El padre mercedario Florencio Roselló, capellán de la prisión en la diócesis de Segorbe-Castellón y director del departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española ha participado esta semana en Estrasburgo en el Encuentro de responsables nacionales de pastoral penitenciaria sobre Radicalización en las cárceles, con la participación de varios imanes y representantes de otras confesiones cristianas.
«La presencia de la Iglesia en las cárceles llega a todos, también a los musulmanes, y nuestra presencia ayuda a que muchos de ellos eviten el camino de la radicalización», ha dicho el padre Francisco Roselló en declaraciones a Alfa y Omega.
«En España no tenemos un programa específico para evitar la radicalización –matiza el padre Roselló–, pero indirectamente sí lo estamos haciendo. En general, los presos musulmanes, que vienen a constituir el 12 % de la población penitenciaria, ven a capellanes y a voluntarios como personas en las que confiar, porque nosotros no rechazamos a nadie, sino que acogemos y tratamos de ayudar a todos. Además, «muchos llegan ya a la cárcel con la sensación de estar discriminados, por lo que nosotros trabajamos para que no sea así».
«Los capellanes dicen que en la cárcel no se radicalizan tanto», explica Roselló; más bien «los yihadistas entran ya radicalizados. Si se da algún caso de captación de alguien es porque no tiene ningún arraigo y se encuentra solo a nivel afectivo».
Por eso la labor de los capellanes y los voluntarios, tanto en las prisiones como en las casas de acogida, es tan importante. «Nosotros respetamos su religión y sus costumbres, del mismo modo en que acogemos, respetamos y aceptamos a todos los demás internos. Por eso confían en nosotros, porque les ayudamos con ayuda material, con las gestiones de abogados y de otro tipo, no hacemos ninguna distinción», asegura.
Estos dos jóvenes seminaristas recibirán el próximo sábado, 11 de junio el diaconado en la parroquia de de la Asunción de Onda y manifestarán públicamente su vocación de servicio para toda la vida, ahora como diáconos, después como sacerdotes.
» Que la existencia sacerdotal de ustedes sea servicio: servicio a Jesucristo, servicio a la Iglesia, servicio a los hermanos, especialmente a los más pobres y necesitados. No seáis diáconos de alquiler’ ni funcionarios. La Iglesia no es una ONG. Que en el servicio les vaya la vida. Pongan la carne sobre el asador»
(Papa Francisco a un grupo de diáconos por su ordenación)
David Escoín Rubio
Castellón
Seminario Mater Dei
– ¿Por qué y para qué quieres ser sacerdote?
Para agradecer al Señor todo lo que ha hecho en mi vida, ponerme al servicio de la Iglesia y llevar su Palabra al mundo. A mí me ha cambiado la vida y también puede cambiarla a los demás. El mundo necesita de Dios.
– ¿Cómo descubriste tu vocación al sacerdocio?
La llama al sacerdocio es algo que no se descubre de la noche a la mañana sino que es un proceso en el que te vas dando cuenta poco a poco. Comienza como un susurro, al cual uno no le da mucha importancia, hasta que al final te vas dando cuenta, se va fraguando esa llamada y entonces entré al seminario. Lo que más me interpeló fue la Palabra de Dios, la oración, la meditación de la palabra y la participación en la Eucaristía que me fue introduciendo en la vida sacramental y me ha ido ayudando en el sí al Señor.
Cuando le dije a mi novia que la dejaba, le expliqué que Dios me estaba llamando a entregarme no solo a una persona, sino a todos. Estoy aquí porque Dios me ha llamado, podía haberme casado y tener una familia, pero Dios me ha llamado.
– ¿Cómo es el sacerdote que Dios te llama ser?
Un amigo en medio de la comunidad dispuesto a acoger los sufrimientos, las alegrías y poder orientar la vida según la verdad de Cristo a modo de pastor, que se preocupa por las ovejas, que busca acompañarlas, guiarlas y mirar por ellas para que no se pierdan. Un pastor que va delante, en medio y detrás para que no se pierda ninguna.
– ¿Has tenido algún referente como sacerdote?
