Este tiempo de Adviento los cristianos lo vivimos como un tiempo de oración y de reflexión que se caracteriza, fundamentalmente, por ser un tiempo de espera vigilante, un tiempo de arrepentimiento, de perdón y de alegría que lo es también de esperanza y de vigilia.
Así lo han vivido los jóvenes de la Parroquia de San Pedro, en Segorbe quienes, junto al párroco, D. Federico Caudé, sus catequistas y sus familias celebraron una vigilia el pasado viernes para poner de relieve el verdadero significado de la Navidad que no es otro que Dios se hace hombre a través del Niño Jesús.
La meditación a través de la Palabra, sirvió de fundamento para la reflexión del verdadero Misterio de la Navidad. Dios, que podría haberse reservado para Él mismo su divinidad, por un designio de amor que sobrepasa la comprensión humana, se nos revela regalándonos su propio corazón y nos envía a su Hijo para que compartamos su vida.
Un nutrido grupo de la feligresía de la parroquia de La Asunción de Ntra. Sra. de Albocàsser se dio cita el pasado sábado, día 18 de diciembre, en la ermita de la Esperanza, situada a pocos kilómetros del pueblo, para festejar el día de la Virgen María bajo esta advocación y bendecir el nuevo retablo que presidirá esta histórica construcción.
Después de la celebración de la Misa y de bendecir el retablo, se celebró este acontecimiento con unos típicos rollos y una copa de mistela. «Qué nuestra Señora de la Esperanza siga protegiendo con su maternal auxilio al pueblo fiel de Albocàsser», fueron las palabras de su párroco, D. José Gabriel Bettín, antes de despedir a la animada concurrencia.
Este pasado sábado, se celebró la Asamblea General Extraordinaria de la Junta Diocesana de Hermandades y Cofradías de Semana Santa, La sesión tuvo lugar en el Seminario menor diocesano de Segorbe. La sesión estuvo precedida de una Eucaristía en la Iglesia del Seminario que presidió nuestro Obispo, Monseñor Casimiro López Llorente, concelebrada por el Consiliario de la Junta, D. Federico Caudé Ferrandis y el Secretario particular, D. Ángel Cumbicos.
Tras la celebración litúrgica dio comienzo la Asamblea General en la que se procedió al nombramiento de Felipe Monfort Gómez, Presidente de la Cofradía de La Sangre de Vila-real, como Hermano Mayor para el Pregón diocesano de Semana Santa, momento en el que le fue impuesta la medalla de manos del Obispo de la diócesis. También se procedió al nombramiento de Adrián Muñoz Ruiz, de la Cofradía de los Dolores de L’Alcora, como Hermano Mayor para la organización de la Procesión diocesana, que el año pasado, debido a la pandemia no pudo celebrarse.
Durante la Asamblea, José Luis Martínez, de la junta de Cofradías de Nules, dio cuenta de la celebración XIII Encuentro Interdiocesano de Cofradías y Hermandades de Semana Santa, que se celebrará D.m, el próximo 19 de febrero de 2022 en Nules. En este sentido, dio cuenta de la programación prevista para dicho encuentro, que, entre otras actividades, contará con una Misa Solemne que presidirá Monseñor Casimiro López Llorente y una comida de hermandad. También se proclamará l sede del que será el XV Encuentro Interdiocesano de 2023.
Aprovechando las fechas en las que nos encontramos, Cáritas Interparroquial de La Vall d´Uixó propone cambiar el kilo por el euro, para que, gracias a las aportaciones, las familias más necesitadas puedas elegir su comida.
D. Pascual Andrés, Director de la Cáritas Interparroquial ha explicado que se trata de dignificar la alimentación, “en lugar de dar lo que uno tiene, con este nuevo proyecto hemos empezado un proceso de reflexión, dando la opción de elegir lo que se necesita para comer, también productos frescos”.
De este modo, el kilo se sustituye por vales para canjear en determinados comercios. La iniciativa se está llevando a cabo en el IES Honori García de La Vall d´Uixó a través de un programa informático, con pantalla táctil, en la que los niños eligen la cesta de productos. En parroquias y en otros centros, como en el Centre d’Esplai Jove, se está realizando mediante paneles con dibujos.
