En España mueren con dolor 75.000 personas al año
La Universidad Católica de Valencia (UCV) ha celebrado la jornada ‘¿Muerte digna o vida digna? Cuidados frente a la eutanasia’, organizada por el Observatorio de Bioética de la UCV y en la que se abordaron tanto los aspectos legales como los biomédicos y antropológicos de la Ley de la Eutanasia, así como la necesidad de la atención paliativa integral en el enfermo doliente y en el final de la vida.
En esta jornada participó el anestesiólogo Marcos Gómez Sancho, uno de los mayores referentes a nivel mundial en medicina paliativa, que ofreció la ponencia “Morir en paz”. También contó con la participación de Julio Tudela, Enrique Burguete y Alejandro López Oliva, expertos del Observatorio de Bioética.
El Doctor Marcos Gómez aseguró que la eutanasia “no es un clamor ni mucho menos. Hay algunas encuestas de dudosa interpretación y de dudosa realización. En España se ha aprobado una ley que legaliza la eutanasia, cuando lo que es urgente y debe hacer un país con sus ciudadanos, con sus enfermos más graves y que más están sufriendo, es cuidarlos y atenderlos”.
75.000 españoles mueren cada año con un sufrimiento intenso porque no tienen acceso a cuidados paliativos
“En España hay 75.000 españoles que se mueren cada año con un sufrimiento intenso, perfectamente evitable, porque no tienen acceso a un servicio de cuidados paliativos. Es decir, hemos empezado la casa por el tejado: en lugar de empezar por los cimientos, que es atender a los enfermos, se ha priorizado legalizar alguna forma de acabar con los enfermos”, dijo.
En este sentido, reconoció que “se debería haber empezado a desarrollar modelos de atención para esas personas que tienen tanto sufrimiento y a las que no ofrecemos el alivio a su sufrimiento porque no tienen acceso a cuidados paliativos. La propia ley dice que a quien solicite la eutanasia habrá que informarle de los recursos disponibles de cuidados paliativos, pero eso en media España no se va a poder hacer porque hay cero recursos de cuidados paliativos. No se va a poder cumplir la ley”, insistió.
“Por qué no se ponen en marcha cuidados paliativos es una pregunta que nos hacemos todos. Además, somos bastantes personas luchando desde hace casi cuarenta años con todos los partidos políticos, demostrándoles hasta la saciedad la bondad de este modelo de atención a las personas al final de la vida. Es incomprensible; creo que estamos legitimados para pensar que se trata de falta de sensibilidad”, afirmó.
“El problema es que no hemos conseguido un plan nacional de cuidados paliativos”
También aseguró que los equipos de cuidados paliativos se autofinancian la mayoría de las veces, porque se procura atender a los pacientes en sus casas, “que es mucho más barato que en hospitales terciarios, donde una cama cuesta cada día una auténtica fortuna. Siendo que ese paciente no necesita de esos recursos y está obstruyendo una cama, es un problema de sensibilidad y como hay diecisiete sensibilidades en España, nos encontramos con comunidades autónomas donde los cuidados paliativos son florecientes y están instaurándose de manera importante y otras que son un auténtico sembrado, unos desiertos de cuidados paliativos”. Por lo tanto, “el problema es que no hemos conseguido un plan nacional de cuidados paliativos, han hecho antes un plan de eutanasia que un plan de cuidados paliativos. Es escandaloso”.
“El médico va a ser el gestor de la muerte de sus enfermos”
Igualmente, el ponente afirmo que la eutanasia “va a suponer la crisis más grave en la milenaria historia de la medicina porque, por primera vez en la historia, el médico va a ser el gestor de la muerte de sus enfermos, cosa absolutamente inaudita y que está en contra de los principios más esenciales, más básicos y más enraizados en la razón de ser del médico”. Por lo tanto, “será legal si lo permite la ley, pero no podrá ser un acto médico porque no lo es: va en contra de la esencia del ejercicio de la medicina”.
Cardenal Cañizares: “Estamos llegando a una gran deshumanización a través de leyes injustas, verdaderamente antihumanas”
El cardenal arzobispo de Valencia Antonio Cañizares, gran canciller de la UCV, recordó que “la fe nos da esperanza y nos abre a amar en estos momentos de trance. Lo que ha defendido Marcos Gómez Sancho es lo que la Iglesia defiende. En el fondo, es un clamor en favor de la vida, también de la vida débil, terminal, en peligro. Estamos llegando a una gran deshumanización a través de leyes injustas, verdaderamente antihumanas. Hablan de una muerte digna, pero ¿qué dignidad es esa?”.