He tenido varios. Me he ido fijando en las cosas buenas de muchos sacerdotes. San Francisco de Asís ha sido un referente porque se hizo pobre entre los pobres, acogiendo en su casa a gente para darles de comer y su conversión fue también por los enfermos, los necesitados.
– Como sacerdote del s. XXI, ¿cuáles son los retos a los que piensas que tendrás que hacer frente?
A la secularización que se está viviendo en la sociedad y que ha calado tan hondo y que ha desestructurado pilares tan fundamentales como la familia, el derecho de elegir la educación para los hijos y la religión en los colegios. Y sobre todo, ése ambiente en contra del mensaje evangélico y la poca participación de la juventud, ante una sociedad de consumo que tiene un gran reclamo y que aparta mucho de Dios.
Frente a esto el sacerdote no debe dejar de evangelizar desde la acogida, dejar las puertas abiertas y estar atento a las necesidades que tengan. Sobretodo mostrarles el rostro de misericordia de Dios y hacerles palpable a ese Señor que quiere hacerles vivir una vida plena, auténtica.
– Se acerca tu ordenación diaconal, ¿Cómo lo estás viviendo?
Con mucha alegría y también como un gran regalo. Es un don que el Señor ha querido mantener durante todos estos años de llamada y que sigo viviendo. Para mi es el comienzo de una nueva etapa al servicio de la Iglesia.
Francisco Javier Phuc Pham Van
Ninh Binh/ Vietnam
Seminario Redemptoris Mater
– ¿ Por qué y para qué quieres ser sacerdote?
Quiero ser sacerdote porque quiero corresponder a la llamada que Dios me regala por puro amor y misericordia. Su Santo Espíritu me urgió en mi corazón a sentirme querido por Él y luego apareció en mí un deseo de continuar la misión de Cristo dando testimonio de su amor.
– ¿Cómo descubriste tu vocación al sacerdocio?
Yo era monaguillo en mi pueblo natal en Vietnam, y viendo que mi párroco era un sacerdote muy bueno tanto de espíritu como de ejemplos de vida y era muy querido por sus fieles, surgió en mí una idea de querer ser sacerdote como él para que la gente me quisiera. Era una idea de niño que no sabía exactamente cómo era el sacerdote pero para mí es una semilla de la vocación. Mis padres me educaron en la fe junto con mis 10 hermanos y me animaron a seguir descubriendo si Dios me llamaba de verdad. También los sacerdotes de mi pueblo me ayudaron tanto con sus consejos como sus ejemplos de vida, esta idea de ser sacerdote iba creciendo y fortaleciendose en mí. A través de los acontecimientos de mi vida y ante la incertidumbre, hubo momentos de debilidad, de pasión de la carne, quería retroceder abandonándola pero el Señor tiene misericordia de mí, su gracia prevalece a las tentaciones y a la debilidad. Con su ayuda, yo pude superar las crisis para seguirle. Mi vocación fue confirmada cuando yo veía el sufrimiento de la gente y al recordar la palabra de «las ovejas sin pastor», surgió en mí un deseo de ayudar.
– ¿Cómo es el sacerdote que Dios te llama a ser?
Seguidor del Buen Pastor, vivir el celibato para poder entregar por completo al servicio de la Iglesia de Cristo y obedecer al obispo ayudándole a pastorear el rebaño que Dios le encomienda, no solo a cuidar a las ovejas del redil y sino a salir en busca de las de fuera a través de la evangelización.
La formación que estoy recibiendo de vivir el Trípode en el camino neocatecumenal (la palabra, la liturgia y la comunidad); También del Seminario Redemptoris Mater que destaca en 3 características: diocesano – misionero – internacional, es decir, venimos de diferentes países y además de servir a la diócesis, también tenemos la disponibilidad para salir a evangelizar adonde la Iglesia nos necesita. Y así me gustaría ser, un sacerdote que no solo vive la fe con los fieles en la parroquia, si no poder participar en la evangelización de la Iglesia universal de Cristo.
– ¿Has tenido algún referente cómo sacerdote?
San Francisco Javier, patrono de mi pueblo, también mi santo patrono, es un modelo de sacerdote misionero al que siempre le pido su intercesión ante el Señor para que me capacite a seguirle.