El objetivo final es conseguir que las personas que atiende Cáritas tengan una alimentación con autonomía y dignidad. Con la aportación económica es posible dar a las familias unos vales para alimentación en vez de una bolsa de comida, para que quien peor lo está pasando pueda elegir aquello que come según sus necesidades. La dignidad es una de las claves en todo este proceso: en la acogida y la atención, apostando por las ayudas económicas en vez de en especie.
La Hermandad Obrera de Acción Católica de las diócesis de Orihuela-Alicante, Valencia y Segorbe-Castelló, movimiento de trabajadoras y trabajadores cristianos, ha presentado las conclusiones de la primera parte de su campaña ‘Por un contrato social para afrontar el futuro del trabajo’, en la que ha analizado la situación de empobrecimiento, desigualdad y deshumanización de un mercado laboral afectado por la pandemia.
En el documento, denuncian que la crisis sigue ensanchando la brecha de la pobreza y descartando a un 20% de la sociedad que está en la exclusión. Aseguran que cada vez nos encontramos con más situaciones de precariedad que se están normalizando: “empresas que contratan a media jornada y pagan en negro las horas extra; sueldos por debajo de lo que fija el convenio; economía sumergida, especialmente en el calzado, el empleo doméstico, la agricultura o la hostelería”.
Además, los incrementos de productividad, alcanzados gracias a la tecnificación, han provocado una menor necesidad de mano de obra y la bajada de los salarios para los trabajos menos cualificados. En este tiempo de covid, la caída en la ocupación en el sector servicios, especialmente en el turismo, ha puesto de manifiesto las debilidades de la economía valenciana, demasiado dependiente de un sector. También ha mostrado la fragilidad de nuestro modelo de cuidados, feminizado y gratuito. Los recursos de apoyo, que hasta el momento eran los abuelos, las abuelas y las escuelas, se vieron fuertemente afectados por el confinamiento, lo que hizo más evidente la dicotomía entre trabajo productivo y reproductivo. La consecuencia para las mujeres ha sido una mayor sobrecarga de trabajo que termina afectando a su salud.
Para la HOAC, las reformas laborales acaecidas durante estos años han conformado un mercado de trabajo sustentado en cuatro pilares: temporalidad, flexibilidad, competitividad vía costos laborales y debilidad de la negociación colectiva. Por eso exigen al Gobierno la derogación de la reforma laboral de 2012 y la aprobación de un nuevo Estatuto que otorgue derechos y dé cobertura a los cambios que se están produciendo. Asimismo, demanda una reforma impositiva, como herramienta fundamental para lograr una mayor inclusión y equidad. “El desequilibrio en la participación de la riqueza, que ocasiona una gran fractura social y un aumento escandaloso de las desigualdades, sólo puede ser revertido desde lo público”, reza el documento.
Aseguran, sin embargo, que esta pandemia “también nos ha enseñado que la vida es algo más que consumir, nos ha mostrado el valor del cuidado, así como la urgencia de un Estado fuerte que no deje a nadie atrás. Nos ha hecho experimentar con medidas creativas que parecían inimaginables, cómo cerrar más pronto los comercios o contrarrestar la cultura del presentismo laboral”.
Recogen las palabras del papa Francisco en la encíclica Laudato si’, de las que entienden que la Iglesia debería hacerse un mayor eco: “Es urgente cuidar la casa común y la familia humana, con especial atención a las personas pobres y a la fragilidad del planeta”, retos que están íntimamente vinculados porque instan al cuidado de la vida para poder construir el mundo desde la fraternidad.
Para ello, destacan en las conclusiones de la campaña que son necesarios trabajos decentes “que nos permitan tiempo libre, ocio, descanso, la posibilidad de cultivarnos, de formarnos, de trabajar por los demás. Medidas que deben combinar un cambio cultural, legislativo y en la negociación colectiva”, por lo que instan a los poderes públicos y a los sindicatos a dar pasos en ese sentido.
