La procesión de «la Torná» se ha celebrado esta tarde rememorando los orígenes de la fundación de nuestra ciudad. Unos orígenes que como esta mañana recordaba nuestro Obispo «son cristianos». Volver a la ciudad desde La Magdalena no hace más que recordar el camino que todos, como peregrinos, recorremos en esta Cuaresma de la mano del Señor que, como decía esta mañana D. Casimiro es «fuente para saciar la sed espiritual» que nos lleva al Señor.
El Obispo ha bendecido a los peregrinos que desde el cerro de La Magdalena ha regresado a la ciudad rememorando los orígenes de un pueblo cristiano.
La «Romería de les Canyes» marca el inicio de la celebración del Misterio Pascual: la Muerte y Resurrección del Señor que nos ha de llevar a todos a una conversión personal y comunitaria que nos ayude a avivar nuestra fe en este Año Jubilar Diocesano. No en vano, la procesión de «la torná» supone para el Pueblo de Dios de la Diócesis de Segorbe-Castelló, el inicio del Misterio Pascual.
Esta tarde-noche nos hemos preparado para acompañar a Jesús en su camino al calvario, rememorando más de dos mil siglos de historia. De hecho, con la procesión de la torná revivimos, el camino que, como peregrinos, recorremos en esta Cuaresma para encontrarnos con quien es «el camino, la verdad y la vida».
Mons. Casimiro López Llorente ha bendecido a los peregrinos que hoy, como hace varios siglos, fundaron nuestra ciudad.
Nos ha exhortado a caminar desde el Señor a la raíz cristiana del origen de nuestro pueblo
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El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, ha participado hoy en la «Romería de les Canyes» que ha partido a primera hora de la mañana desde la Concatedral de Santa María.
A las 08.00h la Concatedral de Santa María, acogía a cientos de fieles que se han sumado a la tradicional Misa de Romeros que ha estado presidida por D. Casimiro y concelebrada por el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril, y por el Vicario parroquial de Santa María, D. Ángel Cumbicos. La celebración de la Eucaristía ha servido para poner en camino, como cada tercer domingo de Cuaresma, a los peregrinos hacia el Ermitorio de La Magdalena remomorando así la fundación de la ciudad de Castellón.
Durante la homilía la reflexión de nuestro Obispo se ha centrado en el verdadero origen. Así ha recordado como nuestros antepasados, en este tiempo de Cuaresma, comenzaron a caminar para ir en romería penitencial hasta La Magdalena. Un camino que lo es también de conversión «para pedir perdón al Señor volviendo al origen y que se reavive nuestra fe y nuestra condición cristiana». De esta forma, ha puesto en valor «el sentido cristiano del día de hoy y el núcleo de la celebración» a pesar de que con el tiempo se hayan ido incorporando otro tipo de celebraciones.
La «Romería de les Canyes» tiene, en sus inicios, una vinculación religiosa que está asociada al traslado de la población de Castellón de la Plana desde la montaña al llano, por lo que la presencia del clero ha estado siempre vinculada a la misma tal como consta en la documentación existente.
Lo verdaderamente importante, ha dicho D. Casimiro es que «caminamos desde el Señor hasta el origen de nuestro pueblo, hasta su raíz cristiana». Así se ha referido al pueblo de Israel, también peregrino por el desierto, y como a ellos, «a falta de agua, a nosotros nos pasa que, anhelando llenar los deseos de nuestro corazón murmuramos contra Dios, le dejamos de lado e intentamos saciar nuestra sed, no solo física, sino también espiritual, en fuentes contaminadas».
En este sentido, recordando la Palabra proclamada, ha exhortado a los romeros «a escuchar la voz del Señor que sale a nuestro encuentro como lo hizo con aquella samaritana» (Juan 4, 5-42) a quien pidió «dame de beber». Así se ha referido a San Agustín para recordarnos que lo que verdaderamente le pedía el Señor a la samaritana «era su fe y poco a poco fue creciendo en ella hasta poder proclamar que Él era el Salvador». También ha recordado a María Magalena, «otra mujer conversa que dedicó toda su vida y su amor al Señor, teniendo la dicha de ser la primera que se encontró con el Señor Resucitado».