Gracias a la santidad que tenía el sacerdote de mi pueblo cuando vivía, tanto de vida espiritual y pastoral cómo de vida cotidiana, surgió en mí el deseo de ser sacerdote ministerial.
Los sacerdotes itinerantes también me impactan por su entrega a Cristo, entregan a la evangelización, dejando todo para salir a cualquier parte del mundo por amor a Cristo.
– Como sacerdote del siglo XXI, ¿cuáles son los retos a los que piensas que tendrás que hacer frente?
El siglo XXI es el tiempo de evangelizar y reevangelizar. ¿qué está pasando en la sociedad contemporánea? Mirad cómo vive la gente actual, una sociedad muy afectada por la secularización. Mucha gente no encuentra la alegría en Dios, sino en el mundo tecnológico, buscando ser feliz en el mundo material, en el sexo, en la droga,…
La misión de la Iglesia es hacer presente a Cristo en el mundo, haciendo volver la gente a la Verdad original que es Dios, la fuente de la felicidad plena.
El sacerdote del s.XXI, como todos los cristianos somos llamados a hacer testigos de Cristo, viviendo en el mundo pero no ser contaminados por el mundo. Debemos apoyarnos fuertemente a Cristo para no desviarnos, si no en vez de evangelizar al mundo seremos «catequizados» por el mundo.
Además de cuidar el rebaño, formándolo en la fe, hace falta evangelizar, saliendo en buscar de las ovejas, dando testimonio de amor de Dios, no solo por la predicación sino por la misma vida.
– Se acerca tu ordenación diaconal ¿cómo lo estás viviendo?
Tenía mucha ilusión, también con muchos nervios y miedo, a veces sentía indigno frente a una cosa tan importante y grande que El Señor me llama a ser, un servidor de la Iglesia. Desde el retiro previo de la ordenación, el Señor me ayudó y me tranquilizó. Estoy contentísimo y muy agradecido al Señor por su Amor que tiene conmigo y por lo que está haciendo en mi vida.
El próximo día 11 de junio, D.m., en la iglesia parroquial de la Asunción de Onda, ordenaré de diáconos a dos jóvenes seminaristas. Estos dos diáconos, que después de un tiempo serán ordenados presbíteros, son dos nuevos dones de Dios a nuestra Iglesia diocesana, que acogemos con mucha alegría y con profundo agradecimiento, y más, si cabe, en tiempos de escasez de vocaciones al sacerdocio. Recordemos que diácono viene de diakonía, que significa servicio; el diacono es, por lo tanto, ‘servidor’. Mediante la imposición de las manos y la oración consagratoria, el Señor resucitado derramará sobre cada ordenando su Espíritu Santo y le consagrará diácono. Así quedarán constituidos para siempre en signo e instrumento de Cristo, siervo, que no vino “para ser servido sino para servir”. Los diáconos habrán de ser con su palabra y con su vida signo de Cristo, siervo, obediente hasta la muerte y muerte de cruz para la salvación de todos. Todas las funciones del diácono se sintetizan en una palabra “servicio”: servicio en “el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad” (LG 29) para que todos los hombres se encuentren en Cristo, la misericordia encarnada de Dios.
Cristo, «se ha hecho diácono de todos», escribía un Padre de la Iglesia (San Policarpo, Ad Phil. V,2). Como ha hecho él, del mismo modo están llamados a actuar sus discípulos, los diáconos. La actitud de servicio es una de las características que Jesús, nuestra Iglesia y nuestro mundo piden y esperan de los diáconos siempre -también cuando sean ordenados presbíteros. Para mantener viva esta actitud, el diácono ha de ser un discípulo enamorado del Señor, siervo, y un ardoroso misionero en el servicio. Es algo que debe cuidar y aprender a vivir día a día con sumo esmero. El discípulo de Jesús no puede caminar por una vía diferente a la del Maestro, sino que, si quiere anunciar la buena Nueva, que es Jesucristo, debe imitarlo, debe aspirar a ser siempre un servidor como él. Servir es el estilo mediante el cual se vive la misión, el único modo de ser discípulo de Jesús. Su testigo es el que hace como él: el que sirve a los hermanos y a las hermanas, sin cansarse de Cristo humilde y obediente al Padre hasta la cruz.
