la entrega hasta el final en la cruz, muriendo y resucitando por amor a cada uno de nosotros, como acto de sacrificio por la salvación de la humanidad.
Jesús es banquete porque al pronunciar aquellas palabras: «tomad y comed, tomad y bebed», y «se nos dio para unirse a nosotros», resaltó D. Casimiro quien exhortó a todos los presentes a recibir al Señor con fe porque «se nos da para quien crea en Él tenga vida eterna».
y Jesús es presencia «porque se queda con nosotros en el Sagrario para que vengamos a estar con Él». Así puso de relieve su presencia constante en el Sagrario, lugar al que acudir, dijo, «para orar con Él, para escucharle y para manar de esa fuente permanente de amor de Dios por cada uno de nosotros».
La celebración en Segorbe estuvo acompañada en la parte musical por la Capilla Catedral bajo la dirección de D. David Montolio.
Procesión Claustral
La adversa situación meteorológica de ayer tarde obligo a celebrar la procesión en el claustro de la S.I.Catedral. El Señor, portado por el Obispo de la Diócesis, fue acompañado por el Cabildo Catedral, los sacerdotes concelebrantes, así como por los fieles que, una vez más, le rindieron culto y adoración.
Cientos de personas participaron ayer tarde en la procesión del Corpus Christi que recorrió las calles de Castellón para celebrar la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo con especial protagonismo de las niñas y niños, de diferentes parroquias de la ciudad, que este año han tomado su Primera Comunión.
Junto a ellos, representantes de Cofradías, movimientos y asociaciones eclesiales, miembros de la vida consagrada, de apostolados parroquiales y Cáritas Diocesana, a quienes se sumaron diferentes autoridades civiles y militares de la Diócesis de Segorbe-Castellón que acompañaron al Señor, rindiéndole culto y solemne adoración, mostrando así gratitud y amor a la Eucaristía, presencia viva de Cristo.
La Concatedral de Santa María acogía a las 19h, la Santa Misa que, presidida por Mons.Casimiro López Llorente, congregó a numerosos fieles en una de las fiestas litúrgicas más importantes, que recuerda al mundo que Jesucristo está presente, de forma viva y real en la Eucaristía, y así demostrar su amor a Jesús Sacramentado. Una celebración que estuvo acompañada, en la parte musical, por la Coral Barreros, interpretada, al órgano, por Augusto Belau.
Tras la liturgia de la palabra, el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, dio la bienvenida a todos «en un día grande para la Iglesia porque en el centro de la celebración está lo más grande que tenemos los cristianos: la Eucaristía». Se refirió así «al mayor tesoro en la vida de toda comunidad cristiana» y recordó, especialmente a las niñas y niños de Primera Comunión ubicados en los primeros bancos, la reunión de Jesús junto a sus discípulos en el jueves santo para celebrar la última cena.
Sacrificio, banquete y presencia
Mons. Casimiro López se acercó a los pequeños con quienes interactuó en una catequesis muy especial en la que definió la Eucaristía como sacrificio, banquete y presencia.
Así, recordó las palabras del mismo Jesús en la última cena junto a sus discípulos, igual que ocurre en cada Misa, haciendo memorial de su entrega hasta el final en la cruz, muriendo y resucitando por amor a cada uno de nosotros.
Jesús es banquete porque al pronunciar aquellas palabras: «tomad y comed, tomad y bebed», y «se nos dio para unirse a nosotros», resaltó D. Casimiro quien exhortó a todos los presentes a recibir al Señor con fe porque «se nos da para quien crea en Él tenga vida eterna».
Jesús es presencia «porque se queda con nosotros en el Sagrario para que vengamos a estar con Él». Les explicó a los más pequeños la importancia de la Capilla donde permanece el mismo Jesús «para escucharnos y alentarnos» en nuestro camino de fe.
El Obispo se dirigió a padres, familias y catequistas para destacar la importancia del acompañamiento en el crecimiento espiritual de los más pequeños, en una época como la actual, en la que cada vez es menos frecuente la participación en la Eucaristía, animándolos a participar de la fuente del amor de Dios cada domingo.