Lo confesemos o no, ha dicho D. Casimiro, «tenemos sed, no sólo de agua, sino de plenitud y de felicidad que muchas veces buscamos en fuentes contaminadas que nunca saciarán la sed espiritual porque el único que la puede saciar es Cristo Jesús, fuente del agua viva que nos lleva a la vida eterna».
En este día de romería, el Señor, ha remarcado D. Casimiro, «nos ofrece un reencuentro con Él y con nuestra fe para que se avive nuestra condición cristiana y nos vayamos preparando para celebrar con verdadera alegría el Misterio más grande: la Muerte y Resurrección del Señor para que todo el que crea en Él tenga vida eterna». No ha dejado de exhortarnos a la misión en este día de Romería «sea una expresión de nuestra fe para que otros, como ocurrió con el caso de la samaritana, conozcan a Aquel que es el único capaz de llevar a la plenitud que la mujer y el hombre de hoy también buscan».
Para concluir ha elevado intención para que este día lo sea también de acción de gracias «por todos los beneficios recibidos de Dios a través de nuestra fe». La romería reproduce año tras año la protección penitencial que rememora el nacimiento de la ciudad de Castellón en 1252.
En la actualidad está declarada Bien de Interés Cultural y para los cristianos también es de carácter penitencial y de acción de gracias. De hecho tal y como está documentado, existe una rogativa vinculada a las pestes de la época medieval… En el siglo XIV, se autorizan las procesiones por la sequía y más adelante se instaura una romería penitencial para invocar ayuda tanto material como espiritual. En 1991 se publica la Cosueta o ritual de la romería que recoge el protocolo entre el que se incluyen los símbolos religiosos, el volteo de campanas, la misa de romeros, y la romería propiamente dicha.
Hoy, como entonces, el clero ha participado en la Romería como «acción de gracias» uniéndose a la manifestación de la identidad de todo un pueblo siendo el portador de la reliquia de Santa María Magdalena, D.Miguel Abril, Vicario de Pastoral, seguido de nuestro obispo, D, Casimiro, que encabezaban la procesión.
El Seminario Diocesano Mater Dei ha acogido esta mañana la celebración de la Asamblea anual de la Hospitalidad Diocesana de Nuestra Señora de Lourdes que ha reunido a los hospitalarios y consiliarios de las diferentes secciones de la Diócesis de Segorbe-Castellón.
Todo ello tras la celebración de las elecciones a la presidencia que tuvieron lugar el pasado 5 de marzo, en la que se presentaron las candidaturas de Pascual Aznar y Noelia Nicolau. Con un 42% de la participación, finalmente resultó elegido D. Pascual Aznar, que afronta, a partir de ahora, el reto inminente de la organización de la próxima peregrinación diocesana prevista para el mes de junio.
La Asamblea comenzaba a las 10.30 horas con la oración de la mañana, para abordar, a continuación, el orden del día que, entre otras cuestiones, ha presentado las cuentas anuales.
Lema Pastoral del año
El consiliario de la Hospitalidad Diocesana, D. José Luis Valdés, presentó el lema pastoral de este año y que, tal como se presentó en el 49º Congreso Nacional de Hospitalidades celebrado el pasado año en Castellón, tiene su origen en las palabras que dirigió la Virgen a Bernardita: «Vaya a decir a los sacerdotes que se construya aquí una capilla».
En este sentido, esta es la meditación que se propone para la preparación de las peregrinaciones que se van a celebrar en este 2023, incluida de la nuestra Hospitalidad y que está dirigida a todos cuantos participan en la labor pastoral que realizan los capellanes del santuario de Ntra. Sra. de Lourdes en favor de los peregrinos.