El papa Francisco acaba de decir a los diáconos (Homilía 29.05.21016) que para ser siervos hay que comenzar por vivir la disponibilidad a tiempo total; hay que ser solícitos para el hermano y estar siempre abiertos a lo imprevisto, que nunca falta y a menudo es la sorpresa cotidiana de Dios; y que hay que vivir la mansedumbre y la humildad del servicio cristiano, que es imitar a Dios en el servicio a los demás: acogerlos con amor paciente, comprenderlos sin cansarse, hacerlos sentirse acogidos en casa y en la comunidad eclesial, donde no es más grande quien manda, sino el que sirve. Así crecerá el diácono como ministro de la caridad y de la misericordia.
Nuestra sociedad y nuestro Pueblo de Dios tienen necesidad de diáconos, que sean discípulos configurados con el corazón de Cristo, siervo, y ardorosos misioneros de la nueva Noticia: servidores de la misericordia de Dios ejercitando las obras de misericordia corporales y espirituales, atentos siempre a las necesidades de los más pobres, frágiles y necesitados, y promotores de una cultura del encuentro, de la reconciliación, de la fraternidad y de la misericordia. Esta actitud del servicio a todos tiene como primer objetivo vivir en todo momento fieles a Cristo Siervo e imitar al Maestro, siempre cercano, accesible, disponible para todos y deseoso de curar y sanar, de comunicar Vida y Salvación.
Pidamos a Dios por estos dos nuevos diáconos: para que imiten siempre en su vida a Cristo, Siervo, y como él sean servidores con entrañas de misericordia para con todos, en especial para con los más pobres y necesitados de pan, de cultura y de Dios.
La Mare de Déu del Lledó se hace cercana a sus devotos en la ciudad y más allá. En mayo la parroquia de Sto. Tomás de Villanueva entronizó una imagen en una jornada jubilosa vivida por los fieles. Y el sábado próximo, 11 de junio, la Basílica organiza una peregrinación de la provincia de Castellón con la Virgen al santuario de Torreciudad. Los actos constarán de la introducción solemne de la Virgen en el templo a las 12:30h, seguida de la celebración de la Misa, Santo Rosario, procesión y exposición solemne del Santísimo. Para información e inscripción, tlf. 964 22 04 82.
En aquellos días, cayó enfermo el hijo de la dueña de la casa; su mal fue agravándose hasta el punto de que no le quedaba aliento. Entonces la mujer dijo a Elías: «¿Qué hay entre tú y yo, hombre de Dios? ¡Has venido a recordarme mis faltas y causar la muerte de mi hijo!» Elías respondió: «Entrégame a tu hijo». Lo tomó de su regazo, lo subió a la habitación de arriba donde él vivía, y lo acostó en su lecho. Luego clamó al Señor, diciendo: “Señor, Dios mío, ¿vas a hace mal a la viuda que me hospeda, causando la muerte de su hijo?». Luego se tendió tres veces sobre el niño, y gritó al Señor: «Señor, Dios mío, que el alma de este niño vuelva a su cuerpo». El Señor escuchó el grito de Elías y el alma del niño le volvió a su cuerpo y el niño volvió a la vida. Tomó Elías al niño, lo bajo de la habitación de arriba al interior de la casa y se lo entregó a su madre, diciendo: «Mira, tu hijo está vivo». La mujer dijo a Elías: «Ahora sé que eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor está de verdad en tu boca».
SALMO
Sal 29, 2 y 4. 5-6. 11 y 12a y 13b
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrada el recuerdo de su nombre santo;
su cólera dura un instante; su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas. Señor,
Dios mío, te daré gracias por siempre.