Esta mañana, IV domingo de Adviento, se ha celebrado la clausura del II Año Mariano de las parroquias de Onda, dedicado a Nuestra Señora de la Esperanza, patrona del municipio, que han vivido desde el 20 de diciembre de 2020 bajo el lema “No tienen vino” (Jn. 2, 3).
Ha sido con una Eucaristía que ha presidido nuestro Obispo, D. Casimiro, en la parroquia de La Asunción de Nuestra Señora de Onda, con Mosén Domingo Galindo muy presente en la memoria y en las oraciones de los ondenses.
Tras recordarle el Obispo en el inicio de su homilía, se ha mostrado agradecido a Dios por este Año Mariano, en el que “Él seguro que ha derramado muchos dones en vuestros corazones, en vuestras parroquias, en vuestras familias y en vuestras comunidades, que, aunque estos frutos no los percibáis están ahí, y seguro que vuestra devoción mariana se ha agrandado, para ser en este tiempo comunidades de discípulos misioneros del Señor”.
Nuestra verdadera esperanza es Jesucristo, “que con su muerte y resurrección nos ofrece la posibilidad de participar de la vida de Dios, para que todo en el que crea en Él tenga vida eterna”, ha dicho, y es “la que nos alienta a caminar esperanzados, especialmente en la dificultad y en la desolación, en la lucha de esta vida, sin dudar de la presencia de Dios a través de su Hijo, que nos llega de manos de María”. “Dios no nos abandona nunca – ha continuado D. Casimiro – tampoco en la muerte, porque Él está ahí, como está también la Virgen para acogernos, para darnos la vida en plenitud”.
Ha destacado cuatro palabras que nos pueden ayudar a mantener viva la esperanza y a vivir la Navidad: escuchar, creer, acoger y llevar.
ESCUCHAR
María es la mujer que escucha el mensaje que le transmite Dios a través del ángel Gabriel. “Es una llamada a escuchar con atención la Palabra de Dios, no solamente a oír, sino a hacerlo con atención, sabiendo quien nos habla”. Dios nos habla en la Palabra, en la Eucaristía, en los acontecimientos de nuestra vida, en cada hombre, ha explicado, “Él no es un Dios mudo, es un Dios que camina con nosotros y nos habla, sale a nuestro encuentro”.
CREER
María es la mujer humilde que creía, “que había puesto su confianza en Dios, porque sabía que sin Dios nada era”. “Vivimos por puro amor de Dios, que nos ha llamado a esta vida por amor, para hacernos partícipes de su amor y de su vida en plenitud, si sabemos acoger a Cristo Jesús como hizo María”.
ACOGER
En esta Navidad, el Obispo ha animado a “creer en Dios de verdad, a acogerlo de corazón en nuestra vida”, porque “Él espera ser acogido en ese Niño pequeño y pobre que nace en Belén”. “Acojamos a Dios en nuestra vida, sin Él estamos perdidos”.
LLEVAR
“Lo que gratis recibimos, gratis lo hemos de ofrecer”, del mismo modo que hace María, “la primera misionera”, que se pone en camino a prisa para visitar a su prima Santa Isabel “llevando en su seno al Hijo de Dios”. “No nos dejemos llevar por los intentos de reducir la Navidad a compras, fiestas y vacaciones”, ha advertido, “todo eso, si no brota de Dios, no dejará rastro en nosotros y se marchitará”. “Vivamos de verdad la Navidad y llevemos ese Niño a otros”.
Tras la homilía, otra parte importante y significativa de esta celebración ha sido la bendición, por parte del Obispo, de las imágenes del Niño Jesús que los niños y familias contemplarán durante estos días de Navidad en sus casas.
En unos pocos días celebraremos la Navidad. Un año más escucharemos el anuncio del ángel a los pastores: «Hoy, en la ciudad de David, os hanacido un Salvador: el Mesías, el Señor» (Lc 2,10-11). Esta es la buena Noticia de la Navidad, la razón profunda de nuestra alegría navideña y el motivo de nuestra esperanza; una alegría y una esperanza que se ofrecen a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Como los pastores, los cristianos escuchamos con estupor este anuncio y acudimos con gozo a Belén a contemplar este misterio de salvación: el Hijo de Dios, se hace carne y acampa entre nosotros. Dios viene hasta nosotros, se hace uno de los nuestros y asume nuestra propia carne para mostrarnos y llevarnos a Dios.