Por eso, más que ninguna otra, esta historia singular de María y Bernardita está iluminada por las Sagradas Escrituras, la Enseñanza de la Iglesia, pero también por la experiencia de los peregrinos de Lourdes que no dejan de vivirla.
Tal como recordó D. José Luis Valdés, el lema es una invitación «a la misión» trasnmitida a Bernardita, por María misma, objeto de esta misión desde su Inmaculada Concepción, para participar plenamente en la ofrenda de su Hijo para la salvación del mundo.
El papel de los sacerdotes
Como ministros de la Palabra y de los sacramentos, los sacerdotes anuncian a Cristo Jesús y lo entregan sacramentalmente para que cada bautizado sea fortalecido por él. Servidores de la Iglesia, los sacerdotes enseñan y santifican al pueblo santo y fiel de Dios.
María ama a los sacerdotes con un amor maternal y protector, viendo en cada uno de ellos un ministro servidor y cooperador ferviente de su Hijo para la salvación del mundo.
Y, como hace con Bernardita, María atrae hacia sí a los pecadores a los que indica los sacerdotes para que vayan a confesar sus pecados y reciban el perdón sacramental de todas sus faltas y vivan de la superabundancia de la misericordia de Dios.
A todo ello se suma la petición de construir una Capilla. En el plano espiritual, es el contenido de la relación que María entabló con Bernardita lo que es la base de la capilla y, por tanto, de la peregrinación a Lourdes.
Este contenido es la gracia que Dios da a María, para que la difunda ampliamente en la Gruta de Lourdes. Las curaciones y milagros son solo un aspecto. Así, el gran milagro de Lourdes no se encuentra en las curaciones de algunas personas, sino en la gracia de la aceptación que una multitud recibe de María, la Virgen Inmaculada. El fruto de esto es la conversión, es decir, el cambio de vida y la aceptación de la salvación ofrecida por Cristo Jesús.
La asamblea finalizaba este mediodía con una Eucaristía que ha estado presidida por el Obispo, Mons. Casimiro López Llorente a lo que ha seguido una comida fraterna. Durante la homilía el Obispo se ha referido a la figura del «hijo menor» en este tiempo de Cuaresma, y recordando la parábola del Hijo pródigo se ha referido a la veces que abandonamos la casa del Padre. El hijo menor, ha dicho «nos muestra el camino del arrepentimiento de nuestros pecados y faltas para volver al Padre» y ha exhortado ha analizar nuestra vida «a la luz de la Palabra, mirándonos a nosotros mismos con los ojos de Dios», para recorrer el camino del Hijo pródigo y que nos nos ocurra cómo al hermano mayor, «siendo misericordiosos como nuestro Padre con aquellos que no piensan como nosotros».
El día 19 de marzo celebramos el Día del Seminario. Por san José, todos los años, nuestros seminarios diocesanos mayores –Mater Dei y Redemptoris Mater– y el seminario menor Mater Dei y las vocaciones al sacerdocio están de un modo más intenso en el centro de nuestra oración, reflexión y acción pastoral.
En este momento contamos con dieciocho seminaristas mayores –tres en el Mater Dei y quince en el Redemptoris Mater-, así como con tres en el seminario menor. A pesar de lo que nos puedan parecer estos números padecemos una fuerte sequia vocacional al sacerdocio. Sólo cuatro seminaristas mayores proceden de nuestra Iglesia diocesana: uno del Mater Dei y tres del Redemptoris Mater.