2ª LECTURA
Gálatas 1, 11-19
Os hago saber, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; pues yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo. Porque habéis oído hablar de mi pasada conducta en el judaísmo: con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y aventajaba en el judaísmo a muchos de mi edad y de mi raza como defensor muy celoso de las tradiciones de mis antepasados. Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que lo anunciara entre los gentiles, no consulté con hombres ni subí a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, sino que, enseguida, me fui a Arabia, y volví a Damasco. Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas, y permanecí quince días con él. De los otros apóstoles no vi a ninguno, sino a Santiago, el hermano del Señor.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7, 11-17
En aquel tiempo, Jesús se fue a una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, lse compadeció de ella y le dijo: «No llores». Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!». El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo». Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 1-8
Querido hermano: Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, por su manifestación y por su reino: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina. Porque vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus propios deseos y de lo que les gusta oír; y apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta los padecimientos, cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu ministerio. Pues yo estoy a punto de ser derramado en liberación y el momento de mi partida es inminente. He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no sólo a mi, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.
Salmo
Sal 70, 8-9. 14-15ab. 16-17. 22
R. Mi boca contará tu salvación, Señor.
Llena estaba mi boca de tu alabanza y de tu gloria, todo el día.
No me rechaces ahora en la vejez,
me van faltando las fuerzas, no me abandones.
Yo, en cambio, seguiré esperando, redoblaré tus alabanzas;
mi boca contará tu justicia, y todo el día tu salvación.
Contaré tus proezas, Señor mío, narraré tu justicia, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.
Y yo te daré gracias, Dios mío, con el arpa, por tu lealtad;
tocaré para ti la cítara, Santo de Israel.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2,41-51
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedo en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: “Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Él les contestó: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?” Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Esto dice el Señor Dios: «Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré. Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones. Sacaré a mis ovejas de en medio de los pueblos, las reuniré de entre las naciones, las llevaré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel, en los valles y en todos los poblados del país. Las apacentaré en pastos escogidos, tendrán sus majadas en los montes más altos de Israel; se recostarán en pródigas dehesas y pacerán pingues pastos en los montes de Israel. Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar—oráculo del Señor Dios—. Buscaré la oveja perdida, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia».
Salmo
Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: t
u vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
2ª lectura
Lectura carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 5b-11
Hermanos: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros estábamos aún sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo; por una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir; pues bien: Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvados del castigo! Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos, salvos por su vida! Y no sólo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 15, 3-7 En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola: —«¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una, de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice: “¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”. Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
La libertad de elección de los padres para la educación de sus hijos solo es posible si junto con una escuela pública de titularidad estatal, se da la alternativa de los colegios concertados, que también son públicos porque están abiertos a todos. Complementaridad sin enfrentamiento e implicación de las administraciones han sido los ejes del mensaje transmitido por la Asociación de Escuelas Católicas, Confederación Española de Centros de Enseñanza, Concapa y Cofapa en representación de los padres, hermanas de la Consolación y Delegación Diocesana de Enseñanza esta mañana en un desayuno informativo.
En la provincia de Castellón hay unos 40 centros concertados con alrededor de 18.000 alumnos, que representan el 25% de la oferta educativa. Esta opción está respaldada por familias y profesionales muy implicados en el proyecto común, con un trabajo constante de innovación y calidad, atendiendo a cada alumno que llega a los centros. “Funciona. Ahí están los resultados. Y los padres siguen demandando esta alternativa”, sentenciaba la hna. Pilar Goterris, del Equipo de Titularidad Educativa de la Consolación. Leer más
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 8-15
Querido hermano: Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David, según mi Evangelio, por el que padezco hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación, y la gloria eterna en Cristo Jesús. Es palabra digna de crédito: Pues si morimos con él, también viviremos con él. Si perseveramos, también reinaremos con él; si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo. Esto es lo que has de recordar, advirtiéndoles seriamente delante de Dios que no discutan sobre palabras; no sirve para nada y es funesto para los oyentes. Procura con toda diligencia presentarte ante Dios como digno de aprobación, como un obrero que no tiene de qué avergonzarse, que imparte con rectitud la palabra de la verdad.
SALMO
Sal 24, 4-5ab. 8-9. 10 y 14
R. Señor, enséñame tus caminos.
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad; enséñame,
porque tú eres mi Dios y Salvador.
El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía a los que lo temen, y les da a conocer su alianza.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 28b-34
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: -«¿Qué mandamiento es el primero de todos?». Respondió Jesús: -«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. “ El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor que estos». El escriba replicó: -«Muy bien, Maestro, si duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: -«No estás lejos del reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
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