También tuvo palabras para las autoridades políticas a quienes, recordando palabras del Papa Francisco, les pidió «trabajar por la fraternidad universal y superar los odios, los rencores y las in justicias». El Señor nos llama a trabajar y de la Eucaristía, enfatizó, «brota el amor de Dios por todos los hombres y es donde los cristianos encontramos la fuerza, la energía y el amor que brota de Él».
Por otra parte se refirió a la Eucaristía como «raíz de la caridad». Él que ha muerto por todos nosotros «nos lleva a vivir su amor a través de la caridad con todos», dijo D. Casimiro recordando la celebración del Día de la Caridad, exhortándonos a participar de la Eucaristía para evitar que se debilite nuestra vida cristiana y poder llevar el amor de Dios a los más necesitados y vulnerables».
La Solemne procesión, organizada por la Asociación Amigos del Corpus, partió después desde la Plaza Mayor recorriendo las calles de la ciudad con participación de numeroso público que al paso del Santísimo Sacramento, rendían adoración y culto.
Celebración del Corpus Christi en Segorbe
Las parroquias de la Diócesis de Segorbe-Castellón celebrarán hoy la Solemnidad del Corpus Christie y el Señor procesionará por las calles bendiciendo a los presentes. Esta tarde, a las 19.00h, el Obispo de la Diócesis, presidirá la Eucaristía en la S.I. Catedral de Segorbe y la Solemne procesión que tendrá lugar a continuación.
Este Domingo celebramos el Corpus Christi. Esta Fiesta nos convoca a renovar y fortalecer nuestra fe en la Eucaristía, que podemos resumir en tres palabras: memorial, banquete y presencia. Como nos muestra su institución por Jesús en la Última Cena, la Eucaristía es memorial del sacrificio redentor de Jesús en la Cruz, que actualizamos de modo incruento en cada santa Misa; la Eucaristía es banquete de comunión del Cuerpo de Cristo, en el que el Señor mismo se nos da en comida; y la Eucaristía es presencia real y permanente de Cristo resucitado entre nosotros. El Señor se ha quedado entre nosotros a fin de que contemplemos y adoremos su amor hasta el extremo por amor, participemos de él en la comunión y, transformados por este amor, seamos testigos comprometidos de su amor en la Iglesia y en el mundo. Esta fe la hacemos pública y la ofrecemos al mundo en la procesión del Corpus.
La Eucaristía es el signo mayor del amor de Dios hacia todos los hombres, manifestado de una vez para siempre en el sacrificio redentor de Cristo en la Cruz. El Corpus Christi nos recuerda el verdadero rostro de Dios: Dios es amor y ama a todas sus creaturas. Tal es su amor por los hombres, que nos ama hasta el extremo de entregar a su propio Hijo en sacrificio “por todos nosotros” y para el perdón de los pecados; Cristo Jesús mismo nos ofrece su Cuerpo en comida y se queda sacramentalmente para siempre entre nosotros en este sacramento, como fuente inagotable de su Amor.
El Corpus Christi nos lleva así a la raíz y a la fuente permanente de la caridad y nos impulsa a construir la fraternidad universal, como nos pide el Papa Francisco. Por su sacrificio y entrega total en la Cruz, Cristo nos ha redimido del pecado y ha restaurado la amistad y comunión de los hombres con Dios, con los demás y con la naturaleza entera. En la Eucaristía, el mismo Jesús se nos da como alimento de Vida y de Amor, que cambia y transforma a las personas y los corazones. La Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia y de todo cristiano; es la fuente de la que nos nutrimos y el motor para vivir el día a día desde el amor de Dios; es el anticipo de la vida eterna y el inicio de la nueva tierra y los nuevos cielos, cuando todo quede restaurado en Cristo.