Esta sequía vocacional entre nosotros nos ha de interpelar a todos. Los sacerdotes son y siguen siendo necesarios para generar y regenerar la comunidad cristiana como pastores en nombre de Jesús, el buen Pastor, Cabeza y Pastor de su Iglesia. Nos urge pues situar la pastoral vocacional en un lugar privilegiado de nuestras comunidades cristianas. Decía san Juan Pablo II que “la pastoral vocacional exige ser acogida, sobre todo hoy, con nuevo, vigoroso y más decidido compromiso por parte de todos los miembros de la Iglesia” (PDV, n. 34d). Todos -obispo, sacerdotes, religiosos y seglares, familias y comunidades cristianas- hemos de implicarnos activamente en la promoción de las vocaciones sacerdotales. No nos quedemos en una tristeza o queja inútil; es la hora de la fe y de la confianza en el Señor que nos envía a seguir echando las redes en la tarea de la pastoral vocacional.
Cuatro palabras nos han de acompañar en nuestro camino y tarea: orar, sensibilizar, proponer y acompañar. En primer lugar y antes de nada está la oración. La vocación es don de Dios. Jesús nos mandó: “rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt 9, 36-38). La oración confiada e insistente a Dios por las vocaciones es siempre eficaz, crea conciencia vocacional en toda la comunidad cristiana y prepara la tierra para sembrar la semilla vocacional. Potenciemos las iniciativas que ya se están realizando en muchas parroquias, comunidades de religiosas y de contemplativas, como la exposición del Santísimo los jueves para orar por los sacerdotes y las vocaciones sacerdotales. Además podemos añadir cada día una petición por las vocaciones en las preces de Laudes y Vísperas, unirnos a las cadenas de oración con este fin o pedir a los enfermos que oren y ofrezcan sus sufrimientos por las vocaciones, Y hemos de acudir siempre a la intercesión de la Virgen María y de los Santos en nuestra oración.
Es necesario además sensibilizar creando ámbitos donde se pueda plantear a los adolescentes y jóvenes el sentido de la vida como vocación y donde puedan preguntarse ¿qué quiere Dios de mí? Se trata de una responsabilidad de todos, especialmente de los sacerdotes; es el testimonio de su vida el que puede despertar en el joven el deseo de identificarse con el ministerio. En este sentido hemos de ayudar a la comunidad y a las familias cristianas a valorar, desde la fe y no desde una perspectiva sociológica o humana, el ministerio sacerdotal. Para esta sensibilización se ofrecen aquellos ámbitos donde los jóvenes puedan encontrase personalmente con el Señor en la oración, en retiros o ejercicios espirituales, que les ayude a descubrir el amor de Cristo en su propia vida, y a responder con amor a quien por amor se entregó por nosotros. La sensibilización vocacional no puede faltar en el proceso catequético de iniciación cristiana, en los colegios diocesanos, en las convivencias con monaguillos o en los movimientos de adolescentes.
En tercer lugar propongamos personalmente a niños, adolescentes y jóvenes la llamada de Dios al sacerdocio tomando como modelo el llamamiento de Jesús a sus apóstoles. La llamada de Jesús fue siempre directa y personal. No tengamos miedo a proponer explícitamente la vocación al sacerdocio. Si la respuesta es negativa ya tenemos respuesta; si es dubitativa hay que hacer un seguimiento, y si es afirmativa ya tenemos una vocación. La propuesta vocacional necesita personas convencidas e identificadas con su vocación.
Y finalmente hemos de acompañar a los niños, adolescentes y jóvenes que se sienten llamados por el Señor para ayudarles a discernir y madurar su vocación. Con este fin reabrimos hace unos años el Seminario Menor. Pensemos también en el seminario en familia o en grupos de acompañamiento. Los sacerdotes y agentes de pastoral deberían acompañar a las familias y en especial a aquellas que tengan hijos con inquietud vocacional, para que favorezcan la vocación.
Cuidemos con esmero a nuestros seminarios, a nuestros seminaristas y las vocaciones al sacerdocio ordenado. Seamos también generosos en la colecta. La Iglesia y nuestro mundo necesitan sacerdotes, hombres de Dios para servir a los hermanos.
Los colegios diocesanos de Segorbe-Castellón han vivido esta mañana la celebración del Año Jubilar Diocesano. Un acto que ha coincidido con el tercer viernes de Cuaresma, en la que alumnos, profesores y comunidad educativa en general, en comunión con nuestro Obispo, han dado gracias a Dios por el importante legado histórico de quienes nos precedieron.