En su opinión, la Iglesia debe apostar por la vida “con fuerza, con claridad y verdad, con amor y ternura”; y debe hacerlo siempre en defensa “del ser humano amenazado, de la vida despreciada, de la dignidad humana”. En ese sentido, remarcó que “nadie como la Iglesia, sobre todo a través de los papas, ha clamado por los inocentes, ni ha dado la cara por los indefensos con tanta energía como lo hace la Iglesia”.
“Ante situaciones duras de enfermedades de una persona, sólo podemos tener una actitud: la del buen samaritano, que se inclina y levanta al otro, y le da cobijo y calor de hogar. No se entretiene en palabras, cura las heridas. Todo esto lo aprendemos de Cristo, que murió por nosotros y como nosotros; y la esperanza del ser humano es este amor que lo trasciende. Nuestro mensaje debe ser de esperanza, no le tengamos miedo a la muerte. Con miedo a la muerte la vida se vive mal. La muerte es un tránsito a participar de lo que siempre hemos anhelado: la vida, la alegría, el estar con todos”, aseveró.
Julio Tudela: “Los criterios para acabar con una vida humana, cada vez más laxos”
Julio Tudela se ocupó de analizar los aspectos biomédicos de la eutanasia, remarcando que “quienes legislan a favor de la eutanasia hoy siguen defendiendo la licitud de terminar con las vidas llamadas indignas. Dentro de este concepto se incluyen a personas que se encuentran o no en procesos de enfermedad terminal, acompañada de sufrimiento no sólo físico sino también mental, ignorando la medicina paliativa y el acompañamiento al paciente en el respeto a su dignidad”.
“El avance de la ciencia médica en el abordaje de los llamados síntomas refractarios o de difícil control proporciona instrumentos para el tratamiento de los pacientes que sufren, respetando su vida y aliviando sus sufrimientos. La medicina paliativa funciona”, aseguró.
Por el contrario, “la vieja e indigna opción de terminar con las personas que sufren o simplemente afectadas de alguna discapacidad, parece ganar terreno en una sociedad posmoderna, incapaz de abordar la vulnerabilidad humana desde el respeto a la dignidad.
“Esta tendencia crea, además una pendiente resbaladiza donde los criterios para terminar con la vida de las personas van siendo cada vez más laxos, devaluando la vida humana y retrocediendo a los tiempos que creíamos superados, en los que un esclavo o un discapacitado eran despojados de valor y eliminados sin remordimiento alguno”, subrayó.
Alejandro López Oliva: “La eutanasia no es un derecho fundamental”
Por su parte, el abogado Alejandro López Oliva aseguró que la eutanasia no puede considerarse un “derecho fundamental”, y lamentó la situación en la que quedan, con la nueva legislación, las personas jurídicas “que tengan un ideario o carácter propio contrario a la nueva prestación”.
En ese sentido, afirmó de manera rotunda que esta ley entró en vigor “sin haber consultado a organismos médicos y comités de bioética ni tener informe alguno de organismos independientes”. En su opinión, se trata de “una norma afectante al derecho fundamental y primario de la vida, una nueva prestación sanitaria que tipifica el homicidio legal y el suicidio asistido, aunque no se desprenda del título y objeto de la norma”.
Enrique Burguete: “Los argumentos en favor de la eutanasia son contradictorios”
Enrique Burguete insistió en que “tras el concepto de eutanasia y su eufemismo, muerte digna, se encuentran argumentos contradictorios: aquellos que apelan a una emoción compasiva, refractaria a cualquier tipo de fundamentación racional; y los que apelan a una racionalidad descarnada y reduccionista que considera el cuerpo como una mera prótesis originaria o natural, deseable cuando contribuye a nuestro bienestar psicológico y a nuestros proyectos vitales, pero descartable cuando se convierte en un molesto impedimento para estos”.
En ese sentido, resaltó que ambos argumentos a favor de la eutanasia “carecen de solidez y recaen en un dualismo antropológico insostenible e infundado. No vivimos atrapados dentro de un cuerpo, de cuyas limitaciones nos liberamos con la muerte. La persona completa no se da en una sola de sus dimensiones, sino en la unión sustancial de todas ellas. Es correcto afirmar que soy mi cuerpo, aunque no sólo sea mi cuerpo. Y también que, quien mata a mi cuerpo, no me libera de una circunstancia indeseada, sino que me mata a mí. Muerte digna y suicidio asistido son términos incompatibles”.
Bajo esta premisa, el experto de la UCV apostó por una antropología “ajena a todo sesgo ideológico e irreductible al dogma de una sola confesión religiosa. La eutanasia no es una cuestión de ideologías, de opiniones particulares o de creencias religiosas, sino una cuestión de respeto o desprecio hacia la dignidad de la vida humana en todas y cada una de sus etapas”.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!