En la Eucaristía, el Señor mismo nos invita a su mesa y nos sirve. Él se nos da a sí mismo en el Pan partido y repartido, que es su Cuerpo. Jesús nos muestra así que amar no solo es dar algo, sino darse a sí mismo. La comunión del Cuerpo de Cristo une a los cristianos con el Señor y une a los que comulgan del Cuerpo de Cristo. La Eucaristía crea y recrea la nueva fraternidad que es expansiva y no conoce fronteras. Por ello, la Eucaristía tiene unas exigencias concretas para el vivir cotidiano, tanto de la comunidad eclesial como de los cristianos. De ella brota el mandamiento nuevo del Amor: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Y Cristo nos ha amado dándose a sí mismo por puro amor, de forma totalmente gratuita y desinteresada. La Iglesia y cada cristiano estamos llamados a dejarnos empapar por este amor entregado de Cristo y a vivirlo de tal modo que este amor llegue a todos, pues a todos está destinado.
Por todo ello, en la Fiesta del Corpus Christi celebramos el Día de la Cáritas, este año bajo el lema: “Tú tienes mucho que ver”. Cada uno estamos personalmente interpelados. Así el Amor de Dios llegará a través de cada uno de nosotros a todos, en especial a los más pobres y excluidos de nuestra sociedad y del mundo entero: así todos podrán formar parte de la nueva fraternidad instaurada por Cristo Jesús. Quien en la comunión recibe y comparte el amor de Cristo es enviado a ser su testigo compartiendo su pan, su dinero, su tiempo y su vida con el que está a su lado, con el que está necesitado no sólo de pan sino también de amor: los enfermos, los pobres, los mayores abandonados, los marginados y los excluidos.
Es lo que hacen tantos cristianos en su compromiso de caridad cristiana; es lo que hacen nuestras Cáritas diocesana, parroquiales, interparroquiales y arciprestales, con sus voluntarios y trabajadores, y otros institutos religiosos y grupos eclesiales. Muchas gracias de corazón a todos.
Con motivo del Día del Corpus os invito una vez más a entrar en el misterio de Cristo, presente en la Eucaristía, para dejarnos configurar por Él de modo que nos convierta en testigos comprometidos de su amor en el amor al hermano necesitado. El mandamiento nuevo del amor nos urge a redoblar nuestra generosidad personal y económica. El Señor Jesús nos llama a reconocerle, acogerle y amarle en el hermano necesitado hasta compartir nuestro pan, nuestra vida y nuestra fe con él.
Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón celebró ayer tarde, en el marco de la Semana de la Caridad, el Día del Donante, en agradecimiento a todas las personas implicadas y comprometidas con un estilo de vida, que, con sus donaciones periódicas o puntuales, ayudan a transformar nuestro modelo de convivencia haciéndolo más justo, solidario, fraterno.
En este acto de transparencia y rendición de cuentas, celebrado este miércoles, en la Cámara Agraria de Castelló, se presentó a los donantes de la entidad la memoria de Cáritas Diocesana del año 2022.
El Delegado Episcopal en Cáritas Diocesana, Sergio Mendoza, solicitaba «vivir la fe de una manera más comprometida» y, por su parte, el Director de Cáritas Diocesana, Francisco Mir, destacaba que los donantes «son una pieza transcendental en el engranaje de la acción caritativa».
Por su parte, el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón y presidente de Cáritas Diocesana, Mons. Casimiro López Llorente, agradecía el compromiso y solidaridad de los donantes y recordaba que «la Eucaristía es el centro de la caridad» y que hay que «darnos a los demás, siguiendo el modelo del Señor».
Esta jornada de agradecimiento contó con la presencia de un conocido y popular personaje público, muy implicado en la Cáritas de nuestra Diócesis. Se trata Salvador Vicent, el Mago Yunke, que compartió su magia con todos los asistentes para, en alusión al lema de la Semana de la Caridad, ayudarnos a abrir los ojos de forma consciente para “ver más allá de lo que nuestros ojos perciben”.
Como ha dicho el Papa Francisco “nadie puede pelear la vida aisladamente, se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude, y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos!”
“Tú tienes mucho que ver”
Cabe recordar que, desde este lunes, 5 de junio, y teniendo como eje central la festividad, el jueves día 8, del Corpus Christi, Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón celebra la Semana de la Caridad, uno de los momentos más significativos durante todo el año para recordar y poner en valor la acción social que realiza Cáritas.
El lema de este año de la Semana de la Caridad es “Tú tienes mucho que ver. Somos oportunidad. Somos Esperanza”.
