Misa de Pentecostés del Obispo con los religiosos de la diócesis
Ayer 20 de mayo, jornada de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, la Orden de los Mercedarios acogió en la parroquia de san José Obrero una solemne Eucaristía de Pentecostés. El acto, presidido por monseñor Casimiro López Llorente, sirvió como encuentro con los religiosos de la diócesis de Segorbe-Castellón.
«En la Iglesia siempre es Pentecostés porque el Espíritu Santo siempre trabaja». Estas fueron las palabras que una hermana empleó como monición ambiental de la solemne misa. Adentrándose en la liturgia de la palabra, el obispo completó el discurso aseverando que «Pentecostés es el don pascual por excelencia«. Asimismo recordó que era una «gracia en la parroquia, en los institutos religiosos de la diócesis y en las confirmaciones de los últimos días«.
Ya en la homilía, expresó una cálida bienvenida a todos los presentes, con especial énfasis a los consagrados y a los jóvenes. Afirmó que con esta celebración no solo se recordaba la llegada del Espíritu Santo, sino que también se trataba de una actualización constante. Aseguró que «con su llegada entra en plenitud la Pascua, que es el centro de la Fe«.
Pentecostés como encuentro con Cristo
Interpelando a los presentes a partir del Evangelio, dijo que «Jesús sale al encuentro y llena de alegría y paz», momentos de intimidad con Dios que se dan continuamente en la celebración de la Eucaristía, «sacramento en el que suplicamos al Espíritu Santo, sin el que no habría Iglesia».
Monseñor tuvo unas palabras cercanas con los consagrados de los Institutos Religiosos al decirles que eran «verdaderos frutos y templos del Espíritu Santo, mediante el cual Dios envía todos sus dones». También exhortó a los jóvenes a ser «fuerza del Espíritu en la actualidad«.
Por último y a modo de conclusión, Don Casimiro afirmó con rotundidad que «Cristo ha muerto y resucitado para que todo el que crea en Él tenga vida en plenitud». Apoyó a estas palabras con las del Papa Francisco de «ir a evangelizar a las periferias anunciando al Resucitado» y «ser misioneros de la misericordia de Dios».
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