Ese Niño, que yace humilde y pobre en el portal, es el Mesías esperado, es la luz para el pueblo que camina en tinieblas (cf. Is 9, 1). Al pueblo oprimido y doliente se le apareció “una gran luz”. Es la luz de la nueva creación. En el Niño de Belén, la luz del origen vuelve a resplandecer en el cielo para la humanidad y despeja las tinieblas del pecado y de la muerte. La luz radiante de Dios aparece en el horizonte de la historia para proponer a los hombres un nuevo futuro de esperanza. Es la luz divina que da valor, sentido y dignidad a todo ser humano y a toda vida humana, a la historia y a toda la creación. Sin esta luz divina todo estaría desolado y nada tendría sentido. Dios se hace hombre para hacernos partícipes de su misma vida, de su amor y de su gloria eterna. La gloria de Dios es que el hombre viva, y la gloria del hombre es el mismo Dios, decía San Irineo.
El Niño, que yace en el portal de Belén, no es una idea o una invención humana. Es un hecho histórico. Es el mismo Dios que se hace presente entre nosotros por amor a cada uno de nosotros, a toda la humanidad y a la creación entera. Él viene para alumbrar nuestra noche, para orientar nuestros caminos y para llevarnos por la senda de la verdad y del amor, de la santidad y de la gracia, de la justicia y de la paz. Él viene para sanar nuestras dolencias y pecados, para darnos la vida y el amor de Dios. En la noche fría y oscura de la Navidad, nace Dios; la luz se hace palabra y mensaje de esperanza.
Pero, ¿no contrasta esta certeza de la fe con nuestra realidad? Hoy también nuestro mundo vive una noche oscura y camina muchas veces en tinieblas, porque está huérfano de Dios. La tiniebla de nuestro mundo es esa voluntad recalcitrante de querer vivir sin Dios o de espaldas a Él, de querer ser dioses al margen de Dios. La noche obscura de nuestro mundo es declarar con tono altivo la muerte de Dios para suplantarlo por el hombre. La tiniebla del hombre de hoy es el rechazo mezquino del amor de Dios que lleva también al rechazo y descarte del prójimo, y al abuso de la naturaleza; un rechazo nacido del corazón soberbio y satisfecho tan sólo con sus logros limitados.
Sin embargo, un mundo sin Dios se convierte en un mundo inhumano en el que reina la frialdad egoísta y calculadora de los hombres. Una frialdad que se manifiesta en las guerras, el terrorismo, el desprecio de la vida humana, sobre todo de los no nacidos y de los enfermos incurables, el descarte de los más vulnerables y de los ancianos, el afán desmedido de lucro a costa de los demás, las víctimas de la violencia y de los malos tratos, y tantas situaciones de injusticia.
Hoy resuena de nuevo mensaje del Ángel: “No temáis, hoy nos ha nacido un Salvador”. Este Niño tierno y frágil cambiará la historia del hombre: las desgracias en gracia, la muerte en vida, el sufrimiento en gloria, la tristeza en alegría, el odio en amor, la esclavitud en libertad, la debilidad en fuerza, los llantos en alegría, la corrupción en solidaridad, los rencores en fraternidad gozosa. En este Niño-Dios se nos da el amor de Dios. Él quiere nacer en todos y viene a nuestro encuentro. Acojámosle.
No nos dejemos llevar por los intentos de silenciar la Navidad y de reducirla a compras, comidas y días de vacaciones. Mantengamos vivo el verdadero sentido de la Navidad. Para ello os animo a poner el belén en nuestros hogares, en los lugares de trabajo, en las escuelas, en los hospitales, en las cárceles, o en las plazas. Adornemos nuestras casas y balcones con símbolos cristianos de la Navidad. Pero sobre todo centremos nuestra celebración en el Misterio que nos recuerda el belén; y evitemos todo derroche y tantos otros excesos, contrarios al significado profundo de esta fiesta. Y dediquemos un tiempo a meditar sobre la “verdad de la Navidad” ante el portal de Belén.