La Semana de la Caridad, que comenzaba el lunes con el gesto diocesano “Árbol de la Caridad”, contempla también la presentación de la Memoria 2022 y este Día del Donante.
Por otra parte, hoy jueves, día del Corpus Christi, se llevará a cabo la cuestación a favor de Cáritas Diocesana y, en el Centro Comercial Salera se celebrará, a lo largo del día, la jornada “Conoce Cáritas” para acercar más a la sociedad el trabajo diario de la entidad.
Mañana viernes se entregarán, en el Corte Inglés, los premios del Concurso Fotográfico de Cáritas Diocesana y se realizará una vigilia de oración en la Vall d’Uixó.
Culminará la semana con las Eucaristías y procesiones del Corpus en las parroquias de toda la Diócesis, especialmente el sábado en Castelló y el domingo en Segorbe.
Palabras de nuestro Obispo en la presentación de la Memoria de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón
La Casa Sacerdotal Diocesana «Familia de Nazaret», ha acogido esta mañana la presentación de la memoria de actividades de Cáritas de Segorbe-Castellón de 2022. La rueda de prensa ha estado presidida por Mons. Casimiro López Llorente, Presidente de Cáritas Diocesana, que ha estado acompañado por el Delegado Episcopal en Cáritas, D. Sergio Mendoza, y el Director, D. Francisco Mir.
La Memoria constata que el empleo es un mecanismo inclusivo necesario pero no suficiente y que la vivienda es uno de los elementos centrales que determinan las condiciones de vida de las familias. Todo ello, demuestra, una vez más, que los vaivenes económicos y las crisis afectan a todas las capas sociales, pero especialmente a las más vulnerables.
En este sentido, se recoge que la vivienda se ha convertido en un pozo sin fondo de las familias y que las políticas sociales deben añadir esta problemática como uno de los derechos básicos, junto a la educación, sanidad y las pensiones. Por otra parte, se indica que hay sectores de la población que tienen grandes dificultades para encontrar un empleo digno, ya que este mercado los expulsa o solo pueden acceder a un empleo de poca calidad.
La memoria recoge que, en total, 29.561 personas se beneficiaron, en 2022, de los diferentes servicios de Cáritas Diocesana, un 16% más que en 2021, destinando más de 6 millones de euros para la atención de las personas más vulnerables.
Cabe destacar que el 49% de los recursos aplicados se destinaron a atención social, principalmente a alquileres, alimentación, suministros y orientación y formación para la búsqueda de empleo. Cáritas recibió donaciones de casi 1.800 personas y el voluntariado está formado por 863 personas.
Las 89 Cáritas Parroquiales atienden las necesidades de las personas más vulnerables en toda la Diócesis, desde grandes municipios a los más pequeños.
D. Francisco Mir, Director de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón, ha puesto el acento que las familias atendidas son cada vez son más jóvenes, de las que, el 21% son casos nuevos y, sobre todo, mujeres. Respecto a los acompañamientos realizados a lo largo de 2022, se ha detectado que se han prolongado en el tiempo, hasta tres años, de lo que se percibe una cronificación de la pobreza y dificultades para salir de las situaciones de exclusión. También ha señalado un incremento del número de personas inmigrantes procedentes de Sudamérica y Caribe; y un 35% las ayudas dedicadas a la alimentación.
Mons. Casimiro López ha exhortado a la sociedad a «abrir la mirada a la realidad que nos rodea porque junto a nosotros siempre hay alguien necesitado» y romper así el individualismo y el narcisismo que caracteriza a la sociedad actual «para comprometerse con quienes necesitan de nuestra caridad», rompiendo así con la indiferencia.
En esta semana de la Caridad que culminará el próximo sábado y domingo con las procesiones del Corpus Christie en Castellón y Segorbe respectivamente, se ha referido a la Eucaristía como «motor y raíz de la caridad cristiana».
La realidad que Cáritas ha mirado
De la Memoria de 2022 de Cáritas Diocesana se extraen las siguientes conclusiones:
Una vez más se constata como los vaivenes económicos y lascrisis afectan a todas las capas sociales, pero especialmente a las más vulnerables.