La celebración se ha vivido con júbilo y alegría por el importante significado que tiene. Como viene siendo habitual, los peregrinos se han congregado en la capilla del Seminario diocesano de Segorbe, desde donde han salido en procesión hasta la Catedral para cruzar la Puerta Santa.
Ya en el interior del templo han cumplido con todos los ritos de la peregrinación: la renovación del Bautismo, la profesión de fe y la parada obligada ante el Sagrario previa celebración de la Eucaristía, fuente del encuentro con Jesucristo.
Una Catedral repleta de alumnos, junto a las directivas, profesores y capellanes del Colegio Seminario Menor y la La Milagrosa de Segorbe, del Obispo Pont de Vila-real y del Mater Dei de Castellón, que han escuchado las palabras que les ha dirigido el Obispo en la homilía.
Les ha explicado el profundo e importantísimo sentido de cada uno de estos ritos, así como los lugares y elementos de la Catedral que, cargados de significado teológico y espiritual, son el centro de atención de la asamblea durante las celebraciones litúrgicas: el altar, el ambón y la sede.
A continuación, les ha recodado las palabras de Jesús en el Evangelio: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. “Estas palabras valen para todos, también para vosotros”, les decía, exhortando a hablar de Dios a los compañeros y amigos, “a decirles que Jesús vive para que en Él tengamos vida, aliento, esperanza y que no nos sintamos nunca solos, ni siquiera en los peores momentos de nuestra vida”.
“Dios nos tiene a todos como familia suya, como su Iglesia”, y hoy nos trae aquí “para fortalecer nuestra amistad con Jesús, para regenerarla y para llevarla a otros”. “Cristo Jesús es modelo de referencia para la educación de estos jóvenes”, ha dicho a los equipos directivos, “para que crezcan como cristianos, pero también como personas con dignidad, solidarias, fraternas, que no piensan solo en sí mismas, y que pasen por este mundo como Jesús: haciendo siempre el bien”.
La Pastoral Universitaria de la Diócesis de Segorbe-Castellón, junto a la Universidad Cardenal Herrea CEU y la Asociación Católica de Propagandistas, organizaron ayer la charla-coloquio que, bajo el título «La dignidad de la vida humana» ofreció el Obispo de Orihuela-Alicante. Mons. Jose Ignacio Munilla.
El prelado abordó la cuestión a partir de la reciente sentencia del Tribunal Constitucional en España a través de la cual se afirma de facto que «el supuesto derecho al aborto es constitucional», lo que Monseñor Munilla calificó «una prevaricación» por parte del mencionado Tribunal y comparó la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de EE.UU que, recientemente y tras 50 años eliminó el derecho constitucional al aborto. En este sentido puso en valor «la perseverancia en mantener el pulso por la vida».
La conferencia trató de dar respuesta a las causas que han favorecido la desprotección de la dignidad humana. Para ello, Mons. Munilla realizó una aproximación teórica desde el punto de vista del hedonismo, como doctrina que identifica el bien con el placer sensorial e inmediato; también abordó la cultura del deseo, el relativismo moral, la concepción jurídica positivista y la pérdida de la vocación política al bien común, derivando en un feminismo errático. Todo ello para afirmar que la causa principal de la desprotección de la dignidad de la persona «es el olvido de la existencia del alma humana».
En este sentido recordó que la cuestión de «la existencia del alma humana es antropológica y filosófica lejos de ser una afirmación de carácter religioso que es lo que nos han querido hacer entender». Y recordando al filósofo y ensayista español Julián Marias, explicitó que además «del principio biológico hay que considerar también el principio espiritual que trasciende de la propia biología», y que, «hace que nuestra dignidad como personas quede totalmente desprotegida» afirmando que olvidar la existencia del alma humana ha derivado en «personalizar a los animales y animalizar a las personas».