La Concatedral de Santa María de Castellón acogió ayer por la tarde la celebración de recepción y reparto de la Luz de la Paz de Belén, una de las actividades más importantes del curso para los scouts de la Diócesis, y que este año se celebra bajo el lema “El resurgir de la Luz” tras la oscuridad y la tristeza en la que la covid-19 ha sumido al mundo.
Como cada año, el Movimiento Scout Católico se suma a esta iniciativa que se lleva a cabo desde 1986, y que se inicia cuando un niño austriaco recoge la luz, que es prendida en la gruta de la Natividad, y se distribuye desde Viena por las diferentes diócesis de Europa en las semanas previas a la Navidad.
Nuestro Obispo, D. Casimiro, fue quien repartió la luz en una emotiva ceremonia a los diferentes grupos scout presentes en la Diócesis de Segorbe-Castellón: Antares, Belcaire, Espadà, El Millars, Sant Vicent, Tramuntana, Fadrell y Sant Pere. Fue tras la llegada de la luz, que ilumina en medio de la oscuridad, y dirigirles unas palabras.
Uno de los momentos más emotivos de la celebración fue cuando se recordó y se rezó por el sacerdote Domingo Galindo, que falleció la semana pasada. Cabe indicar que fue miembro fundador y scouter del Grupo Scout Belcaire.
«Vosotros sois la luz del mundo» (Mt. 5, 14)
Acoger esta luz significa acoger a Jesús que nace en Navidad, les indicó el Obispo, “porque nació hace 2001 años para traernos la luz que ilumina nuestra vida, nuestro camino, nuestras oscuridades, también en este tiempo de pandemia”.
“«Vosotros sois la luz del mundo» – dijo citando al Evangelio proclamado – y sois la luz de este mundo porque le acogéis a Él y a la luz que nos trae, el Mesías, el Señor, que es el Hijo de Dios”, que también viene “para traernos el motor de nuestra vida, que es el amor de Dios”.
Porque lo que Dios quiere “es llevarnos a la plenitud de esta vida, a lo que todos llevamos en nuestro corazón, que es amar y ser amados”, pero “a veces perdemos el sentido de nuestra vida – continuó – y no hay nada más triste que no amar ni ser amados”. Esto es lo que celebramos, “la llamada de Dios a acoger el amor de Dios”.
“Jesús se hace pobre, humilde, sencillo… y solo los humildes y los sencillos le acogen a Él, como aquellos pastores que en medio de la noche fría saben acoger el mensaje del ángel: «hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor»” (Lc. 2, 11).
«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is. 9,1)
“Acojamos esta luz”, exhortó D. Casimiro, “que es la luz de Jesús, que es la Buena Noticia de Jesús para los hombres, Él os quiere ayudar a caminar por esta vida con esperanza, ante las dificultades, porque nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús” (Rm. 8, 39).
También a ser testigos de la luz y de la esperanza “con nuestras buenas obras, con nuestra forma de ser y de actuar”, “ante tantos que se sienten abandonados, o que están enfermos, o en la cárcel, o que han perdido el sentido de su vida”.
Esta mañana ha sido elegida priora de la comunidad de monjas agustinas del monasterio «Nuestra Señora de Mirambel», en Montornés (Benicàssim), la Hermana María Cecilia Torres, en una ceremonia que ha presidido el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Monseñor Casimiro López Llorente, y que ha estado precedida de la celebración de la Eucaristía.
Tras la proclamación de la Palabra Mateo (1,1-17), el Obispo ha centrado la homilía en la figura de San José, Patrono de la Iglesia Universal, de los Seminarios y también de la vida religiosa. Lo ha hecho recordando el Año que, dedicado al Santo, acabamos de clausurar, para que siguiendo su ejemplo depositemos toda nuestra confianza en Dios porque, ha dicho, «Él nunca nos abandona, ni tan siquiera en los momentos de debilidad, siempre está con nosotros». En este sentido ha exhortado a las religiosas a volver la mirada a Dios «una y otra vez para que nos guíe y nos renueve».
La Hermana María Cecilia sustituye así a Natividad Salvador, tras haber vencido el periodo de cuatro años para el que fue elegida.
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