El impacto de la subida del coste de la vidaen general y de los gastos básicos en particular, aumenta el porcentaje de gastoque estos hogares han de destinar a comer, habitar y desplazarse, dejando muy poco margen para el resto de los gastos y nada para el ahorro.
También se constata que el empleo ya no es un mecanismo inclusivo suficiente, pues no es un mecanismo al que todas las personas tengan acceso (hay sectores de población que tienen grandes dificultades de empleabilidad porque este mercado los expulsa) y, aun cuando se logra un empleo, la calidad del mismo es incompatible con la calidad de vida.
Uno de los elementos centrales que determinan las dificultades de las familias en sus condiciones de vida es la vivienda. Esta se ha convertido en un pozo sin fondopara los ingresos familiares. Empleo y vivienda dignos constituyen los dos pilares básicos de estabilidad.
Esto nos lleva a reflexionar que, si bien el esfuerzo en el mercado laboral es necesario, nunca será suficiente si las mejoras laborales van acompañadas de aumentos desproporcionados en gastos que deben hacer las familias en cuestiones esenciales. Es decir, las personas no pueden soportar cualquier preciopara alimentarse, calentarse y mucho menos para alojarse.
Ningún derecho se debe cubrir recurriendo únicamente al mercado, pues esto tiene un efecto perverso: quien puede pagarlo accede y, quien no, se queda fuera del nivel de vida adecuado y con ese derecho vulnerado.
Los sacerdotes ordenados más recientemente se reunieron ayer en Eslida para celebrar el último encuentro mensual del curso pastoral. La jornada comenzaba a las 11h en torno a un café para emprender después una ruta de senderismo por la montaña que culminaba en la Cueva del Oret.
Esta ruta circular los adentró en este terreno, tan agreste como hermoso, de la Sierra de Espadán, adentrándose en sus entrañas para visitar una de las muchas maravillas que esconde esta sierra: la Cueva del Oret. De regreso a Eslida visitaron el Calvario.
Al encuentro, que sirvió para hacer balance del curso, se sumó D. Casimiro quien destacó la importancia de estas reuniones formativas por cuanto contribuyen a fomentar y reforzar la fraternidad. Derecho canónico, economía o psicología han sido, entre otros, los ejes formativos de este año, cuyo objetivo ha sido contribuir al ejercicio del Ministerio Sacerdotal del clero en sus respectivas parroquias.
El Obispo puso el acento en la idoneidad de estos encuentros, que este año se han venido celebrando en los municipios más alejados, porque contribuyen a la convivencia fraterna, tan necesaria para sostenerse unos a otros, sobre todo, teniendo en cuenta que el sacerdocio tiene momentos de soledad y que como hermanos hay que apoyarse.
El curso finaliza con un balance muy positivo por el enriquecimiento, a nivel formativo, pero sobre todo, espiritual y fraternal, por parte de todos tal como expusieron en el turno de intervenciones.
La reunión de ayer sirvió también para avanzar en los temas que serán objeto de los encuentros para el próximo curso. Tal como avanzó el Secretario, D. David Vázquez, «dedicaremos especial atención a conocer con mayor profundidad los movimientos de la Iglesia como el Opus Dei o Renovación Carismática, así como otras realidades de la Nueva Evangelización como el apostolado parroquial Emaús».
Con el gesto diocesano “Árbol de la Caridad”, Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón ha iniciado la serie de actos incluidos en la Semana de la Caridad, uno de los momentos más significativos durante el año para la entidad, que en esta ocasión tiene como lema “Tú tienes mucho que ver”.
El gesto “Árbol de la Caridad” se ha celebrado este lunes en la plaza Mayor de Castelló, junto a la concatedral de Santa María.
Se ha tratado de un acto participativo que ha aunado a voluntarios y participantes, con el objetivo de visibilizar ante la sociedad las actividades que realiza Cáritas, reforzar la diocesaneidad y dar protagonismo a las personas beneficiarias de la acción social de Cáritas Diocesana.