Por ello dijo, privar a la antropología de ese principio tan fundamental «no solo hace inexplicable al ser humano sino que uno pierde conciencia de su dignidad porque en el origen de nuestra vida, al mismo tiempo que nuestros padres engendraron un embrión, Dios infundió un alma, de manera que en la concepción de una persona ha habido una colaboración entre el cuerpo engendrado y un acto creador de Dios que nos ha querido por nosotros mismos».
Dios encarnado
Se refirió también a la argumentación teológica para sustentar la dignidad humana afirmando que «Dios encarnado se hizo embrión y acampó entre nosotros y por eso el día de la vida es el 25 de marzo, día de la Anunciación y de la concepción a falta de nueve meses para el nacimiento de Jesús».
No hace falta ser religioso para afirmar la existencia del alma humana, dijo en alusión a quienes la rebaten tratando de hacer ver que los creyentes tratamos de imponer nuestra moral, pues «no decimos que el aborto es malo porque la Iglesia Católica dice que es pecado, sino que la Iglesia Católica considera el aborto pecado porque objetivamente es malo», pues «la moralidad nace del valor intrínseco de la vida».
En este sentido, aseguró que la Encarnación aporta mayor clarividencia para, a la luz de lo que aconteció en el seno de María. Es decir, «si aquel embrión concebido en el seno de María era una persona divina que había asumido la naturaleza humana, ¿cómo no va a ser persona humana cada embrión humano concebido en el seno materno?, cuestionó para afirmar que «a la luz del verbo encarnado se ilumina la dignidad del hombre».
Frente a la deriva errática de la cultura actual ¿qué podemos hacer?, interpeló al público para exhortarnos a «ser muy perseverantes». Sugirió tres formas de enfrentar el aborto. por un lado, dijo «uno a uno, como en la lista de Schlinder» y luchar frente a la sentencia del Tribunal Constitucional que reconoce que, en España, cabe el derecho al aborto, que, en palabras de Mons. Munilla, es «el derecho a matar». Por otra parte, «siendo familias abiertas a la vida dando testimonio del gozo que supone dar apertura a la vida». Por último, «el acompañamiento», acogiendo y consolando, a quienes han pasado por el trauma del aborto «siendo conscientes de que estamos llamados a rescatar a todos los que han caído en esa herida».
Para concluir, se refirió a Evangelium Vitae, de San Juan Pablo II, como «la encíclica clave sobre la dignidad de la vida». Se inició, a continuación, un interesante coloquio en el que los asistentes pudieron intercambiar con Mons. Munilla sus inquietudes.
Coincidiendo con la visita de la Virgen Peregrina de los Desamparados
La Diócesis de Segorbe-Castellón, a través de la Delegación Diocesana para la Familia y la Defensa de la Vida ha convocado la celebración de la Jornada por la Vida que tendrá lugar el sábado 25 de marzo en la Basílica de Nuestra Señora del Lledó.
La celebración coincide con la visita de la Virgen Peregrina de los Desamparados, Patrona de la Comunidad Valenciana, que está recorriendo diferentes puntos del territorio valenciano con motivo de la celebración del centenario de su coronación.
Así pues, el sábado 25 de marzo, a las 18.00 h, tendrá lugar la bienvenida de la Virgen a la Basílica de la Patrona de Castellón donde, a las 18.30 h, se celebrará una Eucaristía que estará presidida por el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente. La jornada concluirá con una Vigilia de oración cuya intención principal será la defensa de la vida desde su concepción hasta su fin natural.
Proteger y preservar la vida humana supone poner en valor la dignidad de la persona, otorgando la máxima importancia a que cada persona es única y valiosa y se nos es otorgado el derecho fundamental de la vida, tal como se reconoce en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este derecho incluye la protección de la vida desde su inicio hasta su fin natural, sin discriminación alguna.
La defensa de la vida se deriva de su valor intrínseco y del derecho fundamental que tiene cada persona a la vida. Es por ello, que para reforzar la convocatoria, la Diócesis de Segorbe-Castellón ha promovido un vídeo que pone en valor el proceso de desarrollo que se inicia desde la concepción y que culmina con el nacimiento. El feto se desarrolla de manera constante y progresiva, adquiriendo características y funciones propias, pudiéndose reconocer como un ser humano en desarrollo que tiene los mismos derechos a la vida y a la protección que cualquier otro ser humano.
En el vídeo promocional de la Jornada por la Vida, se aprecia este desarrollo, mostrando también la realidad de los más de 90.000 abortos que supusieron en España, en 2022, la negación del derecho fundamental a la vida.
Todos los años, en torno a San José, celebramos el Día del Seminario. En esta ocasión, el día 19 de marzo es Domingo por lo que la celebración de la Solemnidad de San José ha de trasladarse al lunes, 20 de marzo.
La Conferencia Episcopal propone que el Día del Seminario se pueda celebrar el Domingo, día 19, o el lunes, día 20. En nuestra Diócesis celebraremos el Día del Seminario, el día 19 de marzo. IV Domingo de Cuaresma. Por tanto, en las Misas vespertinas del sábado y en las Misas del Domingo, se tomarán los textos del IV Domingo de Cuaresma, se tendrá en cuenta el Día del Seminario en la monición de entrada, en la homilía y en la oración universal de los fieles, y se hará la colecta en favor del Seminario en todas las Misas. Aprovechemos este día para conocer, rezar y apoyar, también económicamente, a nuestros seminarios mayores Mater Dei y Redemptoris Mater, y a nuestro seminario menor Mater Dei.
La Solemnidad de San José, patrono de la Iglesia universal, se celebrará el día 20 de marzo. Esta fiesta es día de precepto en toda la Iglesia (cf. c. 1246 CIC) y, en consecuencia, en nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón. Así pues, se recuerda a todos los miembros de la Iglesia diocesana la obligación de participar ese día en la celebración de la Eucaristía, a no ser que, por razones de trabajo u otras circunstancias, exista dificultad grave para cumplir con este precepto. Se recuerda a los sacerdotes, que en todas las parroquias han de ofrecer el horario de Misas de los Domingos y se ruega pedir por nuestros Seminarios y las vocaciones al sacerdocio ordenado en la oración universal de los fieles.
Nuestra Iglesia y nuestras comunidades necesitamos buenos y santos sacerdotes según el corazón de Cristo. Hemos de amar a los Seminarios y rezar de manera especial por nuestros seminaristas, por su santificación y su buena formación, además de ayudarles económicamente con nuestro donativo. En los próximos días el rector del Seminario Mater Dei hará llegar los materiales necesarios para la Jornada (carteles, guion litúrgico, sobres).
En este tiempo de sequía vocacional os pido redoblar nuestra oración por las vocaciones al sacerdocio y cuidar la pastoral vocacional. Hemos de rogar personal y comunitariamente al Dueño de la mies, para que envíe obreros a su mies. Toda vocación es un don de Dios, pero lo hemos de pedir con humildad e insistencia. Nuestra oración por las vocaciones se hace más intensa en torno al Día del Seminario; pero no puede faltar todos los días a lo largo del año. Muchas gracias
A los Sacerdotes de Segorbe-Castellón, en especial a los Párrocos y asimilados
Queridos hermanos en el Señor:
Un año más nos disponemos a celebrar las “24 horas para el Señor”, como pidió el Papa Francisco en Misericordiae Vultus (n.17), durante el viernes y el sábado de la 3ª Semana de Cuaresma, para adorar el Santísimo Sacramento y celebrar el Sacramento de la Reconciliación. Este año serán los días 17 y 18 de marzo.