La raíz del “Árbol de la Caridad” es la propia Iglesia diocesana, la identidad de Cáritas; el tronco la unión de todos los agentes; las ramas los proyectos puestos al servicio de las personas y las hojas y los frutos la esperanza y el amor.
Cada servicio y proyecto diocesano ha preparado sus hojas y frutos personalizados y los ha colocado en las ramas del árbol para darle vida y diversidad.
Con este gesto, Cáritas Diocesana ha querido animar y despertar la solidaridad y la compasión que vive en cada persona para que todos nos impliquemos y nos comprometamos con un estilo de vida que transforme nuestro modelo de convivencia y lo haga más justo, solidario y fraterno.
Semana de la Caridad. “Tú tienes mucho que ver”
Con este gesto diocesano ha comenzado la Semana de la Caridad que, alrededor de la celebración del Corpus Christi y con el lema “Tú tienes mucho que ver”, incluye, también, la presentación de la Memoria de 2022 y el Día del Donante, ambos el miércoles.
El jueves en el Centro Comercial Salera se celebrará la jornada “Conoce Cáritas” y el viernes se procederá a la entrega de premios del Concurso Fotográfico “Si cuidas el planeta, combates la pobreza” y una vigilia de oración en la Vall d’Uixó.
Culminará la semana con las procesiones del Corpus en todas las parroquias de la Diócesis, el sábado en Castelló y el domingo en Segorbe.
Con el lema “Generar esperanza”, la Iglesia celebra mañana, día 4 de junio, la solemnidad de la Santísima Trinidad, la Jornada Pro Orantibus, dedicada a todas las mujeres y hombres que un día decidieron entregarle su vida al Señor, sirviendo a la Iglesia en la dimensión contemplativa de la vida religiosa.
Para celebrar esta fiesta, esta mañana se han reunido las monjas contemplativas de las ocho comunidades de la Diócesis de Segorbe-Castellón junto a nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente. Lo han hecho en la Basílica de Nuestra Señora del Lledó, en Castellón, para celebrar juntas la Eucaristía, y ha concelebrado D. Joaquín Guillamón, Delegado diocesano para la Vida Consagrada y prior.
En la Diócesis de Segorbe-Castellón hay ocho comunidades:
– Las Agustinas de Benicàssim.
– Las Esclavas del Santísimo y de la Inmaculada de Castellón.
– Las Carmelitas Descalzas de Alquerías del Niño Perdido, de Castellón y de Caudiel.
– Las Clarisas de La Vall d´Uixó y de Vila-real.
– Y la Fraternidad Monástica de la Paz de Castellón.
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Celebración de la Eucaristía
En el inicio de la homilía, D. Casimiro ha recordado que estamos celebrando el Año Jubilar del Lledó para prepararnos al Centenario de su Coronación pontificia, “que tiene como objetivo crecer en amor a la Virgen para que, de sus manos, podamos encontrarnos con el Señor”, dejando que “Él avive en nosotros, en la vocación o carisma concreto, que por puro don y gracia hemos recibido, porque solo así se podrá general esperanza”. La única esperanza que no defrauda, decía, “es Dios manifestado en su Hijo, Cristo Jesús”.
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El Obispo ha destaco cuatro palabras de la Virgen que nos pueden ayudar: escuchar, creer, acoger y actuar. En primer lugar, “María es la mujer de la escucha”, ha explicado, porque “escucha la Palabra, escucha a Dios”. Ella “es la mujer que cree y se fía plenamente de Dios, acoge su voluntad y, fruto de ello, sale a la misión”, ha explicado, “saliendo a servir a Isabel, llevando al Señor en su seno”.
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Ha exhortado también a estar atentos a la voluntad de Dios, que “nos habla a través de los acontecimientos, incluso de los acontecimientos duros”, como pueden ser “la falta de vocaciones o el cierre de los monasterios”. También a través “de las personas con las que nos encontramos en el día a día”, o de la Palabra, “que nos interpela y siempre tiene algo que decirnos”.