Nuestra Diócesis acoge cordialmente esta hermosa iniciativa, que tanto bien hace a cuantos participan en ella y a toda nuestra Iglesia diocesana. Teniendo en cuenta que la Ciudad de Castellón de la Plana celebra las Fiestas de la Magdalena en esta semana de cuaresma, en nuestra Diócesis lo celebraremos en las fechas siguientes:
En la Ciudad de Castellón de la Plana, las 24 horas para el Señor serán del viernes 24 de marzo al sábado 25 de marzo, en la iglesia de la Sangre. Pido a los Sres. Arciprestes de la Ciudad que se encarguen de preparar, coordinar y publicitar esta iniciativa.
En el resto de la Diócesis, las 24 horas para el Señor se celebrarán en los días fijados para la Iglesia universal, es decir: del viernes 17 de marzo al sábado 18 de marzo. Pido a todos acoger con calor esta iniciativa. Habrá parroquias donde no será posible su celebración; os pido que informéis a los fieles de los lugares cercanos dónde se celebren. En las ciudades donde haya varias parroquias, se podrían celebrar en una sola iglesia, animando a todos fieles de las distintas parroquias a su participación. Pido a los Sres. Arciprestes que se encarguen de coordinar esta celebración con los sacerdotes del Arciprestazgo.
Este año hay dos peticiones que deberíamos tener presentes en nuestra adoración del Santísimo: la paz y la vida humana. Ante la terrible situación en Ucrania y en otras partes del mundo pidamos a Dios por el don de la paz: que callen las armas y los responsables busquen caminos de reconciliación y de paz, basada en la verdad, la justicia, el amor y la libertad. De otro lado, la Iglesia en España celebra el día 25 de marzo la Jornada por la vida: pidamos a Dios la conversión de nuestros corazones, los de nuestros conciudadanos y, en especial, los de nuestros legisladores y demás autoridades para que sepamos acoger y cuidar la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural.
Acojamos esta iniciativa del Papa Francisco. Será un momento de gracia más en este Año Jubilar diocesano.
Con todo afecto en el Señor, vuestro Obispo
+ Casimiro López Llorente Obispo de Segorbe-Castellón
El pasado 20 de febrero nuestro Obispo emitía un comunicado informando de una nueva profanación de la Eucaristía en menos de un mes en la Diócesis, tras la sufrida en la parroquia de San Francisco de Asís de Castellón. En este caso, fue en la de Santa María de Segorbe, en la que “en el transcurso de un robo, perpetrado durante la noche, se han sustraído varios objetos, y, lo que es más grave, se ha abierto el Sagrario y han sido derramadas las Sagradas Formas, depositadas en el copón y en el viril de la custodia”.
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Es por ello que, con el deseo de reparar este nuevo acto sacrílego, D. Casimiro ha presidido esta mañana una Santa Misa de desagravio. Ha concelebrado el párroco, D. José Manuel Beltrán; el de San Pedro, D. Federico Caudé; y el Secretario Particular, D. Ángel Cumbicos.
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“Corpus Christi, salva me Sanguis Christi, inebria me”
El templo se ha llenado de fieles para participar en esta Eucaristía que ha sido solemnizada por la Capilla Musical de la Catedral bajo la dirección de David Montolío, con Santiago Díaz al órgano. Momento especial y emocionante, por las dolorosas circunstancias, ha sido cuando se ha interpretado la pieza Anima Christi, de Frisina.
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“Jesús se quedó para siempre entre nosotros en la Eucaristía”, ha remarcado el Obispo en la homilía, “y este es el mayor tesoro que tenemos en la Iglesia, la presencia real y permanente de Cristo Jesús en la Eucaristía”.
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“Perdón Señor, perdón”
Nos duele el robo de lo material, ha dicho, pero lo verdaderamente doloroso “es que no se haya respetado y que se haya derramado al mismo Dios”. Por ello, en nombre de todos ha pedido perdón al Señor, orando también por aquellos que han obrado la profanación. La celebración ha concluido con una exposición del Santísimo Sacramento.
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