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Sois “la lámpara encendida que presenta ante el Señor todas las necesidades de nuestra Iglesia, de nuestro mundo y de la sociedad”, les decía a las hermanas, “fiémonos de Dios, Él nunca nos abandona, sabe lo que quiere para cada uno de nosotros y para vuestros conventos”, ha exhortado, “acojamos su voluntad para llevarle a Él a los demás, con la forma de vida, siendo faros luminosos en este mundo necesitado de Dios y de esperanza”. “Sois indispensables para la Iglesia y para la sociedad”.
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Felicita a las monjas contemplativas de la Diócesis por la Jornada Pro Orantibus
Desde la Delegación diocesana para la Vida Consagrada, junto a la Vicaria de Pastoral, se ha animado a los fieles a agradecer la labor de las monjas contemplativas de la Diócesis, enviándoles un mensaje de agradecimiento por sus continuas oraciones en nuestro beneficio, porque, como dice Francisco, «con el silencio orante y el sacrificio escondido, sostienen maternalmente la vida de la Iglesia».
Muchos han sido los mensajes que han enviado los fieles, y no solo de agradecimiento, sino también de ánimo y de oración ante la escasez de vocaciones.
Los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada resaltan que en el “luminoso horizonte” de la vida contemplativa “está «generar esperanza». Un lema que pone el foco en la esperanza ante una realidad en la que “no es difícil encontrar motivos para la tristeza y la desazón: amanecemos cada día con noticias de violencia, injusticia, egoísmo, exclusión, pobreza y sinsentido”. También, a una escala más personal, “al mirar con sinceridad nuestro interior y el conjunto de nuestras relaciones, nos topamos con heridas y sinsabores que pueden ir sumiéndonos poco a poco en un desaliento paralizante”.
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Además, lamentan que “esta percepción amarga” parece haber contagiado incluso a los más jóvenes, “entre quienes también se detectan altas dosis de desmoralización y abatimiento, e incluso un preocupante aumento de suicidios”. A ellos, recuerdan, se dirige con frecuencia el papa Francisco para “instarlos vivamente a la esperanza”.
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Así lo hizo en su mensaje a los jóvenes cubanos en 2015: Invito a la esperanza, que «nos habla de una realidad que está enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vive. Nos habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor”. […] La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna».
La vida contemplativa alienta nuestra esperanza
Estas palabras -recogidas años después en la encíclica Fratelli tutti– “pueden ayudarnos a reconocer, celebrar y orar por aquellos hermanos y hermanas que, abrazando la vida contemplativa, alientan nuestra esperanza y la requieren”. Ellos y ellas, matizan los obispos en su mensaje, “al renunciar al espíritu mundano y entregar radicalmente la vida «a querer tocar lo grande […], la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor», se convierten en parábola de la esperanza última para la Iglesia y para toda la humanidad”.
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En cada convento y monasterio “la esperanza que brota de la fe en la realidad última de Dios se hace carne cotidiana” al cultivar la oración y la celebración; la fraternidad y la reconciliación; la hospitalidad y la caridad; el trabajo y el descanso. Así, “cuantos caminamos tratando de dar respuesta a la sed de una vida lograda en medio de tantas desdichas agradecemos el testimonio de la vocación contemplativa, que se goza en buscar y esperar cada día al Señor que viene para que todos tengamos vida, y vida en abundancia; para que tengamos esperanza”.
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Los contemplativos “también lanzan su mirada al resto del pueblo de Dios, deseando recibir los dolores y las alegrías de este mundo para poder esperar por todos y con todos”. Por eso, en esta Jornada Pro Orantibus “no dejemos de acercarnos, si tenemos ocasión, a nuestros hermanos y hermanas contemplativos, con el fin de compartir entre todos los consuelos y las fatigas de los hombres y mujeres de esta tierra. Comprometámonos juntos en la misión de generar esperanza donde haga más falta, donde más urgente sea el anuncio del Señor resucitado. Y recemos también por ellos, para que puedan recibir el sostén de nuestra plegaria sincera ante Dios y se vean apoyados en su deseo de peregrinar sin desfallecer a la luz del rostro del Señor”.
Este domingo, 4 de junio, Fiesta de la Santísima Trinidad, celebramos también la Jornada ‘Pro orantibus’, es decir, por lo que oran. Es un día dedicado a los monjes y monjas de vida contemplativa. Nuestra Diócesis cuenta aún con ocho monasterios de monjas de vida contemplativa, que oran por nosotros todos los días del año. En esta Jornada les mostramos nuestra gratitud por lo que representan para la Iglesia y para la sociedad. Oremos por ellos y por las vocaciones a la vida contemplativa. Nos urge hacerlo. Varios conventos o monasterios de clausura han tenido que ser suprimidos en nuestra Diócesis en los últimos años ante la edad avanzada de las monjas y la falta de vocaciones.
Para muchos, las monjas y los monjes de clausura son los grandes desconocidos. Además no se reconoce su necesidad para la vida de la Iglesia y de la sociedad. Llevados por el secularismo ambiental y por los criterios de la eficiencia y la utilidad, muchos piensan que no tiene sentido que haya personas –y más aún si son jóvenes- que se retiren del mundo para dedicarse de por vida a Dios y a la oración contemplativa, cuando hay tantas urgencias y necesidades en el mundo y en la Iglesia. Se expresa de este modo un escaso aprecio del valor y de la necesidad de vida contemplativa en la vida de la Iglesia y de la sociedad.
Sin embargo, las monjas y los monjes son ‘faros luminosos’ en medio de un mundo que ha perdido la luz de Dios y, en consecuencia, la verdadera esperanza. Es un hecho que a los hombres y mujeres ‘liberados y acomodados’ de nuestro tiempo, les falta la verdadera esperanza. Es la esperanza, que despierta en nosotros cuando somos capaces de mirar la realidad más allá de la hojarasca de la historia, en su raíz primera y su horizonte último, que son los de Dios.
Los hermanos y hermanas que abrazan la vida contemplativa nos alientan a descubrir esta esperanza. En su luminoso horizonte está ‘generar esperanza’, como reza el lema de la Jornada de este año. A ellos solo los impulsa haber comprendido, como enseña el evangelio, que el reino de los cielos es ‘un tesoro’ por el cual vale de verdad la pena abandonarlo todo (cf. Mt 13,44). En efecto, estos hermanos y hermanas nuestros testimonian silenciosamente que, en medio de los acontecimientos diarios, y a veces turbulentos, el único apoyo que no vacila jamás es Dios, roca inquebrantable de fidelidad y de amor.
“Desde su vocación particular, los contemplativos encarnan y dan a conocer esa esperanza que, más allá de optimismos y pesimismos, asienta nuestra historia en lo más profundo de la realidad, en el corazón de Dios Trinidad que ha creado este mundo por pura liberalidad, lo acompaña con suave providencia, lo salva a través de la entrega amorosa de Jesucristo, lo ilumina y alimenta por medio de la Iglesia y lo recreará al final de los tiempos en la gloria de los santos” (Mensaje de los Obispos españoles).
En nuestro desierto y en nuestras evasiones, los monjes y monjas nos dan el más precioso testimonio de su encuentro con Dios en Cristo Jesús, nuestra única esperanza para que nos sea devuelta la luz a los ojos y vuelva a latir el corazón con el fuego del amor de Dios. El verdadero contemplativo no se desentiende de nadie ni es ajeno a nada de cuanto el mundo vive; siempre está abierto a Dios y a cada hijo de Dios. Mediante su vida orante, retirada y oculta recibe el amor divino y lo transforma en ofrenda permanente por nuestro mundo y por cada ser humano. Los contemplativos, monjes y monjas, viven la comunión con Dios para comulgar también con los padecimientos de cada hombre. Con su donación y su oración continua, los contemplativos hablan a Dios de los hombres y habla a los hombres del mucho amor que Dios les tiene.
Por tanto, los monasterios de vida contemplativa, aparentemente inútiles, son en realidad indispensables, como los ‘pulmones’ verdes de una ciudad: hacen bien a todos, incluso a quienes no los frecuentan y tal vez ignoran su existencia. Demos gracias al Señor, que en su providencia ha querido las comunidades de clausura. No les privemos de nuestro apoyo espiritual y también material, para que puedan cumplir su misión de mantener viva en la Iglesia y en el mundo la llama de la esperanza.
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